Partida Rol por web

El legado de Caernwiira

En un Camino hacia Ninguna Parte

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17/09/2014, 12:26
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En un Camino hacia Ninguna Parte

El carro traqueteaba y crujía con cada movimiento, como si fuera a hacerse pedazos a cada momento. La madera, vieja y cansada, soltaba maullidos desesperantes con cada tiro. Junto al mismo, varios otros. Algunos más lustrosos y vigorosos, con criaturas igualmente más motivadas en su interminable gesta. Más que los viejos burros del tuyo, al menos. En total eran unos veinte, puede que treinta carruajes: algunos llenos hasta decir basta, transportando todo tipo de mercancías, baratijas y cosas que vender hacia Caernwiira. Había sido tu dia de suerte, porque según tenías entendido, ya casi nadie se quería aventurar en aquel reino. Pronunciar su nombre evocaba todo tipo de historias extrañas y demonios.

Y es que te habían contratado para proteger un pequeño cargamento de carnes secas y queso (o mejor dicho, te habían dejado que vinieras a cambio de un poco de comida y sin tener que pagar por montarte). El carro apestaba con olor a conserva, y jurarías que incluso se ha quedado impregnado en tus ropas después de un mes. La ciudad más cercana a Caernwiira era Olsen, pegada las Cordilleras Dentadas que aislaban al reino del mundo exterior. Recorrer las montañas por el camino más seguro no era tarea fácil para una caravana y había tomado su tiempo.

El hombre que te contrató, un viejo con cara de perro y peor humor, pasaba el día revisando los carros, no vaya a ser que le robaran los quesos. Su nombre era Jansen Dorrik, y era uno de los pocos que aún se dedicaba a la exportación. Él y unos más se pusieron de acuerdo en llevar estos bienes; y sin saber muy bien por qué, acabó accediendo a la idea de dejar a una halfling hacerse cargo de uno de los suyos. Menuda idea, ¿verdad? ¿Quién se fiaría de una halfling cantamañanas?

En fin. No todo era malo. Había gente entretenida en la caravana. Estaba aquél tipo, Samsen, que llevaba lino y recordaba todo tipo de historias. También una familia de enanos que venía a visitar un tiempo a parientes.

La perspectiva de volver a Caernwiira en cierto modo, era emocionante. Echabas de menos tu tierra. Si bien recuerdas que no era precisamente un lugar alegre y especialmente bonito, tenía su encanto austero. ¿Seguiría tan llena de barro? ¿Se habrían casado tus primos al fin? ¿Y qué pasó con aquella disputa entre los Casaverde y tu familia, por aquellas lindes?

Aún sostenías entre tus manos aquella carta, un papelucho amarillento que de alguna forma llegó a ti. Tenías a un amigo en Olsen que se encargaba de reenviarte la correspondencia que te enviaban tus parientes. Con magia, por supuesto; localizarte en un punto fijo era más bien dificil. Te solías mudar cada pocos meses. El caso es que esta carta era diferente; algo en ti cambió, te impulsó a que tomaras esta decisión que en otros tiempos se te hubiera hecho quizás incómoda. ¿Volver a Caernwiira? Si aún no habías visto ni la mitad del mundo conocido. Un lugar tan pequeño, tan aislado... Para alguien como tú, no tenía muchos alicientes. Bueno, hasta ahora.

Hasta escuchaste todas aquellas historias, de que algo cambiaba. De que el lugar parecía oscurecerse aún más.

Repasaste la carta. Escrita con letras redondeadas, algo grandes y con faltas de ortografía. Tu familia era de origen humilde y no todos sabían escribir. La carta, en concreto, era de tu tia Rachel. Era una de las hermanas listas de tu familia materna. Dicen las malas lenguas que hasta sabía algo de brujería. Desde luego, recuerdas que en tu infancia solía entretenerte con algún truquillo.

