Partida Rol por web

DE UN TIEMPO A ESTA PARTE:

    La mayor parte de las criaturas ignoran como o para qué fueron concebidas y tienen que aprender a vivir con ello, en el caso de 1001 y de sus hermanos, esta verdad era inexistente y en su lugar fue sustituida desde el inicio de su existencia por justo la opuesta. Tiempo atrás el "Amo" los había creado a todos para un fin tan simple como monótono, pero no por ello sencillo de logra, proteger el lugar en el que habitaban y evitar que nadie, salvo su propio creador, entrase en un cuarto muy concreto del que con el tiempo paso a ser su hogar. Jamás se les dieron más explicaciones pero tampoco las exigieron, no estaban hechos para encontrarlas el sentido, solo para cumplirlas.

    No necesitaban comer, dormir, no sentían el dolor, jamás caían enfermos, eran soldados nacidos para el combate, unos pocos estaban mejor preparados para la creación de armas y hacer las reparaciones que fueran precisas cuando sus hermanos o las defensas eran dañadas. Por si eso fuera poco, el Amo también había creado a un general que los ordenara, un ser excepcional y el único al que se le había concedido un nombre, Karn, hecho para sobresalir en todos los aspectos entre sus congéneres y para liderarlos.

    Pero todas aquellas virtudes nunca parecían ser suficientes para frenar la amenaza a la que debían enfrentarse, durante años, las bestias surgidas de las profundidades los atacaban una y otra vez, apenas permitiendo tregua alguna. Eran seres de aspecto informe al punto de que 1001 nunca había llegado a ver dos iguales, algunos apenas se alzaban unos palmos del suelo mientras que otros eran tan inmensos que apenas podían desplazarse por las grutas, algunos estaban cubiertos de tentáculos que rezumaban una miasma caustica, los había con fauces repletas de colmillos acerados que bien podrían despedazar a un forjado de una sola dentellada. En ocasiones aquellas incursiones eran precedidas por una oleada de seres de la infraoscuridad a la que las abominaciones habían corrompido de algún modo que dejaba que sus cuerpos se retorcieran y deformasen hasta convertirlos en grotescas representaciones de lo que debieron ser originalmente y mucho más semejantes a quienes los habían esclavizado. Jamás supieron de donde venían, solo su deseo de destruirlos a ellos y arrasar con su hogar.

    Durante los escasos lapsos de tiempo en que la intensidad de los combates menguaba no era raro ver al Amo llegar a través de un portal abierto en el salón central, cuando esto ocurría, solía pedir un reporte de la situación a Karm, reunir a los forjados restantes, ayudar con las reparaciones y mejoras y, por último, entrar a la habitación sellada hasta volver a partir. Un ciclo que se repitió una y otra vez hasta el día en el que el destino decidió asestar un duro revés a 1001 y los suyos.

    En aquella ocasión, el Amo llegó, pero había algo distinto en sus ojos, su luz parecía mucho más tenue y su voz sonaba de un modo totalmente distinta, como si le faltase fuerza. Aún así, el mago no alteró su rutina, siguió la ruta habitual hasta que finalmente entró en el cuarto... pero esta vez jamás volvió a salir, ninguno de ellos tenía permitido entrar, el Amo los había atado a aquel emplazamiento y a sus órdenes de tal manera que, incluso si lo intentaban, les resultara imposible dejar el lugar o entrar en la habitación prohibida.

    Tras aquello, la vida de 1001 nuevamente se limitó a una lucha interminable, un deber del que le era imposible escapar, una guerra en la que la única salida llegaría el día que una de aquellas monstruosidades lo destrozasen tan salvajemente que ni los artífices o Karn pudieran repararlo, pues sin el Amo desaparecía la posibilidad de resucitar a los caídos ni de crear nuevos soldados. Como si sus enemigos hubieran sido capaces de averiguar aquello, los forjados no tardaron en enfrentarse a la batalla más cruenta a la que nunca se hubieran enfrentado. Muchos hermanos murieron y el propio Karn fue arrastrado fuera del emplazamiento por una de aquellas bestias, pero cuando el caos de la batalla cesó, los guerreros metálicos aún se mantenían en pie. Habían logrado rechazar el ataque, aunque el precio a pagar por aquella proeza se había antojado demasiado caro, apenas un puñado de constructos capaces de continuar la lucha.

    El único consuelo que quedó tras aquello fue que la frecuencia e intensidad de los ataques fueron descendiendo, por desgracia esto sucedía a la par que bajaba el número de defensores, hasta llegar el día en que 1001 se convirtió en el último superviviente.

EN LA ACTUALIDAD:

    Nunca supiste contar correctamente el tiempo, al no necesitar comer o dormir, jamás sentiste la necesidad de desarrollar ese sentido. Pero algo en tu interior te lleva a pensar que ya ha pasado mucho, mucho desde el último ataque. Extrañado recorres el lugar que a la fuerza acabó por convertirse en tu hogar. Aún quedan escombros desprendidos de las paredes por efecto del último combate y restos de algunos de tus hermanos caídos, antes de quedarte solo procurabais llevar sus cuerpos juntos al taller de reparaciones, pero ahora eso carece de sentido. Sorteas el cadáver de una de las monstruosidades que te enseñaron a matar, aunque no puedes evitar pisar un charco del viscoso icor purpúreo que brota de sus heridas.

