Partida Rol por web

El misterioso alfarero

V. El Secreto del Alfarero

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25/06/2014, 18:45
Hans el Alemán

Esperaba que el italiano corriese en pos del torno mientras Tomás agarraba las bestias. Yo dejé de mirar las tripas del desgraciado y cogiendo de nuevo el espadín, sin mediar palabra pero con cara de circunstancias, apunté con delicadeza hacia el su corazón y pregunté con la mirada; eran ojos de duda y profesionalidad, pues a la buena gente le gusta morir en paz, sin extraños alrededor. Pero los que han tenido el cuajo de aguantar hasta el último momento a veces agradecen una ayuda que facilite el camino de la Parca. Así que me quedé a la espera de lo que necesitaba el moro, por si quería seguir falando.

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25/06/2014, 19:02
El Alfarero

El Alfarero dejó de tener la expresión "risueña" en la cara al ver a Hans y su espadín. Luego tragó saliva, contuvo el aliento y le asintió dos veces muy levemente. Quedó esperando con los ojos abiertos.

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26/06/2014, 01:13
Braccio da Montone

Había fablado sin rodeos el tal alfarero. Aquello era de admirar. ─Decidme, alfarero, ¿alguna última voluntad? ─y aunque no debíale nada a aquel a quien en breve iba a arrancarle el trofeo de sus manos muertas, parescióme lo justo preguntar aquello.

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27/06/2014, 17:55
¿Qué se le ha perdido a vos? (Dj)

El Alfarero, ante la pregunta solemne y atenta de Braccio da Montone, negó la cabeza con resignación, dudando de que si de alguna última voluntad él mismo tuviera, no llevaríala a cabo o simplemente la despreciaría. Por ello, miró de nuevo a Hans y éste supo lo que hacer: le hendió rápidamente el cuchillo cerca del estómago, con precisión y presteza infinitas. El Alfarero cerró sus ojos para siempre.

Acto seguido, tal y como había dicho viejo árabe, Braccio y Hans encamináronse hacia la primera carreta, mientras Tomás seguía con los caballos. Tras rebuscar dentro de la misma, no tardaron en hallar, bajo el asiento del carretero, un baúl atado a la propia madera del carro, no visible de no observar bien el transporte. Los alguaciles no habíanlo visto, y enseguida el italiano y el barbero sacáronlo de allí. Tras cogerlo a pleno músculo, lo descargaron al suelo, abriendo su cerradura sin problema alguno. Dentro encontrábanse pañuelos de seda, pelucas, máscara de tela de animal, guantes, broches falsos y joyas de pega, tan falaces como el honor de muchos en la Coronada... Et que ya con los ojos concienciados, Braccio y Hans tomaron dos piezas iguales, las únicas que se repetían, y que casualmente, brillaban en demasía. Turquesas y plata, por lo visto, de ese tal Eufemio de Maruela. Allí estaban las joyas que Claudia robó; bueno tan sólo una, la otra era una reproducción... ¡PERFECTA!

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28/06/2014, 18:56
Hans el Alemán

 — ¡Ja,ja,ja! ¡Ha merecido la pena! ¡Sí! ¡Jaaaaa! ¡Jaaaaa! — dije, presa de mi jolgorio, echando mano a una de las joyas y enseñándosela a Tomás el Caracortada, que poco veía más que cuartos traseros de caballo, mientras bailoteaba de alegría. ¡Cuántas noches comiendo y durmiendo caliente habrían de proporcionarnos aquellas gemas! ¡Sí!
 

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29/06/2014, 17:41
Braccio da Montone

─¡Ja! Manco et cojo, pero rico sodes, non vos faltarán muxeres et criados que vos cuiden ─exclamé con alegría.

─Empero ya habremos tiempo de celebrar. Marchemos prestos, no sea que a los mangasverdes ocúrraseles volver a buscar mejor. ─Cogí ambas piezas y tras guardarlas miré a Hans y Tomás ─¿Llevamos también la vasija et el torno? Esos son los artefactos capaces de la proeza, quizá valgan más aquestos que las propias joyas.