Querida Shoshana:

Ya sé que andas muy entretenida con eso de tus viajes y tus aventuras, pero pensé que a lo mejor esto podría interesarte. ¿Recuerdas a tu prima Caléndula? La hija de tu tio Jenro; el primero no, el segundo. Pues mira, resulta que un día, vino y me dijo... ¡que está embarazada! La muy pilla. Ya sabes que tiene unos años menos que tú, y que era más bien timidorra... Se ha liado una buena, pues descubrimos que al final estaba tonteando con ese tontaina de los Casaverde. Al final tendremos que casarlos...

Sí, lo que oyes. Me gustaría que vinieras, ¿me oyes? Hace años que no te vemos, y tu madre está cansada de preguntar por ti. Y tus hermanas. Y tus hermanos también. Y claro, tus primos y tus tíos. En fin, todo el mundo está deseando de verte, ¿y no decías que tenías canciones nuevas? ¡Así nos ahorramos de escuchar a tu tio Pavras cantar! Dioses, Yondalla me perdone, pero cada vez suena peor. Y no para. Aprovecha cualquier fiesta para destrozarla a golpe de vozarrón.

En fin, ¡al menos responde si no vas a venir! Pero se te acaban las excusas, ¿eh?

Att.

Tu tia Rachel.

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19/09/2014, 02:19
Shoshana

Shoshana guardó de nuevo el manoseado trozo de papel en su mochila y volvió a poner el laúd sobre su regazo. Recostada como estaba en la caja de aquel viejo carromato apestoso, poco podía hacer más que ver desfilar las copas de los árboles más altas o sumergirse en sus propios pensamientos mientras rasgaba las cuerdas distraídamente. Los humanos del convoy de Dorrik se bajaban de los carros de vez en cuando para estirar las piernas, pero eso era un privilegio de "los pataslargas": pese a la proverbial energía de los haflings, Shoshana no había tardado en cansarse cuando lo había intentado. Cada vez que le entraban ganas de mear sabía que o bien se aguantaba o una carrera le esperaba.

—Tenues compases de una balada zíngara se escapan de su laúd para perecer bajo los cascos de los borricos... —murmuró aburrida, dejando morir la melodía que estaba tocando.

En fin: aunque el viaje no estuviera siendo muy entretenido, siempre le quedaban las paradas. En las paradas, el hijo de Perroviejo, un chico listo con el que había hecho buenas migas, siempre se escapaba tan rápidamente como podía del carromato de su padre y se reunía con Shoshana para jugar al rey de tres campos, un (a decir verdad) complicado juego de estrategia que se había vuelto recientemente popular entre los bardos lusitanos después de que las élites infernales lo importaran de tierras lejanas. Por supuesto, no es que Shoshana tuviera mucha experiencia con los pequeños trebejos blancos y negros, pero había aprendido lo suficiente durante el último año para poder enseñarle al chaval humano los rudimentos del juego. Por el momento, habían dejado dos de los tres tableros a un lado y jugaban sólo con el central. Aún así era bastante entretenido.

Un bache especialmente profundo sacudió el vehículo y un estridente sonido salió de las cuerdas de su instrumento. Los recuerdos detonaron un escalofrío: no hacía ni dos meses desde la última vez que "la música del Diletante" se había apoderado de sus dedos y había provocado que la echaran de una taberna en la ciudad lusitana de Aldarán. Sin pensarlo demasiado, casi por reflejo, apartó el laúd y lo puso a su lado. Por donde estaba pasando la caravana podía ver el cielo. Tras unos meditabundos segundos...

—Shoshana alza un puño al cielo —declamó la halfling haciendo el gesto—, se revuelve, reniega, pergeña maldiciones contra los dioses... —Titubeó. Se lo pensó. Bajó el puño.— Los dioses inocentes. —Pausa, silencio.— No hay culpas que repartir: estaba escrito en los Cielos. Shoshana lo puede leer desde el carro.

