Partida Rol por web

- La invitación obliga a cortesia mi querido Montesco, solo habra que ser cauto con las formas y la palabra, ¿quien sabe? tal vez pueda dar hospedaje a mi persona y alimento a mi pequeña golden fish -Lytton se llevo la mano al lateral del pecho y palpo el exterior del bolsillo donde se hayaba su preciada pipa - ¿continuamos caballeros? - Tras esto comenzó a andar en direccion a hacia la casa del alcalde -

-Si, no perdamos tiempo. Aquel hombre...tiene algo raro, y no me refiero a su aspecto poco agraciado. No creo que haya sido eso lo que calló a todo el mundo antes, quizá deberíamos luego preguntarm sobre él en el bar.

Stones sonrió un poco.

-Por otro lado no me disgusta poder disfrutar una buena cena esta noche en la casa del Lord.

Andando tranquilamente llegáis a casa del alcalde. Y lo encontráis en el porche, tomando el aire.

Al veros, el hombre os saluda con la mano mientras os muestra su mejor sonrisa.

- Alcalde Cunningham - asiente a modo de saludo mientras se acerca hasta él despacio y le devuelve la sonrisa - Sentimos molestarle de nuevo, pero nos gustaría hacerle un par de preguntas más - la primera vez había sido bastante amable - Y sobre todo agradecerle la hospitalidad que nos han brindado, estamos más que satisfechos

-Por favor... es lo menos que podía hacer luego del tremendo accidente que han sufrido. Pero pasen, pasen señores.- responde el alcalde afablemente mientras se coloca al lado de la puerta, cediéndoos el paso.

-Muy amable, todos parecen serlo en este lugar. Ojalá la gente de las grandes ciudades tomara algo de nota, ¿eh?

Comentó Stones aparentemente contento y tranquilo. De hecho lo estaba, mas allá del aberrante aspecto del mensajero, no había de que preocuparse por el momento y el alcalde  parecía tener buenas pulgas.

Marvin siguió con la mirada al tal Usher hasta que lo perdió de vista.

-No me gusta. Masculló entre dientes, pero no añadió más detalles, y se limitó a encenderse otro cigarro para ayudarlo a pensar de camino a la casa del alcalde, en donde una vez llegados procedieron a los saludos que Marvin también dirigió a Cunningham con un gesto de su cabeza.

Marvin siguió a sus compañeros al interior de la casa mientras en su cabeza no dejaban de dar vueltas los nombres de Usher, y el aparentemente adinerado Lord Means.

Cunningham os conduce hasta el mismo despacho donde os recibió ayer. Aunque hoy está solo. En el piso de arriba podéis oír ruidos de idas y venidas, pero nada que os llame la atención. 

El alcalde se sienta tras su escritorio y os mira, esperando a ver que necesitáis.

Toma asiento y mira a sus compañeros asegurándose de que no quieran hablar antes que él, y comienza a explicarle al alcalde.

- Muy interesante la casa de los Westly. Se nota que antaño fue una gran mansión - sonríe bajo su mostacho - Al menos todavía conservaba alguna cama para poder dormir. Nuestros maltrechos cuerpos lo han agradecido - prefiere obviar el incidente con la serpiente, y por supuesto el descubrimiento de la caja fuerte y su posterior apertura - Lo extraño es que mientras dormíamos alguien entró en una de las habitaciones y escribió algo en un armario. Una lástima estropear de esa forma la madera, pero supongo que ya no tiene mucho valor - siempre sonriente, gesticula con las manos cuando habla - El caso es que aquel desconocido escribió el nombre del antiguo párroco de Halpin; Wherington. El doctor Giblin me explicó que fue el último párroco del pueblo, y ya no hubo nadie que le sustituyera. ¿Sabe por qué? - Antes de que conteste, continúa preguntando - Creemos que si alguien se tomó la molestia de entrar a hurtadillas en la casa para escribir ese nombre es porque de alguna forma puede estar relacionado con lo que estamos buscando y lo hizo de esa forma porque no quiere que sepamos de quien se trata. ¿Cree que puede haber alguna relación?

Lord Lytton no pudo evitar echar una mirada funesta a Montesco cuando salian de la boca de este candidas palabras sobre la terrible noche pasada en la cochambrosa casa. Sin embargo la prudencia prevaleció y su mirada se centro en el alcalde, le interesaba ver con detalle la reacción del mismo.

-A ver... vayamos por partes.- comenzó diciendo el alcalde -¿Me dice que alguien ha escrito el nombre de Wherington en un armario?¿Y por qué iba alguien a hacer eso? El último, y creo que único  Wherington que vivió aquí murió hace muchísimo tiempo. Era el párroco de Halpin en la época de los problemas con los Means. Verán, pro aquellas épocas todo el mundo era muy supersticioso y acusaron a la familia Means de brujería ¿Por qué? Por ignorancia. Lo que en realidad padecía el pobre Lord era una enfermedad degenerativa que se transmite de padres a hijos.... es algo así como una funesta marca de familia. Y Wherington fue el último párroco porque tanto la iglesia como la gente del pueblo se avergonzaron de tal manera de lo sucedido que ni unos ni otros hicieron nada para que la iglesia siguiese aquí. De hecho el edificio se derrumbó por si solo sin que nadie quisiera acercarse.- en este punto el alcalde se sirvió un poco de agua de una jarra, dejándola al alcance de quier quisiera servirse junto con una fuente con vasos de cristal.