Miré en derredor, por precaución, temiendo una emboscada o vaya usted a saber que otra cosa, pues en vista de mis últimos encuentros nada descartaba ya aqueste italiano, infame pero nuevo rico...

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29/06/2014, 20:29
Tomás "Caracortada"

Mantúveme expectante, sujetando con fuerza los caballos, a que aquellos dos terminaran de revolver en la carreta. Pasaba el tiempo demasiado despacio y parecíame que, una vez más, la suerte estaba en nuestra contra pues allí no encontrábase nada de lo que andábamos buscando.

Ya sentíame decepcionado cuando, lo vítores del alemán hicieron que atendiera mejor a lo que tenía entre las manos. Así que al final había resultado verdad y allí estaban las joyas, ante nuestros ojos. Todo un mundo de posibilidades abriéronse ante mí, pensando que a partir de ese instante podría mandar a paseo las miserias y ruindades hasta ahora vividas.

Asentí con la cabeza mientras acercábame con los jamelgos, dispuesto a participar de la alegría de los otros, pero igual de receloso que siempre, ya que la vida habíame demostrado a base de golpes que lo bueno siempre va seguido de lo malo.

- Recojamos todo lo que podamos cargar y larguémonos prestos de aquí, no nos conviene que nos encuentren rodeados de tantos muertos que, a bien seguro, seríamos condenados por algo que no hemos hecho.

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29/06/2014, 21:02
Hans el Alemán

Comprendía el recelo de aquellos dos matasietes, así que sin mediar vocablo alguno ayudé a cargar el torno y las vasijas sobre las bestias de cuatro patas que sujetaba el cicatrizado, antes de que pudiesen venir algunas de las dos, que las hay, y a veces más numerosas y crueles, a quitarnos nuestra alegría.

Las joyas no pagarían una mano nueva, ni el honor perdido, ni me ayudarían a poder ponerme de nuevo bien los calzones sin ayuda, pero como bien dijo el de cerca de Nápoles, los criados ayudarían. Antes de partir fui cerrando los ojos uno a uno de los allí muertos. Por respeto y decencia.

— ¿Y ahora? ¿Qué nos queda? ¿Portugal?

Y es que habían sido días, pocos, pero intensos con aquellos malandrines. No me hacía a la idea de separarnos tan pronto. Habría que buscar un modo de vender las alhajas y Madrid no parecía el lugar idoneo.

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29/06/2014, 21:16
Braccio da Montone

─Todo menos la coronada ─respondíle ─todo menos la coronada...

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29/06/2014, 21:19
Tomás "Caracortada"

- El tercio, los mangas verdes, el dueño del caballo, el pobre diablo al que sacamos de la celda y que, en estos momentos habrá vuelto a ella, eso sin contar todos los granujas de la Villa... No señores, volver a la Coronada sería lo último que yo quisiera hacer. No hemos salido de tantas aventuras para suicidarnos ahora. Portugal es buena idea y sino, cualquier sitio que nos lleve bien lejos de estos lares.

Con los pies por delante llevaríanme de nuevo a la Villa.

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29/06/2014, 23:01
¿Qué se le ha perdido a vos? (Dj)

Empero que el Alemán cargaba todos los enseres que por allí encontrábanse desperdigados en mitad del campo o tras haber sido registrado, no comprenderia tiempo después que la técnica del Alfarero no debía ser sino una brujería de las de tomo y lomo, que ni los maestros artesanos decorados en el mecenazgo del más viloso y rico rey podría descifrar (por mucho que Han tomara las viandas necesarias para ello).