Una molestia creciente la sacó de aquel momento de introspección: uno de los brazos de la guarda de su espada se le estaba clavando en los riñones. Shoshana la cogió, la trajo frente a sí y la desenvainó. El acero silbó al ser sustraído de la vaina y brilló brevemente bajo aquel cielo encapotado. Su dueña recordó el día en que Mindartis le había hecho comprar aquella cosas. "Una espada halfing es mejor que ninguna espada", había bromeado el viejo. Tenía razón: Shoshana ya había confirmado esa teoría dos de veces, aunque la primera de ellas le habría venido mejor un cuchillo y en la segunda el arma no había llegado a ver la luz del sol. Se entretuvo un rato con los reflejos del metal. Un rato. El sol apenas se había movido en el cielo cuando el sonido de un laúd comenzó a oirse de nuevo entre los carros.

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22/09/2014, 13:06
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Pasaste así el día, algo aburrida. No había mucho que hacer en medio de la nada.  El paso por las Cordilleras Dentadas era lento, a ritmo de procesión. Tu maldición a los cielos hizo que alguien en una carreta cercana bufara y se santiguara.

-¡Q'alguien calle a esa mequetrefe, que nos trará mal fario as'tós!

- ¡Halfling tenía que ser, panda gitanos y ladrones! - dijo la gorda al lado del hombrecillo amargado, una mujer que claramente vestía una prenda demasiado pequeña para su talla. Parecía un cerdo embutido en un vestido.

Sí, desde luego; los caernwii eran supersticiosos, y maldecir a los dioses no podía augurar nada bueno. Tú habías aprendido otras filosofias. En ciertos lugares, el culto a los dioses dependía de tu estatus social. En el sur, tierras imperiales, reinaba el culto al Dominador, que en otros lugares se conocía de forma distinta: Hextor, Bane, o incluso Belcebú. Lo representaban como un general embutido en una pesada armadura, y se dice que una vez fue un hombre que dominaba tanto la espada como la brujería.

Pero lo que era la plebe, en sí, cada uno se inventaba sus dioses y males. Cada uno justificaba el mundo a su manera. Desde plegarias a Melitele, pasando por Oghma y Savras, y hasta bribones como Olidammara. Los dioses eran como el aire, el frío y la niebla: estaban ahí, en el paisaje, y sólo los notabas cuando te estorbaban o te querían pedir un donativo.

- ¡Falka se la lleve a los infiernos! - añadió la gorda, aún maldiciéndote.

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22/09/2014, 22:48
Shoshana

Ante los gritos de los humanos, la barda se incorporó y trató de localizar el origen de las palabras. En una curva, la vio, una señora cuyo oído era lo opuesto a su talle: bastante fino.

—Incomprensión —constató Shoshana, sutilmente intrigada y divertida—. La gente sencilla con la que comparte el camino no conoce su tragedia y, al parecer, tampoco entiende las sofisticaciones de su lenguaje. —Miró a su laúd.— ¿Podrá Shoshana amansar a las bestias con su música?

Comenzó a afinar su instrumento con profesionalidad y control. ¿Cómo iban los dioses a molestarse por algo así?, pensaba mientras tanto: Shoshana ni siquiera había llegado a maldecirles... del todo. Aún así, podía entender el temor de la señora: al fin y al cabo, los dioses eran muy reales (al menos, sus clérigos) y a veces bastante caprichosos. Pero la barda no sentía ninguna devoción por ellos: como muchos halflings que aún seguían las viejas tradiciones, Shoshana consideraba a los dioses poco más que señores muy poderosos, a veces tiranos crueles, a veces patriarcas benévolos, pero igualmente sujetos a los designios del incognosible, inmutable e impersonal Destino; es decir, no muy diferentes en el fondo de los mortales a los que pedían adoración. Por supuesto, no todos los haflings seguían teniendo estas creencias: muchas familias habían adoptado la fe humana muchas generaciones atrás para poder integrarse. Su propia tía Rachel, la hermana de su madre, era un ejemplo: adoraba a Yondalla (una diosa especialmente popular entre los halflings) como si ésta hubiera creado el mundo. Shoshana, en cambio, había heredado las creencias ancestrales de la familia de su padre, quien le había explicado, como ella luego pudo comprobar, que en Lusitania las familias ortodoxas eran la norma. En este país, por cierto, nuestra halfling había conocido a un grupo de “filósofos” humanos con ideas parecidas, que sin embargo se cuidaban mucho (por si acaso) de caer en la blasfemia...