    Vagas sin rumbo fijo, incapaz de saber muy bien que es lo que te tocará hacer ahora que ya reparaste tus daños, ignoras como levantar defensas así que lo que resta sería ¿Esperar a que el próximo ataque tenga lugar? Finalmente alcanzas la entrada principal de la gruta, aquella que comunica con el exterior del único mundo que has logrado avistar alguna vez. La oscuridad es sobrecogedora, pero del mismo modo sientes algo más, un sentimiento extraño que nunca te habías... ¿permitido? Sí, tal vez podría decirse así, permitido sentir antes, curiosidad por saber que hay más allá y de hecho, junto a esa sensación notas la ausencia de otra, una extraña, el vínculo que te ata a este lugar se siente ahora debilitado, haciendo que te surja la duda de si ahora mismo serías capaz de descubrir de una vez por todas que se encuentra más allá de este lugar.

Las palabras de mi creador nunca han tenido nucho peso en mi conciencia, por una mala traducción por mi parte, en mi ensamblaje final y usando la magia necesaria para mi despertar, dijo las siguiente palabras “Eres el Mil uno” haciendo referencia a mis otros mil yo que había creado antes.

Mientras dejo atrás los cuerpos de los otros constructores apagados, voy reconociendo piezas distintivas de cada uno de ellos, y repito sus nombres, grabándolos en mi memoria. He de reconocer que hablo mucho conmigo mismo, bueno decir que hablo conmigo mismo no es exacto del todo, pero es una forma humana de llamar como un constructo se mantiene entretenido repitiendo cosas en su cabeza.

Mis acorazados pies no evitan pisarlos o darles patadas a sus piezas, pues no están activos, sería un gasto de energía innecesario esquivar sus pedazos. Sin darme cuenta alcanzo la entrada del laberinto de grutas que protege la cámara del Creador. El sentimiento de saber más se apodera de mí, tirando de un pensamiento de supervivencia, quiero encontrar a Karn, él tiene el poder de auto-repararse, mis funciones motoras están correctas, pero los cientos de arañazos, alguna que otra grieta y algún crujido extraño en la pierna izquierda me incomoda para estar en perfecto estado si algún día vuelve el creador.

Pero para eso tengo que poner un pie fuera. Miro la hierba, un ser vivo a merced de los demás, sin poder moverse sólo vive con la amenaza del capricho de un tercero que no la pise. Me agacho para observarla de cerca, porque desde arriba todas las hojas parecen iguales, pero si te acercas son todas distintas. ¿Así soy yo? Me yergo en toda mi estatura, tras un segundo de introspección doy un paso adelante, aplastando las inmóviles plantas. Así era yo. Sólo entonces, tras esa revelación, me llegan claras las palabras del creador en mi despertar, mientras dejó atrás la entrada de la cueva.

“Eres uno entre mil”.

    Conforme pusiste un pie ahí afuera algo dentro de ti parece liberarse, como si una compuerta oculta en tu ser que en el pasado hubiera sido cerrada con llave para permitirte el libre acceso a lo que ocultaba tras ella, ahora se derrumbara desvelando el secreto tras ella. Tu mente es vapuleada de tal modo que llega a afectar a tu equilibrio dejándote a punto de caer de bruces hasta que logras recomponerte en el último momento apoyando tu brazo contra el muro. Justo después te yergues y alzas la mirada, pero algo esta distinto, no te encuentras en el exterior de la guarida, si no dentro de ella, en una sala de la misma que no recuerdas haber visitado en mucho tiempo, a lo lejos oyes a los artífices trabajando el metal, a tus hermanos desfilando para formar las distintas patrullas, parece que te encuentras solo... no, no es así, hay alguien más, escuchas voces, voces conocidas, a tu espalda, te vuelves, tras el umbral de la entrada a una habitación ves un orbe brillante flotar, esos ingenios mágicos que el Amo os dejo para poder alumbraros, y a su lado se encuentran dos figuras, una es Karn y la otra... la otra es tu creador, el Amo en persona, parecen esas eran las voces que habían captado tu atención, cierto, habías venido a avisarles, a reportar el estado de las patrullas, pero no debes interrumpir su conversación. Así que te mantienes firme, sin poder evitar oír parte de lo que hablan.

