Partida Rol por web

El misterioso alfarero

III. Irrupción en la Casa y Cárcel

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22/01/2014, 13:23
Director

Una vez se terció la noche, Claudia abrió la puerta de la taberna con cautela. Era raro que los alguaciles hicieran ronda en la noche fuera de los muros de la ciudad, como en el barrio de San Ginés, donde aún estábais. La manera de llegar hasta la plaza de la Villa, también llamada de San Salvador (lugar del arresto de Mauro y donde se yerguía la Casa y Cárcel) era por la misma puerta que habíais atravesado horas antes para llegar a la bodega, la puerta de Guadalajara. Cualquier rodeo era innecesario, puesto que en cualesquiera lugar los leves candiles de las callejuelas podrían iluminar a una partida de alguaciles en ronda, por lo que la cautela sería casi innecesaria...

Saliendo de la bodega de Martín (que éste y su hermana quedáronse con ojos dudosos mientras salíais), pusísteis pies por las calles de San Ginés, en dirección a la puerta que daba a intramuros. La noche no era sino un compendio de posibles peligros, pues nadie en su sano juicio (y sin al menos una pequeña hoja metida en la bota) caminaría tan a la ligera por las calles de la Imperial y Coronada, que aunque llena de pisaverdes, arte por doquier y buenos y corteses modales que no evitaban el hambre en los estómagos de uno, peligrosa, cuanto menos, por tantos y tales bandidos y asaltantes; pues en tal situación de penuria y alcahuetería, pobreza y supervivencia casi vana se encontraba la gran capital de su Gran Majestad don Felipe III, reflejo de un país endeudado en las guerras extranjeras y del comienzo de su declive...

Y en habiendo despachado en vuestra mente la imagen del tal Mauro, cruzásteis la Puerta de Guadalajara, caminásteis por el comienzo de la Calle Mayor (recordando cómo por allí habíanse tropezado los alguaciles con algunos de los comerciantes reunidos de día) y enseguida llegásteis a la Plaza de San Salvador. Algún que otro candil reinaba en el lugar, iluminando tenuemente la zona.

Junto al mentidero que allí se formaba y al lado de donde se colocaban los mercaderes (como ese al que al bueno de Hans casi le abren la cabeza) alzábase la Casa y Cárcel. Su frontal constituía el reflejo de un edificio simétrico, moderno, muy trabajado y en plena actividad interna. Tenía dos puertas principales: una daba al ala de la Casa, cuartel de los alguaciles, y la otra a la de la Cárcel, donde aguardaban las celdas de castigo y prisiones para delitos menores.

 

En ninguna había vigilancia, y ambas andábanse abiertas por si un ugencia así lo requería. No sin antes vigilar todas las esquinas y salidas de la plaza, os adentrásteis con sangre frí en la entrada de la Cárcel. Tras cruzarla, un pequeño patio interno se os mostraba (pulcro todo él, sin fuentes o adornos) y en un lateral, metido en un pequeño soportal interior, aguardaba otro portón, mucho más grande que el primero, también abierto.

Éste descendía a través de unos escalones, y a medida que los bajábais, no notábais sino un poco de escalofrío, pues en breves veríais las celdas, los reos y quizá los alguaciles junto al carcelero. Y efectivamente, el reflejo de las antorchas como engarzadas en las paredes os iluminaba la cara, el rostro, las ropas..., y dejaba ver vuestra impresión (alguno más que otro) al ver las cárceles apostadas a uno y otro lado, e incluso por el medio de la estancia... Y alguien os vio, puesto que venía entre un par de celdas...

 

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22/01/2014, 13:28
Carcelero

¿Eh...? -el tipo se paró en seco, al igual que muchos de los reos por allí encerrados clavaron la mirada en vosotros, ante la llegada de tres desconocidos-. El tipo tenía semblante serio nada más veros, y sus muy pronunciadas facciones (gran nariz, gruesos labios y cavidades visuales muy hundidas) le daban cierto aire de temeridad. Os divisó a los tres, tomándose su tiempo con cada uno, mas no tardó mucho en pronunciarse, no sin antes arquear una de sus cejas, con una muestra de indiscreción y extrañeza al mismo tiempo.

¿Qué hacéis aquí...? ¡A mendigar a la calle! -dijo con cierta furia controlada-. Aquel tipo no parecía muy halagüeño, ni en aspecto ni en maneras. Las celdas estaban copadas de presos, y en cada una no había menos de dos o tres reos...

