Partida Rol por web

Smith siguió atento a la conversación. Freddy era todo un personaje, y sus amigos parecían encajar bien su poca locuacidad.

-Las sombras... Son las sombras- respondió a la pregunta de Monroe -¿Cómo puede haber sombras durante la noche si aquí dentro no hay luz?- preguntó más para sí mismo que para sus visitantes.

-Dormir es casi imposible con ésas voces parloteando si cesar día y noche- dijo mirando hacia un punto de la habitación con cara de fastidio.

Se escucharon unos pasos en el exterior, eran demasiados para tratarse sólo de Ben Thomas. 

-Oye tú, ¿te has enterado de lo de de lo de Ambrose Morven? -.Preguntó la primera voz. -No, ¿quién?- Tampoco era Thomas.

-Joder el de la crisis nerviosa por exceso de trabajo. -Ah sí. Le contestó la segunda voz -. ¿Qué? ¿También? -Silencio, debían de estar gesticulando, pasaron uno, dos... cinco segundos-.  Shhh por ahí viene Ben, no le gusta que hablemos de eso, vuelve a tu sitio.

Aquellas palabras no tenían ningún sentido

En aquel momento, Alan y sus dos compañeros, Miranda y Jeff, se miraron con gesto serio. Se dió a entener por medio de su lenguaje corporal que ambos habían escuchado esas palabras de los celadores de fuera de la habitación. Algo no cuadraba o no sabían todo sobre el asunto. Tendría que pensar en ello, pero no parecía que fuese el mejor momento.

Volviéndo de su ostracismo, despejó la mente para centrarse en su interlocutor y parte del motivo de la visita a aquel manicomio para dementes.

- Díganos, señor Dawson, ¿A qué voces se refiere? ¿Solo las ha oído usted? - Una luz se encendió en su cerebro y se vió obligado a lanzar su siguiente pregunta, tras un receso de dos segundos, mientras seguía esperando por el enfermo una respuesta.

- ... Por cierto, ¿Conoce al señor Ambrose Morven? - La caña había sido lanzada y ahora solo quedaba esperar a ver si el pez quería morder el anzuelo y arrojar algo más de luz a aquel asunto.

Freddy se encogió de hombros en su rincón.

-Por las noches estoy solo entre éstas cuatro paredes. Por lo que supongo que sí, que solamente las he escuchado yo. Desconozco su procedencia exacta, pero, aunque suenan dentro de la habitación, sus propietarios no se encuentran aquí, probablemente ni siquera se encuentren en nuestro mismo plano de existencia-.

-En cuanto a Ambrose, si, le conocía- dijo poniendo énfasis en esa última palabra, para dejar claro a sus interlocutores que él también tenía oídos y había escuchado la conversación extramuros -Un buen tipo. No estaba... Bueno ya saben, como la mayoría de los internos. Le metieron aquí por una crisis nerviosa, demasiado estrés en el trabajo, por lo visto. Un día intentó agredir a otro tipo o algo así y le trajeron a Greenwood para que se tranquilizase un poco...- dijo sin ningún tipo  de emoción en su voz. Estaba claro que tener un vecino más o menos en aquél lugar le traía sin cuidado.

Bien dicho, Alan ,asintió sin palabras Smith a su amigo cuando éste preguntó por el Morven del que hablaban los celadores al pasar. Parece ser que algo grave podría haberle pasado, si es que no estaba muerto ya.

Cosas extrañas sucedían en este enigmático y terrible lugar, algo que retrotrajo al periodista a sucesos del pasado.

-Freddy.. pero, ¿de qué sombras te refieres? ¿Están en tu celda y te hablan? ¿Qué te dicen?

La ceja derecha de Fred se arqueó hacia arriba al escuchar las preguntas del periodista, era reacio a las entrevistas, pero había aceptado a regañadientes por una buena suma de dinero que le esperaba en su cuenta bancaria una vez fuera de aquel lugar y la posibilidad de dar a conocer su caso y sus experiencias. Eso era una cosa, que le acribillaran a preguntas como si fuese un criminal o un... uno de los internos comunes del centro le irritaba profundamente.

-Señor Smith, creo que usted y yo hemos hablado suficiente para que esas preguntas sobren- dijo muy serio -Las sombras no son sombras "normales", parecen sombras, y eso es lo que me intriga, como pueden materializarse sin luz- dijo en tono académico, como dando una lección a unos alumnos de primer año de carrera.

-En cuanto a lo que dicen... Bueno, en eso no puedo ayudarle, no hablan en nuestra lengua y no, no hablan conmigo, hablan entre ellos. He llegado a pensar que son simples vigilantes u observadores, pero no por ello son menos molestos- sentenció con su habitual gesto de fastidio.

Entonces la puerta se abrió interrumpiendo aquella conversación que empezaba a adquirir tonos funestos. Benjamin Thomas no tardó en volver, esta vez acompañado de un caballero en el que lo que le hacía destacar era un poblado bigote que cruzaba su rostro.

-Caballeros, señorita, traigo visita... Es un escritor. No, no tranquilo -Se apresuró a corregir al ver el rostro furibundo del señor Dawson-. Está conociendo el psiquiátrico pues será el tema de su próximo libro. Acabo de hablar con el Doctor Freygan, me ha dicho que es positivo para ti que interactúes con gente, incluso os ha dado permiso para moveros por toda la institución, podéis estar incluso en los terrenos. Donde no podéis estar es en el ala clínica. Lo normal vamos.

-¿No te alegras Freddy?- Le preguntó antes de marcharse dejando la puerta entornada.

Mirando al recién llegado, Alan asintió con su cabeza en dirección al mismo.

