Partida Rol por web

La sheriff estaba dispuesta a colaborar, y eso era un alivio. No siempre se lograba la completa cooperación entre los locales y estatales, y las zancadillas, omisiones de información y demás canalladas estaban a la orden del día entre las fuerzas del orden y las de investigación. 

Dwight se levantó, zanjando por el momento la conversación; poco más podrían hacer dentro de aquellas cuatro paredes. Se alisó la camisa y atusó la corbata antes de dirigirse de nuevo a la sheriff. 

-Por el momento nos gustaría conocer cuál será nuestro espacio de investigación. Allí podremos dejar nuestras cosas y asentarnos antes de empezar con el trabajo de campo. Si es tan amable, una visita guiada por Ashville podría sernos de utilidad para conocer el sitio y dejarnos ver por los locales. 

John se giró hacia el resto del equipo por si alguno tuviera alguna objeción. Sinceramente, esperaba que no.

- Oh, sí, claro... Tendrán ocasión de recorrer el pueblo, por supuesto, pero ahora les llevaré a la Casa de Huéspedes de Norm, allí podrán alojarse.

La Sheriff Baker recoge sus cosas (arma, llaves, gafas de sol...) y trae los abrigos de los agentes, ante la falta de Patty. Una vez en la calle, señala hacia el norte.

- Es allí, aquel edificio que se ve rodeado por un jardín. Cojamos el coche, no querrán arrástrar sus maletas una milla...

La sheriff es vuestra aliada en Ashville. Su metodología de trabajo no tiene nada que ver con el FBI, pero parece una persona sincera y que, a su manera, sabe lo que se hace, así que os dejáis llevar por ella. Fred monta en el coche con ella, y vosotros les seguís de cerca durante el trayecto en línea recta que lleva hasta una casa de estilo colonial, con dos pisos y buhardilla bajo techo acanalado de pizarra azul oscuro.

- No está mal, ¿no? - Dice la Sheriff Baker dirigiéndose hacia la puerta para entrar, tras cerrar la puerta del coche.

Dentro, la decoración va a juego con el exterior. Por todas partes hay grandes cuadros que muestran escenas antiguas de paisajes y cultivos (maíz en su mayor parte), y retratos de la familia Norm decoran los pasillos. Los muebles sigue la línea colonial y grandes sofás y sillones se pueden ver en el amplio salón inferior junto a una clásica chimenea con una gran cabeza de jabalí colgada.

Las paredes de la casa están cubiertas con papel pintado que comienza a acusar el paso del tiempo y los techos están decorados con molduras de escayola.

Dentro, una mujer de unos cincuenta y cinco años con el pelo gris recogido en un moño a la antigua usanza os da la bienvenida. Porta unas pequeñas gafas para leer colgando de una cadena metálica al cuello sobre las que mira con desconfianza.

- Buenos días, Glenda.  Te presento a los agentes que se hospedarán aquí. Él es el Agente Peter Johnson, él es el Dr. Jules Sullivan, ella la Agente Selina Sparks y él el Agente al mano John Dwight. - Os presenta la Sheriff Baker.

- ¡Claro, por supuesto, Joanne! Bienvenidos a la Casa de Huéspedes de Norm. Aquí podrán descansar mientras solucionan el grave problema que tenemos en Ashville, estoy segura. - Su mirada de desconfianza no cesa, aunque es difícil que pudiera ser de otra manera por el aspecto general de Glenda Norm.

Glenda busca unas llaves en un cajón y anota algo en una gran libreta. No se da prisa, pues parece una mujer muy meticulosa a la que le gusta centrarse en lo que está haciendo en ese mismo instante. Al cabo de cinco largos minutos, sale tras el mostrador y camina escaleras arriba. Por inercia, y también porque Fres y Joanne comienzan a seguirla, vais detrás.

