Partida Rol por web

El libro de Shaire

¡Catacumbas!

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31/07/2012, 22:01
Director

El espantoso hedor de la araña y su poco tacto, lograron desmayarte en algún punto del trayecto. En mitad de sueños febriles, la oías gorgotear y sisear como un puchero corrupto desbordándose en un monólogo quejoso y sin cortes, la sentías trastear más tarde, después de que te hubo depositado sobre una losa helada en la más absoluta oscuridad, oscuridad que bien podría haber tejido ella misma:

-Estúpido Dunwich, mi querido Dunwich, ¿por qué nos has abandonado? Padre nos necesita, ven ahora, deprisa, ¡aparece vejiga asquerosa!

Hace cuánto practicaste algunos cortes, cada vez más profundos, en tus brazos, y los ofreciste al aire húmedo de la noche, hasta que ella, un bulto poliarticulado que repiqueteaba por las azoteas y fachadas, acudió al olor de la sangre que se vertía en gotas enristradas, un rosario de hilos de seda y perlas carmesíes, ¿pero qué cataclismo había causado su mordisco en tu organismo?

Se escurrió por la ventana, un bicho brotando por un poro de la piel, reparó en el cuerpo de la asesina mientras que tú habías tomado la precaución de salir de su vista, y chupó sus jugos con fruición. Hasta un silmaril se hubiera tragado. Entonces, te presentaste:

-He visto a tu padre. Llévame con él.

Saciada momentáneamente, se avino a hacer tratos:

-¿Por qué debería hacer eso? Haz tu trabajo.

-No sé cuál es mi trabajo, sólo que he tenido un sueño muy real, he conocido gente que aparecía en ese sueño, pero sigo sin entender qué queréis que haga. Y no haré nada más si antes no hablo con él, antes se lo contaré a la policía.

-También puedo acabarte…

-Aquí me tienes.

La araña se abalanzó… pero se contuvo. Entornó sus ojos como cuajos de malignidad y silbó:

-¿Te crees muy lista, eh, mosquita? ¿Te crees que no os tenemos controlados a todos, eh? ¿Qué padre no me dará permiso para usarte como saco de huevos en cuanto hayáis terminado?

-Ya lo veremos cuando llegué el momento. Ahora cierra esa boca negra y llévame con él.

La araña se encrespó, su lomo tocó el techo, su pico iba a dispararse, pero cuando comprendió que no te amedrantaría, se limitó a bufar e inmovilizarte manoteando vertiginosamente un chorro de tela que excretaba de su abdomen. A continuación, te acarreó como una presa, hacia el exterior, hacia la lluvia, hasta…

¿Dónde te encuentras? Esta losa podría ser desde el mostrador de una carnicería hasta una mesa de autopsias. Ahora no escuchas la salpicadura de sus patas, ni objetos que se tumbasen a causa del deambular desesperado del monstruo, ni sus sorbidos espeluznantes. Atada de pies y manos por guitas viscosas, al menos llegas a comprobar que tus heridas están cerradas.

Notas de juego

Te estrenas in media res, pero estoy seguro de que remontarás con fortuna.

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31/07/2012, 22:16
Sara Picasso

No era consciente de cuanto tiempo había pasado. Pero la consciencia, poco a poco, empezó a abrirse en su mente abotargada. ¿Cuándo se había desmayado? Sara intentó moverse, pero las ataduras de la araña dañaron sus suave piel. ¿Dónde estoy? Se preguntó temerosa. La oscuridad era la dueña de aquel lugar. Podía escuchar la voz de la criatura, quejosa y siseante. 

Dunwich... Desconocía de quién o qué se trataba. El temor y las dudas empezaron a tomar forma en lo más profundo de su corazón. ¿Qué he hecho? Dios mío... Estoy a su merced... Pero la desazón la había hecho tomar aquella decisión. Y ahora tenía miedo de lo que se presentaba delante suyo. 

Hasta hacía tan sólo dos días, ella había sido una chica normal. Había tenido los problemas de una chica normal. Pero desde aquella tarde en el parque su vida parecía haber tomado un giro vertiginoso, y ahora no sabía quién o qué era. 

Intentó moverse una vez más, consiguiendo el mismo resultado. Se mordió el labio inferior, sintiendo el gusto ferroso de la sangre. Por un momento el silencio se tornó opresivo, pero ella volvió a sisear, dejando constancia de su presencia en aquel lugar. 

