Partida Rol por web

El sueño fue tranquilo y sereno, incluso reparador. Uno se podría temer lo peor al ir a 'El Reposo de Amanda' especialmente si se tenía en cuenta que era el único alojamiento posible en aquel minúsculo pueblo de apenas 2.000 habitantes.

El registro en aquel lugar no se podía decir que fue algo rutinario, su anfitriona, la señorita Seaforth se encargó de de ello: 

-No se permiten visitas en las habitaciones, no se puede fumar ni beber, menos aún escupir -aquella aclaración despertó su curiosidad- Y por supuesto, no se admitían cheques. -Con aquella bienvenida, hacía ya unas diez horas, les dio a cada uno una llave para retirarse a sus aposentos -Richard ya tenía la suya-. 

Tras una agradable y reparador ducha no tardaron en juntarse los tres varones en el comedor del lugar donde la viuda Amanda Seaforth se afanaba en preparar el desayuno. No tardó en servirles  un buen puñado de rebanadas de pan tostado acompañadas de unas mermeladas y mantequillas que quitaban el hipo. Algo tenía que tener de bueno alejarse de la civilización.

Han pasado unos cuantos minutos desde que sus platos fueron retirados y no había ni rastro de Miranda. Aquello no pintaba bien…

-La señorita Thornton se marchó anoche. Vino a buscarla un hombre muy atento que abonó el importe completo. –Les informó como si adivinase el pensamiento de sus invitados. –Creía que ustedes lo sabrían.

Aquella noche Alan no paró de darle vueltas a la cabeza, tratando de analizar y ordenar la información que habían obtenido durante el día en aquel siniestro sitio. No duraron mucho sus divagaciones pues en cuestión de media hora, el abrazo de Morfeo le hizo cerrar los ojos y caer en un sueño reparados.

Ya de mañana, tras asearse y prepararse para el desayuno, bajó al encuentro con sus compañeros de investigación. El desayuno fue distendido y copioso. Hacía tiempo que el señor Monroe no comía un pan tan casero y tierno como el que servían en aquel lugar. Todo transcurrión con apacible normalidad y salvo algún que otro "buenos días" pocas palabras intercambiaron los asistentes al desayuno, más que un intercambio de miradas mientras masticaban aquellos pequeños manjares que les ofrecían.

Una vez terminado el desayuno recibieron la noticia. La señorita Thornton les había abandonado, o eso parecía.

- Señores, es una inesperada noticia. ¿Alguien sabía algo de esto? Podría ser mi imaginación pero este asunto no me huele nada bien. Miranda nos había avisado... - Comentó a sus dos acompañantes.

-Desconocía eso por completo - contestó Smith a Alan, también extrañado-. Miranda no se hubiese idosin avisar, como bien has dicho.. Y además vinieron a buscarla. Un desconocido, que abonó la cuenta.. Eso sí es raro. Me da mala espina. Creo que Miranda, que estaba aquí por su propia voluntad, nos hubiese advertido en caso de querer irse.

Realmente daba qué pensar. Se sentó a desayunar sin hambre, pero un café siempre le venía bien. 

-Quizás podamos ponernos en contacto con elaçla, o averiguar qué ocurrió. 

—Como bien decís, es un tanto extraño. Ustedes la conocen mejor que yo, obviamente, pero no se le veía con ganas de zanjar este entuerto y volverse a su casa tan pronto. ¿Sabéis si tiene teléfono en su domicilio?

Richard observó que la señora Seaforth, que había preparado un desayuno exquisito, apareció para retirar unas tazas de café. Se acercó con premura a ella, antes de que pudiese volver a esconderse en lo que parecía ser la pequeña cocina del hotel.

—Señora Seaforth, muy bueno el desayuno. La mejor mantequilla que he probado en años. Verá, estamos un poco preocupados por nuestra compañera. ¿Le importaría que le hiciese algunas preguntas muy breves? —Comenzó mientras sacaba el pequeño bloc y el lápiz del bolsillo de su chaqueta—. ¿Recuerda sobre qué hora se marchó la señorita Thornton? Y el caballero que vino a recogerla, ¿dijo cómo se llamaba? ¿Podría usted describirlo?

Desde luego que no podía decirse que aquella pregunta le pareciese rutinaria a Amanda Seaforth quien miraba ojiplática al trío de hombres que la interrogaban. 

