Partida Rol por web

Casi nos matan -dice Hans azorado por la situación mientras observa los alrededores por si aquellos locos aparecen- no entiendo porque siempre nos pasan estas cosas ,¿ no podemos tener unas exploraciones tranquilas, conversaciones amables y problemas mas sencillos de resolver?.

¿Que hacemos madeleine?, ahora no podemos irnos y dejar a los demas dentro- de golpe escucha la explosión  y con horror echa un ojo hacia la casa- lo que nos faltaba un loco con granadas de mano, tenemos que hacer algo para llamar su atención para que nuestros amigos, que estan mas cerca no sean alcanzados- dice sabiendo que debe de actuar por amistad aunque su mente le diga que no es buena idea

-Pero serán cabrones, esos bastardos nos están lanzando piñas. ¡A cubierto!

Engancho al rubiales que he dejado grogi y lo arrastro para ponernos a cubierto. Al menos podremos interrogar a uno.

David levantó la cabeza y divisa al culpable de la explosión. Un sujeto estaba a punto de lanzar una granada desde la ventana de la segunda planta. Lobo llamó a cubrirse, pero David temió que no hubiera tiempo, apuntó con su pistola. Quizás pudiera darle antes de que pudiera lanzar el explosivo.

La puerta está cerrada con llave, y aunque Anne-Sophie insiste, la rígida puerta de madera apenas responde con unos leves movimientos. David saca su arma con movimientos elegantes. Sabe que debe mantener la calma para poder toda su atención en el punto exacto mientras McReady, entre maldiciones, se lleva a uno de los Júpiter fuera de juego tras el granero, para evitar la línea de fuego del cabrón, como él lo llama, que los está acosando desde la segunda planta de la vivienda.

Al mismo tiempo que el día avanza y el cielo pasa de un suave azul a un color oscuro, como el de las profundidades marinas, el sonido de un motor llega desde la costa, más allá del terraplén.

Ante el ruído del lejano motor y con miedo a que el tercero se pudiese escapar por la costa, Anne da un paso hacia atrás, y da una patada la puerta cerca del pomo para intentar forzar su apertura

David respiró profundo, estiró el brazo y apuntó con cuidado a la elusiva figura que estaba a punto de lanzar la granada en el piso superior. Se sabía un excelente tirador, pero este disparo pondría a prueba el límite de sus habilidades. Cerró un ojo y afirmó el pulso, contuvo la respiración una fracción de segundo y jaló el gatillo.

-Nada nuevo bajo el sol - mascullo Madeleine recuperando el aire  - Donde está la diversión en eso? - Sonrió observando la casa, desde allí podía ver pequeñas sombras que asumía eran sus compañeros y los disparos habían cesado repentinamente aunque habían sido reemplazados por algo peor.

-Después de que se esforzaron tanto en recibirnos, sería desagradecido quedarnos fuera, no crees? Tienes un encendedor? - Pidió extendiendo su mano hacia Hans, y mirando con atención las ramas de los árboles para comprobar hacia donde estaba el viento.

La puerta se abre de un golpe entre una nube de astillas de madera. Dentro, el aire está viciado con una mezcla de sudor y chucrut. Entras a un discreto recibidor con un felpudo redondo y desgastado. Un espejo es lo único que cuelga de las paredes. Un pasillo con paredes de madera continúa hacia delante, con dos puertas a cada lado y, al fondo, una escalera que sube a los pisos superiores iluminada por un gran ventanal que da a la playa.

La pericia de David con las armas es algo de lo que siempre se ha enorgullecido y, por qué no decirlo, usado para impresionar a las damas en ferias durante la época de fiesta o en alguna que otra exhibición deportiva. Esta vez, no se trata de nada de eso. Es él o el enemigo. El tiempo que retiene la respiración, todo se para excepto la bala de su Browning, que impacta en el brazo del enemigo, el cual suelta la granada y cae al interior. David baja lentamente el arma esperando lo inevitable.

¿Un  encendedor , vas a ponerte a fumar ahora mismo?, ¿ cuando nos estan tirando granadas?- dice Hans incredulo en eso momento el ruido del disparo hace que Hans fije la vista en el lanzador de granadas y en lo que parecia una futura no lejana muerte por su propia arma.

Le han dado es nuestro momento saltemos la valla , echame una mano - Hans aprovecha aquel momento de lo que aprecia plena seguridad para intentar saltar la valla como buenamente pueda, antes de que aparezca alguien mas armado mientras hace ademanes para que Madeleine haga lo mismo  

Mon dieu, que asquerosidad de ambiente.

Con pistola en mano Anne marcha hacia el final del pasillo, abriendo tímidamente la puerta que daría hacia sus compañeros, lo justo para poder ver que en su interior no se encontrase nadie.