Notas de juego

Podéis hacer una tirada voluntaria de Otear (PER)

Os dejo el esquema de la parte de la Cárcel (el ala de Cárcel) (Como véis, la disposición de las celdas es irregular):

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25/01/2014, 10:39
Braccio da Montone

Apunto estuve de abrir la boca, más finalmente me contuve. Mi acento italiano et mi, en aqueste tipo de menesteres, corta sesera, fizo que esperara por el alemán. Aqueste era el "dentista", et yo sería su... ¿ayudante? ¿y el caracortada su otro ayudante?...

Non pocas ganas dieronme de aplastar mi puño contra la cara del guarda; - ¿¡Mendigo yo?! ¡Malnacido! - Más contúveme otra vez...

Tenía gana de montar un buen alboroto et pendencia en aquella cárcel, et de paso, si tenía la posibilidad, clavarle un palmo de mi vizcaína entre las costillas a aquel guardia durante la confusión.

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25/01/2014, 10:58
Hans el Alemán

¡Cuánta diferencia era caminar con la barriga llena y el cuerpo descansado! Casi podríamos decir que disfruté del paseo y charla con aquellos dos matasietes, Herr Pedro y Herr Braccio, pues ya tratábalos como si fuesen buenos compañeros. Madrid, capital del Imperio, era otra ciudad de noche. No sé si mejor o peor, pero sí distinta.

Cuando entramos en la Casa y Cárcel hube de sacar un pañuelo de la manga, pues el hedor era comparable al de las batallas a toro pasado, cuándo sólo los cuervos y los que recogían los cadáveres andaban por allí. Intenté ver entre los barrotes de las celdas al nuestro objetivo, pero la luz era escasa y he de reconocer que andaba yo un poco tenso y nervioso, que si no fuese el vino, ya habría tiempo que estuviese en otro lado durmiendo.

Al ver acercarse al hombre aquel, puse mi mejor sonrisa de extranjero y exalté un poco el acento alemán a la par que ponía un brazo delante del italiano, uno de los míos ayudantes, para que nos sacase el "instrumental" tan temprano. Antes diálogo y luego acción si fuera menester. Quiteme el gorro y guardando el pañuelo en la manga, hice ostentación de mi maletín de docto en la sangre, heridas y enfermos, a ver si aquel hombre tragaba.

- Buenas noches, caballero. Disculpe nuestra tardanza y las horas, pero mendigos no somos. Soy doctor en medicina y estos son mis ayudantes. - dije mientras señalaba con condescendencia.

Continué:

- Venimos por el que se queja tanto, no se si uno o muchos, para examinar sus humores y comprobar su enfermedad. Sus lamentos pidiendo gracia a los Reyes han debido llegar a buenos oídos pues nos han llamado para mirarlo porque... - dije con cierto tono confidente - hay en la Villa el comienzo de una epidemia, un tifus contagioso, y aquí que no hay buena ventilación pues... caldo de cultivo para dicha maldad del diablo... se manifiesta con quejas, fiebres y gritos, por eso algún vecino de buena familia ha tenido bien a interceder y nos ha mandado para terminar con el escándalo y para hacer un auto de buena Fé.

Hice una pausa dramática para añadirle más:

- Y creedme que si no lo localizamos para sacarlo de aquí... el tifus correrá cual caballo sobre los presos y... mucho me temo, por encima de los carceleros y ayudantes. Es cuestión de harta urgencia y por eso nos han pagado por ello...

Me llevé la mano a la faltriquera porque sabía yo que en las Españas no valían solo palabras, y sacando tres reales de plata los acerqué bajo la nariz del tipo aquel.

- Si sois raudo indicándonos la celda y no obstante los inconvenientes que le estoy representando, os daré una pieza de estas y es más ¡salvaré vuestra salud, que es mejor que el dinero o el amor! 

No las tenía yo todas conmigo pero esperaba que aquel hombre no fuera lector de Hipócrates o Galeno y que presa de la superstición tan honda en aquella tierra nos dejase hacer y poder buscar al tal Martín. 