Cuando estuvo lista, elevó el rostro y exclamó hacia la gorda que la había maldecido:

—¡Que lpróspera dama no sienta el deber de molestar a Falka por algo así: de la misma forma que Shoshana ha contrariado a los Inefables, ahora los deleitará!

Y procedió a tocar una cancioncilla que ella misma había compuesto con la letra de un himno falkita y la melodía de una albarança, que era un tipo de canción amorosa del extremo sur del Imperio. No le había quedado nada mal, o al menos eso pensaba.

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26/09/2014, 10:20
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Arrancaste unas cuantas notas en tu laúd y pensaste en aquella maldición. Falka. Su nombre invocaba demonios y pesadillas en los caernwii. Era una leyenda antigua que para los halfling era una historia como cualquier otra, pero que estaba muy arraigada en el foklore y leyendas del reino. Y casi desconocida en el exterior.

Falka la Bruja, Falka la Mala. Falka era un personaje de cuento que se comía a los niños malos que se perdían en el bosque. Hacía sopa con ellos y con sus pieles se hacía vestidos. Los cuervos eran sus bestias favoritas, decían, y ella los había creado para maldecir a los campesinos. Se decía que el espíritu de Falka estaba presente en cada uno de ellos y por ello les gustaba atacar los cultivos de los caernwii.

Porque todo lo malo era culpa de Falka.

La Bruja Falka, cuenta la leyenda, fue un personaje de gran poder. Un hada. Una meiga. Algunas historias cuentan que su belleza no tenía parangón; otras, que en realidad era un disfraz y tenía facciones de sapo y cuerpo de culebra. Se dice que Falka fue la primera esposa del primer rey de Caernwiira. Que lo hechizó con su belleza y le convirtió en un hombre malo y despótico. Falka la Mala, decían los relatos, le usó para someter a los caernwii y creó un lugar injusto y oscuro.

Pero como en todos los cuentos, la Bruja Falka tuvo su merecido. Un hijo del rey, un bastardo llamado Tallis el Astuto, le dió a su madrastra un veneno mezclado con vino. El veneno no mató a la bruja, puesto que tenía tan mala sangre que ni siquiera la muerte se la quería llevar; pero la convirtió en un tronco de cintura para abajo. Incapaz de correr, Tallis le arrancó los ojos y le cortó la lengua. Y así rompió el hechizo de su padre, dicen.

Los campesinos arrastraron a Falka aún viva y la apalearon, la quemaron y la trocearon. Dicen que de sus sollozos tuvo fuerzas para lanzar una maldición que trajo el clima oscuro que caracteriza el reino. Y que de sus lágrimas nacieron los trasgos, las arañas venenosas y los espectros.

Falka la Mala fue enterrada en una tumba sin nombre en un lugar perdido. Quienes la encuentren, dicen, verán a un fantasma sin ojos y sin lengua, con alas de cuervo. Les contará los secretos del mundo, pero a cambio estarán tocados por la muerte.

Cuando uno nombraba a Falka, jamás lo hacía a la ligera. Ni tampoco se bromeaba con su nombre.

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29/09/2014, 01:26
Shoshana

¿He dicho 'un himno falkita'? ¡No, que va! ¿Quién compondría himno alguno a un ser tan temido y tan odiado? Cuentos lúgubres, sí, cancioncillas para asustar a los niños... Pero, ¿himnos? ¡Qué despiste! Fue aquella humana la que habló de Falka, ¿no? De ahí la confusión... Lo que quise decir era 'himno a todos los dioses'. Un clásico himno panteísta, sí. Eso y no lo otro fue lo que Shoshana había usado para su sencilla mixtura musical y eso y no lo otro fue lo que cantó en aquel carro mientras sus dedos le acompañaban al laúd con su hermosa magia habitual.