Mas que en pensando ya en Portugal, que parecían tener los tres buscavidas "bien lo" pensado; y como cauta es la Razón y aflora cuando es menester hacerlo, que el volver a la Villa y Corte era harto desconcertante y mal pensado, y así creíanlo Vuecencias cuando cargábais con todo lo que podiais (y más) en llevandoos (¿porqué no?) no sólo el par de joyas del de Maruela, sino alguna que otra joya de atrezzo, vestidos de aparente valor, y por supuesto, el viejo torno del Alfarero (con más astillas sueltas y afiladas sobre sí que impávidos y desmoralizantes clérigos de la Coronada)

Y que tras el pequeño saqueo y un último vistazo al viejo árabe, que seguísteis raudos el camino de Segovia, pues conducía al oeste, donde también hallábase portugal. Et que en comenzando el trote con los caballos (ahora más apaciguados por el breve cuidado de Tomás), que oísteis trotes a vuestras espaldas, procedentes de la dirección de Magerit... ¡Era Claudia!

Los pliegues de vestido rojo inconfundible se mezclaba con los lomos y el cabalgar de la montura que llevaba debajo, así como una figura negruzca que estaba entre ésta y la bestia: Mauro, su marido y el tipo al que librásteis de la Casa y Cárcel, venía con ella, inconsciente y casi arrastrado por la cabalgada. La chica os hacía aspavientos para que la viésis, al tiempo que vociferaba algo. "Detenéos", seguramente, o algo similar (pues sus requerimientos eran evidentes).

Notas de juego

Lo dicho, comenzáis el trote y Clauda llega desde Madrid, tras vosotros. Aún no os ha alcanzado.

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29/06/2014, 23:07
Hans el Alemán

Scheisse! Maldita fuese su madre. — fue lo único que acerté a decir, pues como ya había pensado más de una vez, a las mujeres como aquella siempre las enviaba el diablo... Fue ver al reo detrás y pensar en el bigotón de los Tercios y maldecir más de una vez en mi árido, a los oídos ibéricos, idioma germano.

Mirando a mis compañeros meneé la cabeza:

— Nein... nein, nein, nein.Nein se os ocurra, pardiez.

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30/06/2014, 18:39
Braccio da Montone

Altivamente, ya subido sobre el corcel, saqué a "airear" el mosquete, pues mucho había dormido ya aqueste en las alforjas... Y no me entiendan mal ustedes, pues non pensaba abrir fuego contra la moza, al menos de momento, pero... ¿venía sóla? más le valdría...

Al menos parescía que si, pues poco o nada pintaba aquel colgajo moribundo que traía en la grupa...

Miré al alemán y asentíle. Una mierda era aquello, et de las buenas...

- Tiradas (1)
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30/06/2014, 18:47
Hans el Alemán

— ¡Por Dios! ¡Somos ricos! ¿Qué tienen que importarnos las miserias de esa mujer que sólo nos trajo muchas desgracias y pocas alegrías? ¡Vos vistéis el Tercio cómo yo, Tomás! ¡Y son imbatibles!  ¡Vayamos a Portugal y que nos alcance si puede, demonios! ¡Dadle espuela al rocín, cojones!
 

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30/06/2014, 19:06
Braccio da Montone

¡Calma, alemán! qué las cosas pasan por algo. Que de fazer siempre lo lógico et no lo casual non andaríamos aquí enriquecidos, sino vos sacando muelas podridas, yo asesinando a algún pisaverde en un oscuro callejón, et el caracortada... vaya usted a saber qué andaria faziendo aqueste... ─respondíle mientras cargaba con paciencia et regocijo el mosquete.

─Escuchemos al menos a la moza, que tiempo de espolear siempre fabrá. ─siempre fui curioso, et sabía que si marchaba sin escuchar a la susodicha, ni para cuando llegara a Portugal habríaseme ido tal incertidumbre.

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30/06/2014, 19:34
Tomás "Caracortada"

Bufé por lo bajo como si fuera el animal que llevaba entre mis piernas. No me gustaba nada que la moza viniera en pos de nosostros pues seguro que ahora pediríanos parte del botín. Más de acuerdo estaba con el alemán que con el italiano y lo único que apetecíame a mí era salir de una vez de esos lugares que, después de todo lo vivido las últimas horas, quería dejar bien lejos de mí.

