Partida Rol por web

La comisaría se encontraba próxima, a escasos metros del edificio municipal. Por lo que apenas pudieron procesar los primeros indicios de que algo pasaba en aquel lugar, tan sólo una sospecha, una insinuación y por supuesto la repentina desaparición de Miranda.

La comisaría era una moderna construcción de ladrillo visto, sin apenas huecos lo que permitía que los viandantes fantasearan con lo que ocurría en el interior. La verdad era mucho más anodina: apenas dos pares de agentes uniformados yendo de un lado para otro, otros rellenando informes rutinarios en la mesa, de no ser por el uniforme aún creerían que seguían en el Ayuntamiento.

-Buenos días soy el agente Smith. ¿En qué puedo ayudarles?

—Buenos días, agente —dije tendiéndole la mano—. Verá, nos gustaría denunciar una desaparición.

Chambers no sabía muy bien qué buscar en la comisaría. Se mostraba un poco escéptico por la ayuda que les pudiesen brindar los agentes del orden locales sin tener realmente nada sospechoso con lo que irles a cuestionar. Sin embargo, al entrar en la comisaria, tuvo una idea. Quizás la más estúpida de todas, pero podría servir de excusa para investigar qué diantres pasaba en aquel pueblo.

—Somos forasteros y estábamos de paso por el pueblo. En realidad vinimos a visitar a un conocido en el psiquiátrico el día de ayer y para pasar la noche nos hemos albergado en "El Reposo de Amanda". Lo cierto es que ayer éramos cuatro personas: nosotros tres y nuestra compañera la señorita Thornton. Al despertarnos esta mañana, resulta que la señorita no se encontraba en el motel y nos resulta extremadamente raro, por no decir imposible, que se haya marchado sin habernos dado explicaciones ni haberse despedido siquiera.

Se aclaró un poco la garganta antes de continuar.

—Hemos oído algunas historias sobre "los locos de la colina" y la verdad es que estamos muy preocupados. Pensamos que quizás la hayan podido raptar o le hayan podido hacer algo a nuestra compañera. ¿Podría ayudarnos señor Smith?

-Tsk-. Chasqueó el agente-. Por lo que cuentas lo mejor es que veas al jefe. A ver seguidme.-Les indicó al tiempo que les hizo pasar hasta la parte posterior de la comisaría, allí se encontraba el hombre de más rango como así le delataba su atruendo. Aunque de aspecto joven, su cabello era cano y rematado por un sombrero

-Señor White, vienen aquí unos para denunciar una desaparición, afirman que puede tener que ver con los de la colina. Supuse que te interesaría.

-Está bien, yo me encargo. -Le despidió con un gesto de su mano. A continuación les enseñó un par de sillas que se encontraban delante de el y les invitó a sentarse.

-Por favor cuéntenme.

-Verá, señor White.. Como ya informó mi amigo, nuestra acompañante la señorita Miranda Thornton seha esfumado de un día para otro. No tenía motivos ni ánimo para abandonar la investigación que estábamos llevando a cabo, y esta mañana no apareció en nuestro alojamiento. Es harto sospechoso y estamos averiguando qué ocurrió, ya que no tenemos medios para contactar con ella. Nos han hablado de esa colina.. Por favor, ¿Qué saben sobre ella y lo que allí ocurre?

Smith no quería contar todo lo que salçbían así de buenas a primeras. Prefería tantear el terreno. No sin cierto optimismo, aún confiaba en el buen hacer de los agentes de policía.

-A ver a ver... Caballeros, las cosas no funcionan así. -Les dijo calmadamente el comisario. -Por favor siéntense. -Volvió a insistir- Las primeras horas son cruciales pero poco puedo hacer si no sé nada... A ver, ¿alguien tenía algo contra ella?... No os reconozco de por aquí, ¿qué asuntos tienen por estos lares? ¿Pueden estar esos asuntos relacionados con su desaparición?-Disparó varias preguntas a discrección antes de escoger una de sus plumas y tras sujetarla en sus labios abrió una libreta que extrajo de uno de sus cajones.

-¿Y bien?

