Partida Rol por web

Tragas un poco de saliva.

Llevas un buen rato totalmente quieto, controlando la respiración en absoluto silencio. Notas como un bicho pasa por encima de tu pierna derecha pero no mueves ni un músculo. Con paciencia observas detenidamente por tu mirilla óptica e intentas rebajar tu tensión cuando tienes el objetivo en el punto de mira.

Vuelves a revisar todo: distancia, ángulo, velocidad y dirección del viento. Suavemente colocas tu dedo sobre el gatillo y esperas el momento. Guardas el aliento hasta que una palpitación te avisa. Ahora.

Las hojas en frente tuya se apartan y dejan pasar a la bala, que velozmente recorre la gran distancia y da en el blanco. El ruido del metal se escucha a lo largo del bosque. Es un sonido victorioso.

Pero tu no te mueves. Te vuelves nuevamente inmóvil como una roca. Aguardas durante varios minutos, intentando que la emoción no te juegue una mala pasada con una respiración más ruidosa. Sigues aguantando. Te cae el sudor de la frente pero para ti es como si no existiese. Eres parte de la espesura. Eres raíces y matorral, hueles a madera, húmedo, inamovible.

De repente un silbato rompe la calma del bosque que apareció tras el disparo.

- ¡Ya puedes salir!- Oyes.

Ojeas con tu mirilla de nuevo. Dos hombres están de pie cerca de la chapa de metal que agujereaste antes. Portan sendos prismáticos y otean el horizonte, pero han izado una bandera blanca, símbolo que te indica que la prueba ha concluido.

Es hora de reunirse con esos dos hombres.

Me levanto ahora, ya en paz aprovecho para secarme con la manga el sudor de mi frente. Siento como mi corazón vuelve a latir a su ritmo habitual, más fuerte incluso debido a la adrenalina que ahora permito desatarse sin reparos. Aún cubierto por mi poncho de camuflaje, comienzo a acercarme, a paso ligero a los instructores llegando con la respiración forzada y situándome firme frente a ellos, con el rifle en mis manos, a la espera de la siguiente orden.

-¡Señor!-

Ya conoces a uno de los hombres. Es el capitán de tu actual compañía en el ejército confederado, un hombre tan fanático del Líder como vago en su trabajo; posiblemente esté enchufado por alguien superior. Pero te da un poco igual, en realidad no te cae bien por ser un inútil y un estúpido.

Pero el otro hombre te interesa sobremanera. Es el Mayor Jaric, un hombre recto y respetable, famoso en toda la nación y uno de los miembros más eficientes del ejército. Lleva dos o tres años retirado de la vida pública, por asi decirlo. Y es debido a lo más importante para ti, está al mando de la compañía de operaciones especiales, llamada comúnmente ZSU.

Además es conocido por elegir personalmente a sus hombres, por lo que esperas causarle una buena impresión.

- Descansa hijo.- Te ordena.- Estoy sorprendido. Has pasado con sobresaliente todas las pruebas. Pero no sólo hay que tener aptitudes, sino actitudes. Hay soldados que tienen una u otra...En cambio otros no tienen ninguna.

Tu capitán asiente. Al parecer no se da por aludido.

- La pregunta más importante es: ¿Quierés entrar al ZSU? ¿REALMENTE quieres? Hijo, ¿estás dispuesto al sacrificio que ello supone?

-¡Señor, sí señor!- Respondí fuertemente como un buen soldado. -Permiso para hablar -

Tras un leve gesto por su parte con la cabeza que me indicaba su aprobación empecé a hablar.

-Llevo mucho tiempo entrenándome para esto. Sería un estúpido y una deshonra si ahora me echara atrás. Por algún motivo, la naturaleza, Dios, o el cosmos, no me importa quién, me ha dado este don para sesgar las vidas y el sitio en el que cultivarlo y darle provecho ha de ser el ZSU. Por ello estoy dispuesto a dejar cualquier cosa atrás para formar parte de la leyenda de sus fuerzas.-

Pretendía llegar a lo más alto con sudor, sangre y lágrimas. Nunca quise ningún favoritismo y siempre me esforcé en destacar por méritos propios, lo que me hacía sentir asco por los inútiles colocados a dedo, que sólamente estaban ahí para chupar del dinero que otros se merecían y sólo pensaban en limpiarse el culo con sus propios billetes.

- Me gusta escuchar eso hijo. En dos días te recogerán en tu barracón y te llevarán a uno de los campos del ZSU para comenzar el entrenamiento y pasar un período de prueba. Ten preparado el petate.

Te tiende la mano.

- Bienvenido a mi compañía.

-Gracias- 

Fue lo único que alcanzó a pronunciar al estrecharle la mano con toda la firmeza que le fue posible. La emoción que recorría sus entrañas era tan grande que no era capaz de expresarla. Frente a él se abría un nuevo mundo. Un mundo de gloria en las sombras. De oportunidades invisibles. Donde podría llegar a convertirse en un grande entre los grandes y paradógicamente nadie sabría de su existencia. 