Sintió una vez más que su mente se perdía en el olvido... Abrió de nuevo los ojos. ¿Cuánto tiempo había pasado? No lo sabía... Inspiró aire, un aire rancio, cerrado y burdo. Lo echó poco a poco, hasta dejar sus pulmones vacíos. Entonces fue consciente de la ausencia de la criatura. El silencio era el dueño de aquel lugar. Tan sólo los latidos de su corazón y la respiración entrecortada rompían aquel silencio opresivo.

Sara se incorporó, estaba todo tan oscuro... Intentó no hacer ruido, no sabía si la criatura estaría lejos o quizás se encontraba acechando en aquella oscuridad. Movió con cuidado las manos, haciendo un juego de muñecas e intentando deshacerse de aquellas ataduras. - Mierda... ¿Dónde estoy? - Preguntó al silencio. Era una pregunta que no esperaba respuesta. Necesitaba escuchar su voz, que rota había salido de sus labios en un susurro quebrado.

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01/08/2012, 09:47
Director

La tela había perdido parte de su tirantez viscosa y Sara pudo liberar una mano, y pronto, deshacerse de la maraña. Descendió del soporte y fragmentos de azulejos rechinaron bajo sus suelas. Un traqueteo que sólo podía ser de tren se filtraba desde todas las direcciones.

Las pupilas de la joven se dilataban exprimiendo cada grano de luz, se iba haciendo cargo de un bulto acá, una suerte de camilla allá, olor a detritus, a química rancia…

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01/08/2012, 11:28
Sara Picasso

Al bajar de aquella especie de soporte o plataforma, Sara sintió como sus piernas le fallaban. Se tuvo que sujetar a la fría superficie, de la que acababa de bajar, para no dar con sus huesos en el suelo. Unos calambres recorrieron sus músculos, cuando la sangre empezó a circular de forma normal. La joven dio un par de pasos y se detuvo nuevamente. Levantó la cabeza. El tren... Aquel sonido era inconfundible. Debo de estar cerca de las vías del tren... Sus ojos recorrieron en aquella oscuridad un camino imaginario. Sus pupilas, dilatadas, empezaron a recoger formas. Eran bultos que no llegaba a identificar, también le pareció ver alguna que otra camilla. 

Respiró profundamente, arrepintiéndose al momento al sentir aquella mezcla de desagradables olores. - ¡Oh...! - Exclamó llevándose la mano al rostro para poder cubrir su nariz. 

Desconocía su ubicación y lamentaba no tener ni un móvil para poder realizar una llamada. Una vez más se volvió a preguntar qué era lo que le había llevado a realizar aquel trato suicida con la criatura. Ahora a saber cuándo volvería, y si lo hacía con qué intenciones lo haría.

Caminó con cuidado, el suelo estaba lleno de fragmentos, de algo que no llegaba a poder ver, y que chirriaban bajo el peso de sus pies. 

Otro tren pasó por las cercanías. Sara volvió a levantar el rostro, intentando ubicar el origen de aquel sonido. Pero una vez más le pareció que venía de todas partes. Sentía el pánico como garras frías, garras que se clavaban en su frágil corazón, y apretaban, inclementes, haciendo que latiera con una quejumbrosa y dolorosa palpitación.

Se acercó paso a paso a uno de aquellos bultos que podía discernir en la oscuridad. Sentía sus manos temblorosas, cuando se acercaron para desvelar su contenido. Al rozar la superficie las apartó con un gemido. Las apretó con fuerza, una contra la otra, mientras sentía su corazón latir con fuerza. Sara, tienes que ser fuerte, tienes que vencer este miedo. Tragó saliva y sacando fuerzas de lo más profundo de su voluntad, alargó una vez más las manos. Tocó aquella superficie, y apretando con fuerza los dientes, empezó a tocar su contorno, siguiéndolo con las yemas de sus dedos.

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02/08/2012, 09:29
Director

Sus yemas reconocieron mesas de trabajo, las teclas de una máquina de escribir, las varillas de un paraguas, probetas, matraces, las portezuelas aleves de un archivador, una mancha aceitosa sobre los azulejos de la pared, un grueso candado que clausuraba una puerta metálica. Sus punteras mientras tanto habían ido disparando añicos y objetos tintineantes, pliegos de cartón y bolsas, una silla salvaje, y un pie se le hundió hasta el tobillo en una suerte de efervescencia fúngica que de inmediato despidió una nube de peste. Era el olor de la carroña. Y había más cuerpos, redondeces, apéndices crispados, entre los cuales brincó a ciegas con el corazón a punto de salírsele por la boca.

