Partida Rol por web

- ¡No hagas estupideces!- Te ordena.- Todos seguimos las órdenes excepto tú…Y las órdenes del Líder no se ponen en duda.

Escuchas su voz cada vez más cerca.

- El sargento Nikolai falleció junto a su unidad en aquel infierno…¡Entrégate ahora mismo!

El seco sonido del cuello de aquel desgraciado al partirse restalló como una explosión en aquel tenso silencio, segundos antes de verse ahogado por el sonido del cristal de la ventana al estallar en mil pedazos.

Sí, me tiré por la ventana. Todo me importaba una mierda en aquel momento, pero no iba a dejar que aquellos perros del Gobierno me llevasen por delante. Tendría mi venganza, y Nikolai también. Vivo o muerto, pero la tendría.

O eso, o yo había perdido totalmente la cabeza y cualquier sentido de la realidad. En cualquier caso, arriesgarme en aquel salto mereció la pena.

El impacto contra el suelo es fuerte, había más altura de la que pensaste. Aún así te levantas rápido y de una pieza; aprovechando la confusión que se ha generado para pillar por sorpresa a un soldado que estaba cerca de una ambulancia, con una llave ágil le tiras al suelo y le robas la pistola reglamentaria de su cinto.

A tu alrededor ves alguna enfermera y médicos que huyen hacia dentro del pequeño hospital. En dirección contraria hay un pequeño parking y unos metros más allá, un bosque frondoso.

Corrí sin pensarlo hacia el parking, a ver si con algo de suerte podía hacerme con un vehículo. Un rápido vistazo me mostró una vía de escape alternativa en caso de no poder hacerme con ningún vehículo, pues podría intentar esconderme en el bosque.

Con la adrenalina recorriendo mis venas, eché un vistazo a ver si había alguna posibilidad de robar un medio de transporte, siempre con un ojo avizor (y el dedo en el gatillo) por si algún soldado llegaba.

Afortunadamente para ti, un chaval anda despistado y velozmente le arrebatas su motocicleta dándole un empujón. Antes de montarte te disparan varios soldados a lo que respondes con tu pistola para ganar tiempo mientras ellos se resguardan tras varios vehículos.

La moto está arrancada y preparada.

Arranqué la moto sin pensar a dónde dirigirme. Sin lugar a dudas, lo más lejos posible de allí. Seguía disparando con la mano izquierda mientras con la derecha daba gas e intentaba que el manillar no se desviase de su posición.

¿Qué haría ahora? Era lo único que podía pensar mientras dejaba atrás el fuego de los soldados. No tenía hogar, no tenía posesiones, no tenía nación. Un soldado sin ejército. Ser mercenario era mi única salida para buscarme la vida mientras fraguaba mi venganza contra Blistov y los demás artífices de aquel complot contra Nikolai y nuestra unidad...

Con el tiempo descubriste que el hospital estaba al Norte de la Nación Confederada, cerca de un mediana ciudad portuaria. Por fechas, desde que la noche de la misión hasta que te despertaste en la cama pasaron más de tres semanas…Demasiado tiempo y ningún recuerdo.

Has estado vagando por zonas poco habitadas o barrios bajos, ganando algún dinero con pequeños trabajos o favores; lo suficiente para adquirir un viejo vehículo para desplazarte y algo de armamento pequeño. Al final tomaste la decisión de intentar entrar en algún grupo mercenario lo suficiente importante para volver a saborear la acción de verdad.

En una zona de mala muerte te enteras de un rumor de un ajuste de cuentas entre Fuego y Sangre y Sección S. Siempre has oído buenas palabras sobre la eficiencia de Sección S, y puede que se ajuste a tus habilidades y quizá, busquen nuevo personal tras este combate del que se habla. No te es difícil enterarte de un bar en una zona industrial donde paran miembros de Sección S por lo que pones rumbo hacia allí.

Aparcas en la entrada junto a un par de motos y una pick up. Hace algo de frío una vez que se está ocultando el sol, pero no dudas en entrar a ver que te encuentras en el local.

No hay mucho ambiente en el local. Unos tres moteros y un par de mozas en una esquina y un par de hombres en la barra. Éstos últimos son los únicos que podrían entrar en el concepto mercenario. Uno es grande y fuerte mientras el otro parece pequeño y resistente, pero sus ojos no paran de moverse. Notas que ya te ha echado un vistazo de arriba a abajo, como analizándote, antes de volver de nuevo a su cerveza y a la conversación con su compañero.