- Tiradas (1)
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25/01/2014, 18:58
Tomás "Caracortada"

La comida habíame entonado el cuerpo y el vino habíame alegrado el alma, algo que sirvió para tomar aquella encomienda con espíritu renovado. Salimos a las callejuelas en dirección a la cárcel, con un ojo puesto en los recodos oscuros por si algún granuja quisiera asaltar al trío que por allí caminaba, aunque más bien parecía que nuestra sola presencia imponía lo suficiente para que nadie saliera a nuestro encuentro. E incluso, y no puedo decir que no me alegrara por tal motivo, los mangas verdes habíanse apartado de nuestro camino.

Fácil resultonos llegar junto a las celdas. El hedor que emanaba de aquel sitio incluso ofendió mi nariz, acostumbrada a la inmundicia, y un ligero estremecimiento recorrió mi cuerpo sólo de pensar en pasar una sola noche allí metido. Andábame observando todo en derredor, buscando vías de escape y cualquier cosa que nos pudiera servir para salir a bien de allí, cuando el hombre salionos al paso. Inmediatamente busqué la forma de ocultar mi rostro entre las sombras, no fuera que alguno reconociera mi cara, por lo demás bastante reconocible, y pudiéramos tener problemas sin comerlo ni beberlo.

Esperé, reconozco que con cierta impaciencia, a ver si las palabras del alemán surtían el efecto deseado, con la mano descansando indolente sobre la empuñadura de mi acero por si hubiera que actuar a las malas.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Lo de las tiradas ya pasa de castaño oscuro ¬¬

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25/01/2014, 20:04
Carcelero

Nada veía el de la cara cortada, que muchos de los allí reos quedábanse mirándole por la su cicatriz, mas éste volvía el rostro como podía, no por la vergüenza, sino por no darse mucho a ver entre las antorchas fugaces apostadas en las paredes... Sabía que si su negocio de por la mañana, aquellos que lleváronle a la Plaza de la Villa hubieran salido mal (¡y Dios Santo! ¡Qué turbio negocio!), no estaría sino mirando a los que entraran, pues estaría bien dentro en una de esas celdas... Tampoco nada vió fuera de lo común Hans, que bien pareciera estar más pendiente de su discurso* hacia el carcelero que de cuanto aquello pudiera buscar, ya fueran puertas, guardias, al marido Mauro o tan siquiera a fulanos desdentados, que, desde luego, allí habíalos, ¡y muchos! ¡Y mal negocio hiciera si tuviera que sacar sus muelas como oficio de continuo en ese lugar, que poco maravedí vería entre tanta mella maleante...!

Mas Braccio, por contra, no hacía sino preguntarse cómo podría haber dicho el de los cabellos dorados aquello de "sus ayudantes", tan inverosímil a su entender que no estuviera de más el hecho de clavarles allí mismo una dentellada filosa, por vana excusa. El carcelero arqueó una ceja mientras miró a los dos supuestos pupilos del doctor, uno a cada lado, y entonces se giró, miró por entre el pequeño pasillo que hacían dos cárceles, y volvió a mirar a Hans...

¿Ah si? ¡Indicadme cuál es! -instó el carcelero aumentando poco a poco su voz, pues no sabía a quién se refería el Alemán-. ¡Guardias!

Fue entonces cuando tres alguaciles, que no habíais visto por la presencia de por medio de algunas de las cárceles, se personaron tras el carcerlero, colocándose de frente a vosotros. Éste no sabía qué parte de la historia contada por Hans era verdad (sospechaba que aquellas razones no eran tales, pues ¿eran aquellos médico e ayudantes? ¿quién se preocuparía por la salud de alguno de aquellos desgraciados a punto de morir?), pero al menos algo habíale "punzado el espinazo" y cualesquiera duda que tuviera, no dudaría en rebatir la situación, como así fue. Y había llamado a los tres mangas-verdes de guardia únicamente para que acompañaran y delataran, de momento, a los allegados a por el preso:

No hará falta que le miren... -continuó el tipo-. Si enfermos son estos jácaros, sólo les queda la horca y la quema... Y mira que te ahorraremos el trabajo, muchacho -el carcelero reía, como divirtiéndose con sus propias gracias-. Entonces el tipo miró Hans, dando un paso hacia delante, como encarándose un poco-. Que te muevas -girando a su vez la cabeza, como para que marchara hacia el reo que le habían dicho-. ¡¡Venga, hombre!! ¡QUE TE MUEVAS, COÑO! -y le instaba a que fuera celda por celda, buscándolo, dirigiéndose con un aliento repugnante al poco elocuente barbero-cirujano como quien habla a un pasmado o turulato para que espabile...-.