En esos momentos, el traqueteo de un convoy mucho más cercano la orientó hacia un umbral irregular y resaltado en negro.

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02/08/2012, 12:47
Sara Picasso

¿Mesas de trabajo? Sí... Aquí hay una máquina de escribir. Con ojos ciegos, Sara tenía que fiarse de sus otros sentidos. Sus dedos rozaron unas varillas. Los apartó rápido, creyendo que era otra cosa, algo rígido y puntiagudo. Respiró profundamente... Serás tonta... Una sonrisa nerviosa asomó a sus trémulos labios y con cuidado volvió a alargar las manos hasta tocar una vez más aquellas varillas. Debían haber pertenecido a algún paraguas, sí, si seguía con las yemas de los dedos su contorno, confirmaba su sospecha. Sara las cogió, no sabía qué podía encontrarse en aquel lugar, pero de una forma extraña, se sentía más segura sujetándolas en la mano.

Siguió caminando, tocando con dedos ansiosos los bultos que podía entrever en aquella completa oscuridad. - No... Mierda... - Algo había pisado y una invisible nube apestosa subió hasta su nariz. Intentó aguantar la respiración, era horrible... Dios, ¿qué he pisado?... Sólo de pensar en qué podía crear semejante olor su estómago se revolvió y el gusto a bilis subió por su garganta. 

De repente, llegó hasta ella el sonido de un convoy. Estaba mucho más cerca... Movió la cabeza en la dirección de donde provenía y le pareció ver un umbral, era oscuro, pero podía ser una salida...

Se acercó tanteando hasta él, sentía su corazón latir con fuerza. Parecía estar en los túneles del tren, y eso ser una sala perdida bajo tierra. Pero, y todos aquellos instrumentos de trabajo, ¿qué hacían allí? Sara no tenía esas respuestas, y lamentaba no tener ni un triste mechero para poder alumbrar su camino. 

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02/08/2012, 17:01
Director

Se trata, en efecto, de un boquete de un metro y medio de alto por medio de ancho, el cual sorteas, paraguas en ristre, palpando un filo de babas, el rastro inconfundible de la criatura, sin poder remedar el sarcasmo más propio de Béjar en tu cabeza: “Allá va, Mary Poppins en busca de los pequeños hobbits”. Te atropellas hacia un cubículo repleto de estantes, de repente se hizo un silencio opresivo, tanteas el marco de una nueva salida, los ojos se embriagan de luminiscencia proveniente del final de un pasaje.

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03/08/2012, 11:46
Sara Picasso

“Allá va, Mary Poppins en busca de los pequeños hobbits” Al pensar en aquella frase, Sara no pudo evitar reír entre dientes. Los nervios y el terror le estaban haciendo una mala jugada. ¿Hobbits? Oh... Pero ¿en qué estoy pensando?... ¿Esos no eran unos personajes que salían en un libro...? Mientras caminaba, tocando con sensación de asco, aquella sustancia legaminosa, iba intentando recordar dónde había oído hablar de hobbits. 

Hacía muchos años que había leído un libro, recordaba que iba sobre un personaje pequeño, de pies peludos, que iba con unos enanos a buscar un dragón. ¿O lo que querían era su tesoro? No recordaba bien, aquello estaba muy enterrado en su memoria. También, ya hacía unos largos diez años, el primer chico con el que empezó a tontear la llevó al cine a ver una película. Recordaba que se había aburrido mucho, ella, había querido que ese chico le prestara más atención, pero él se pasó las tres largas horas con la atención en dicha película, pasando de ella. Fue la primera de una saga de tres, y el resto pasó de verlas. 

Sara seguía caminando en aquella oscuridad, llegó a un pequeño cubículo repleto de estantes. Sus manos temblaban, sus piernas parecían de gelatina... Acababa de encontrar el marco de una puerta y podía ver la luz al final del túnel...

Ve hacia la luz... Caroline... Sentía como las lágrimas empezaba a formarse en sus ojos y bajaban resbalando por sus mejillas. Se mordió el labio inferior, aquella sí que había sido una buena película. Siguió caminando hacia el final de la oscuridad...

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07/08/2012, 23:30
Director

A pocos metros del final, el haz de una linterna la sorprende en pleno rostro.

-Silencio, no te muevas  –alguien susurra una advertencia. Es la voz de una chica.

El deslumbramiento le dura unos segundos, el tiempo que tardan en escucharse un trote sobre balasto, y otra voz, esta vez masculina:

-He alejado a ese engendro. ¿Quién es esta, su comida?