-Por otra parte me hablan ustedes de una pista ¿Una pista de qué?¿De alguien que murió hace como 150 años? hasta donde yo se ustedes afirman que les falta un maletín... que por cierto yo no he llegado a ver nunca... y ahora lo relacionan con un párroco muerto hace más de un siglo... ¿Puedo preguntar qué contenía el maletín para que lo relacionen de un modo tan extraño?¿Cosas de la iglesia?-

Joder, pues claro que no has visto el puto maletín, imbécil, por que nos lo quitaron de las manos despues del jodido accidente. Pensó Marvin mordiéndose la lengua para no dejar que de sus labios saliera algún improperio que torciera las cosas más de lo que estaban. No se había esperado en absoluto la reacción de Cunningham, y lo que acababa de decir de los Means había provocado que se pusiera en estado de alerta.

El detective se contuvo, dió una larga calada al cigarro encendido para que la nicotina le ayudara a contener lo que estaba barruntando, y dejó que Montesco hablara por ellos.

Estaba hablando por ellos, y aún no era el momento de intervenir.

Marvin expulsó el humo recién saboreado, y dirigió una mirada a Montesco esperando su respuesta, antes de que la presa cediera y la diera él mismo.

- Sí, más o menos - contesta a la última pregunta del alcalde - Lamentablemente no podemos enseñarle el libro para que nos crea, pero puede confiar en lo que le decimos. El libro iba con nosotros en el avión - Hace una pausa y sonríe - No sé si lo que le he contado es una pista o no, pero no le parece extraño que alguien se moleste en entrar por la noche en la casa donde estamos durmiendo para tallar su nombre? No sé, tal vez la persona que lo haya hecho conoce al que se llevó el libro - se encoge de hombros sin dejar de gesticular con las manos al hablar - Y nos puso ese nombre porque - se atusa el bigote pensativo - qué se yo, porque lo escondió en las ruinas de la antigua iglesia. Sólo son conjeturas, pero comprenda que para nosotros es importante recuperarlo.

-No se qué decirles, caballeros...- dice el alcalde encongiéndose de hombros -Vamos a suponer que todo lo que me cuentan es cierto. Que ustedes traían un libro o lo que sea y alguien se los robó tras el accidente. Sólo el libro, que estaba en un maletín y nadie lo sabía. Y más tarde alguna otra persona misteriosa, en lugar de acercarse a ustedes y decirles algo, lo que hace es colarse en la casa que han utilizado para dormir y ha tallado el nombre de un párroco muerto a finales de 1700.- y continúa mientras mueve negativamente la cabeza con desconfianza -Deben entender que toda esta explicación es, por lo menos, un poco extraña. De todas maneras si quieren ir a mirar en la iglesia sus ruinas siguen allí, al lado del cementerio.-

Stones había decidido ceder la palabra a Montesco y no decía nada de momento. La verdad es que el alcalde y cualquiera tenía motivos para dudar de su versión, las cosas estaban tornandose algo extrañas a cada momento. De hecho el mismo se sintió apesumbrado de verse en un callejón sin salida. La idea de la iglesia parecía vaga y trémula, aunque era todo lo que tenían, y no ayudaba a dar esperanzas de ponerse en la pista correcta.

- Le entendemos, desde luego. Me escucho a mi mismo y me parece increíble lo que estoy contando - mira a sus compañeros antes de continuar. Son los únicos que saben que lo que cuenta es totalmente cierto - Iremos a visitar la iglesia, puede que encontremos algo interesante. Esta noche iremos a cenar a casa de Lord Means. Su - piensa un segundo la palabra más apropiada - empleado nos ha invitado amablemente. ¿Hace mucho que no le ve por el pueblo?

-Means prácticamente nunca baja al pueblo. Principalmente por su enfermedad.- responde el alcalde en un tono compasivo -El hombre está bastante débil y su condición no le ha convertido precisamente en alguien aficionado a los tratos con los aldeanos. De todas maneras ec cierto que suele interesarse en los turistas, aunque sospecho que es más que nada para enterarse de primera mano de todo lo que sucede en el mundo sin tener que creer ciegamente en la prensa y los telediarios.-

-¿Y nos puede decir algo sobre esa enfermedad? Interrumpió Marvin al formular su pregunta. Simple curiosidad. En este puto mundo, parece que todos los millonarios deben de ser excéntricos, o estar grávemente enfermos como requisito para estar podrido de jodidos billetes verdes.

Volvió a dar otra calada en espera de la respuesta.

-Probablemente el doctor Giblin sea el más indicado para daros una respuesta. Yo solo se que se trata de una especie de mal latente que se manifiesta con la edad y avanza con la misma. Esto es que cuanto más viejos, más enfermos. Lo que se nota a simple vista es una especie de debilidad general, mucha delgadez, la piel se agrieta un poco y la voz se debilita cada vez más. Pero esa es mi opinión como un completo lego en la materia, claro está.- responde Cinningham a Marvin.

-No parecía que el enviado del señor Means callera muy bien, creo un ambiente extraño en el bar por lo que vimos...parece que los aldeanos también le tienen cierta manía a ese hombre, ¿no es así? -preguntó curioso Stones, acomodandose los lentes. Mentalmente, agradecía que el Lord no reparara mucho en los agradables modales de Marvin.