- Sus habitaciones están arriba. Ahora mismo hay temporada baja y no tengo ningún inquilino, así que podrán elegir si compartir habitación doble u hospedar una individual. Ahora me dicen... - Hace una breve pausa y continúa. - Yo vivo abajo. En la misma planta tienen un cuarto de baño completo. Si necesitan conversar relajadamente, abajo, al lado de mi despacho, hay un salón con televisión y teléfono, que podrán ser usado dentro de los horarios de la casa. Las comidas, si desean hacerlo aquí, las prepararé yo misma. Deben confirmármelo el día anterior sin falta. Las normas de la Casa de Huéspedes de Norm son: Las comidas se sirven a las ocho, a la una y a las ocho de la noche, pudiendo tomar algo a media tarde si avisan con media hora de antelación. Cada uno de ustedes es responsable de mantener en orden la habitación. A las diez de la noche echo el cierre. Podrán entrar y salir fuera de ese horario avisando con anterioridad. También puedo darles una llave bajo fianza de cincuenta dólares, y si se pierde una llave, ustedes... o el FBI, deberán pagar el cambio de cerradura. Pueden traer visitas a la habitación, pero no más de tres personas. No están permitidas las actividades ruidosas. Los desperfectos se abonarán en cuanto se detecten, y ustedes tienen la obligación de comunicarlos en cuanto se produzcan. Las zonas comunes se utilizan dentro del horario de la casa, al menos sin avisar con antelación. Normalmente cobro por adelantado, pero como son ustedes agentes de la ley... no tengo problema en que hagamos cuentas al final de su estancia.

Glenda Norma recita todo esto casi de carrerilla, acostumbrada a hacerlo siempre que recibía un nuevo huésped. Tras ello, abre una de las habitaciones individuales. Tiene todo lo necesario para pasar una temporada en ella: cama, mesilla de noche con lámpara, mesa y silla para escribir, y un pequeño armario. Incluso una alfombra decora el suelo. Todo parece cuidado y ordenado, y los muebles sigue el estilo de toda la casa.

La Sheriff Baker, aprovechando que Glenda abre otras habitaciones, os susurra con un tono cómplice y tranquilizador: - Psss... No os preocupéis. Glenda es muy severa y estricta, es comprensiva y buena persona.

Los pasos en el suelo de aquel edificio grande y vacío parecen una metáfora de las primeras andanzas de los agentes en Ashville. Un rincón olvidado y silencioso cuya paz había sido profanada por algo exterior.

- ¿Y bien? - Dice Glenda, con las puertas de las habitaciones abiertas. - ¿Qué habitaciones eligen? - Se mira el reloj de manera nada disimulada, dando a entender que no tiene muchas ganas de esperar una decisión mucho tiempo. Joanne pone los ojos en blanco.

Recorrieron la distancia entre la comisaría y la casa de huéspedes igual que el camino hasta Ashville, en silencio. El lugar era un caserón con aspecto acogedor. Un tanto anticuado, pero más que suficiente para dormir, ducharse y tal vez comer algo.

-Muchas gracias señora Norm, es usted muy amable- respondió Peter después de que la dueña del local les pusiera al día de las normas básicas y les mostrase las habitaciones. -Me gustaría, si fuese posible disponer de una habitación individual- después se acercó a su anfitriona y le dijo en voz más baja, a modo de confidencia con una sonrisa en los labios -Ronco por las noches y no quiero molestar a mis compañeros-.

La auténtica razón es que prácticamente todas las noches desde que Sandy murió había sufrido pesadillas y no le apetecía compartirlas con sus colegas.

-Una vez instalados, ese salón que comenta parece un buen lugar para hacer un 'briefing room', ¿que os parece?- preguntó al resto de agentes.

Al menos el sitio donde iban a hospedarse era un lugar agradable. Por supuesto, no estaba del todo libre de aquel tufillo a rancio que desprendía todo el pueblo, pero estaba limpio y ordenado, mucho más de lo que se podría pedir de la mayoría de moteles de Estados Unidos. 

John Dwight escogió una habitación individual, la más cercana a la escalera. Dejó su maleta y su chaqueta, pero no deshizo el equipaje; ya habría tiempo para eso más tarde. 

-Una vez instalados, ese salón que comenta parece un buen lugar para hacer un 'briefing room', ¿que os parece?

-Maravilloso... -susurra Dwight en tono irónico. Siendo justos, aquel salón no estaba nada mal para empezar, pero necesitarían un espacio mucho más libre y discreto para operar con total eficiencia. Se dirigió a la señora Norm. 

