Partida Rol por web

Eliza observa a la chica y la carta como la lee Saryllion, no parece darse cuenta de las expresiones del elfo, pero si se queda mirando fijamente a la chica que ha traido la carta, como tratando de recordar algo, se disponia a hablar cuando de repente la carta prende por si misma, la niña se asusta y da un respingo que hace que casi se le caiga el libro que sostiene.

- Que ha sucedido con la carta? se ha quemado de repente

Mira a Scyre fijamente como esperando alguna respuesta por parte de esta

Leo la carta con una mezcla de sentimientos: Odio y lástima, rabia y melancolía, fuerzas opuestas que chocan de forma tormentosa en el fondo de mi alma. Cuando el papel comienza a arder, apenas reacciono, solo me quedo con la mirada fija en las llamas que descienden hacia el suelo hasta extinguirse junto a mi alegría y esperanzas.

¿Qué sentido tiene? Esta carta es amenaza y regocijo innecesarios. La advertencia de que va a por mí, a terminar el trabajo como yo temía. Sabía que acudiría al templo de Ishtar, siguiendo la fe de Madre, ¿debo temer por mi seguridad allí? ¡¡Tonterías!! Es el templo de Ishtar, diosa del Bien. Los poderosos sumos sacerdotes no permitirían la actuación de asesinos y traidores en su interior. Dentro de sus muros estaré seguro, es fuera de ellos donde habré de extremar las precauciones…

Y hablando de precauciones…

Clavo la mirada en la pequeña Eliza, sorprendida por el sencillo truco de magia de la carta. También observo un instante el rostro siempre inexpresivo de Belyye. Ambos han sido compañía agradable en mi camino, se han comportado dignamente conmigo. Ahora que se el peligro que corro, soy también consciente del peligro que corren ellos a mi lado. No sería honorable hacerles correr ese riesgo del que no son responsables, especialmente a la pequeña.

Me temo que las nuevas que acompañan esta carta me declaran como compañía no grata. Ha sido un honor compartir viaje con vosotros, pero sería una desconsideración permanecer a vuestro lado por más tiempo, poniéndoos en peligro. Es hora de las despedidas…

Belyye no pareció inmutarse demasiado cuando de repente la carta desapareció de aquella forma, más bien imagino rápidamente exactamente de qué se trataba el asunto en cuestión o consiguió más o menos sobrentender que fuera lo que fuera lo que contuviera la carta solo debía ser leído por el destinatario, pero tampoco era un contenido altamente secreto o que debía ser transmitido con discreción ya que si no la eliminación de la carta habría sido posiblemente más sutil, tal vez algún tipo de símbolo de poder, una mofa o algo que quisiera demostrar que otra persona tenía el control sobre la situación.

Las palabras del elfo dorado solo hicieron que confirmar más o menos las sospechas del joven peliblanco, lo cual incluso hacia cambiar en algo el motivo por el cual el elfo había tomado aquel viaje, aun así le extrañaba que intentara huir porque los elfos acostumbraban a ser referidos o conocidos por su, incluso estúpido, sentido del honor y del deber en su gran mayoría, pero Belyye tampoco tenía demasiado derecho a pensar en ese tipo de cosas teniendo en cuenta el motivo por el cual siempre viajaba y el hecho que a fin de cuentas, el tampoco era un compañía no grata para cualquiera que estuviera cerca de él.

En el fondo incluso llego a sentirse ligeramente identificado con Saryllion, así que no pudo evitar hablar al presenciar la escena, aun que sin añadir ningún tipo de matiz al dialogo, caso aportándolo como una observación que como una oferta.

“Nadie es no grato en todos los lugares, si quieres un sitio donde ir, puedes venir con nosotros, aun que más bien es elección de Eliza y no la mía. Este es su viaje y no el mío, yo simplemente he decidido acompañarla y aportar la ayuda que necesite porque en el fondo yo solo tengo que viajar sin importar el destino, lo que busco puede estar en cualquier lugar, aun que tengo que advertiros, estar a mi lado es peligroso a la larga” Dijo sereno desviando la mirada hacia la chica que había entregado la carta, más interesado por si reaccionaba ante el nombre de la niña que le acompañaba y también vigilando la respuesta de esta última.

-Hm, ¿no me recuerdas? -preguntó con curiosidad dirigiendose a Eliza. Encontraba que algo no estaba...del todo correcto. La niña que recordaba era fría y calculadora, no asustadiza y frágil. Echó un vistazo en el libro, no esperaba que fuese el que buscaba, pero aún así.