- Tiradas (1)

Notas de juego

*He tirado Elocuencia (COM) por tí, para agilizar la acción.

Creo que el tifus aún no era conocido con tal nombre en el XVII, asique el carcelero hablará de "enfermedad".

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26/01/2014, 12:37
Braccio da Montone

- Fideputas sin sesera. - Maldecía para mis adentros a aquellos desgraciados que, a empujónes, hacíannos internarnos en ese estercolero humano llamado prisión. Quizá un verdadero brote de enfermedad fuera lo que fiziera falta en aquel lugar rebosante de desechos humanos. Et aunque aquellos non fueran muy diferentes de uno mesmo, la diferencia principal era que non habían tenido de la suerte o la sesera para evitar ser atrapados por la larga mano de la ley...

...Ya divagaba yo en mis pensamientos en demasía, et dejéme de tanto pensar et dediquéme mejor a observar. Mis ojos escudriñaron cada celda, cada cara, buscando ansiosamente al tal Mauricio. Una vez lo viera, haríale una señal, tal vez un codazo disimulado en un costado al alemán, pues seguía temiendo que abrir la mia boca y delatar mi acento non causaranos sino problemas... ¿Un doctor alemán, un ayudante italiano y otro ayudante de aspecto inquietante de cara cortada? ¡¿Que eramos?! ¿Médicos sin fronteras enviados por el rey a un cuchitril de mala muerte con el fin de erradicar una epidemia?... Si aquello salía bien haría peregrinación a Santiago, aunque quizá en otra vida puesto que non fazíame gracia alguna la idea, con el fin de agradecerle sacarnos de aquesta...

- Tiradas (1)
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26/01/2014, 23:33
Tomás "Caracortada"

Bien me pareciera que, por unos instantes, conseguiríamos convencer al fulano pero a las claras quedó que no se fiaba del todo de nosotros, ya que fizo llamar a los guardias para acompañarnos en la búsqueda del supuesto aquejado por algún mal, ya fuera real o inventado. A base de empujones y malas formas metiéronos en el interior para que, mirando uno a uno, diéramos con el que buscábamos.

El espectáculo que se nos ofrecía era de todo asqueroso. Yo no es que fuera un tipo fino precisamente, mas la mugre, las ratas, los olores y las caras macilentas y desgreñadas que se oteaban entre los barrotes bastaban para revolver el estómago al más sereno de los mortales. Miraba una a una aquellos muertos en vida a los que, sino la horca quizás el hambre o cualquier enfermedad acabarían más pronto que tarde con su existencia. Pobres desgraciados a los que no les quedaba ni un ápice de esperanza y, con un escalofrío recorriendo mi cuerpo, no puede evitar verme reflejado en ellos. Asco de vida que nos arrastraba a lo peor... Pero por más que escudriñaba entre la oscuridad por dar con la cara del que buscábamos, la del tal Mauro al que teníamos que sacar de allí, no parecía que fuera a ser tan fácil encontrarlo.

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27/01/2014, 00:05
Hans el Alemán

Ay, ay, ay... que te pierde la sin hueso, Hans. Si esto hubiese sido en tierras alemanas seguro estoy que el guardia correría a ayudarnos deseoso de cumplir órdenes. Pero a veces olvidaba que estaba en otros fueros y pensé que mejor callar la boca. Cerré el pico mientras imaginé las caras de mis compinches bajo los embozos, pensando en maneras de abrirle los sesos a aquel hombre, los alguaciles y, no tenía la menor duda, a mí si se terciaba.

En cualquier caso algo había picado la curiosidad del carcelero de fétido aliento. ¡Válgame Cristo! ¿Nadie se cuidaba los dientes en la capital del Imperio? ¡Vaya día desde bien temprana la mañana! Echaba de menos las blancas dentaduras de los negros africanos, que eran un primor. Mmm... ¿cómo tendrían la boca el italiano y el cicatrizado?.

Y con estas que al escuchar la voz del carcelero avancé renqueante y ciertamente remolón entre las celdas, intentando ver la cara del soldado cobarde de los Tercios que veníamos a buscar. Al menos una vez localizado, si conseguíamos que abriese la celda ya no tocaría otra que hacer escándalo hoja en mano, me temía. Pensaba señalar al de al lado en la celda, y luego a ver cómo hacíamos ventura de aquella desdicha y de la incredulidad de aquella gente, consiguiendo encontrar al mozo de la Claudia. ¡Ay, ay, ay! 