-Le agradecemos su hospitalidad y franqueza. Verá, no somos huéspedes al uso, como usted ya sabe, así que le pediremos flexibilidad, toda la que pueda ofrecernos, y un poco de paciencia. Puede estar tranquila respecto al orden y al ruido; no tendrá queja. Respecto a las comidas, en principio desayunaremos, comeremos y cenaremos aquí, a menos que le digamos lo contrario. Si no aparecemos a tiempo para alguna de ellas, significará que no hemos podido asistir por razones de peso mayor, aunque intentaremos dejar aviso. Necesitaremos entrar y salir del edificio a horas muy variadas, por lo que optaremos por coger una llave con el consiguiente depósito. 

¿Algo más? Se preguntó John. ¡Ah, si, por supuesto!

-Nuestra estadía puede alargarse o terminar de pronto según el orden de los acontecimientos, así que le agradecemos que nos permita pagar al finalizar. Seremos unos huéspedes ejemplares, de eso no me cabe duda. 

Intentó forzar una sonrisa. Sonrisa que cada vez salía menos natural.

- Totó, creo que estamos de vuelta en Kansas -

Pienso alegóricamebte con una inquietante sonrisa mientras mi cabeza gira de lado a lado contemplando la estampa del pintoresco lugar. No está mal, pero se aleja un poco de mis preferencias por el estilo menos... cincuentero del norte de Los Ángeles. Pero a caballo regalado no le mires el diente, y la estancia la paga el departamento, así que saquemos lo mejor de ella.

- A pesar de la tristeza que esta decisión causará a buen seguro a nuestra querida agente Sparks - me giro para, con tono frío y monótono, como si narrando una autopsia en mi grabadora, increpar a Selina - creo que yo también opto por la habitación individual, gracias... -

Seguramente la gracia no sea bien recibida. Nunca lo son. Al menos, no por quienes no están bañados en formol.

- Los cadaveres no me mirarían con esos ojos juiciosos que siempre acompañan mis intentos de socialización. -

En mi caso opto por la habitación más alejada de la escalera, con suerte, tendrá alguna ventana con orientación Oeste. Algo me dice que los atardeceres en este lugar deben ser espectaculares. Ver los últimos anaranjados rayos de sol romper en el ocaso pintando una estampa carmesí sobre el lienzo de las nubes es un placer que intento no perderme cada día.

Vuelvo de inmediato al improvisado salón-briefing room tras nada más dejar la maleta y mi maletín con el equipo médico básico que me acompaña allá dónde vaya desde mi graduación.

- Una última pregunta - añado antes de que Glenda y las fuerzas de seguridad local decidan ir cada uno por su lado. - Sheriff, ¿tiene usted o su ayudante un número de emergencias con el que mantenrnos en contacto? - saco mi móvil para apuntarlo en la agenda. Nunca se sabe cuándo puede venirnos bien tener que recurrir a ellos durante la investigación.

Selina se había mantenido en silencio para habituarse así a John Dwight como jefe, ver como le gustaba llevar el caso y de paso aprender que tipo de preguntas son las que primero se les pasan por la mente a sus compañeros. 

La casa de huéspedes a la que la sheriff los llevó iba a juego con el resto del pueblo, totalmente congelada en el tiempo y así parecía además su dueña. Tampoco es que le importara mucho, solo quería un sitio seguro donde dormir, asearse y comer, vamos algo así de básico le valía totalmente. 

Tras la directa explicación de la señora Norm, escucha a sus tres compañeros pedir por una habitación individual, lo cual la tranquiliza, pues si bien no tiene motivos para sentirse incomoda con ellos, prefería conocerlos un poco más antes de llegar a compartir ese grado de confianza.

Escucha entre divertida y contrariada como Sullivan suelta esa "broma".

- Ambos sabemos que no soy su tipo Sullivan, tengo demasiada sangre todavía - lo dice con una media sonrisa asomando sus labios y con una ceja arqueada hacia arriba- aunque suene ya evidente, me quedaré en una habitación individual, muchas gracias por su comprensión.

Selina se dirige a la siguiente habitación tras la que ha elegido Dwight, abre la puerta y deja su escaso equipaje así como su abrigo. No pierde el tiempo en estudiar la que será su habitación durante los próximos días o quizá semanas, ya tendría tiempo de sobra para acomodarse.

