Partida Rol por web

No sin esfuerzo, Hess logró sortear la cancela que daba acceso a la mansión.
Poco antes de descender de un salto, escuchó cómo su chaqueta -la única que poseía- se rasgaba.
- Maldita sea... - refunfuñó el escritor cuando aterrizó al otro lado.
Ya se disponía a acercarse a la caseta cuando oyó cómo manipulaban el candado. Al girarse pudo ver al detective con un juego de ganzúas en la mano.
- La madre que lo parió... - James no pudo disimular un gesto de estupefacción. Había echado a perder una prenda magnífica y había hecho el canelo para nada.

Sin ánimos para continuar con su "aventura", aguardó al otro lado de la verja hasta que sus compañeros lograsen acceder al jardín.

A punto de llevarse las manos a la cabeza tras ver las dificultades de Hess al trepar, la atleta pareció aliviada al verlo aterrizar sano y salvo al otro lado. Y libre de aquella horrible chaqueta, aunque el escritor no parecía especialmente contento con aquello. Había que reconocer que el grupo con el que se había juntado no era nadie a quien invitaría a una recepción o a una reunión de alta alcurnia, pero había una parte muy positiva que la atleta valoraba mucho. Por primera vez en mucho, mucho tiempo, no era la persona más rara del lugar.
Seguramente mi madre diría que en el país de los ciegos el tuerto es el rey, pero ¡ey! Al menos no soy la que más h
Tratando de mantener su fachada seria y no esbozar ninguna sonrisa, la joven pasó a traves de la reja con la comodidad de quien no tenía que saltar o trepar por lugares angostos.

Seguramente mamá me diría que en el país de los ciegos el tuerto es el rey, pero ¡ey! Al menos no soy la que más hace el ridículo aquí

Mike puso cara de oops! Cuando vio que el pobre señor James se había rasgado la chaqueta al saltar.

Lo...lo siento señor Hess. Cuando acabemos con la búsqueda del señor Cornthwaite, le prometo que se la llevare a arreglar, o lo comprare otra, lo que prefiera. Intento mostrarle una sonrisa de esas que tan mal quedaban en su cara.

Después de pasar la señorita Adler, el detective espero que pasase el actor antes de cerrar el la marcha.

Los compañeros fueron entrando uno a uno.
Cuando O'Donnell llegó a su altura se disculpó por el malentendido. - No, por Dios. No debe preocuparse - Hess soltó una risotada para quitarle hierro al asunto. - Además, ¡ya iba siendo hora de cambiar el atuendo!
- ¡Ah...! Hacía tiempo que no hacía algo así. Me ha venido bien para recordar mi mocedad. Ja, ja
Desde luego, el trabajo de escritor no demandaba un especial esfuerzo físico; mucho menos en los últimos años, dónde todo se perdía en una oscura nebulosa.

Mientras conversaba con el detective, los demás fueron entrando a su vez.
- ¿Les parece bien si continuamos la marcha?

Si, claro. Robyn no dejaba de mirar el paisaje, casi ajena a la conversación. Desde luego, aunque casi no se acordaba de la casa, sabía que nunca había estado tan descuidada. La atleta comenzó a andar, tratando de esquivar las ortigas y los matorrales. Recordaba vagamente haber charlado con Arthur en la puerta, haber discutido bromeando con su hermano pero desde luego, aquella no parecía la misma casa.  Caminando a paso ligero, la chica intentaba esquivar las malas hierbas, como las ortigas y las zarzas, aunque finalmente acabo con una de esas malditas y urticantes plantas rozándola la pierna.

Ni por todo el oro del mundo metería a Lucille - que así llamaba el actor a su coche, en los círculos de mayor confianza- en aquel campo dejado de la mano de dios... Bueno... Quizás por todo el oro del mundo sí... 

Ya habían tenido suerte de no pinchar en el camino a aquella mansión, con lo que no era conveniente probar al destino. Si el cántaro iba mucho a la fuente se acababa rompiendo... 

Sebastian observó como el detective abría la cancela con una sutilidad innata, tras el tremendo escorzo de Hess ¡¡Eso se avisa antes!!- pensó el actor. Sólo imaginaba el desastre que hubiera sido que James, en lugar de rasgar su americana algo pasada de moda, se hubiera ensartado la pierna con algún saliente ¡¡Terrible!!

