Partida Rol por web

Marcel está acostumbrado a dejar caer unas monedas para conseguir lleva a cabo sus objetivos cuando tenia que cruzar montañas o obtener el material para poder realizar el contrabando. El problema es que no tenia ni idea de que cantidad seria la usual para un caso como ese teniendo en cuenta que llevaba 10 monedas de plata. Usaria el truco de mostrar solo una y intuir por la reacción del hombre si era suficiente o no.

No dijo nada. De hecho Francisco habia demostrado que su habilidad para conversar con el grupo de gente era muy superior a la suya. Solo asintió levemente al oir lo que el hombre decia y sacó una moneda de su bolsillo con un gesto teatral y la levantó a la altura de los ojos mientras la hacia girar con las yemas de los dedos. 

El hombre hizo un gesto con la mano y alzó el dedo índice y corazón, de intuir era que se refería a que quedría dos monedas por la información.

Marcel dibuja una sonrisa de malicia y aprovación ante el gesto del árabe. Busca su empatia para conectar con él. Sabe que el precio es correcto, pero también espera que la información sea lo más precisa posible. Antes de obrar, pero, hecha un vistazo rapido y con malicia al resto del equipo, no porque dos monedas le parezcan una gran suma, sinó simplemente para que su desición de pagarlas sea asumida por todo el equipo. 

La desenvoltura de Marcel sorprendió a Francisco el cual asintió con la cabeza hacia su compañero y dió un paso atrás para colocarse a la altura del maqui, manteniendo siempre a las chicas detrás.

Hicieron un corrillo para escuchar las palabras de aquel hombre, a la vez que asía la empuñadura de su daga en el caso de que lo que saliese de su boca no fuese lo que aquellas dos monedas de plata habían pagado.

El hombre comenta a la patrulla que Abderramán está efectivamente en la ciudad, no obstante, se ha ocultado de las vistas de casi todos y ha buscado un refugio que le sea del todo seguro, con gente sensata, para ello ha recurrido a un familiar lejano de los Omeya, se trata de la casa de Ahmed, de la familia Omeya, la cual tiene una residencia a las afueras de la ciudad, está protegido por un débil muro de piedra no demasiado alto, cuentan con varios hombres y mujeres de servicio y se dedican al comercio por el mar.
 

Agradezco la información mientras hago tintinear las monedas al mismo tiempo que las deposito en la mano de nuestro informador. A continuación me dirijo al grupo.

-Pues que os parece si nos dirigimos hacia la casa y vemos si podemos hablar. Quizá podemos buscar alguna buena excusa para conseguir audiencia con Abderramán?

La idea de Marcel pareciala mas acertada. El único problema era encontrar esa "excusa". Si Abderramán se había tomado tantas molestias para pasar desapercibido, ¿Querría hablar con un grupo de extranjeros desconocidos?

Probablemente no, pero no tenían más remedio que intentarlo.

Agradeció en su lengua al hombre la información dada y se alejó para colocarse junto a sus compañeros.

-Está claro que nuestro éxito en la misión pasa por la casa de Ahmed. Vayamos pues- dijo abriendo la marcha teniendo cuidado de dejar a las mujeres detrás.

Sabía que eso las molestaría, pero era mejor así. Al menos de momento.

-Propongo que nos hagamos pasar por estudiosos que quieren ir a la península y que se han enterado que él va a organizar un viaje. Así juntos nos aseguraremos que cualquier contratiempo sea más facil de resolver...

-Me parece muy sensato. Cómo estudiosos no representaremos un peligro aparente. Aunque no creo que se fíen de unos extraños que se presenten ante el umbral de su puerta- dijo rascándose el mentón pensativo.

No cabía duda de que Marcel era un hombre de recursos. Valía la pena intentar su plan.

-No perdamos más tiempo. Cada segundo es crucial- añadió girándose hacia sus acompañantes y encabezando la marcha hacia las afueras en busca de la casa Omeya.

-Francisco, si te parece bien, diremos que tu eres el estudioso. Veo que dominas el lenguaje y conoces mejor las costumbres. Mi acento me delata y por tamaño es mejor que yo me haga pasar por tu ayudante o tu guardaespaldas... Quizá podriamos adquirir alguna túnica en el zoco que te diera un aspecto más "elevado"...

-Yo no tengo dinero, podríamos negociar un precio, pero tendría que ser con tu bolsa...- dijo en voz baja. No le gustaba deber ni favores ni dinero.

-Como? No cogiste el equipo basico? El intercomunicador y las 10 monedas de plata que nos dieron antes de empezar la misión? Si hombre, estarán en ese zurrón que nos han dado justo en el momento de cruzar la puerta... A mi me quedan 8 pero entre todos tenemos una buena suma.  

-Oh, vaya...- se azoró al notar las monedas en el zurrón. Había pensado que era un adorno del disfraz.

Buscó en deredor un puesto que se adaptase a sus necesidades y se dispuso a negociar una buena prenda.

-De hecho estamos ya lejos del zoco, así que lo mejor será no volver atrás. Pero no te preocupes. Improvisar disfraces es una de mis habilidades. 

Dicho esto, corto una tira de lino de mi túnica y dejo mi atuendo rayando la mini-toga. Con él hago un turbante y le propongo a Francisco cambiarlo temporalmente por su casco.  Repaso el mismo y localizo si tiene algun tipo de detalle o pieza metalica con la que poder fabricar un vistoso colgante. Si no consigo encontrar un pequeño trozo de cordel, (quizá por algun lado lo pueda encontrar) también puedo fabricarlo con una tira de lino trenzada. 

Así mismo le propongo a Francisco que se quite su peto de protección. Ningún erudito va a usar semejante vestimenta. 

Como lo importante también es el contraste, procedo a buscar un trozo de carbón o algo para ensuciarme un poco. Lo importante es que él sobresalga del equipo y si tenemos poco con que alabarlo, la mejor forma es diezmandonos.

-Y recuerda, somos tus siervos. Para darle más veracidad al personaje, debes tratarnos con un poco de desdén.  

Mientras caminamos hacia la casa de Ahmed, me doy cuenta del trabajo tan convincente que he conseguido. En los momentos complicados, el disfraz más simple és, muy a menudo, la mejor opción. 

Me vienen a la mente la tonadilla de una canción infantil. No puedo evitar entonar ligeramente, sin que apenas sea audible para el resto, la melodia del general bum-bum. 

El paseo hasta la casa, al mismo tiempo, me airea las ideas. Caminar siempre es bueno y más si no tienes a la benemerita pisandote los talones. Eso sí, el clima es todo lo contrario a lo que estoy acostumbrado y la calor me está pasando factura. Mmmm... quizá pueda liarme un poco de tabaco y hechar una calada sin que nadie me vea? Sé que sería raro alguien fumando en esta época, pero una caladita nomás...

Se observó con detenimiento.

La verdad es que el maqui había conseguido un trabajo muy logrado con tan pocos recursos. Solamente esperaba estar a la altura.

Su difunto abuelo, o su nonato abuelo, dependiendo del punto de vista de un viajero del tiempo, le había instruido en los conocimientos básicos de su cultura y religión. Si bien era cierto que posteriormente había cultivado su cultura no sabía si eso podría ser suficiente para pasar por un estudioso, pero no tenían otra alternativa.

Utilizó el tiempo que le otorgaba el paseo hasta su destino para repasar mentalmente todo lo que pudo recordar de las lecciones de Muhammed, su erudito abuelo.