- Tiradas (1)
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27/01/2014, 13:30
Carcelero

No hizo falta recorre mucho entre aquellas celdas y aquellos ojos que preguntábanse, desde el interior de sus apestosas celdas y barrotes, qué haríais allí, para encontrar al susodicho. El tal Mauro allí estaba, en la celda de una de las esquinas: agachado, como cuando los árabes oran hacia la Meca, solo que sus muñecas ataban se encontraban, con sus extremos pendiendo de los barrotes laterales, y podíase ver su espaldas toda llena de latigazos, y un charco de sangre en el suelo... Más de momento no dijísteis nada, sino que aúnque sabíais que era él, hicísteis como que seguíais mirando*. Estaba claro que lo habían torturado, habiéndole querido sacar, probablemente, las verdades sobre el tema del robo... ¿Y sabrían ya que era soldado de tercios desertado? Lo más probable es que no: pues hubiera estado en la horca a la vista de una noche en alguna plaza (quizá en la misma de la Villa) o enviado ipso facto a Flandes, camino de Amberes, Gante o cualesquiera ciudad de las guerras del grande nuestro Señor Rey don Felipe el Cuarto...

¿Y bien...? -dijo malhumorado el carcelero habiendo recorrido ya todas las celdas-.

Notas de juego

*No quiero dar por hecho que le señaláis (de hacerlo querrán matarlo inmediatamente). Decidme alguno si le delatáis o no, o simplemente... interpretad.

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27/01/2014, 13:37
Director

En la esquina superior derecha del mapa hay una puerta a otra sala que sólo tu ves. No es que esté oculta ni nada, pero eres el único que lo percibes de momento.

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27/01/2014, 14:03
Hans el Alemán

Notas de juego

¿Está el solo en la celda? ¿Atado con cuerda o cadena? Si es cadena ¿lleva llaves el carcelero que puedan encajar?

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27/01/2014, 14:07
Director

Notas de juego

Si, sólo. Parece una celda de tortura. Son cuerdas lo que lleva en las muñecas.

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27/01/2014, 21:49
Hans el Alemán

Pobre desdichado. Mal me vi yo pensando en que la trasera de aquel hombre bien pudiese ser la mía si no teníamos suerte. Miré a mis "ayudantes" e intenté sacar cuajo, pues en ello iba la vida de todos. 

Con seriedad y profesionalidad como tantas veces había visto hacer al marrano que me había enseñado en el Tercio volví a colocarme el pañuelo en la boca y puse cara, mezcla de espanto, desprecio y prepotencia, que todo ello era capaz pues sudaba ya de terror. Encareme con el carcelero, intentando ser más bravo que él tirando de la medicina.

- Pero ¿estáis locos? ¡¡¿Qué hace ese pobre diablo así?!! ¡Atado y sangrante! ¿Le habéis dejado en carne viva, con su sangre contaminante al aire de este lugar? - dije, estirándome más alto de lo que era, y lo era bastante, buscando intimidar con las enseñanzas de Galeno a aquel carcelero. Sin quitar el pañuelo de la boca y gritando añadí: La dolencia de la que hablaba ¡se transmite no solo por el aire y la bilis amarilla sino por la sangre! ¡Una sola mancha de sangre puede hacer enfermar a todos los sanos de Madrid! ¡No quiero ni imaginar al loco que ha usado el látigo con él! En cuestión de horas empezará a sentirse mal para acabar tieso como una mojama al despuntar el alba ¡Pobre diablo! 

Miré al carcelero con tono acusador pues me imaginaba qué era él el fustigador, aprovechándome de su ignorancia. Me acerqué a la jaula, intentando abrirla cómo con desesperación:

- ¡Hay que sacarlo de ahí! ¡Hacerle una sangría con sanguijuelas! ¡Tal vez quemarlo antes de que contamine a más gente!. De hecho es probable que todo el que no lleve la cara embozada por un pañuelo como yo, estando aquí tan cerca, ya esté empezando a bailar con la Parca - dije, mirando a los guardias y señalándoles con el dedo y asintiendo con cara circunspecta.