Con tranquilidad se dirige al salón para reunirse con el resto de sus compañeros y cerrar el encuentro con la sheriff.

- Claro, no hay ningún problema. El último día sacamos la cuenta. - Accede Glenda, apoyando sus palabras juntando ambas manos. - Ahora, si me disculpan, volveré al mostrador. Podrán recoger la llave de la entrada cuando bajen. - Dice, antes de cerrar el resto de habitaciones y volver rauda a su pequeño despacho, como si de repente fuera a llegar una avalancha de turistas deseosos de visitar aquel neblinoso lugar.

Paralelamente, la Sheriff Baker ofrece su número al Dr. Sullivan.

- No suelo hacerlo, pero no me gustaría que este caso se nos fuera de las manos. Será mejor que estemos todos en contacto. - Ella, a su vez, anota también el teléfono de los cuatro agentes.

Cerradas las formalidades, el agente Dwight no quiso perder ni un minuto. 

-Coincido con usted, Sheriff. Y a su vez le daré mi número de teléfono por si tuviera que ser usted la que desee ponerse en contacto conmigo. -John apuntó su número en un papelote y se lo entregó a la Sheriff Baker. Ya habíamos hablado con anterioridad telefónicamente, pero aquel era el número de la oficina. Este que le he dado es mi número de teléfono portable. -Le enseñó la maravilla tecnológica que escondía en su bolsillo. Ignoraba si la agente conocería aquello de los teléfonos móviles, dado que Ashville vivía un par de siglos por detrás de las ciudades de la costa este, así que le pareció conveniente hacer esa pequeña demostración. Podrá contactar conmigo, o con cualquiera de mis agentes a cualquier hora. Si la situación lo requiere, no dude en llamar. Volvió a guardar el teléfono. Ahora, si me disculpa, quisiera mantener una conversación con mi equipo. Si es tan amable... 

Despidió a la sheriff con un suave apretón de manos antes de volverse hacia su equipo. 

-En dos minutos abajo, en la "briefing room", tal como la ha llamado el señor Johnson. Pondremos en común las primeras impresiones y esbozaremos nuestro plan de trabajo. Hasta ahora.

Giró sobre sus talones y se encaminó escaleras abajo, donde la señora Norm volvía a ocupar su puesto habitual. Se dirigió a ella en tono cortés. 

-¿Le importa si le hago unas preguntas? -sonrió, pero no esperó respuesta. Imagino que Ashville no debe de ser un sitio especialmente turístico, ¿es ésta la única forma de alojarse en el pueblo? ¿Son habituales los forasteros? 

Glenda se pone a quitar el polvo con un plumero mientras mantiene una breve charla con el Agente Dwight.

- Sí, señor. Esta es la única casa de huéspedes, o motel, si prefiere llamarlo así. La mayoría de gente se hospeda en Joshua Tree, que es más grande y no está muy lejos. Muchos visitantes se acercan aquí atraídos por el halo atemporal que suele haber en el interior de América, pero vuelven a Joshua al caer el día. No piense que somos tontos, somos conscientes que los turistas buscan ambiente rural, y nos hacen fotos como... si fuésemos figurantes de un parque de atracciones. Al principio no es agradable, pero con el tiempo uno se da cuenta que si no fuera por ello, nadie pisaría Ashville. Aunque no a tomo el mundo le haga gracia.

Dejó su maleta en la habitación y pasó un momento al aseo para lavarse la cara. Se miró un momento en el desgastado espejo y el rostro que allí se reflejaba le devolvió un gesto torcido. Cuando le dijeron que tendría la posibilidad de trabajar codo con codo con Dwight, recibió la noticia con entusiasmo.

Admiraba a aquel hombre, que había demostrado ser un magnífico detective. Gracias a él, el asesino de Sandy había salido de las calles. De entre todos los pensamientos y pesadillas que rondaban la mente del investigador se había aferrado a la idea de que John Dwight aparecería como un mesías para reconfortarle, y lo que se había encontrado era a un hombre de mediana edad, amargado y hecho polvo.