Perdió atención en eso cuando vió la carta quemarse, y pestañeó confundida. Escuchó lo que parecía contener y realmente no supo como reaccionar.

Asisto sorprendido a la respuesta de Belyye. Apenas logro comprender la mitad de cuanto dice, con esa falta de expresividad y una latente intención de desvelar más de la cuenta. Entiendo que su peregrinación depende de la niña, quien debe acudir a algún lugar concreto, mientras que él está buscando algo, pero sin rumbo. Que el hombre decidiera compartir el camino de la niña implica una sana intención de protegerla. Aún no me había parado a pensarlo, pero eso supone una cierta bondad por su parte.

Sin embargo, es el peligro al que les expondría lo que más me preocupa. Puede que Belyye esté habituado al peligro, y que deba enfrentarse a la incomprensión de los hombres a menudo. Pero el peligro que a mi me sigue es más real, más tangible, más definitivo. Hombres contratados, seguramente, dispuestos a cobrarse su recompensa a costa de mi cabeza.

Pienso en las alternativas. El templo es un peligro, el lugar donde darme a conocer a aquellos que me buscan. Podría estar bajo vigilancia ya, tal como me ha encontrado esta chiquilla, pero si acudo hasta el templo de Ishtar será seguro que han dado conmigo. Es el lugar donde esperaba encontrarme mi hermano a través de su carta. En cambio, si no acudo al templo y parto con esta gente, las posibilidades de no ser encontrado serán mucho mayores.

Rozo mi cuello con una mano, acariciándome la piel. Puedo sentir, constante e inexorable, el hormigueo y la quemazón que me produce la marca indeleble que se aposta ahí. Una marca invisible para los no elfos, pero que cualquiera de mi raza reconocería al instante. Clavo los ojos en la niña, esperando su reacción. Es Eliza, y no Belyye, quien debe decidir si invitarme a compartir su camino. Pero además hay algo más importante a tener en cuenta.

Hay… algo más. –Confieso, azorado por la vergüenza y la humillación- No puedo pisar tierras de los elfos dorados.

_Eliza escucha las palabras de los alli presentes, entonces a la pregunta de Scire le mira detenidamente y finalmente dice:

- No, creo que no te conozco, no se porque tu presencia me resulta levemente familiar como su conociese o hubiese sentido tu flujo de magia, pero no se quien eres lo siento

Mira para abajo, pero cuando Sallyrion dice que no puede pisar tierras elficas dice:

- No seria necesario entrar si no lo deseais, yo no conozco el camino, pero siempre hay posibilidades diversas no?

Mientras habla se gira un poco y Scire se da cuenta que el libro que lleva la niña lo ha visto antes, no esta segura si es el que ella se llevo u otro, porque no lo ve bien, pero que lo ha visto antes esta segura

Eso depende -Replico a las palabras de Eliza sobre las posibilidades, con una sonrisa entre educada y agradecida que no esconde la humillante tristeza de mi mirada azul claro- Hay lugares que se encuentran en tierras de los elfos, por no hablar de los lugares a los que no se puede llegar sino a través de nuestros reinos. ¿Cual es el destino, si puede saberse?

-Hm, de hecho si nos conocemos...pero paso algo muy extraño en aquel momento. Yo perdí un libro muy valioso a mi juicio, y parece que tu perdiste un poco de memoria. No creo que sea el que estoy buscando, pero ¿me permites ver el que llevas?

Scire cada vez se confundía mas.

¿Que demonios pasó?

Primero mira a Sallyrion:

- Lo unico que recuerdo es algo sobre el templo del viento, pero no mucho mas alla de eso antes de encontrarme con Belyye no recuerdo nada

entonces mira a Scire extrañada y entonces ocn un tono de voz algo ansiosa dice:

- Que es lo que sucedio? y hace mucho de eso y donde estabamos?

-No tengo noción de hace cuanto. Estabas con alguien...muy idiota en mi parecer. Ese alguien asesino a una chica porque creía que asi detendría algo llamado "Varander" de lo que se veía bastante asustado. 

Frunció el ceño, se translucía el enfado que sintió en ese momento al presenciar aquello.