-Huy, huy, huy... De verdad que no me esperaba esa pregunta. Ustedes galanes tienen asuntos de cortejo con la señorita. Pues no sabría decirle. Era tarde, bien entrada la noche, no era cosa apropiada debo deciros. Sin embargo qué va a hacer una si le aparece el padre o quien quiera que fuese el caballero, apenas le vi la cara en la oscuridad sin embargo no era atractivo y era maduro. -Aprovechó aquel momento para tomar un poco de aire antes de retomar su reteahíla.

-La llevó a su coche debo deciros, no lo vi, para cuando me llamó vi a la señorita en el coche durmiendo la mona. Y por supuesto pagó su estancia completa. Un poco seco ahora que lo pienso, tal vez no sería hablador. Eso es todo lo que recuerdo- Confesó concluyendo así la historia

-Perdonadme pero no quiero ser entrometida... Saben, saben hasta cuando piensan quedarse, que me voy a acercar ahora al mercado a hacer la compra y es por saber si necesitan la comida o la cena. Van incluídas en el alojamiento.

—Oh, para nada —responde el señor Chambers—. Simplemente estábamos un poco preocupados por ella. No esperábamos que se marchase tan pronto, y menos sin despedirse. Por casualidad, ¿no habrá anotado su nombre en algún registro del hotel? Sería de gran ayuda para poder ponernos en contacto y asegurarnos que se encuentra perfectamente.

Respecto a nuestra estancia, intuyo que vamos a pasar unos cuantos días. Por mi parte, ya le adelanto que no me quedaré menos de dos semanas más. En cuanto a mis compañeros, bueno, no puedo hablar por ellos, pero yo contaría con al menos un par de días más —añadió guiñándole el ojo a la señora Seaforth.

En aquel momento, Alan eludió responder a las preguntas de su actual casera. En su lugar, asintió a las palabras de su compañero escritor para apoyarlas.

- En efecto, señora. Creo que el señor Chambers tiene razón. Puede que debamos permanecer, al menos, un par de días más debido a nuestro trabajo conjunto. Si es tan amable de atendernos en su negocio, por supuesto.

Su idea era no llamar demasiado la atención sobre aquello. Tampoco quería que la dueña del establecimiento entrase en alarma por una especie de secuestro o algo parecido. Tendrían que hablar entre ellos, tan pronto se apartase la mujer y ver que acción tomar al respecto.

-Mi querida señora Seaford, despreocúpese usted de las cenas. Me temo que ha alojado a un grupo un poco bohemio en cuanto a horarios fijos. Si contamos con alojamiento, que es lo importante, las comidas y cenas creo que podremos conformarnos con lo que haya. No nos espere a horas concretas, por favor. Hoy mismo tenemos cosas que hacer, y precisamente hemos de hablar sobre ello -con el mayor encanto posible, Smith hizo una reverencia -si puede disculparnos..

Sin duda la intención de la buena señora era loable, pero su efectividad respecto a la súbita desaparición de la señorita Thornton dejaba mucho que desear.

¿no habrá anotado su nombre en algún registro del hotel? Sería de gran ayuda para poder ponernos en contacto y asegurarnos que se encuentra perfectamente.

-Ayyy -Suspiró la viuda profundamente-. Sólo soy una pobre viuda que regenta esto para no estar sola. No sé nada de registros. -Dijo al tiempo que se llevaba las manos a la cabeza, no tardó en calmarse con las palabras de sus interlocutores. 

-Descuide señor Smith, os dejaré algo preparado en la cocina para cuando vuelvan... -Dijo con una sonrisa-. Así que un par de días. -Murmuró para sus adentros antes de marcharse, entonces salió de la cocina para al poco volver embutida en un abrigo con un monedero en la mano.-. Cuando terminen déjenlo allí, que cuando vuelva del mercado lo recojo todo. 

El sonido de la puerta delató que volvían a estar a solas.

-Caballeros -dijo Smith-, ahora que nuestra eventual casera no está, he de decirles que me extraña muchísimo la repentina desaparición de la señorita Thornton. Amanda no nos dejaría de cualquier modo, sin avisar. Me pregunto si ésto no tendrá algo que ver con nuestras pesquisas.. 