Era su destino y le estaba llamando a seguir el camino. Ahora solo le quedaba volver a su barracón y hacer los preparativos. No tenía demasiadas cosas que recoger. Pero lo primero que pensaba hacer era abrir su taquilla, coger uno de sus amados puros de importación, de los que ningún compañero confesó cómo los conseguía, y fumárselo tumbado en la cama. Los éxitos había que celebrarlos y cada uno lo hacía a su manera.

El día fijado un jeep te esperaba en la entrada al campamento. Por fin dejabas de ver al vago capitán y te adentrabas en una nueva aventura, en un reto personal. Tenían orden de no decirte adónde te llevaban, pero sabías que era al interior de la Nación, en algún lugar perdido y alejado de la civilización.

Tras varias horas que se hicieron largas, llegar a tu nueva base de operaciones fue un alivio. Pronto tras pasar varias revisiones de documentación y un breve test médico, te indican la entrada a un barracón, donde un par de rangos superiores revisan a un pequeño grupo de soldados.

Ya estaba en las instalaciones y no diferían demasiado a las de cualquier otro barracón militar. Las pruebas físicas habían sido corrientes y el grupo de soldados que habíamos sido elegidos esperábamos firmes en nuestros puestos como cualquier cadete recién alistado. Se supone que éramos lo mejor de lo mejor y parecía que volviesemos al principio de nuestra carrera. El isntructor aparecería en breves a gritarnos, humillarnos y tratarnos como al "recluta patoso" para ponernos al límite.

No me preocupaba. Nunca protesté por ese trato ya que lo mío siempre fue cerrar las bocas demostrando mis habilidades.

Uno de los rangos te reconoce a la vez que tu a él. Es el mayor Jaric, quien te fichó para el ZSU, y te llama para que te acerques.

- Mire capitán, este es el nuevo soldado del que le hablé.- Le explica a la otra persona.- Por favor soldado, preséntese a su superior.- Te solicita de forma agradable, señalando a su compañero.

Me alegró ver una cara conocida desde el primer momento, no puedo negarlo. Si el mayor, quien me había recomendado, estaba allí significaba que los rumores sobre mis habilidades iban a llegar a muchos más oidos. Nuestras miradas se cruzaron un segundo, suficiente tiempo como para que él viese una sonrisa aflorar en mi rostro.

-¡Se presenta el soldado Hayha, Señor!- Con una rectitud ejemplar saludé al capitán con el tradicional saludo militar. -Estoy muy orgulloso de poder entrenarme con los grandes, señor.- 

Era momento de controlar muy bien mis palabras. Si parecía un pelota me joderían el resto de la instrucción. Si parecía desagradecido por la oportunidad, peor aún. Los años me habían enseñado que no era bueno llamar demasiado la atención con algo que no fueran tus propias habilidades. Los que se pasaban de listos acababan pasandolas tan putas o más que los ineptos.

- Descanse soldado.- Te ordena.- Soy el capitán Rebov y dirijo este pelotón. A partir de ahora te especializaremos y te convertiremos en la mejor arma de nuestro amado Líder. Aquí sólo admitimos a los mejores, así que espero que no defraudes al Mayor y des el nivel. Deja tus cosas en el barracón y únete a tus camaradas.

-A la orden Señor.-

Fui consciente de lo que las palabras del capitán implicaban. Tenía la reputación del Mayor en mis manos ya que seguramente se hubiese mojado el culo más de lo debido para meterme ahí. Ahora mis actos tendrían el doble de responsabilidades de lo habitual y me habría puesto nervioso por ello... si no fuera porque estaba completamente seguro de que conseguiría destacar. Deshice mi petate de forma rápida y sencilla y me situé junto a los que ahora serían mis camaradas. Algunos llegarían a ser como una familia. 

Hombres fuertes, de rostros astutos y serios, que se dejaban las tonterías de los niñatos recién enrolados del ejército estandard. Ya con eso me sentía más tranquilo y orgulloso de la profesionalidad.

Llevas varios meses reclutado por el ZSU, donde a parte de entrenarte como un verdadero soldado has participado en varias misiones con éxito para el Líder; infiltrándote con tus compañeros en bases de Federación Libre o de Los Caballeros de Madera, e incluso saboteando instalaciones enemigas en zonas del Tri-Estado o del Imperio.

Un día, te hacen llamar y te presentas en la Sala de Misiones, donde se explican las próximas aventuras; pero esta vez vas sólo. Allí te esperan el capitán Rebov y el Mayor Jaric.

