Partida Rol por web

Ha pasado ya una semana desde aquel incidente en el callejón. Nada más despertar y sin entender demasiado lo que ocurría regresaste corriendo a casa, sin preocuparte demasiado por otra cosa más que buscar seguridad. Durante toda esta semana no has salido de casa, has agotado toda la comida que te quedaba y ya has tenido que llamar dos veces por teléfono para pedir comida a domicilio.

No has dejado de darle vueltas a la cabeza con lo que ocurrió, y al estar mucho tiempo en casa has podido ver en las noticias que cada día los mutantes son más y más numerosos. Eso te ha hecho pensar en que  quizá fueras uno de ellos; y aunque la idea en ciertos puntos te horrorizaba, algo en tu interior te decía que así era. ¿Como si no has podido hacer semejante daño a aquel hombre y tu salir sin un solo rasguño?

Sentada en el sofá y con el telediario puesto, escuchas las noticias. Primero hablan de algún incidente aislado en Getafe, la zona donde resides. Luego de la persecución que se está dando a los mutantes por todo el país y de los peligros que entrañan. Cambias de cadena y aparece un debate sobre lo mismo. Unos dicen que deben respetaros y adaptar la sociedad a vosotros. ya que sois el siguiente paso de la evolución, el futuro de la humanidad, el otro que hay que controlaros o podrían acabar con la economía, la seguridad y el país entero.

Coges el mando para cambiar pero entonces el timbre suena en tu piso. Es raro, pues normalmente primero suena el telefonillo de la calle, quizá sea algún vecino... Te acercas a la mirilla y observas a dos hombre uniformados con el traje de la policía local que se miran y vuelven a llamar ahora con un poco más de insistencia...

- ¿Señorita Vidal? Somos la policía abra porfavor - 

Los nervios afloraron en el cuerpo de la muchacha. Notaba la tensión de sus músculos, el fuerte y rápido palpitar de su corazón, un naciente nerviosismo frente a lo que estaba sucediendo.
“La policía!” pensó Carla, y su mente divagó en cuestión de décimas de segundo como debía actuar en tal comprometida situación.
Por qué le visitaba la policía? Seguro que el trágico suceso con aquel hombre era el motivo, pero... estaba segura que nadie le había visto, era de noche... estaba segura... o casi...
“Mierda, mierda, mierda...!” maldecía interiormente Carla. Por qué le había pasado aquello? Por qué a ella? “Mierda, mierda, mierda...!”.

Era evidente que los agentes sabían que alguien estaba en el piso, sea por el sonido del televisor o por la luz de la sala que era totalmente visible desde la calle. La opción de no responder y actuar como si en el piso no hubiera nadie era inútil.
También podría hacerse pasar por otra persona, una amiga o algo parecido. Pero era la policía, joder, seguro que sabían a quién buscaban y tenían su foto de algún otro lugar.
Tenía que abrir.

“Tranquila Carla, seguro que vienen por cualquier otro motivo... respira y tranquilizate” pensaba buscando frenar el existente nerviosismo que le atenazaba todo su cuerpo.
Tras una respiración honda, abrió la puerta, dejando la cadenilla de seguridad en la puerta por si las cosas se torcían.

-... Si? Buenas noches... en qué puedo ayudarles?

Por algún extraño motivo, su voz no tembló al hablar. “Bien Carla, sigue así... tranquila y segura... todo saldrá bien...”

Los dos policías son de estatura media ambos delgados seguramente no lleven mucho tiempo en el cuerpo. Se fijan en como abres la puerta y te escuchan cuando les preguntas uno de ellos da un vistazo al interior de la vivienda y luego te mira a ti de nuevo...

- Disculpe, La señorita Carla Vidal... ¿verdad? - 

Dice parando un segundo a que contestes, aunque justo antes de que pensaras en hacerlo prosigue...