Seguía sintiendo admiración por su trabajo y estaba convencido de que era la mejor opción posible para encabezar la investigación, pero su trato irónico y ácido con el que le había tratado unos minutos antes le habían causado una gran decepción acerca de como era como persona.

No quiso hacer esperar a nadie, por lo que rápidamente se secó la cara y enfiló las escaleras hacia el salón.

John asintió lentamente. Se abstuvo de hacer algún comentario sobre las verdaderas motivaciones de los visitantes que de vez en cuando se asomaban a Ashville. Que los vieran a ellos, los aldeanos, como una mera atracción turística o que tan solo fuera la parcial interpretación de aquella mujer, sinceramente, le traía sin cuidado. 

-Ya entiendo... -John Dwight dejó que la mujer hablase y volvió a hacer una pregunta cuando encontró un hueco. -¿Podría decirme cuándo fue la última vez que alguien se alojó en este edificio?

Cuando Peter Johnson baja las escaleras, precedido por el crujir de los escalones, el Agente Dwight se encontraba conversando con Glenda. Él lo hace con las manos en los bolsillos, y con el fingido tono de una conversación espontánea, pero que buscar siempre rascar la superficie, y que sólo otro agente puede detectar. Ella quita el polvo aquí y allá mientras habla.

- No sé decirle... - Se gira un momento y consulta un libro con tapas rojas desgastadas. Pasa unas páginas hacia un lado, otras tantas a otro... - Mmm... Aquí... Hace justo veinte días. Ah, sí... Ahora los recuerdo. Era una pareja de jubilados canadienses. No estuvieron mucho tiempo. Estas fechas no son buenas para el turismo, así que cuando no tengo huéspedes aprovecho para hacer tareas como limpieza general de ropa de cama, reparaciones o... simplemente tomarme unos días de descanso.

Por la ventana, un ruido blanco se filtra al interior. Ha comenzado a llover y el día es completamente gris.

- ¿Ve lo que le digo? ¿Quién gastaría sus vacaciones aquí...? - Exclama mirando por la ventana, con la mirada perdida, como un preso que mira el cielo a través de los barrotes.

Transcurren dos minutos exactos desde que entro en mi habitación a dejar mi americana, coger un cuaderno de notas y un lápiz, y cambiarme de zapatos a un calzado más comodo (unas pantuflas de quirófano) hasta que salgo por la puerta y me presento en el "briefing room".

Veo que Dwight está manteniendo una conversación con nuestra anfitriona, así que prefiero no molestarle y dirigirme a la mesita de café que flanquea uno de los sofas. Me siento en el reposabrazos y me inclino sobre la mesa dónde dejo la libreta abierta. Tras un largo suspiro mientras me tamborileo la barbilla con la parte posterior del lápiz, comienzo a anotar

James Elmore:

• Dueño tienda alimentación
• Hallado muerto hace 7 días en el salón de su casa
• El cartero vio el cadáver desde una ventana
• Testigos afirman haber oído gritos la anoche anterior a que encontrasen el cuerpo
• Restos de arma blanca
• Fotografías en la escena del crímen

Robert Bale:

• Director sucursal de banco local
• Hallado muerto hace 2 días en el jardín de su casa
• Cuerpo encontrado por un granjero local, quien avisó a la policía
• Restos de arma blanca
• Fotografías en la escena del crímen
• Trabajadores de la sucursal afirman Bale recibió amenazas de un tal "viejo Hill", un loco local

Mientras escribo y voy releyendo, voy subrayando varias palabras.

- hmmm... - vuelvo a llevarme el final del lápiz a la barbilla. Giro levemente la cabeza para que Peter y Selina puedan escucharme, y John cuando termine de hablar con la señora Norm - Aparte de hablar con el forense y ver los cuerpos para confirmar las heridas de arma blanca, creo que deberíamos tener acceso cuanto antes a las fotografías*. Y creo que deberíamos hablar con los testigos que afirman haber oído gritos en la residencia Elmore, así como con el granjero que encontró a Bale, los trabajadores de la sucursal del banco y con el viejo Hill -

Sullivan anotaba en su libreta y Peter escuchaba sus palabras en voz alta asintiendo con cada frase.

