Partida Rol por web

El Ocaso de los Dioses

Epílogo

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12/07/2010, 19:44
Director
Sólo para el director
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12/07/2010, 19:46
Director

Un hombre observaba desde la colina como todos los hombres aullaban por la victoria. Habían derrotado a los dioses y los heroes se habían convertido en lo que habían nacido desde un principio. Aquel hombre que observaba era el mendigo.

El cielo se iluminó un segundo y un rayo impactó en la tierra de arenas volcánicas del Olimpo. El mendigo a penas si miró un segundo y sonrió.

El rayo se formó como una figura humana, fornida, con armadura completa y un martillo.

-¿Lo ves, Thor? los hombres pueden cambiar su destino...

Dijo el mendigo volviendo la mirada al campo de batalla.

Thor se acercó más al mendigo y lo miró.

-¿Ya estás contento? ¿Eso es lo que querías, Thyr?

Reprochó.

El viejo anciano se iluminó completamente. Su forma había cambiado:

Antes viejo, frágil, con ropas harapientas.

Ahora era joven, recio, con una armadura muy bella de pieles y metal con grabados de dos lobos luchando, una capa rojo sangre de buena manufactura volaba al viento, y sus facciones ahora eran mas cuidadas, con el pelo corto muy pequeño. Aun seguía manco, pero ya no daba imagen de ser débil, sino todo lo contrario.

-Las cosas tienen que cambiar, hermano.

Thor avanzó hacia Thyr, golpeando el martillo contra la palma de la mano, en donde saltaban las chispas.

-Si sigues con esa idea de derrotar a padre con hombres, nos convertiremos en enemigos.

Thyr ladeó la cara, serio.

-Me duele oir eso. Pero la tiranía de padre tiene que acabar. No solo por los hombres. También por nosotros.

Thyr se acercó más a Thor.

-Si hubieses visto lo que yo vi, Thor... me apoyarías.

Thor dio un paso atrás.

-Estás loco. Tu locura será tu perdición. Te estaremos esperando, si decides hacer una guerra...

Thyr bajó la cabeza y apoyó la mano en el pomo de su espada.

-Adios, hermano, pues.

Thor buscó la mirada de su hermano, pero al no encontrarla aulló, en colera y de nuevo, un rayo cayó justo donde estaba la figura del dios del norte, para desaparecer.

Los ojos de Thyr se volvieron al frente, azules, pero con una sombra de tristeza, pero siempre firmes.

-Ahora todo depende de vosotros...