Partida Rol por web

Nuestra carrera por salir de aquel escenario para encontrar al Maho Tsukai nos lleva correr por entre zombies que se mueven a todo lo que pueden para darnos alcance. Veo sus rostros cubiertos y casi puedo oler su putrefacción mientras mi vista no llega más allá por la densa neblina antinatural que rodea todo el páramo. Mis pies se hunden en el pantano mientras intento moverme con el peso de mi equipo y mi armadura pesada.

"Si no llegamos luego a un espacio más cerrado, nos veremos rodeados rápidamente y nos cortarán el paso. En ese momento nos arrepentiremos de no haber acabado con todos los de atrás nuestro."

De pronto, los zombies comienzan a cerrar filas a nuestro alrededor, por lo que nos vemos en la obligación de detenernos a luchar.

Cargo con todo mi ímpetu, como siempre, contra un zombie distinto al que ataca Kumako. Blando mi ono con fuerza contra su cuello, intentando decapitarlo. Varios zombies más avanzan por esa zona, por lo que seré el escudo del grupo. Me gusta la idea, es para lo que he entrenado toda mi vida.

Había que avanzar y acabar con esta maldita maldición. Cualquier zombie que se interpusiera en nuestro camino sería fruto de nuestro honor y sacrificio por un devolver la paz a aquellas tierras. 

Con paso firme, seguro y lo más rápido posible inicié mi carrera en pos del escorpión. Él nos guiaba por aquel campo de muertos vivientes.

Mi Katana describió un semicírculo intentando tener su centro justo por la mitad de aquel zombi que osaba interponerse en nuestro camino. En mi pensamiento sólo estaba cortar por la mitad aquel cuerpo maldito.

El zombi intenta un ataque contra kumako que evita por poco.

La escorpión se hace a un lado justo lo suficiente como para que el zombi sea incapaz de tocarla y continúa su carrera. Delante de ella otro zombi le corta el paso...durante poco tiempo. Veis como el wakizashi de la Soshi destella durante una fracción de segundo, iluminado por la luz del farol, mientras continúa su carrera. Detrás de ella la cabeza del zombi se desprende de su sitio y cae al suelo con un ruido de porcelana rota seguido del sordo caer del cuerpo.  

Delante vuestra se alza una sombra gigantesca, una edificación que ha visto muchos amaneceres y demasiadas penurias. El santuario está cerca y su malvado poder emana de él como si pudiera palparse.

La sombra es derribada debido a tu maniobra y destreza con el arma gaijin. Sin embargo la sombra Oni se escabulle otra vez adentrándose en las tinieblas.

Casi habíamos llegado. Casi habíamos atravesado aquel campo de zombis sólo un esfuerzo más.
Mi katana describía semicírculos en el aire a cada paso que daba, tratando así de eliminar cualquier rastro de muerto viviente a nuestro paso.

Tsuruchi pierde pronto la pista del Oni entre la niebla.

Pronto acabáis con los zombis de vuestro alrrededor juntándoos bajo la luz de la lámpara que os dio el Nezumi. Más sombras, sin duda zombis, avanzan hacia vosotros con desesperante calma en un imparable avance para acabar con vuestras vidas.

Kumako, con la voz jadeante y entrecortada por el esfuerzo, insta a seguir adelante hasta encontrar al brujo. El santuario está cerca y la construcción puede distinguirse a través de la neblina.

Antes de que podáis reanudar vuestra marcha de nuevo una voz potente y autoritaria os da el alto. Una sombra aparece desde la neblina, amparándose en la oscuridad. Pero poco a poco se acerca hasta los límites de la luz que emite el Farol.

Vuestra reacción es de sorpresa cuando Kumako habla. 

-¡TÚ!- Su voz contiene una rabia y un odio palpables. -¡RESTAURARÉ EL HONOR DE MI FAMILIA CON TU MUERTE HOKURU SAIKI!.-

-Valientes palabras niña. Me complace que hayas venido Kumako.- Notáis como la Soshi se altera al pronunciar su nombre con total falta de respeto, como si fuera una vieja amiga. -De ese modo podrás comprobar que no soy tu enemigo.- Dice sonriendo.

-Tú,- la ira puede verse reflejada en el rostro de la joven. –Mataste a mi padre, a mis hermanos y robaste la espada de mi madre.-

Veis como Hokuru Saiki mira hacia abajo, hacia su mano izquierda donde se halla una katana con guarda de plata y saya azul, tan perfecta que podéis notar su belleza desde donde estáis.

–¿Sabes, Kumako, que tu madre estaba destinada a ser mi esposa?.- La samurai retrocede un paso sorprendida. -Así es querida niña, no debe sorprenderte. Un cambio de los acontecimientos evitó que lo fuera. La guerra entre clanes no respeta a nadie y al final ella se entregó a otro hombre.

-Mi padre.- Afirmó la escorpión.

-Si, pero tu madre y yo volvimos a encontrarnos años después y seguimos viéndonos un tiempo durante el cual tú fuiste engendrada, hija mía....

-No. Tú has...has matado a mi padre y a....