- Buenos días, estamos realizando la investigación del robo de un banco... - El hombre abre una carpeta y saca una foto de las que hacen a los delincuentes con la pared en blanco y un número en una cartulina, nada más verlo lo reconoces al instante, se trata del hombre con el que tuviste el incidente el otro día, aunque en la foto su rostro todavía estaba impoluto. - Sospechamos que haya podido ser este hombre, ¿Lo conoce o le ha visto alguna vez?

Acerca la foto y te la deja ver con claridad. Mientras el otro policía parece escudriñar lo que desde la entrada se puede observar del interior de la casa.

Al ver la foto de aquel hombre, Carla tuvo uno de aquellos flashes que en aquella última semana le habían sobrevenido sin el menor deseo. Por unas milésimas de segundo, su mente volvió a recordar lo sucedido aquella terrible noche: la calle, el hombre, su...su poder?
Pero, como las veces anteriores, el recuerdo acababa con la imagen de su atacante tendido en el suelo, con los ojos perdidos en el vacío, orificios sangrantes y una atmósfera de muerte a su alrededor.
La muchacha disimuló como pudo aquel desagradable recuerdo y, evitando la flaqueza de sus piernas bajo la tensión y los nervios del momento, respondió de la forma más segura y tranquila que pudo:

-Eh... no, no lo he visto nunca... siento no poder ayudarles.

Carla observó como uno de los agentes curioseaba en el interior de su piso, buscando algo que ella desconocía. Eso le puso algo más tensa de lo que ya estaba. “Saben algo... saben lo que pasó...”. Debía actuar con tranquilidad pero con presteza, intentando acabar con aquella incómoda visita cuando antes mejor.

-Discúlpenme, pero tengo algo de trabajo.

Y acto seguido comenzó a cerrar la puerta...

El policía coloca el pie entre la puerta y el marco evitando así que concluyas con el cierre de la misma...

- Señorita Vidal, me temo que tendrá que acompañarnos, tenemos alguna pregunta más que hacerle, no debe preocuparse por nada es un mero trámite.

Agarra el lateral de la puerta y la abre de nuevo, mientras con la otra mano hace un gesto de que salgas de casa y les acompañes.

“No, Carla, esto no debe estar pasando” pensaba la muchacha al escuchar la réplica del policía. Era insistente en que los acompañara a comisaria... demasiado insistente.
Una nueva oleado de nervios se abalanzó sobre carla. Pero esta vez, no solo la tensión atenazaba sus músculos, sino una serie de preguntas aparecieron de inmediato en sus pensamientos: por qué habían ido a verla a ella, si se trataba de un robo a un banco? Por qué, tras negar conocer al hombre que le había atacado, insistían en que los acompañara? Más preguntas? …
No, aquello no pintaba nada bien. Incluso Carla comenzó a dudar si aquellos dos hombres eran realmente policías.
Y fue entonces cuando el miedo se apoderó de las acciones de Carla. Puede que en otra situación más calmada, hubiera accedido a la propuesta de los “supuestos” agentes. Pero después de lo vivido... Sus actos se regían por otro modelo: escapar de allí como fuera. Pero como?

-De acuerdo, le acompañaré.- dijo con la mejor de sus caras. Hizo el movimiento de salir del piso, pero frenó su salida antes de cerrar la puerta, y con la mejor voz tranquila que pudo realizar, se dirigió a los hombres y les dijo:

-Perdonen... les importa que entre a buscar mi cartera y el móvil? Solo será un segundo...

Y acto seguido, sin esperar respuesta de los agentes, se introdujo de nuevo en el piso.
Y ese instante, ese momento, cambió la vida de Carla por completo. Llevaba por el miedo y la tensión, cerró tan rápido como pudo la puerta y hecho la llave. Eso le daría algo de tiempo. Agarró  la mochila que tenía colgada en la entrada, en la que llevaba cuatro cosas (cartera, móvil, algo de dinero y poco más) y salió disparada hacia su habitación. Su intención era abrir la ventana y escapar por la escalera de emergencia.