Después de los primeros compases, la cosa comenzó a marchar sola. Tan ensayado tenía el número que su mente se permitió el lujo de entretenerse en pensamientos ajenos a la música. Pensó en la carta de su tía, por ejemplo, y en lo que le esperaba: el reencuentro, la reuniones familiares, la boda de la prima Caléndula, sus padres, sus numerosos hermanos, sus tíos, sus primos... La idea le horrorizaba casi tanto como le encantaba: Shoshana era una persona sociable, claro, y quería a su familia, pero le aguardaban unos días agotadores en los que iba a tener que responder a cientos de preguntas distintas, cada una más de dos (y de tres) veces. Además, después de años en el camino, la barda se había acostumbrado a no permanecer mucho tiempo con las mismas personas, ni en un mismo lugar, sola muchas veces, así que el cambio iba a ser toda una prueba. Quería ver de nuevo a los suyos, pero se preguntaba cuanto aguantaría antes de sentir la necesidad de volver al camino.

Y entonces, ¿qué haría? ¿Volver al sur, donde le quedaba tanto por ver? No: ya había pensado en eso y había decidido que, por el momento, se quedaría en el norte: quería volver a recorrer los caminos embarrados de su país natal, visitar las aldeas de la cuenca minera y a su gente honesta y singular, pasear de nuevo por las callejuelas de Llyr Minith, volver a ver a viejos amigos y conocidos... Había muchos rincones de la vieja Caernwiira que aún no había visitado. Muchas viejas historias por oir. También estaba eso que se decía de que el país se había vuelto más "oscuro" últimamente: Shoshana quería saber qué había de cierto en aquello.

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04/10/2014, 11:14
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Tu canción sobre Falka perturbó un poco a los que viajaban a tu alrededor. Llegó un momento en el que la caravana se sumió en el silencio, como si tuvieran miedo incluso de interrumpirte. No fueras a lanzarles una maldición u otras brujerías. Desde luego, la pareja de gordos dejó de molestarte.

Ya habías hecho este camino antes. En un par de días atravesaríais el paso angosto y llegaríais a unas tierras de valles y colinas bajas conocidas como el Mar de las Brumas. Era donde la mayoría de pueblos pequeños de Caernwiira se ubicaban: pequeños villorios de unas cuantas casuchas, dedicados al cultivo de patatas y arroz entre las ciénagas y lodazales. En los últimos años habías escuchado que abundaban más los monstruos, así que estos poblados se iban abandonando y uniéndose a los grandes fuertes de la zona. El más importante del sur era el Fuerte Sudlorn, desde el cual su milicia trataba de ofrecer protección a todo el condado.

Te dió por preguntar la próxima parada: en un día o dos, dependiendo del tiempo, llegaríais a una de las pocas ventas que servían como descanso en la zona. Estaba justo tras el paso de las Colinas Dentadas; la conocían como la Venta de Fendrik. Regentada por una familia de enanos, ofrecía techo y una buena comida a un precio asequible.

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10/10/2014, 02:56
Shoshana

Shoshana celebró la noticia: un lecho donde poder dormir bajo techo era algo que echaba en falta desde hacía un buen trecho. Lástima que todavía estuviera a varios días de distancia: podía leer sus notas y reflexionar sobre ellas, tocar y componer su música, manosear sus instrumentos, abrillantar sus cosas o incluso jugar al rey-de-tres, pero cada día tenía muchas horas y el aburrimiento comenzaba a aplastarla como una antipática losa de granito. Casi deseaba que algún bichejo indeseable destruyera la monótona rutina de la caravana. Casi: no es que se sintiera la combatiente más experimentada, precisamente.