-Cuando consumo aquella desprecdiable acción los restos de la chica produjeron alguna reacción extraña. Luego desperté en un templo de Ishtar de esta ciudad habiendo perdido el libro que estoy buscando. Como estabas ahí también pensaba si no lo tendrías tu...de todas formas te ves algo diferente a como te recuerdo. Tu conspiraste sin ningun remordimiento de hecho con ese asesinato, y usaste magia nigromántica de forma bastante fría.

Belyye permaneció escuchando las conversaciones de los demás, a pesar de que había dicho que era Eliza la que decidía, en parte era él quien sabía el camino así que al escuchar a la joven responder sobre el tema, se puso a pensar de memoria cual era el camino necesario para poder llegar hasta su objetivo, el templo de los vientos, pero hasta donde conseguía mas o menos recordar no creía que hubiera que pasar precisamente por ninguna tierra que permaneciera a los elfos.

“El templo de los Vientos se encuentra en Vernass, tendríamos que pasar por Alanis, que creo que no es un reino elfo… Creo que era humano, no sabría decirlo con exactitud” Dijo aportando más información sobre el hecho que seguramente no sería necesario dar ningún rodeo demasiado importante para poder alcanzar el objetivo, sin duda ahora el elfo podía sentir la tensión de que su vida estaba en peligro y era normal que pensara que todo era un problema, hasta que te acostumbrabas a ello.

Después se concentro a escuchar a la otra chica, la que parecía haber entregado la trampa escuchando su versión, Belyye no mostro ningún signo de preocupación sobre lo que escuchaba, como si en el fondo ya supiera que la joven no podía tener un pasado demasiado agradable pensando en las extrañas circunstancias en la que la encontró, incluso llego a pensar en qué tipo de magias se debía haber involucrado ya que parecía ser que la sensibilidad mágica de Eliza era considerable teniendo en cuenta sus lagunas de memoria.

“Las circunstancias hacen las personas, Eliza ahora se encuentra en una posición diferente al pasado así que eso le hará cambiar, a parte, no he notado nada peligroso en ella” Continuo hablando el joven peliblanco, al menos durante el tiempo que había estado cerca de ella no había notado nada importante y Belyye tenía confianza en su instinto, si no haría ya mucho tiempo que no se encontraría vivo en aquel mundo.

“Lo importante aquí es que no podemos estar más tiempo delante de las puertas, teniendo en cuenta las circunstancias, tendríamos que buscar algún sitio para reposar esta noche y mañana a primera hora preparar lo necesario para el viaje y irnos, contra menos tiempo que estaremos expuestos al peligro ¿Que harás tu?” Esa última frase fue dirigida hacia Scire, no temía muy claro dónde situar a aquella mujer, pero si lo que buscaba tenía alguna relación con Eliza… Lo más probable es que tuviera intenciones de investigar algo más a la niña para conseguir descubrir alguna pista sobre lo que buscaba.

Vernass, pienso. No lo conozco, como no conozco Alanis. Que demonios, ni siquiera conozco este lugar. Jamás he salido de mi propia ciudad, no digamos del reino del que mi familia es abanderada y custodia. Elevo la vista hacia las grandes torres de la capital, y sus sombras me resultan estremecedoramente amenazantes. Son templos de los dioses a los que rindo culto y oración, pero no es a ellos a quien temo. Ahora son lugares donde soy buscado, donde los agentes de mi hermano esperarán encontrarme para cobrar la recompensa. Son los lugares que debo evitar. Como el resto de esta ciudad.

Está decidido. No puedo permanecer aquí, y no tengo a donde ir. Unirme a este pequeño grupo, en su particular peregrinación, es la excusa perfecta para alejarme del peligro y buscar mi propio camino. Habrá más templos, habrá santuarios y sabios que me aconsejen. Habrá conocimientos y oportunidades para limpiar la marca mística de mi cuello y liberarme de la sentencia. Pero lejos de aquí.

Bien, Eliza, si estás de acuerdo me encantaría acompañarte también. Me vendría bien tener con quien alejarme de esta ciudad, y supongo que a vosotros no os vendrá mal una espada más -y un poco de magia- y dos ojos más que hacer guardia en las noches, junto al fuego.

Eliza miro horrorizada a Scire:

- No, yo no puedo haber ido con alguien asi, no conozco nada de lo que dices

Se toca la cabeza, parecia preocupada:

- No se porque puedo usar magia, y siento la energia de los muertos, en el templo me digeron que podria ser algun tipo de nigromante o al menos decian que sentian algo asi, pero yo no..