Tratas de engañar a los dos hombres, pero son rápidos y parece que el truco no te ha servido. Corres hacia la puerta y tras entrar la cierras a toda velocidad intentado que no entren los policías, pero ellos también son rápidos y mientras uno logra pararla antes de que se cierre el otro sale en tu persecución dándote un empujón, provocando que te desestabilices y choques contra la pared.

- No se resista señorita, no queremos hacerle daño -  Dice mientras trata de retenerte y saca unas esposas para colocarte en las muñecas...

La situación iba empeorando por segundos. Carla no había conseguido cerrar la puerta y conseguir el preciado tiempo que necesitaba para huir. Uno de los policías, había conseguido frenar la puerta, y el otro la tenía casi inmovilizada.
Lo que si que había aclarado a Carla, con todo aquel embrollo, era que los dos hombres no habían aparecido en su piso para buscar información sobre su atacante. Sabían lo que le había hecho, sabían que ella había acabado con su vida, sabían lo que había sucedido...
El policía forcejeaba con la muchacha intentando ponerle las esposas, pero no era nada fácil. Carla sabía que solo tendría una oportunidad. Si no actuaba rápido, el segundo hombre se abalanzaría sobre ella y, entonces, no podría escapar.
Con un ágil movimiento, se deshizo de la primera embestida del policía desplazándose a uno de los lados del agente. Acto seguido, le lanzó una patada al estómago. Sabía que eso dolería y dándole el suficiente tiempo para coger algo a su alcance (una lámpara, un jarrón... lo que fuera) y tirárselo  al segundo atacante. Si resultaba, saldría corriendo hacia a calle.
Debía intentarlo... y escapar!

Realizas un par de movimientos que no se esperaban los policías, lanzas un par de objetos que los despistan y logras encontrar un hueco entre ellos y la puerta por donde huir. No te lo piensas y sales corriendo dejándolos atrás... ahora es el momento de darlo todo y correr como si fuera lo último que hicieras en tu vida.

El ascensor no lo ves buena opción, el tiempo que tardará en cerrarse es el suficiente para que ellos te alcancen, así que decides bajar los dos pisos por las escaleras y cuando llegues a la calle ya pensarás algo.

Era la primera vez, desde que la pareja de supuestos agentes habían llamado a la puerta, que Carla parecía tener la esperanza de poder escapar de aquel embrollo en el que estaba metida.
Los dos hombres parecían estar confiados en que la muchacha acabaría cediendo a sus órdenes de quedarse quieta. Pero Carla aprovechó aquella relajación de los policías, para lanzarles un jarrón y un marco de fotos que estaba en el primer mueble que encontró a su mano. Los dos hombres recibieron un golpe, aunque no muy doloroso, suficiente para que aprovechara y saliera al pasillo, dirigiéndose hacia las escaleras.
Ahora era el momento de correr. Correr como nunca antes lo había hecho. Carla bajaba los escalones de dos en dos, a saltos, deseando dejar cada vez más distancia entre ella y los perseguidores. Una vez en la calle, sería más fácil mezclarse entre la gente, meterse en alguna tienda, escabullirse, escapar y decidir qué hacer sobre lo que le estaba sucediendo.

Con una agilidad asombrosa desciendes por las escaleras. Parece que todas esas veces llegando tarde a los sitios y las prisas de otras han hecho que tu mente sepa de memoria como trazar los saltos y las caídas al descender por la escalera. Los guardias por su parte salen tras de ti, puedes escucharlos apoyarse en la barandilla y el peso de su cuerpo golpear el suelo cuando caen después de saltar cinco escalones de golpe, pero no es suficiente.

Llegas al portal del bloque sin problemas y parece que puedes ver una escapatoria a tu problema inminente con la ley...