Con la nueva información en mente, Shoshana decidió echar una cabezadita (cualquier cosa para que el tiempo pasara más rápido). Desgraciadamente, el olor de los quesos no le dejó pegar ojo. Al cabo de un rato, miró al cielo, tratando de determinar la hora*. Durante un breve lapso, pensó en sus cosas. Se revolvió, trató de dormir de nuevo. Practicó con la ocarina que su hermana Maryam le había regalado. Dedicó un rato a revisar la libreta de su peculiar investigación. Improvisó unos versos... Nada la entretuvo más de unos minutos. Finalmente, caminó de nuevo entre la mercancía hasta el banco del conducto.

—¡Hola de nuevo, dice Shoshana al amo de las bestias! —saludó aduladora, asomándose por encima del respaldo del banco—. Ya sabe esta humilde barda que en unos días llegaremos a la taberna antedicha, pero se pregunta sin embargo... ¿Y la siguiente parada en el camino? ¡Incluso estas nobles criaturas —añadió señalando a la pareja de burros— necesitan descansar de vez en cuando!

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14/10/2014, 17:23
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Finalmente, habías dado con una caravana dispuesta a llevarte a Caernwiira.

Y es que habías escuchado muchas cosas sobre un lugar extraño, del que se dice que está maldito y que es una tierra proscrita para magos. Un lugar donde lo sobrenatural campa a sus anchas durante la noche, lleno de historias sobre encantamientos, brujerías y aquelarres. Un lugar donde uno podría forjarse su propia leyenda, basada en la grandeza, o quizás en el miedo.

Un lugar donde no te buscarían, ya que no es un lugar al que se suela querer ir.

Tu carruaje iba un poco atrasado respecto a los demás, pero finalmente alcanzó a la comitiva principal. Eran unos cuantos grupos que por puro pragmatismo decidían hacer el viaje juntos, compartiendo guardias y provisiones. Algunos volvían al reino, otros buscaban traer mercaderías de las Ciudades Libres para poder hacer negocio. En Caernwiira no había mucho más que barro, decían, pero algunos volvían a sus casas con zafiros, oro y piedras lustrosas. Por algo vivían muchos enanos allí. Algo había.

Pasabais por las Cordilleras Dentadas, una frontera natural que separaba las tierras de Lusitania con Caernwiira. Los caminos eran estrechos, llenos de salientes, desniveles y alcantilados. La caravana avanzaba lentamente, para tu desagrado.

Había una mediana que parecía caerle mal a todo el mundo. Era un personaje muy pintoresco que parecía empeñada en narrar todo lo que decía, como si estuviera en una pieza teatral. Su carro no estaba lejos del tuyo.

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14/10/2014, 17:31
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Jansen se interpretó tu pregunta como una broma de mal gusto. Te dijo algo así, entre maldiciones e improperios, que ya descansaban un poco todo los días como para parar más. La idea era llegar antes de que se le cayeran los dientes, según él. Aunque dirías que no le quedaba mucho para eso.

Las caravanas solían recorrer unas cuantas millas, más o menos 12 al día durante ocho horas. Cada cierto tiempo, paraban y al anochecer siempre acampaban.

En fin. Te dió por mirar otro tipo de entrenimiento, o al menos, alguien que pudiera llamar tu atención. Lo encontraste.

Había un tipo extraño sentado en un carruaje cerca del tuyo. Nunca hablaba. Estaba siempre de brazos cruzados y vestía con una túnica. Trataba de mantener un perfil bajo; y claro, eso fue precisamente lo que te atrajo tu atención. Era el tipo de cosas en las que te fijabas.