Entonces fue cuando hablaron sus compañeros y desvio sua tencion, el libro que portaba lo agarro con ams fuerza y responde:

- Si, por favor descansemos hoy y marchemso hoy, me ecuentro muy cansada hoy y Sallyrion y Belyye, gracias

La niña parecia realmente agradecida y trataba de ocultar su angustia

-Bueno, me parece bien que ya no estés con esa persona -respondió con sencilléz. Observó que la niña parecía bastante apegada al libro que portaba.

No creo que sea el que busco entonces. Pero aún así debería confirmarlo, no es cualquier cosa como para tomarlo a la ligera. Intentó percibir algunacorriente mágica que le pareciera similar, o diferente, pero simplemente no le pareció que denotara nada. El libro que recordaba tenía una magia tan notoria que le hacía sudar de solo estar cerca.

Se giró cuando le preguntaron algo.

-Hm, debería continuar moviendome. No tengo idea de donde buscar el libro que he perdido, así que supongo que intentré volver donde lo perdí, al Valle del Viento.

Y añadió.

-En general suelo viajar buscando conocimientos, pero ahora mismo mi prioridad es encontrar eso.

lo que has dicho, el total es 34 que loa cabo de mirar, puse 14 porke pense en 14 mas los que tenias y al final puse solo el 14

"Entonces, busquemos algún sitio donde descansar por el momento, algún lugar lejos del templo de Ishtar sería la mejor opción ya que a nuestro compañero parece ser que no lo recibirán demasiado bien allí" Dijo Belyye mirando al grupo en general, era bastante probable que al final la chica de la carta también se uniera a ellos ya que posiblemente sus objetivos eran bastante parecidos.

"Si quieres acompañarnos, porque al fin y al cabo también nos dirigimos al valle de los vientos, ve a recoger las pertenencias que tuvieras en el templo y después iremos a buscar algún sitio para quedarnos, es probable que salgamos a primera hora mañana y si no estás con nosotros ninguno podría irte a avisar" Dijo mirando a Scire, pensando fríamente era probable que no tuviera poco más de lo que tenia puesto por como explico su historia... Después de eso miro alrededor en general, tendrían que buscar algún sitio para pasar la noche.

"¿Alguna cosa que querrías aportar? No estoy acostumbrado a viajar acompañado así que pueden pasárseme muchas cosas básicas" Parecía ser que las cosas que aportaba Belyye eran más observaciones que ordenes, entendía que contra menos tiempo pasaran a la vista menos posibilidades había que Saryllion se metiera en algún problema en aquella ciudad, así que era mejor actuar relativamente rápido.

Oír nombrar la nigromancia hace que enarque una ceja, pensativo y suspicaz. Mi pueblo practica todos los tipos de magia, con la única salvedad de la magia de los muertos. Está mal vista, es temida y despreciada a partes iguales. Supongo que en el fondo los elfos dorados valoran demasiado la vida como para dedicar interés alguno a la muerte. Somos capaces de causarla, pero no nos regocijamos en ella y la respetamos. Jugar con la muerte es...

Pero veo el rostro de esta niña, Eliza, y no encuentro cómo algo tan despreciable como la Nigromancia podría estar relacionado con alguien como ella. Ni siquiera parece comprender lo que significa, o haber estudiado sobre ello. Puede ser una simple afinidad natural poco explorada, como la que yo descubrí de pequeño. En su caso, una broma de los dioses al unir la inocencia de una niña al poder de la muerte.

Aún así, decido aprovechar que los demás están hablando, ocupados en asuntos mundanos, para hacer un pequeño experimento y asegurar mis conclusiones. Si es cierto que es una nigromante, el aura mágica a su alrededor debe ser palpablemente visible para alguien afín a la magia como yo. No he realizado estos ejercicios en años, y nunca con este tipo de magia, pero mi maestro siempre definía el aura nigromántica como negra y de corrientes lentas y constantes. Inexorable como la misma muerte. Entorno los ojos y me concentro un instante.

-Bueno, -dijo con sencilla amabilidad- si van hacia el mismo lugar que yo y no les molesta que les acompañe, no veo porque rechazar el ofrecimiento.

Realmente seguía sintiendose algo inquieta por la niña, pero decidió dar el beneficio de la duda. De todas formas aunque no sabía exactamente que decir sobre el tema del "no grato" y la carta que había traído consigo, no era que no le interesase o algo asi, sino que simplemente no parecía que pudiese hacer nada para ayudar con eso.