Por suerte nada de eso sucedió, con lo que el actor, con su marcada cojera -aquel frío se le estaba calando hasta el mismísimo tuétano- entró el último de la comparsa en aquel jardín desprovisto de los cuidados necesarios. Sin duda, el lugar era de todo menos acogedor... ¡¡Parecía sacado de una novela de fantasmas!!

- Ya cierro yo, señor O'Donnell.

El grupo fue adentrandose poco a poco en aquel jardín ornamental que daba la bienvenida a los visitantes mediante un follaje descontrolado y un ambiente casi opresivo, inundado por la naturaleza descontrolada. A medida que caminaban por aquel jardín carente de luz debido al mal tiempo imperante se sentían cada vez más incómodos, ya que aquella finca parecía un lugar oscuro, verde y bastante húmedo.

Todos se sintieron extrañamente amenazados en aquel opresivo lugar, aunque las plantas fueran inofensivas, la falta de espacio transitable y la oscuridad resultaban bastante lúgubres. Mientras se movían Sebastian tropezó con lo que parecía ser la raíz de un árbol y se enfangó los zapatos y los bajos de los pantalones. 

Muy bien le dijo a Sebastian, y se dirigió hacia el resto del grupo. Empezaron a andar por aquella mini selva en dirección a la puerta de la mansión. Con cuidado intentaba sortear las trampas que aquellas malas hiervas les planteaban. Escucho una maldición detrás de ellos, se giro y vio al pobre Sebastian que había tropezado con una raíz de un árbol. Pobre hombre, con su cojera no debe ser nada fácil caminar por aquí. Necesita ayuda, señor Stewart?

- ¡Más bien unos pantalones limpios! Jajaja...- se rió el actor ante su mala pata. Aquel incidente había echado a perder sus pantalones de muslera bombacha - muy típicos entre cazadores europeos- y ensuciado sus botas de media caña. Igualmente, Sebastian se levantó. Ya no podía hacer nada para remediar aquello y en cierta forma, ese incidente era la muestra de que cambiarse de ropa había sido una elección con criterio.

- No se preocupe O'Donnell. Esto no ha sido nada. Dicen que el barro va bien para el cutis, jajajaja...- y dicho esto, se puso en pie para proseguir entre aquella maraña de arbustos y árboles.

Quizás, pero los golpes no vienen demasiado bien a la piel

Robyn se había ensuciado la parte baja del vestido y sus botas eran un poema a la fertilidad de la tierra, pero sin lugar a dudas no estaba ni un diez por ciento de lo embarrado que se encontraba el actor. Aquello no parecía comenzar con muy buen pie para las ropas de los presentes.
¿Cómo es posible? Tras ofrecer un pañuelo al actor para que tratase de arreglar aquel desastre, Robyn miró a su alrededor algo nerviosa. En el peor de los casos, la casa lleva vacía solo dos semanas... y no me parece propio de alguien como Arthur Cornthwaite el tener todo esto abandonado viviendo aquí. La chica comenzó a inquietarse, ¿acaso había pasado algo más aparte de su desaparición? Sin darse cuenta de que estaba murmurando añadió Incluso si se fuese de viaje habría contratado a alguien para cuidar la casa...y esto lleva abandonado meses...
 

Poco a poco los compañeros iban recorriendo el sendero que conducía hasta la mansión.
El camino era ciertamentre difícil, pues la vegetación se había adueñado del lugar. El ambiente imperante en la zona era opresivo y en cierto modo, angustioso.
En un momento dado, Sebastian tropezó y se ensució los pantalones. Cuando hubo comprobado que se encontraba bien, James comentó con fingida alegría para deshacer los nubarrones de pesadumbre que se habían afincado en su cabeza: - Me temo, amigo, que no vamos a ganar para ropa. Ja, ja, ja.

- En cualquier otro sitio, a estas horas me habrían picado dos abejas, hubiese pisado un hormiguero y los mosquitos se hubiesen cebado con mi cuello. -

Mike sonrie ante el comentario de Robyn, pero entendía lo que quería decir. Ni un pájaro ni un insecto nada, no se escuchaba nada. Eso junto a los huesos tan limpios del camino.... El detective no entendía mucho de animales, pero podría ser que hubiera un gran depredador que se lo comiera todo? Definitivamente prefería las grandes ciudades que estos sitios aislados.

Si es curiosa, la ausencia de fauna... dice mientras siguen avanzando hacia la entrada principal. Por cierto, alguno de ustedes estuvo aquí antes? Algo que me puedan contar de la casa?