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15/10/2014, 12:27
Shoshana

Shoshana contempló durante un rato al discreto viajero, sin acercarse. Trató de adivinar algo de él por medio de la observación antes de tratar algún acercamiento: a parte de la túnica, ¿llevaba algo más que le caracterizase? ¿Parecía un avezado viajero pertrechado con lo suficiente para vivir en los caminos una temporada? ¿Parecía un profesional, tal vez un galeno o un leguleyo? ¿Era un religioso tal vez? ¿O parecía un criminal disfrazado? ¿Iba armado? ¿Llevaba algún elemento que evidenciase su profesión u ocupación? ¿Era un tipo limpio o un cochino? ¿Qué le decían a Shoshana sus movimientos? ¿Era fuerte, alto, parecía extranjero? Además de su intención de pasar desapercibido, ¿podía adivinarse algo de su talante? ¿Miedo? (Tal vez esos brazos cruzados...) ¿Hostilidad? ¿Aburrimiento? ¿Alerta? ¿Una mirada inquisitiva explorando sin cesar su entorno? ¿Iba tal vez sumido en sus pensamientos? ¿Se entretenía con algo? Cualquier cosa que le sirviese para predecir el comportamiento del individuo ante un posible intento de Shoshana de entablar conversación... Cosa que de todas formas ocurriría: era la única esperanza de entretenimiento que le quedaba a la mediana.

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15/10/2014, 17:39
Kovthe Faeyrees

Kovthe avanzaba mirando al acantilado y al paisaje en general, ahi tenia la mediana y como no la gente desaparecia de su alrededor. No fuera que no le molestara sus constantes historias pero por lo menos era mas entretenido que las quejas y los problemas de la gente de pie.

Asi que no intento evitar a la mediana, si queria sentarse, se avanzar al lado de su montura con el, ya era cosa de la mediana.

Notas de juego

y cual es mi rango en la caravana? hago algun trabajo a cambio del viaje o simplemente voy junto a ellos por seguridad? Nos cuesta algo el viaje por la seguridad?

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17/10/2014, 16:18
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Notas de juego

No hay rangos. La caravana es un grupo informal de viajeros. Te has unido a uno de los carruajes como vigilante de las mercancías del mercader.

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17/10/2014, 22:35
Shoshana
Sólo para el director

Aquel hombre (bastante alto, pero flaco, de pelo muy negro y ojos oscuros) no llevaba encima más que sus ropas y una daga al cinto (una precaución común), aunque sobre su caballo se veían unas alforjas, una mochila y un saco de contenido indescifrable. No parecía que fuera su primera vez en los caminos, como indicaban sus ropas cómodas y adecuadas. Más allá de esto, la halfling se vio incapaz de determinar si se trataba de un hombre de letras, un profesional, un maleante o un aventurero, aunque claramente no tenía cuerpo de guerrero, trabajador manual ni campesino. Su expresión sólo indicaba ensimismamiento. A veces, contemplaba el paisaje.

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18/10/2014, 00:05
Shoshana

Después de un rato observando al hombre a caballo, la halfling de pelo lila rompió el silencio.

—¡Ea! ¡Amigo!, llama Shoshana —dijo de pronto, con su voz grave pero femenina, claramente dirigiéndose al hombre llamado Kovthe. Acompañó sus palabras con un ademán—. ¿Querrá por casualidad el reservado jinete acercarse a esta halfling para charlar? —preguntó con desenfado.

Por sus ropas de viaje, su jubón de cuero oscuro y sus armas al cinto (una daga, una espada larga, una honda) cualquiera podría haber pensado que Shoshana (así se hacía llamar) era la típica aventurera buscafortunas, pero su pelo teñido, sus maneras ligeramente excéntricas y, sobre todo, su laúd, que tocaba de cuando en vez para entretenerse, la señalaban como lo que realmente era: artista itinerante. Otra cosa que llamaba la atención era la combinación de sus ropas, de estilo lusitano, con su acento, claramente caernwii. Una pluma y un pedazo de vellón colgaban de su cuello.

—Ella misma se acercaría con gusto —añadió con fingida pena—, pero, ¡ay!, como puede verse, no está en sus manos el gobierno de este bodegón rodante.

El "bodegón rodante" era, por supuesto, el carromato lleno de olorosos quesos en el que Shoshana estaba haciendo el viaje, y su "gobierno" correspondía a su conductor y dueño, un comerciante llamado Jansen Dorrik. No parecía una compañía muy entretenida.

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21/10/2014, 12:07
Kovthe Faeyrees

Kovthe se la miro de arriba abajo, como si de una pueblerina se tratara.