Hice una breve pausa antes de continuar:

-Ayer pergreñamos un plan de dividirnos en dos grupos  e ir tanto al ayuntamiento como al periódico, a hacer averiguaciones. Ahora Amanda no está, ¿les parece bien si cambiamos el plan y vamos los tres a ambos sitios? Confieso que no me siento cómodo yendo solo a los sitios, visto las desaparición de nuestra amiga. Aunque si alguno quiere ir por su cuenta, aceleraremos el proceso sin duda, jaja.

- Sin duda, Jeff. Por lo que conocemos a Miranda, no es mujer que se ausente así por las buenas, mucho menos saliendo a hurtadillas por las noches en compañía de hombres. Todo esto es muy raro. Deberíamos movernos hacía el ayuntamiento y si, estoy conforme en que vayamos los tres juntos.

Con un gesto serio, procedió a levantarse, ya con el desayuno acabado. Lo siguiente sería recoger su abrigo del perchero y ponerse en marcha. El día y su investigación acababa de comenzar.

—No puedo hablar por ella, ustedes la conocen mucho mejor, sin lugar a duda. Pero es cierto que no parecía ser de ese tipo de personas, como bien dice usted señor Monroe.

Y estoy de acuerdo con usted, deberíamos ir al ayuntamiento para ver el registro civil. Quién sabe qué podemos averiguar allí sobre el manicomio.

Richard cogió su abrigo y sombrero y salió siguiendo al psicólogo. No puso un pie en la calle cuando ya tenía encendido su habitual cigarro mañanero.

-Vayamos juntos, entonces, hacia el ayuntamiento. Seguro que entre los tres conseguimos desenmarañar este enredo- afirmó el periodista, cogiendo su sombrero.

El edificio del Ayuntamiento destacaba en la plaza del pueblo, no por su edificación la cual pasaba desapercibida junto a los edificios aledaños; si no por la gran bandera de barras y estrellas que ondeaba en su frente delatándole como un edificio público.

En el interior lo primero que advirtió el trío fue la presencia gris de un funcionario que estaba más entretenido en leer el periódico que en percatarse de los recién llegados. 

-Gestiones a la derecha, consultas a la izquierda. -Dijo antes de que alcanzasen a decir algo sin hacer ademán de abandonar la lectura que le tenía enfrascado. Desde luego que no se podía decir que era un hombre enamorado de su trabajo.

La parsimonia y malos modales del funcionario no dijeron nada bueno de aquel pintoresco ayuntamiento. No obstante, Alan si era educado y saludó.

- Buenos días. - Se limitó a decir, ya que aquel hombre no se dignó ni a mirarles a la cara. Después, giró su cabeza hacia sus dos compañeros para añadir algo.

- Izquierda, pues, caballeros. Espero que el resto de funcionarios sean de otro talante...

A pesar de los malos modales del funcionario, Richard decidió probar suerte y ver si podría entablar una mínima conversación con el fin de que les facilitase los trámites.

—Buenos días, caballero —comenzó acercándose al mostrador—. Gran partido de béisbol el de anoche, sin duda. ¿Podría decirme cómo quedaron los Boston Red Sox frente a los Oaklands Athletics? Este año están jugando divinamente y están a punto de llevarse la Liga Nacional de nuevo después de tantos años. Esta mañana con las prisas no he podido ni mirar el periódico.

Esperaba que la charla amigable de Chambers surtiese efecto, y no comenté nada. También mi estrategia hubiera sido esa, la de ser simpático con quien parecía morder.

Aunque estaba poco convencido de que fuese ese funcionario a quien necesitábamos ver, al menos era un comienzo. Observé a nuestro alrededor, a ver si algo nos indicaba algún detalle importante, y esperé la respuesta del voraz lector.

El hombre bajó brevemente el periódico mientras dedicaba a su interlocutor una mirada de asombro.

-Serán los Philadelphia Athletics. -Corrigió-. Ganaron, costó pero al final acabaron imponiéndose, cagoentodo cómo se les ocurrió vender a Babe Ruth. Bueno venga parece que no me vais a dejar estar al tanto de lo que pasa en el país. -Protestó resignándose al tiempo que doblaba el periódico de cualquier forma y lo depositaba sobre su mesa.

-Contadme, qué es lo que necesitáis.