Agachándome abrí de nuevo el maletín, sacando las sanguijuelas en su tarro de cerámica, y sin perder de vista la cuchilla de barbear:

- ¡Si no lo tratamos ya y compruebo el equilibrio de humores seréis el responsable de esta enfermedad, buen hombre! ¡No quisiera yo estar en vuestros calzones!

Y me agaché bajo el sombrero, dispuesto a seguir blandiendo la lengua si hiciera falta, o sacar la que cortaba de verdad.

- Tiradas (2)
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28/01/2014, 11:08
Carcelero

Efectimante, los pensamientos de Hans le llevaban por el buen camino, pues era sabido en toda la villa de Madrid que llamábase "carcelero" al tal por el su trabajo en en dicho lugar, pero también porque manejaba tan bien el arco de pipa* como un pisaverde a sus criados... No sólo portaba el manojo de llaves (que concretamente lo veíais asido a su cinturón a la perfección), sino que cualesquiera otra tarea relacionada con los barrotes que pudiérais imaginar, éste era el su encargado (a excepción de las penas de muerte, que no era sino un verdugo con capucha quien hacíalo; aunque... ¿sería acaso también el?)

El caso es que ante tal y tanta supuesta gravedad que decía el Alemán encontrábase el reo, no parecía sino casualidad que debieran llevarle fuera, y curarle, y quemarles e incluso hasta sangrarle con las "sanguijas", cuando había sido detenido por la mañana por crímen de robo y no a un cualquiera... Y el Carcelero lo tuvo en cuenta, mas no se dejó engañar por el rubio cirujano; mas cuando Hans se agachó a por algo, como ya estaban más que alertados los alguaciles de guardia, lleváronse su mano a la empuñadura, metiéndola por la cazoleta...

¡Si no lo tratamos ya y compruebo el equilibrio de humores seréis el responsable de esta enfermedad, buen hombre!

¡Y a mí que me importa! -respondió el carcelero ante aquella insistencia por sacar a un desgraciado mas de la cárcel-.

¡No quisiera yo estar en vuestros calzones!

¡¡ NI YO EN LA VUESTRA PIEL !! -tomóse aquello el tiparraco como ofensa, como desacato, e hizo un gesto con la cabeza a sus tres alguaciles, todo ello ante la atentísima mirada de los reos que allí estaban, que pareciera aquello obra de teatro más apreciada que la que había habido por la mañana en la misma plaza donde se encontraban...-.

Fue entonces cuando los guardias hicieron silbar sus espadas de las carcasas, a puntando como en alto al "médico y ayudantes".

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Tirad Iniciativa (1d10+AGI)

Os aconsejo mirar la escena de "Reglas y Añadidos para "Villa y Corte"", donde aparecen las accione de combate y defensa que podéis utilizar. Ahí también, al final, hay unas notas de combate. Repasadlas y luego tirada INICIATIVA.

Notas de juego

* El látigo.

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28/01/2014, 17:54
Braccio da Montone

- ¡Alleluia!. - Al fin la pendencia que tanto ansiaba llegó... ya casi oía el próximo sonido de los viles metales chocar, et no señores mios, no vos fablo del vil metal que tintinea en sucias bolsas de cuero, que aún es más vil del que vos fablo agora, sino del acero que rasga ropa et carne, et que con el se lleva vilmente la vida de muchos...

...Et con presteza felina desenvainé, mi "mataamigos", así llamaba yo a la mia filosa. Et tan rápido como vió aquesta la tenue luz de las antorchas adopté yo postura de guardia mixta, pues non había nada más desconcertante que una actitud indiferente.

- ¡En guardia malfattori!. - Díxele al bravucón más cercano de la mia filosa.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Triste iniciativa... cuento desenvainar la espada como una acción estandar que gasto cuando me llegue el turno.

Si se puede desenvainar al mismo tiempo la daga de guardamano sin consumir acciñon lo hago también ahora (+1 INI.)

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28/01/2014, 18:10
Hans el Alemán

Agachado tras el maletín me encontré yo recordando tiempos de Tercios al escuchar el silbido de los aceros. La firmeza, la lealtad, el honor, la bizarría, honor y vida... el ejército era una religión de hombres honrados... y los que había en aquella sala podían contarse con los dedos de la mano de un manco parecíame a mi. Esperaba que aquel Martín por el que nos íbamos a jugar los higadillos fuese lo que decía su esposa.