Puede ir al lado, si es lo que quiere. Exalta resoplando.

No fueron las palabras sino, la entonacion y sus gestos, un hombre bastante joven que sin duda habia vivido en castillos o palacios y aunque ahora vivia en los caminos habia sido bien instruido en letras y conocimientos. Sin contar en el menosprecio que demostro con su revision de la "mujer"

 

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24/10/2014, 13:46
Shoshana

La reacción de Shoshana a aquella respuesta fue de sorpresa divertida. Un segundo después, en su rostro se dibujó una mueca de extrañeza exagerada.

¡Oh! ¡Desprecio inesperado! ¿A qué se deberá semejante actitud? —se preguntó en voz perfectamente audible—. ¿Será porque Shoshana es un miembro del Pueblo Pequeño, como siempre víctima de prejuicios y temores? ¿O será por alguna ofensa en la que la inocente barda ha incurrido por error? ¿Tal vez porque el hosco jinete sufre de algún mal interno...? —Elevó el tono y deshizo la mueca para dirigirse a Kovthe—. Shoshana, en efecto, quiere que el caballero de la túnica se le acerque: más que nada, para no tener que ir gritando. —Sonrió.— Shoshana también se pregunta si su interlocutor tiene nombre, oficio, procedencia o destino.

Mientras hablaba, Shoshana extrajo de su mochila una ocarina de tosca factura, blanca verdosa. Al terminar de hablar, empezó a manosearla de forma distraida, llevándosela a veces a los labios para comprobar brevemente algún sonido, apenas audible por el traqueteo del carro y el ruido de los cascos de las bestias.

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24/10/2014, 16:03
Kovthe Faeyrees

Kovthe no pudo hacer nada mas que poner los ojos en blanco y mirando al cielo.

Oh no ha echo nada, no sabia yo que tratase de un bufon, pero entonces comprendera que la plebe no se tiene que mezclar con los nobles, supongo que en su diminuto pueblo no se lo enseñaron. Su voz es clara, parecida a una madre le explica como son las cosas a su hijo.

 

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27/10/2014, 11:13
Shoshana

Shoshana esta vez reaccionó con sobresalto y cierta preocupación, por este orden, aunque procuró no demostrar esas emociones. Sin embargo, dejó la ocarina a un lado y enderezó la espalda contra la madera. Debería haberlo supuesto: una túnica no era vestimenta de campesino ni villano, y pocos podían permitirse un caballo propio. La arrogancia también era una característica de la aristocracia. Aristocracia que podía significar trabajo. No había empezado con buen pie, pero podía enmendarlo.

Los Dioses perdonen el error de Shoshana, que pide disculpas al noble señor: si en su ignorancia ofendió, no fue adrede —dijo mientras cogía su laúd, con el que se sentía más cómoda y con el que podía llegar a hacer una demostración de pericia de darse la ocasión—. Shoshana, por cierto, no es un bufón, sino una lutista profesional... —dijo, e hizo un brevísimo arpegio— ...y una iniciada en las tradiciones de los Bardos. Aunque aprecia el piropo —añadió sonriendo. Debía preservar su dignidad, pese a todo—. Con todo, esta humilde halfling aún se pregunta con quien está teniendo el honor de hablar... Si no es descortés preguntarlo.

Concluyó con una reverencia. Pese al cambio de tono y actitud, la barda seguía hablando de sí misma y de su interlocutor en tercera persona. Si antes había parecido algo de broma, ahora era evidente que era su forma corriente de hablar.

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29/10/2014, 11:42
Kovthe Faeyrees

Kovthe no es que estubiera tenso, estaba fuera de su lugar y queria llegar lo antes posible al destino, perder a toda esa gente de vista y empezar la nueva busqueda.

Podeis llamarme Kovthe, los bufones son profesionales de qualquier buen castillo. Aunque entiendo que no lo sepa.

Los bardos....dice soltando aire con persimonia , los quiero y no puedo de los magos. Dice con una sonrisa sarcastica.