En esta ocasión, con la policía de por medio, Alan prefería quedarse al margen y otorgar todo el peso de las preguntas sobre sus compañeros. Tenía un mal recuerdo de las veces que tuvo que intercambiar impresiones con la policía en otras visitas a comisaria en sus investigaciones.

A pesar de ser escritor, la elocuencia no era uno de sus fuertes y para tratar de convencer a un policía de algo se iba a necesitar una buena palabrería. Así, usando el método de tirar la piedra y esconder la mano y tras ver cómo el señor Monroe mantenía un perfil bajo, el señor Chambers, con una reverencia y mirando fijamente al señor Smith, le pasó el turno de palabra al periodista.

Estaba claro que le funcionario no era un hueso duro de roer. Jeff se decidió por la táctica del "quid pro quo", e intentar ser parcialmente sincero con el policía para tener acceso a información.

-Verá, somos un grupo bien avenido de investigadores. Planeábamos escribir un libro sobre la zona, hasta que nuestra amiga desapareció de tan misterioso modo. Por eso necesitamos su colaboración.. ¿querría usted ayudarnos?

-No si eso ya lo he entendido caballero. -Dijo al tiempo que se retiraba la gorra para echarse el pelo hacia atrás, a continuación se la volvió a embutir respetando así el código de vestimenta. -Sin embargo salvo que lo que quieran es limitarse a tramitar una denuncia necesito que me den algo para empezar... Así que vuelvo a preguntarles. La persona de la que me hablan, por cierto tendrán que darme su nombre. Lo que venía diciendo, la señorita de la que hablan, ¿ha hecho algo aquí que pueda enfadar a alguien? ¿Tienen un sospechoso en mente? Algo por donde podamos empezar. Según el agente Smith habéis mencionado a los de la colina...

Dejó las palabras en suspenso, tanto su voz así como su mirada denotaban comprensión.

—Bueno, mire agente, no queremos perder el tiempo y mucho menos hacérselo perder a usted, así que iré al grano.

Ayer estuvimos en el psiquiátrico de visita y nos atendió el doctor Freygan. Nos dejó entrevistar a un paciente muy peculiar: el señor Freddy Dawson. Supongo que lo conocerá dada las circunstancias por las que ingresó.

Pues estuvimos en su compañía paseando por las instalaciones y hubo un episodio un tanto extraño. Uno de los pacientes comenzó a gritar por los pasillos. Sé que no debe ser una escena descabellada dentro de un psiquiátrico, pero decía algo así como que ya habían desaparecido varias personas. Al preguntarle a nuestro acompañante Freddy, no negó que fuese producto de la imaginación del que iba gritando sino que efectivamente habían desaparecido algunos pacientes.

Al reunirnos de nuevo con el Dr. Freygan, intentamos hacerle algunas preguntas al respecto, pero las esquivó y nos dio largas con bastante rapidez, invitándonos a marcharnos.

Esta mañana, nos hemos despertado y faltaba nuestra compañera. Se había ido sin previo aviso, algo que se nos antoja, como ya le hemos comentado, bastante raro.

Pensamos que todo esto puede estar relacionado de alguna manera. Y, para más inri, entran en la ecuación esos locos de la colina de los que todo el pueblo habla y de los que nosotros no tenemos ni la más mínima idea de quiénes son.

Ahora que hemos expuesto todas nuestras preocupaciones, ¿podrá ayudarnos de alguna manera, agente White?

-Lo que sospechaba... -Respondió White. -Antes de seguir debo hacer una verificación de vuestros antecedentes.

Descolgó al teléfono, marcó un número de teléfono rápidamente y mientras aguardaba indicó a los tres visitantes que le tendieran sus identificaciones.

-Quería hacer una verificación rápida de antecedentes. Sí... Espero.... -Les dedicó una mirada- Es por seguridad.

-Sí. Preguntaba por los señores Alan Monroe, Jeff Smith, Richard T. Chambers. Sí... -Unos segundos de silencio-.No os suenan verdad. Perfecto, gracias Billie. -Suspiró aliviado en cuanto colgó el teléfono.

-A ver... Lo que os venía a contar... Freygan... No es quién vosotros creéis. Lo sé, sin saberlo os habéis metido en la boca del lobo. Freygan es... Un contrabandista... Un indeseable que se cree por encima de la ley, en este caso la ley Volstead. Lo sé, suena duro tal y como os lo estoy contando. -Se acercó.