La chica, reconocida por fin como de expresión adusta, cabello aplastado y atavíos monjiles, hace mohín de disgusto y aparta el foco.

-Ni idea –responde por Sara. –Vámonos ya, que se busque la vida.

El hombre que se asoma tiene los ojos muy juntos, la mandíbula cuadrada y una cuidada melena. Le dedica a Sara una sonrisa arrugada y asiente a su compañera. Se disponen a marcharse.

El nuevo espacio es un túnel de metro.

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08/08/2012, 12:53
Sara Picasso

Las dilatadas pupilas se encogieron ante el repentino haz de luz. Sara llevó su mano al frente, cubriendo sus ojos para dejar que se fueran adaptando paulatinamente. Los entrecerró intentando ver a la chica que la enfocaba.

-He alejado a ese engendro. ¿Quién es esta, su comida? 

Escuchó aquella voz masculina e intentó mirar en la dirección de la que provenía. Parpadeó un par de veces, las figuras empezaban a recuperar sus formas y decían que se iban, dejándola allí sola. Por un momento temió volver a encontrarse en aquella oscuridad, perdida, sin saber a dónde ir. La criatura la había dejado y no sabía si volvería, y si lo hacía seguro que debía estar enfadada, muy enfadada... 

-  No... No me dejéis aquí... - Dijo con un hilo de voz, mirándoles, suplicante. - ¿Quiénes sois? Por favor... Necesito... Necesito ayuda... - 

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09/08/2012, 14:22
Bohórquez

El chico se detuvo y se volvió. El brillo de sus ojos delató su gusto por lo que veía.

-¿Puedes caminar… muy deprisa? –preguntó.

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09/08/2012, 14:23
Begoña

La otra lo imitó a regañadientes y repuso:

-La cuestión es quién eres tú, monina, y por qué deberíamos ayudarte.

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09/08/2012, 14:23
Bohórquez

El otro, pasándose la lengua por los labios, terció:

-Tranqui, Begoña. Ponte en su pellejo.

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09/08/2012, 14:24
Begoña

-No, gracias, estoy bien el mío.

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09/08/2012, 14:24
Bohórquez

-No seas borde.

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09/08/2012, 14:25
Begoña

-Estamos perdiendo el tiempo…

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09/08/2012, 14:25
Bohórquez

-No te preocupes por mi amiga. Yo soy Bohórquez, y ella, Begoña.

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09/08/2012, 14:26
Begoña

-Puedo presentarme yo misma. –Y añadió por lo bajinis: -¿Y qué es eso de “amiga”, so cabrón?

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09/08/2012, 23:54
Sara Picasso

Casi como si se tratase de un partido de tenis, Sara fue mirando alternativamente a los dos extraños. Su instinto le gritaba que pasara de ellos, ¿qué hacían allí, en los túneles del metro? Pero no quiero estar sola... Odio la oscuridad... Sin darse cuenta había colocado sus dos brazos, cruzados, delante de su estómago, como si quisiera protegerlo. Había asentido a la pregunta del tal Bohórquez, sí, no estaba herida ni lesionada, podría caminar deprisa... O eso creía. Pero antes de llegar a confirmar en voz aquel asentimiento, su compañera, Begoña, le había preguntado quién era. - Sa... - Su voz murió cuando el hombre la defendió. Pero... ¿Defenderla de qué? 

Cuando ambos callaron, Sara por fin pudo presentarse... - Mi nombre es Sara, y no quiero causaros problemas... En cuanto salgamos de aquí nos separamos. Pero no sé dónde estoy y no tengo ni un triste mechero para poder alumbrarme - . La joven volvió sus cristalinos ojos hacia Begoña. Tenía la extraña sensación de que era con ella con la que tenía que "llevarse" bien. - Me haríais un gran favor... - Aunque mirándola a los ojos tenía la sensación de que se iba a meter en la boca del lobo. Sara, vete de aquí... Pasa de ellos... Una vez más su conciencia parecía gritarle en silencio. Pero... ¿A dónde iba a ir? ¿Qué otra opción le quedaba? ¿Quedarse en aquella oscuridad, esperando a que volviera la criatura? La había abandonado, dejándola en un túnel oscuro, vete a saber dónde... No, no quería esperarla, no quería quedarse una vez más sola...

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10/08/2012, 10:07
Begoña

Begoña frunció los labios y respondió:

-No nos fiamos de nadie.