Las habitaciones de la planta baja apenas están surtidas de mobiliario más allá del imprescindible. Una cocina con lo indispensable, un cuarto de baño, una alacena más vacía que llena... Subiendo las escaleras despacio, con el arma en la mano, te resulta inevitable mirar a través del ventanal, hacia la playa. Una lancha con cinco soldados alemanes uniformados está llegando a la costa y desembarcando. El sol, que ya está bajo, produce unos reflejos curiosos a unas pocas millas mar adentro, sobre la superficie del agua: un submarino.

Apenas tienes tiempo de maldecir a los inoportunos invitados cuando una detonación en el segundo piso te tira al suelo y rompe el ventanal. Te incorporas de nuevo y terminas de subir las escaleras para ver un boquete abierto en la fachada de la casa por el que ves a tus compañeros en el exterior y un despedazado Sr. Júpiter, si es que ése es su verdadero nombre, cubriendo de sangre, carne y huesos un aparato de radio similar al encontrado en el carbonizado faro de Abner. Arriba, la última planta contruida en forma de torreón, está cerrada por una puerta de madera.

Una detonación levanta una polvareda y una repentina lluvia de piedras y madera. Cuando la brisa de la tarde dispersa la nube, a través del boquete abierto en la fachada sólo alcanzáis a ver una mesa con algún tipo de aparato sobre ella. También alcanzáis a ver una figura entrar en la habitación donde ha detonado la granada, así que amartilláis de nuevo las armas y apuntáis, pero allí arriba aparece Anne-Sophie. "Esa jodida francesa ha conseguido entrar", pensáis para dentro, o para fuera, no estáis seguros...

La visión de aquel grupo le había preocupado, desconocía si sus compañeros lo habían llegado a ver o no. En cuanto sube y ve el despedazado cuerpo de aquel polaco

Dichoso desgraciado.

Investigando un poco la habitación se encuentra aquel aparato de radio tan similar al que habían encontrado enlos restos de aquel faro; pero en especial su atención se había puesto sobre aquella puerta de madera que cerraba la puerta de arriba. En el momento que ve a sus compañeros apuntándoles con sus armas vuelve otra vez a prestarle atención a lo que había alrededor, y acercándose a aquel hueco

¡Escondéos! ¡Hay cinco alemanes desembarcando en la costa!. ¡Tienen una especie de sous-marin!... ¡Submarino!

Vuelve a registrar cerca del cadáver en busca de alguna granada extra que el tirador dejase sin utilizar. Mientras que agarra la radio para llevarla consigo

Estos alemanes seguro que saben cómo abrir esa puerta, e incluso podríamos emboscarlos una vez bajen de la casa. Tengo que volver con mis compañeros

A David le volvió el alma al cuerpo, cuando vio que Anne era la figura que habían visto deslizarse dentro de la habitación.

“Gracias a dios, pensé que había uno más de ellos. ¿Cómo hiciste para…?” se interrumpió y negó con la cabeza. “Olvídalo, eres Anne, así es como lo hiciste. ¿Estás bien?” se giró para ver al resto. “¿Todos estáis bien?”

Miró alrededor, al estropicio dejado por la explosión. Notó que había una radio idéntica a la de la casa de Abner. Anne les advirtió que cinco alemanes estarían llegando a la casa desde un submarino y que debían esconderse. David pareció sorprendido.

“¿Cómo lo sabes? ¿Los escuchaste conversar por la radio?” Meneó la cabeza. “Está bien, no importa. Entonces supongo que hacían una cadena de comunicaciones. Abner se comunicaba con esta casa y ellos, a su vez, lo hacían con alguna ubicación cercana a la costa.”

Pensó por un momento y se acercó a mirar por la ventana.

“No es necesario que nos escondamos en la casa, de hecho, eso nos pondría en desventaja. Podemos escondernos en el bosque, eso nos permitirá verlos llegar, establecer sus posiciones e incluso rodearlos y atacar por sorpresa.”

Mas disparos no por favor... quizas deberiamos irnos no vamos a sacar nada en limpio siendo el objetivo de mas disparos- una vez llegado juntos sus compañeros Hans ya se estaba arrepintiendo de saltar la maldita valla al ver que mas amenzas se le acercaban-  debemos ponernos a salvo cuanto antes no sabemos que armas traeran y lo que pueden hacer, corramos de vuelta al coche antes de que 5 se conviertan en 10

Anne baja con la radio en mano acercándose a sus compañeros.

Esos nazis están al caer, si están aquí deberá haber algo interesante. Deberíamos quedarnos para ver que es, pero no aquí,  escondámonos.