-También eran personas solitarias y cercanas a la jubilación- añadió a la lista -Habrá que comprobar si hay más gente con un perfil parecido en el pueblo, por si acaso-.

-En cuanto a los interrogatorios, me parece que los testigos de los gritos pueden ser un hilo del que tirar para comenzar- se mostró de acuerdo con su compañero. -Veremos si al agente al mando le parece buena idea- añadió con un tono de voz más bajo y un tanto agrio. Sentía que todas sus ideas se iban al traste al chocar con el muro de Dwight.

- Entiendo - añadió secamente Dwigth al tiempo que veía bajar a parte de su equipo por las escaleras. Si me disculpa...

No añadió nada más. Con paso lento se dirigió a la sala donde tanto el doctor Sullivan como el agente Johnson esperaban, impacientes, la primera reunión informativa, la inauguración oficial de aquel equipo de investigación. John Dwigth pasó junto al doctor, que tomaba algunas notas en su cuaderno. Se detuvo brevemente para echar un vistazo, por encima del cogote del médico, a lo que éste estaba escribiendo. Un segundo después prosiguió sin mediar palabra. 

La agente Sparks todavía no había bajado, pero si John tenía algo que decir al respecto se abstuvo de realizar ningún comentario. Tan solo echó un par de ojeadas al reloj, expresando así su disgusto en silencio por la falta de puntualidad de la agente. 

Finalmente, cuando los cuatro estuvieron reunidos, el agente Dwigth tomó la palabra. 

- Quien se haya unido a este grupo pensando que este es un caso fácil con el que ganar experiencia y algo de notoriedad ya puede ir quitándose esa idea de la cabeza. A este duro comienzo le siguió un silencio largo, incómodo. La mirada de John se posó en cada uno de los agentes que estaban a su servicio, como si los mirase por primera vez. El silencio terminó, por fin. Este caso, señores y señorita, es fuego real. Hay gente que está siendo asesinada y nosotros no estamos exentos de peligro. Así que les voy a pedir que no den ni un solo paso en falso, no den nada por hecho, no tomen ninguna decisión precipitada. 

Existen dos posibilidades, que el criminal que buscamos sea un simple imitador que, fascinado por el caso de la Polaroid hay decidido seguir sus pasos. Si así es, les aseguro que en menos de una semana estaremos todos en casa, preparándonos para trinchar el pavo de acción de gracias. El segundo caso es más inquietante: que ciertamente nuestro asesino tenga alguna relación con Arthur D. Lewis. Que haya aprendido de él, o que incluso hubiera participado en los asuntos que se le atribuyen a Willis. En tal caso nuestra investigación tomaría un cariz mucho más serio. En tal caso toda precaución será poca. Guardó unos segundos de silencio para que su audiencia tuviera tiempo de similar el mensaje. Tengan cuidado agentes. 

Ahora, si son tan amables, que cada uno exponga su punto de vista, primeras impresiones, a dónde les guía su instinto. Por mi parte les puedo asegurar, basado en mi experiencia en el cuerpo, que ninguno, absolutamente ningún crimen que haya investigado está libre de testigos. El criminal es, como todos nosotros, un ser humano. Necesita comer, dormir, moverse en coche o a caballo, es visto, se relaciona. Por tanto, alguien en el pueblo tiene que saber algo, tan solo nos falta averiguar quién es ese alguien.

-El hecho de que al menos una victima ha sido encontrada en el interior de su casa indica que conocía a su agresor. El informe no contempla indicios de que el cuerpo hubiese sido desplazado desde otra ubicación. Lo que apunta a que la victima el señor...- miró los apuntes de Sullivan -Elmore, dejó pasar a su atacante- hizo una breve pausa antes de continuar.

-Hay testigos que afirman que el señor Elmore, discutió con alguien la noche anterior. Si no con el propio agresor quizá con alguien que pudo ver algo o alguien sospechoso cerca de la escena del crimen. No sería una mala idea interrogar a los testigos de la pelea y al cartero que encontró el cuerpo, por si los chicos de Joshua Tree han pasado algo por alto-.

No añadió más, esperando la bofetada dialéctica de Dwight, al que todas sus ideas parecían resultarle estúpidas. Se sorprendió a sí mismo teniendo una especie de rabieta infantil interior. Respiró profundamente y se centró en la investigación.