Por un instante pensé que tal vez sería buena idea intentar salvar al pobre desdichado y dejar que mis dos compinches se batieran solos contra cuatro, que bien parecía pudiesen, pero no... teniendo el tarro con sanguijuelas tan a mano, no se me pasó otra cosa por la cabeza que tirárselo al mangas verdes frente a mi para entretenerlo e intentar acercarme al carcelero. Voto a Dios que me siento enojado por la soberbia de ese desdentado, merecedor de una lección. Iba a ver como operaba un doctor pensé para mi mismo mientras daba un paso sacando el espadín del cinto.

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Creo que la opción sería Pelea, ni guardia baja, ni alta ni leches, para entretener al guardia (o abrirle la cabeza) y acercarme con el espadín desenvainado al jefe carcelero. Pero ¡oh! Me acabo de dar cuenta que no tengo Pelea así que será un desastre... pero a lo hecho, pecho. :O

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28/01/2014, 19:43
Director

Notas de juego

De momento tiradme las inicitivas (luego haremos los comentarios en las declaraciones), que yo tampoco he manejado este sistema peculiar de Villa y Corte ;)

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28/01/2014, 21:12
Tomás "Caracortada"

Raro sería que tuviéramos de nuestro lado a la tan mentada diosa Fortuna, puta ella donde las hubiera, que tan pronto te sonreía como te clavaba una daga, llevándose con ella hasta los calzones. Y visto que la treta del alemán no había surtido efecto y los guardias desenvainaban los sus filos prestos a hundirlos en nuestras carnes, encomendeme a los demonios, que esos serían más de ayuda en aquel momento que los ángeles celestiales, y saqué a mi vez el mi acero.

Bien se veía que aquellos otros dos estaban entrenados en el uso de la espada, pues cualquier observador que prestara un mínimo de atención vería la finura de sus movimientos contrastando con la basta rudeza de los míos. Pero allí tratábase de pegar mandobles a diestro y siniestro para salir a bien de aquel lugar, y si podíamos hacerlo con el que habíamos ido a buscar sería mucho mejor, no de una competición de pedantes peleando por ser el que mejores fintas hiciera.

- Tiradas (1)
Cargando editor
28/01/2014, 23:01
Alguaciles de la Villa

Que aquellos tres parecía que iban a descubrir sus filos, o lo que tuvieran, por lo que desenvainamos espadas a la órden del carcelero. Mientras, veíamos al carcelero retirarse de allí, tras nuestras espaldas...

- Tiradas (1)

Notas de juego

Bien, he añadido el siguiente párrafo a la escena de reglas (lo pongo aquí también para tenerlo en cuenta):

--En los casos de Acciones de Movimiento, Ataques a Distancia y Ataques de Melé no hay cambios. Pero en el Ataque Cuerpo a Cuerpo y en las Acciones defensivas los contendientes elegirán dos de las siguientes opciones (ver ilustraciones siguientes) --> son las ilustraciónes de los muñequitos (y sus explicaciones).

--Ahora bien, he añadido reglas propias para usar la Daga de Guardamano en Villa y Corte (este "añadido de reglas" del suplemento está diseñado únicamente para duelos de espadas, con guardamanos en la zurda). Aquí le daremos una utilidad con un par de reglas caseras. Podéis mirarlo en al escena de "Añadido de Reglas".

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+++ Hans y Braccio luchan con espada y dagas de guardamano, por lo que pueden usar las reglas de Espadas (dibujitos) y las de Guardamanao (Caseras).

+++ Tomás, al tener un cutlass únicamente, utilizará las acciones típicas (ataque, parada, etc.).

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Apuntes sobre vuestras armas:

- Espada "Mata-amigos de Braccio": tiene un +5% en el ataque y la parada con ella.
- Espadín de Hans: sin modificación.
- Cutlass de Tomás: sin modificación.
- Quien tenga Guardamanos: puede detener a un arma de tipo superior a ella con un -15% de posibilidades de romperse o escaparse de las manos.

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Dicho estos apuntes, lo de las reglas caseras y lo de los tipos de acciones, leed la escena de "Añadido de Reglas" y pensad cuidadosamente vuestras declaraciones. Podemos debatir en esta misma escena.

Iniciativas:

A3: 31
A1: 30
Tomás: 27
A2: 23
Braccio: 22
Hans: 21

Declara Hans