El detective parloteaba de algo sin importancia mientras Sebastian aceptaba el pañuelo de la señorita Adler y limpiaba sus pantalones del cremoso fango que los manchaba. De repente cayó en la cuenta de un determinado tipo de vegetación que le resultaba curiosamente familiar. Durante unos instantes intentó rememorar en dónde había visto aquellas flores... ¡¿Una revista?! ¡¿Algún hotel?! ¡¿Alguna admiradora?!... ¡¡No!! ¡¡Nada de eso!!

Tras mucho pensar, el actor llegó a la conclusión de que algunas de esas plantas y flores exóticas procedían de latitudes más sureñas.

- Señores... Creo que aquí hay plantas nativas de Sudamérica... No me pregunten cómo han podido crecer en este clima porque no tengo ni idea, pero estoy seguro de haber visto estas flores en Perú. Para ser más concretos en los alrededores de la ruinas de Machu Picchu... O así creo que se llamaba...- argumentó con cara extrañada.

¿Conocimientos de plantas indígenas? De dónde ha salido este hombre

-Será de alguna de sus expediciones–comentó la joven ignorando el hecho de que las plantas necesitaban calor y ssol, algo que en Massachuset solo abundaba en verano. Sin embargo, siendo Cornthwaite tan rico no le extrañaría que hubiese contratado a biólogos para que investigase la forma de hacerlas crecer. La alteta se dispuso a contestar entonces al detective pero sacó un pañuelo para ocultar un par de estornudos antes. -Disculpe. Sí. Estuve aquí cuando se inauguró la casa. La joven trató de hacer memoria. No recuerdo mucho de su interior, nunca me interesaron aquellas reuniones...pero recuerdo que el salón era muy amplio.

A medida que avanzaban aparecían algunos interrogantes en base a la ausencia de animales en el jardín y de la presencia de aquella exótica especie de enredadera. Súbitamente, finas gotas empezaron a caer del cielo, anunciando la inminente lluvia.

El grupo llegó a la altura de una pequeña senda que se bifurcaba del camino de tierra principal, y que conducía al cobertizo que James había visto desde la verja. Debían escoger si se dirigirian directamente a la mansión o echarían un ojo a aquel cobertizo.

Sebastian devolvió el pañuelo completamente lleno de tierra. Había restregado con esmero su pantalón y la prenda íntima de Robyn había pagado aquella vehemencia a base de restregones. Luego se fijó en la cara de la atleta. Lo miraba extrañado. A lo mejor era por su último comentario... Por lo del Machu Picchu... - No me miren como si tuviera tres ojos, jajaja... Un actor viaja mucho... Sobre todo cuando tiene éxito, jajaja- Se encargó de explicar el porqué de aquel intrigante conocimiento.  

- ¡Qué aspecto más deplorable!...- exclamó el actor mientras a duras penas conseguía avanzar por aquel jardín "selvático". - Perece como si nadie hubiera pasado por aquí en meses. - añadió Stewart mientras intentaba no perder el equilibrio nuevamente y caer a aquel suelo demasiado húmedo y embarrado. Cuando por fin consiguieron salir de la parte más opresiva de la "nueva vegetación" que adornaba aquella finca sacada de una pesadilla, encontraron un desvío del camino principal que iba hacia un cobertizo.

- Quizás deberíamos ir hacia aquella chabola.- señalando la pequeña caseta que anteriormente comentara Hess. Allí podríamos encontrar alguna herramienta de jardinería capaz de ayudarnos a avanzar por esta improvisada maleza.- afirmó con seguridad el veterano actor. Además, si por aquí merodea algún perro rabioso, serámejor que llevemos algún garrote...- y tras decir eso, extrajo la manivela de arrancado de Lucille.

Mike se quedo sorprendido con los conocimientos del Actor. Él no tenia ni idea de plantas, ni en un millar de años abría descubierto que estas plantas salían de Machu-Picchu.

Cuando llegaron a la altura de donde el camino se dirigía al cobertizo que habían visto antes, Mike se lo quedo observando.

Estoy de acuerdo con el señor Steward, ya que estamos podríamos acercarnos al cobertizo antes de dirigirnos a la mansión.

Y empezó a dirigirse hacia allí. Durante unos segundos, tuvo una sensación extraña. Mientras observaba el cobertizo, noto un cosquilleo en el brazo, pero al momento desapareció.