La posibilidad de dejar atrás a los perseguidores, era cada vez más probable.
Carla corría tanto como podían sus piernas y en el fondo agradeció los duros días de entrenamientos en el equipo universitario de baloncesto. Estaba convencida que su buena forma física le ayudaría en alguna ocasión... pero nunca hubiera imaginado que se vería en una situación como aquella!
De un último salto de escalones, se plantó en el solitario portal del edificio. Por suerte no había ningún vecino en el portal. Aquello hubiera complicado, y mucho, las cosas.
La calle era su mejor opción. Abrió la puerta y continuó corriendo entre la gente, intentando no llamar la atención ni parecer que escapaba de alguien. Buscaba un lugar donde esconderse: las sombras de un callejón, la multitud de unos unos grandes almacenes, la insignificancia de unos contenedores de basura...
Lo que buscaba la muchacha era esconderse o mezclarse entre la gente para conseguir “perder de vista” a los dos policías que la buscaban por algún extraño motivo.
Si lo conseguía, ya pensaría qué hacer.

La policía sale corriendo por la puerta, mirando hacia ambos lados de la calle, parece que los has perdido. Deciden dividirse y buscarte por la zona, pero tu has encontrado un grupo de gente que mira la televisión en un escaparate. En las noticias aparece una nueva migración de aves que huyen en dirección sur, es algo bastante impresionante, ya que a su paso cubren el cielo y oscurecen la calle hasta que pasa.

Uno de los policías pasa cerca de ti, pero no se percata de tu presencia. Puedes escuchar como se lamenta y habla por el walkie de su hombro. - Ramirez, aquí Lopez... por aquí no está, ¿La has visto tu?... Negativo, será mejor que informemos cuanto antes para que hagan una orden de busca y captura a central.

El hombre niega con la cabeza y suelta el walkie mientras murmura... - Joder, otra cagada más, por si no tuviéramos pocos con los mutantes también nos torea una niña. -

Camina y se aleja volviendo en dirección a tu casa...

Recordatorio de turno :)

Su corazón se fue apaciguando poco a poco. Había conseguido escapar de la pareja de agentes de la ley, pero estuvo a muy poco de caer en sus manos y acabar en comisaria. Lo peor era, eso creía ella, tener que explicar lo que le había ocurrido en su encuentro con el hombre de la foto. Mejor dicho: lo que ella le había hecho.
Por muchas vueltas que le daba, aún no sabía explicar lo sucedido aquella noche. Ni como, ni el porqué. Pero el comentario final del policía le había dado algo en qué pensar: mutantes.
Era posible que hubiera sido victima de algún tipo de modificación genética, una modificación celular, una evolución en su cuerpo... que le hubiera provocado la capacidad de realizar cosas sobre-humanas?
El accidente!
Puede que su accidente en coche provocara toda aquella confusa situación?
Ella no tenía la respuesta. Ni tampoco sabía donde encontrarla. Solo sabía que no podía volver a su casa, ya que estaba vigilada por los agentes, y que necesitaba un lugar donde esconderse y pensar qué hacer.
Seguro que sus padres también estarían vigilados... Y su únicas amigas... había fallecido aquella trágica noche...
Solo le quedaba una solución: Nacho. Aunque él siempre la había visto con otros ojos, y otras expectativas, ella siempre lo había considerado simplemente un amigo. Estaba segura que podría ayudarla en aquella intrigante situación.

Carla miró a un lado y al otro de la calle y, con todo el disimulo que pudo y mirando a un lado y al otro para no ser sorprendida de nuevo, se dirigió a casa de Nacho. Rezaba en su interior para que estuviera en casa...

Caminas disimuladamente, y sales de la zona. Si no recuerdas mal la casa de tu amigo Nacho está a un par de paradas de bus solamente; así que quizá sea mejor ir andando para despejar la mente... Comienzas a caminar dando vueltas a lo sucedido y pensando en que es posible que ahora te conviertas en alguien buscado; al fin y al cabo acabas de escapar de la policía...