El caso y el recuerdo de Sandy reabrían una herida que solo se había empezado a cerrar superficialmente.

John Dwigth miró fijamente a Peter. Era una mirada vacía, inescrutable. ¿Estaba evaluando John las ideas de su compañero? ¿Estaba pensando en alguna otra cosa? Sinceramente, a veces parecía que el veterano agente divagaba, pero pocos habían alzado la voz hasta ahora para cuestionar su metodología. 

- Es una hipótesis... -John buscó el término apropiado. -plausible, pero no la única. Nuestro asesino bien pudo colarse en las dependencias del señor Elmore, esconderse dentro y aguardar el momento oportuno para atacar. No existe necesidad de que ambas partes se conozcan, aunque debo reconocer que un asesino en serie no suele matar al azar... se guía por un patrón. Y de momento el único patrón reconocible es que ambos eran habitantes de Ashville, ambos de edad avanzada, hombres, y presumiblemente vivían solos, ya que los cuerpos fueron descubiertos por un cartero y un granjero, respectivamente. 

Se volvió a dirigir al agente Johnson. De todos modos coincido con usted en que el primer paso a dar es hablar con todos los testigos: el cartero, los vecinos que oyeron los gritos, el granjero, y el viejo Hill, que tan de cabeza trae a todo el pueblo.

Mientras los agentes están sumidos en un debate decidiendo cuál va a ser el primer paso, Fred aprovecha la situación para acercarse a la sheriff.

- Joanne, ¿me das permiso para acudir al oficio de la iglesia? - Pregunta Fred con confianza a Joanne Baker.

- Claro, Fred. No hay problema. Dile a Mary Benson que me disculpe por no acudir. Debo echar una mano a los agentes a tomar contacto con el pueblo. - Contesta ella sin dejar de prestar atención a las puntualizaciones de los agentes.

Fred ejecuta un movimiento de cabeza y promete volver lo más pronto posible. Se despide de los agentes con un salido formal y de Glenda, que le contesta mientras se despide también con la mano: - Adios, Frederic. Envía un saludo a tus padres cuando los veas.

Tras llegar a la sala Selina se acomodó en uno de los sillones y observó a sus compañeros, los cuales ya habían empezado a darle vueltas al caso. Dwight se dirigió al resto del equipo con un discurso más duro que motivador, aunque no era algo que la disgustara. Prefería las charlas claras y directas, y sabía que aquellas palabras provenían de la voz de la experiencia. Más que amedentrarla, la activaron y se puso a repasar todos los detalles del caso. 

Como bien habían señalado sus compañeros, ambas víctimas eran objetivos fáciles. Personas de una edad más o menos avanzada y solitarias, las cuales no serían difíciles de vencer o asesinar llegado el caso. Aun así, le costaba imaginar que en un pueblo tan pequeño y apartado se cometieran tales atrocidades. Era fácil en la ciudad, donde primaba el anonimato, que hubiera más robos y violencia. Pero en un sitio como aquel, donde todo el mundo se conocía, era más complicado encontrar a un asesino en serie. Aun así, los hechos eran los hechos, y eso hizo que a Selina le surgiera una duda que seguramente la Sheriff fuera capaz de responder.

-¿Ha habido alguien nuevo en el pueblo últimamente? Alguna familia o persona que no lleve aquí generaciones, quiero decir. O quizás alguien que es originariamente de aquí, y ha vuelto tras una larga ausencia.

Mientras esperaba la contestación de la Sheriff siguió con aquella línea de pensamiento, intentado ver dónde la llevaba.

-Ambas personas parecen bastante pacíficas, ¿diría que sería complicado encontrar alguien en el pueblo que odiara a ambos? Claro que parece que han sido escogidas más por la facilidad del crimen que por algún motivo personal... 

Esto último parecía que lo decía más para si misma, que hacia los demás. Fue bajando su tono de voz, hasta casi convertirse en un susurro.

-Ambos eran víctimas fáciles, pero aun así, ¿no sería mejor atacar a alguien que no fuera el dueño del banco del pueblo? ¿Por qué él? Su muerte seguramente perjudique bastante al pueblo...