Me acerqué a los tipos sin dudar.

-Stan. Stan Darrell -me apoyé en la barra, junto a ellos-. Mercenario buscando trabajo, y si no me equivoco, vosotros también estáis en el negocio. ¿Para quién trabajáis?

Sin mediar palabra el más grande de los dos se levanta gruñiendo y con ganas de pelea.

- Tranquilo Gigante.- Apacigua el otro, haciendo que el primero se siente de nuevo en la silla, aunque se mantiene en tensión.- Veo que eres un tipo directo…Mejor, no nos gustan los soplapollas en Sección S. ¿Dónde trabajaste antes?

-Soy independiente, pero efectivo -les dije, pues no quería revelar que estuve en el ejército. Seguramente fuera un hombre buscado, y si ofrecían una recompensa por mí, cualquiera de estas ratas podía venderme por una miseria.

No los culpaba, yo en su situación habría hecho lo mismo.

- Eso ya lo veremos.- Dice mientras se termina la cerveza de un trago.- Vayamos a ver al Mayor, a ver qué opina...

Con tu viejo vehículo sigues a la pick up de Ojos y Gigante. A varios kilómetros al Norte llegáis a otro bar de carretera, donde parece que hay una juerga, con muchos vehículos aparcados enfrente y la música bastante alta.

Aparcáis e intentáis entrar, pero antes sale un joven corriendo mientras otros dos hombres salen abucheándole e insultándole.

- ¡Largo de aquí gallina!
- ¡No queremos mariconas aquí!

Los dos hombres callan de repente al ver a Ojos y Gigante, como si les tuvieran miedo. Cruzas con ellos el umbral de la puerta y observas como muchos hombres beben y ríen; pero tus acompañantes atraviesan simplemente realizando algún saludo con la mirada. Gigante se separa y se dirige a la barra mientras con Ojos entras en una especie de despacho.

Un hombre de aspecto recio revisa unos papeles en un austero despacho. Ojos le pone al tanto de cómo os habéis conocido y de tu presentación.

- Entiendo. Otro recluta.- Al hablar se le nota un pasado militar.- No parece tener mala pinta…Ojos, se va a tu sección.

Notas como Ojos inspira a punto de quejarse de tal decisión, pero se muerde la lengua y acepta con seriedad.

- Dame el informe después de su primera misión. Mañana reunión de oficiales a las nueve.- Aparta la mirada de las hojas y te mira a ti.- Bienvenido a Sección S. Cumple y serás recompensado. Falla y serás expulsado. Y sobre todo, obedece a tu superior.

-Cumpliré, Mayor -me limité a decir. Por supuesto no me refería a él como Mayor por disciplina militar, si no porque no tenía otra forma de dirigirse a él. Tampoco fue casual que obviara decir "obedeceré a mi superior". Como hacía tiempo me encargué de dejar patente en el ejército, no aceptaba órdenes de cualquiera, fuese cual fuese su puto rango. Un hombre debía ganarse el respeto de sus hombres antes de poder dar una sola orden.

Sin más palabras se da la vuelta y sale del despacho. Caminas tras él hasta que se vuelve a encontrar con Gigante.

- Se viene con nosotros.- Le explica.- Dale un catre y algo de armamento, lo necesitará. Mañana tendremos un encargo.

Después se gira y te mira.

- Descansa…Mañana me tendrás que demostrar lo que vales. 

Asentí las palabras sin decir nada más y me retiré. El catre era una puta mierda, y las armas tampoco eran mucho mejores, pero aquello era mi nueva vida. La vida que yo había elegido, no que un gilipollas con medallitas en el pecho me había impuesto.

Tras una noche poco agradable debido al mal estado del colchón de la cama, te levantas con los músculos algo tensos, pero esperas que entrar en acción te relaje.

Has tomado mejores desayunos, pero poco se puede pedir a este motel de carretera. Anoche había más movimiento pero al parecer la mayoría de los mercenarios ya se han marchado, simplemente estaban de paso. A los pocos minutos te unes al grupo de Ojos y Gigante, junto a otros tres miembros cuyos nombres parecen ser Rubio, Chispas y Rueda. En este grupo nadie usa su nombre real.

Mientras Ojos repasa unos papeles, Gigante te enseña el maletero de una de las furgonetas, el cual contiene multitud de armas, aunque algo antiguas. Un subfusil y una escopeta parecen tener buena pinta, y quizá un par de pistolas, el resto tuvo mejores años en el pasado.