- Traeranos más problemas, dígotelo yo. Esa mujer es como un demonio que hasta el momento sólo nos ha embaucado. Poco impórtame lo que venga a contarnos, que de ella fíome tanto como del cura que pasa el cepillo a los pobres para poder comer él como un cerdo.

Pero el italiano parecía con ganas de escuchar lo que la tal Claudia tuviera que decirnos así que, sin bajarme del caballo y sin ninguna intención de hacerlo, esperé a que la susodicha y quien viniera con ella pusiéranse a nuestra vera, pero siempre preparado por si tenía que clavar tacón en la bestia que tenía la desgracia de cargar conmigo.

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01/07/2014, 17:30
Director

Notas de juego

Veamos, si queréis (Tomás y Hans) no esperar a Claudia, podéis hacerlo. ¿Os quedáis?

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01/07/2014, 17:54
Claudia

El caballo encabritóse delante de las montura de Braccio y Tomás, ya detenidas, cuando llegó a su altura. Y es que la bella Claudia poco o nada solía dar en cabalgada sus piernas ni era de despachar descuideros huidos al galope... Las herraduras de el su corcel derraparon mientras frenábase, y a punto estuvo la muchacha de caerse sobre el cesped campestre.

¡Aguardad! -Braccio había mirado por doquier antes de que la joven lo alcanzase, mas no habíase percatado de la llegada de nadie-. ¡Esto es vuestro! -dijo jadeando de cansancio y mirando hacia atrás, hacia la dirección por la que había venido, como temerosa-. En su cara notásteis entonces una hinchazón sin igual, señal de haber llorado, pues sus ojos rojos e inflados lo atestiguaban. Entonces, mientras se giraba a las alforjas, recogia algo de ellas y os extendía el brazo con una bolsa de cuero marrón, notásteis un temblor en todo su brazo que para sí lo rechazaran los jacarandinos y valentones a la hora del hurto o la afrenta...

Tomó Braccio la bolsa, y puede dar Dios fé que pesaba aquesta como cuentas verdes de don Hernando cuando la gran ciudad de Moctezuma, donde hasta los criados del gran emperador llevaban aqueste jade como anillo, collares y joyas comunes. Que al abrirlo y enseñarlo al barbero y al bandolero, que hayaron en dentro todas las monedas de la Villa, por decirlo así.

Vienieron a por él -en su regazo, aún en el caballo, estaba Mauro, inconsciente, sujetado por la su esposa-. Una compañía de soldados, ¡llegaron a San Ginés! ¡a la taberna! -se refería a la de su hermano-. El paso en formación entre las calles hacía temblar a cualquiera, y todos temimos hasta que vimos que eran soldados de don Felipe... Andaba yo comprando en un puesto, y escuché que preguntaron por un tal Mauro, et entonces púseme en lo peor. Huí entonces a la taberna, pues tenía en ella a mi marido lleno de latigazos y malherido, y corrieron tras de mí, persiguiéndome.

La mujer se giro, cerró las alforjas y aupó contra sí un poco más a su marido, sin sentido aún.

Venían a por Mauro, ¡y entraron en la taberna de mi hermano! -continuó desencajada-, pues mi esposo... -volvió a mirarle-, mi esposo huyó de los tercios... por una afrenta, una muerte. Mató a otro hombre sin querer hacerlo -alguno de vosotros escuchó ya aquesta historia, mas hízo como si se sorprendiera; y es que les recuerdo a sus mercedes que la Claudia tan sólo os dijo el día anterior que era huido... mas no más-. Ni devolverlo al frente era: ¡ajusticiarlo tal vez! ¡Mas mi marido es buen hombre! Destrozaron la bodega de mi hermano, ¡su vino!, y entonces...

Claudia rompió a llorar durante unos buenos segundos, segundos que permaneció abrazado por la espalda al inconsciente de su marido, aquel soldado huido por infames razones.