- Un escritor... Interesante, puede tratarse de alguien culto o que estudie los temas paranormales.a todas luces estamos aquí por algo extraño a,juzgar por las palabras del enfermo. - Pensaba interiormente el historiador.

- Soy el señor Monroe, Alan Monroe. Licenciado en Historia y estudioso de lo oculto. Sea bienvenido señor... - No oyó el nombre del escritor, pero mientras le miraba con una sonrisa le acercó la mano para estrechársela. Utilizó una fórmula educada para solicitar su presentación y conocer el nombre del recién llegado. Cualquier ayuda en el asunto seria bien recibida por el.

Al abrirse la puerta el escritor no pudo ocultar su cara de sorpresa al encontrar allí reunida a tanta gente. "¿De verdad era bueno para el enfermo estar rodeado de tantas personas?", pensó.

Al ver aproximarse a uno de los caballeros allí presentes, se echó la libreta bajo el brazo izquierdo y le cogió la mano que le estaba tendiendo.

—Chambers, aunque pueden llamarme Richard —añadió desviando la mirada al resto de contertulios—. Encantado —volvió la mirada hacia el señor Monroe y le devolvió la sonrisa.

El escritor procedió a saludar al resto, dejando al supuesto enfermo para el último lugar.

—Como ha comentado el señor Thomas, soy escritor y tengo en mente una novela que acerque a la gente el desconocido mundo de los psiquiátricos. Me suena su cara, señorita, ¿no nos conocemos de antes? —preguntó al apretar con delicadeza la mano de la dama y continuó hacia el personaje que realmente le causaba interés en aquella sala—. No se preocupe, señor Dawson, únicamente estoy interesado en saber un poco sobre el funcionamiento de este sitio. No tengo intención de atosigarle con preguntas ni publicar nada de lo que me diga; aunque sería un placer para mí poder oír su historia y todo aquello que pueda contarme sobre la vida en este lugar.

La habitación en condiciones normales de le antojaba pequeña, cuando entraba Freygan acompañado siempre por Benjamin, aquello parecía atestado. Cinco personas desde luego era inadmisible.

Cuando el celador comentó que el director consideraba beneficioso rodearle de desconocidos en los que no confiaba y que le miraban como a un bicho raro tuvo que esforzarse para que no se le escapara una carcajada. Pero claro, era el mismo  que, una vez por semana le inyectaba insulina para "curarle" una enfermedad que no tenía... Su criterio médico era más que cuestionable.

-¿No te alegras Freddy?- 

-No quepo en mí de gozo- susurró poniéndose en pie. Saludó con un gesto al recién llegado. Estaba empezando a cansarse de tanta visita.

Se abrió paso entre  la muchedumbre teniendo mucho cuidado en no tocar a nadie mientras murmuraba una retahíla de palabras prácticamente inaudibles.

Cuando se encontró fuera de la habitación pudo respirar por fin.

-Demos  un paseo- dijo a los ocupantes de su celda.

El enfermo, pese a las apariencias y al encontrarse en aquel horrible lugar, el psiquiátrico Greenwood, parecía bastante cuerdo cuando se dirigía a los allí presentes. al salir de su celda, fue la impresión que le dió a Alan.

El historiador observó detenidamente a Dawson quien, con gesto impasible, salía al exterior desde su celda de aislamiento. Parecía que aquello le sentaba bien. No deseaba saber de primera mano que se sentía en algún tipo de cautiverio similar al de aquellos enfermos.

- Y, señor Dawson, ¿A dónde nos dirigimos? - Preguntó sin saber bien porqué. Más bien por tratar algo de conversación mientras seguía los pasos del enfermo. Estaba claro que todos lo seguirían.

Era algo inusual el ver a un interno fuera de su celda en un manicomio como el que se encontraban, pero al ser Freddy, Smith no se sintió incómodo. Ya lo conocía y sabía que no representaba un peligro.

Siguió a Dawson en su paseo. Sin duda él sabía a dónde quería ir, o al menos conocía el lugar mejor que el periodista. Aprovechó para seguir entablando conversación con él.

-Me alegra que puedas disfrutar de algo de libertad, Freddy. Estar ahí encerrado no es nada agradable. Podría preguntar.. ¿cómo terminaste ahí? ¿Quién te.. trajo aquí? -le costaba pronunciar la palabra "manicomio" delante de un interno.

Sin saber a dónde iban, ni interesarse demasiado, el escritor siguió al grupo en aquel paseo por el psiquiátrico. "¿Qué haría un grupo tan numeroso visitando a aquel pobre desgraciado?", no pudo sino pensar.

Chambers aceleró disimuladamente el paso hasta alcanzar al señor Monroe.

—¿Y qué hacen ustedes aquí, señor Monroe, si no es muy descarado preguntar? —rápidamente se dio cuenta de que la pregunta podría ser demasiado directa y entenderse como una falta de respeto—. Quiero decir, ¿conocen al señor Dawson de algo?

- Oh, no señor Chambers. Me temo que no conozco al señor Dawson, al menos no más que usted mismo. - Contestó al escritor ante su pregunta.

- Tanto Miranda como yo mismo colaboramos en una investigación del señor Smith. El está escribiendo un artículo para su periódico y nos pidió asesoramiento en este caso... Poco más puedo añadir, lo siento. - La verdad es que poco o nada más sabía al respecto el bueno de Alan, que seguía con paso parsimonioso el camino marcado por Dawson.

—Bueno, al menos tengo respuesta sobre la duda que me asaltaba acerca de su motivación en el psiquiátrico —agradeció alegremente al señor Monroe—. ¿A dónde estaremos yendo? —lanzó la pregunta esta vez al aire, esperando que cualquiera pudiese responderla.