Das un par de pasos más cuando un fuerte dolor punzante se clava en tu cabeza provocando que te detengas y haciendo que cierres los ojos. Ante ti se muestre algo realmente extraño, como una visión. En ella te encuentras junto a un grupo de gente rodeando un baúl y sujetando un libro en las manos. El libro solamente lo tenéis seis personas. Puedes ver perfectamente sus rostros, aunque no con la misma claridad el del resto de gente que no sostiene el libro. De nuevo un fuerte dolor y otra imagen; esta vez os encontráis en la costa, de nuevo los mismos de antes. Todos a tu alrededor están empleando extrañas habilidades, habilidades sobre las que estabas leyendo. Una gran velocidad, una muchacha mueve una gran roca contra alguien o algo. Es entonces cuando te percatas que todos tenéis un objetivo... esta muy borroso casi negro pero de él emana un aura negra, un aura de destrucción...

Solo uniéndoos conservaréis el futuro... En tu mente resuenan esas palabras. Después una intensa luz te saca de tu estado regresando a la calle; en donde te encuentras con las rodillas en el suelo. Una pareja te mira susurrando alguna cosa que no llegas a entender y al resto no parece importarle demasiado tu situación.

La cabeza le dolía a horrores después de... la “visión”? Eran o no eran aquellas imágenes una visión, una premonición de lo que sucedería en un futuro no muy lejano, algo que acompañaba a aquellos sucesos...
Sin saber aún el porqué, memorizó los rostros de las seis personas que se veían claramente. Puede que el destino entrelazara sus caminos por algún extraño motivo. Solo pensaba que el hecho de haber visto claramente sus caras tenía un motivo, una razón de ser.

-Te encuentras bien, niña?- le preguntó una anciana mientras le tocaba el hombro, devolviéndola de nuevo al mundo real.

Carla aún se encontraba en el suelo, arrodillada y con cara de desconcierto. O era miedo lo que reflejaba su mirada?
Con una leve sonrisa, agradeció el interés de la anciana, se levantó y comenzó a caminar mirando al suelo. No quería ver aquellas miradas inquisidoras de la gente que pasaba por la calle y había visto como entraba en trance. Odiaba sentirse observada, quería pasar desapercibida, desaparecer...
Pero su cabeza daba vueltas a los mismo: un libro, seis personas, un enemigo... la costa!
Se dirigió a casa de Nacho con nuevas fuerzas, ya que una  nueva respuesta podría aclararle lo que estaba sucediendo: debía encontrar la costa que aparecía en su “visión”.
Mientras caminaba, Carla se esforzaba en recordar el lugar, intentado reconocer algún punto de referencia. Si era un lugar real, puede que allí obtuviera la solución a los extraños sucesos.

Pongamos que es viernes: 30 de septiembre de 2011.

Están a punto de dar las doce de la mañana. La televisión está encendida en un canal indeterminado. Estás ansiosa por escuchar alguna noticia que te concierna. Nacho está atendiendo una llamada por el móvil. El día ha amanecido nublado y te has levantado tarde. Has podido ducharte, pero aquí no había manera de encontrar ropa limpia, a menos que consientas en vestir algo de tu amigo, esbelto y muy apuesto.

Te parece que ha encajado lo que tuvieses a bien contarle. Por supuesto que ha insistido en que se lo cuentes todo y se ha ofrecido a ayudarte, pero ha puesto cuidado en no agobiarte. Sobre la mesita de estar del modesto piso está abierto su portátil. Has googleado incansablemente en busca de imágenes costeras que aviven el recuerdo de aquella última parte de la visión. Pero no hay suerte, ni en la tele, ni en Internet. Y en Youtube viste infinidad de vídeos grabados con móviles sobre proezas mutantes, sobre todo de ese grupo español abanderado de la justicia al que pertenecen Tornado o Llamarada. (Esta última aparece desplegando su piroquinesis para reducir a unos ladrones de banco, y debajo del antifaz estuviste a punto de pensar que sí, que podía adivinarse uno de esos rostros femeninos a los que te aferras, pero… Decidiste que no.)

Sientes a Nacho en la cocina, deambulando. De cuando en cuando, asiente con voz queda. ¿No se está alargando aquella conversación?