¡...entonces mataron a Martín! -se refería al hermano que os atendió en su bodega-. A Lázaro, que habíamosle dado cobijo allí, lo apresaron cuando tomó una banqueta y la rompió en la cabeza de uno de los soldados para protegernos, antes de que el resto le apresara y se lo llevara... Nosotros... nosotros hemos podido huir en la confusión, mientras mataban a mi hermano... -la rabia veíase en los ojos de la mujer, mas no era rabia superficial como las que podíanse palpar en las flagrantes rimas de los literatos de la Coronada, sino que era rabia infinita-. Entonces, Claudia tomó las riendas con feurza, dirigiendo al caballo en dirección norte, calgando unas varas en otra dirección. Luego os habló desde esa distancia, preparada para huir.

Son los ahorros del bueno de mi hermano -aclaraba, refiriendose a la bolsa, ya más calmada tras el llanto-. Ahora que Martín no podrá recuperar su vino, su taberna o su vida, es justo que quedéis con parte de sus caudales, pues ya no los necesitará... -duras palabras, mas llenas hartas más de cuajo que cuanto esquivo valentón pudiera tener contra nadie en los más recónditos callejones o tapias de Madrid-. Me he quedado con algo, lo suficiente como para desaparecer y cuidar a Mauro. Será mejor que salgáis de aquí prestos, y no volváis nunca a este infierno -Claudia se refería a la Imperial y Coronada de su Majestad del Gran Felipe, cuando ni siquiera sabía de vuestras intenciones de marchar a Portugal-.

Notas de juego

Haced un último post. Podéis contestarla y si quieréis narrar un poco vuestras posteriores andanzas. Lo que queráis.
 

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01/07/2014, 19:05
Braccio da Montone

─¡Dios vos guarde, bella Claudia! ─fue mi despedida ─et a nos también...

Miré entonces al mancado et al español; ─¡Andiamo! ─exclamé. Espoleé con fuerza al animal, faziéndolo cabalgar con premura en dirección Oeste. Vibrantes aventuras et desventuras deparábanos nuestra andadura en aquella dirección, empero esa es otra historia que en otro momento será contada... o non...

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01/07/2014, 19:09
Hans el Alemán

Boquiabierto quedeme con la dama, pues si bien antes de los hechos la había considerado bruja, al ver el oro, rubio y brillante como mis cabellos, cambiome no sólo la expresión sino la actitud. Me sentí violento por no haber acudido presto avante los Tercios para avisar al Lázaro y al marido de la susodicha, salvarlos de la muerte y la prisión... Ach so... Pero mirad vuestros duelos y dejad los ajenos, que decían las viejas lavanderas.

— ¡Esperad! — e iba mi voz tanto a Braccio como a Claudia. Me bajé del caballo de un salto, acercándome a la montura cargando el maletín y hundiendo mi cojera en el barro— No es sino mi obligación, desearle cuajo y fortuna, doña Claudia. Agradecemos su gesto y lo que queda de mi mano es ayudar a su marido. Dejad que le de un vistazo.

Abrí el maleto e hice lo que pude por el desdichado, tratando de despertarlo. En aquellas que vi mi vieja navaja de barbero, de al menos un cuarto de vara que me había dado el judío converso que me enseñó la profesión; ya no podía usarla para acompañar mi espadín francés y si salía de aquella no esperaba afeitarme en un tiempo, al menos hasta que se acabase el oro. Se la ofrecí a la mujer.

— Usadla si es menester. Y si no habéis de usar, mejor. Guardadla de recuerdo y para cuando vuestro buen hombre se despierte. Rapadle el pelo y la barba, y así será otra persona. Nueva vida en otro lugar... Buen corazón, quebranta mala ventura, señora, y vos lo tenéis.

Y recogiendo mis cosas acudí junto a mis dos amigos... pues en eso ya se habían convertido. Y es que en luengo camino, larga vía, conoce el hombre su buena compañía.