- Buenos días camarada Simo.- Te saluda el mayor.- Te hemos hecho llamar para una misión muy específica. Te vamos a encomendar la misión de viajar a El Yermo, situarte en posición de francotirador en la zona designada y eliminar a tu objetivo.

Te enseñan la foto.

- Es el hombre designado por Izquierda Roja para extender sus redes en nuestra Nación. Una vez eliminado deberá abandonar la posición y llegar al punto de recogida. Estoy seguro que con tus habilidades en el disparo, no habrá problemas. ¿Alguna duda?

Los meses en el ZSU me dieron la alegría que mi vida necesitaba. Realizaba un trabajo en el que era el mejor, y mis superiores reconocían mis esfuerzos. Hice amigos, camaradas y colegas cada vez que volvía de una misión con los compañeros a salvo. Ponía a prueba mis límites y seguía mejorando. Realmente, no podía quejarme. Por fin me sentía en mi lugar. 

Finalmente llegó el día. Una misión en solitario. Al principio me extrañó ese hecho, pero rápidamente comprendí que necesitaban una discrección máxima y al mejor tirador. Por eso estaba yo. S

-Buenos días señor- Respondí al Mayor con el gesto militar. Aguardé en silencio a que terminaran las instrucciones y cuando me tendió la foto la examiné hasta grabar su cara en mi mente. Moreno, con barba de luchador y unos ojos muy humanos mirando al cielo. La típica imagen de un revolucionario que camufla sus propios intereses como un libertador. Si lo que buscaban era evitar que creara vínculos, no era la foto adecuada, desde luego. Pero en esa época yo era una máquina que obecdecía sin cuestionar.

-Ninguna duda. Solo las preguntas necesarias:

1.- Qué seguridad habrá a su alrededor

2.- A qué distancia del objetivo me encontraré

3.- Cuál es su nombre, tal vez lo necesite para seguirle la pista si hay algún imprevisto.

4.- Y por último, cuándo tengo que estar listo.

- El objetivo estará preparando la organización del posible desembarco con sus más allegados, por lo que estará rodeado de voluntarios de Izquierda Roja y posiblemente armados. Por lo que tendrás que disparar y salir.- Te da las malas noticias.- La distancia la tendrás que buscar tú, pero hay un par de lomas con algo de vegetación y bastante nieve. Has hecho disparos más difíciles en el campamento, joder, como falles más te vale enterrarte allí mismo.

Le aparece una leve sonrisa al capitán.

- Estarán en un claro donde tienen un almacén de armamento y demás. Si el tiempo acompaña es pan comido. Eso sí, tendrás que aprovechar la confusión tras el disparo para abandonar la posición y evitar que te localicen hasta tu recogida en el pueblo costero situado a cinco kilómetros al sur. Su nombre no te debería hacer falta si no fallas el disparo, pero te diré que su nombre es Jamal. Es lo único que sabemos.

- Partes esta noche. ¿Estás preparado?

-No necesito saber más. Revisaré mi equipo para que esté en perfectas condiciones y me encontraréis esta noche en el punto de encuentro. No les defraudaré.-

Mostraba la seguridad clásica de los de mi categoría. Me sentía como un supersoldado, como si nada pudiese bajarme de la cima donde me encontraba. Saludé según las normas, esperé autorización y me retiré a mis pertenencias para proceder con el ritual que había mencionado. Comprobar provisiones, limpiar las armas, ajustar la mira... Munición correcto, equipo listo, el puro de la victoria en el bolsillo derecho de mi pecho. Perfecto.

-En marcha.-

...

El aire gélido choca de frente con tu cara, antes de volver la cabeza hacia el pueblo de Siberia, uno de los mayores puertos de El Yermo, con mayoría de población Confederada. Avanzas hacia el Norte siguiendo un camino y procurando evitar posibles placas de hielo.

Poco a poco el camino va desapareciendo y un bosque de ramas copadas con nieve te va invadiendo, aunque eso significa que te acercas a las coordenadas dadas. Llevas varias horas caminando pero gracias a tu ropa de camuflaje de invierno puedes sobrellevarlo sin problemas. En la bolsa de la espalda llevas tu fiel Remington, preparado para ejecutar la misión.

Observas como a varios metros delante tuyo la espesura se reduce; es posible que sea el claro donde debe estar el objetivo.

Antes de tomar posición, doy un pequeño rodeo para asegurarme de que está limpio. No  podía olvidar que permanecía en tierra hostil. Con el rifle en la mano y cargado me desplazo entre los árboles con todo el sigilo que puedo a un lado y a otro, comprobando el ángulo de tiro desde cada punto y observando la actividad que reina en el claro. Jamás esperarían un tiro desde aquí y, los francotiradores siempre jugamos con ventaja. Miro, observo y antes de disparar analizo el lugar, la gente, los senderos. Debía preveer las rutas por las que me emboscarían tras el disparo para saber por donde huír y decidir cual era el mejor momento para disparar.