-Es el propietario de una destilería clandestina, y la tiene en Stonecrest Hill. -Miró a sus interlocutores al tiempo que arqueó por un momento las cejas. - No tengo pruebas de ello pero todo apunta a eso... Un gran número de camiones con matrículas de fuera del estado han ido y vuelto del manicomio desde que se aprobó la ley, además nunca lo hacen de manera periódica. Así que ya os podéis imaginar lo que lleva en su interior. -Se rascó el mentón antes de seguir hablando:

-En cuanto a su amiga, no es la primera vez que lo hace. Los pacientes de los que hablan... Recibimos los informes del forense... Y pinta la cosa muy mal... Eso sí, prometo que haremos lo posible -Aclaró dejando claro que no iba a revelar más.

- Muchas gracias por la información, oficial. Espero que pueda mantenernos informado sobre el paradero de nuestra amiga y compañera. Gracias otra vez. - Se despidió Alan con un asentimiento de cabeza.

Todo estaba dicho y al historiador no le parecía lo mejor seguir alarmando a la policía, más si ya tenían alguna pista sobre la que seguir investigando.

- Esto no me gusta, caballeros - Susurró a sus camaradas. - ¿Creen que deberíamos acercarnos a ese sitio y visitar a esos locos de la colina? Parece muy peligroso pero es la vida de Amanda la que está en juego. También podríamos ir nuevamente al sanatorio y recabar más información, pero me encuentro confuso. ¿Qué opinan ustedes?

—A mí tampoco me gusta, señor Monroe. El doctor Freygan parece estar metido en demasiados fregados en este pueblo. Podríamos ir también a echar un vistazo a la destilería esa que ha comentado el señor White. Está en Stonecrest Hill, si no he apuntado mal —dijo Chambers mientras pasaba con el dedo unas hojas de su cuaderno—. Aunque yo dejaría esto para más adelante y comenzaría por hacerle una visita a esos locos y ver qué averiguamos de todo esto.

Jeff se revolvió escuchando al agente white, nervioso. No le gustaba nada cómo se estaban enredando las cosas. Agradeció también la información tan valiosa y las opiniones personales del policía, y se quedó hablando con sus amigos.

-Las cosas se complican.. ¿Contrabandistas de licor? No creí que nuestra historia pudiese complicarse más, pero siempre hay algo sorprendente a la vuelta de la esquina. Vayamos a ver a los locos de los que casi todo el mundo nos ha hablado. Debemos ir armados discretamente, pero que nuestra seguridad sea lo primero.

Levantó el bastón que llevaba, y ligeramente pesado, un viejo conocido.

-Yo llevo mi bastón de hierro, que en la casa Corbitt nos salvó y nunca quise dejarlo de lado. Me buscaré más armas, ¡pero pobre de quien se acerque con ganas de hacernos daño!

- Yo solo llevo esta pequeña navaja, por seguridad, aunque preferiría no tener que usarla. No soy bastante bueno con las armas. - Comenta Alan, enseñando levemente la empuñadura de la pequeña navaja que lleva en el bolsillo de la chaqueta.

- Tampoco se manejar muy bien un arma de fuego pero no me importaría llevar una, visto lo visto... - Añadió.

Las palabras del agente aún flotaban en el ambiente: contrabando y tráfico de alcohol desafiando la Ley Volstead. Además utilizando una institución mental como tapadera, tendría realmente una misión atruísta para con sus pacientes o eso fue sólo en sus orígenes. Tal vez lo utilizaba al margen para obtener una inyección económica al margen de los beneficios de la propia institución. Numerosos interrogantes sin respuesta, y parte de las mismas parecían estar en la propia boca del lobo, la colina de Stonecrest... ¿Y cuál es de todas las diferentes formaciones montañosas que rodean el pueblo de Greenwood?

En el exterior cada vez hay más gente y ya no son sólo las amas de casa, las únicas que ven por las calles del pueblo, algunos hombres de diferentes niveles económicos estan empezando a pasear por las calles, en ocasiones acompañados por su familia, en otras simplemente encaminándose a sus confesionarios particulares en una barra de roble.