    -Ya nada tiene sentido Karn, sin Hron para respaldarme estoy perdido y no he logrado dar con el resto de guardianes, Gareth desapareció un buen día sin dar explicaciones, Myrkur ha sido capturado y de los demás no se sabe.- Jamás habías oído hablar al amo de aquella manera, siempre solía mostrarse sobrio y distante, limitándose a realizar aquellas funciones que se esperaban de él. -¿Cuántos habéis perdido desde la última vez que nos vimos, Karn?-

    -Dieciséis bajas definitivas y tres bajas temporales.- Una voz metálica respondió sin vacilaciones. Karn era el mejor de los vuestros, pero de algún modo aquella eficiencia parecía haberse llevado cualquier capacidad de desarrollar empatía hacia otro ser, sin duda era capaz de procesar la información que recibía de una manera u otra y de usarla para dar con la mejor solución posible para los problemas que se le planteaban, pero aquel tono frío jamás lo abandonó en su forma de hablar. -Reporte de situación de las defensas pendiente por parte de guardián de patrulla de guardia actual.- 

    El amo agito la cabeza hacia los lados, parecía frustrado. -Mulk'Uvar nunca me dijo como lograba hacer que sus forjados fuéramos sintientes y a ti te toco pagar lo platos rotos... ¿Sabes? Esa pieza en torno a tu cuello fue obra suya, mientras la portes nunca podrán destruirte del todo, pero fue otra cosa más que jamás me explicó como había logrado hacer, de haberlo sabido lo hubiera replicado. Malditos seres de carne y malditos sean todos y cada uno de sus secretos y deseos, por culpa de sus caprichos ahora tengo que bregar con la Anomalia y me siento un hipócrita teniendo que crearos para este fin...- El Amo se detuvo en seco, al parecer acababa de percibir algo que había pasado por alto y al momento dirigió su mirada en tu dirección. -Maldita sea, por qué te has quedado ahí sin decir nada, se supone que tenéis que avisarme cuando venís hasta aquí. Estos malditos sellos y toda esta maldita cueva, estoy harto de todo esto, harto de esta lucha sin sentido, de haber sido hecho con el único fin de enmendar los errores de un egoísta y de tratar de encontrar algo que no existe, ven aquí.- 

      Incapaz de negarte a la orden directa de tu creador, te aproximaste hacia él contemplando como pronunciaba unas palabras, en un lenguaje que no estabas hecho para comprender, y alzaba su mano derecha que empezaba a ser rodeada por un halo de luz verdosa justo antes de posarse sobre tu cabeza.

*******

    Oscuridad, tus visión tardo en regresar unos instantes antes de mostrarte que habías vuelto al presente. Acababas de avanzar unos pasos hacia el frente sin darte cuenta y ahora te encontrabas rodeado de la oscuridad del mundo subterráneo, apenas tenías capacidad de distinguir donde apoyabas los pies, pero incluso en aquellas condiciones podías localizar más cascotes de los muros derruidos y cuerpos de los caídos en combate. Si te ibas a decidir a salir allí afuera necesitarías llevar contigo algo con lo que alumbrarte y posiblemente algo con lo que defenderte. Si Karn seguía ahí afuera tal vez pudiera arrojar más luz a los recuerdos que acababas de recuperar.

Con un titubeo, miro una vez más atrás. He sentido lo que los vivientes llaman recuerdos, sin embargo para un constructo, no hay imperfecciones, no hay esa nebulosa que llega a confundir la memoria. Los de mi raza, sí, lo considero una raza, pues tiene características y peculiaridades como cualquier otra. Los de mi raza tenemos una memoria perfecta. Revivimos las cosas como si estuviéramos allí. Sin embargo esa información está fragmentada y acotada por conjuros, para que no nos apabulle constantemente el pasado sobre el presente.

Ahora ha vuelto toda esa información con un sentido. Recordarme las cosas que se, y las que no sé. Pero que el amo hablara de la filacteria que portaba Karn en su cuello, es la clave para poder moverme durante más tiempo, para poder ¿vivir? Debo encontrar a donde han llevado Karn. ¿Por qué su amo estaba tan apesadumbrado?, no parecía dueño de sus actos, sino como en una cadena, era un eslabón más, tengo que saber que eslabón estaba antes y cuál iba después, para así entender su propio destino y mi propia existencia.

Estoy en una enorme cueva que no he estado nunca y me detengo observando a mi alrededor, mi visión en la oscuridad no está adaptada como hizo con otros forjados exploradores, yo estaba muy próximo a la puerta y en mi brazo izquierdo un poderoso escudo de adamantita que clavo en el suelo, levantando esquirlas de roca, es indicativo de mi rango. Defensor y reparador.

Empiezo a salir de allí con lentitud, bueno lentitud para un ser de carne con los días contados por los soles y las lunas, para mí es un paso como otro cualquiera, adaptado a un lugar que no conozco y debo ir con cuidado para no dejarme nada. Cojo una espada que está tirada, abandonada de cualquier manera, arma de uno de mis compañeros que no pudo cumplir su misión, ¿hace cuánto? golpeo el arma contra un lateral de mi acorazado muslo, que hace que ésta estalle en mil pedazos, con un estruendo metálico que rebota por todas las paredes y el techo. Hace mucho, termino de pensar dejando caer la empuñadura y sigo mi camino.

    Lentamente, prosigues con tu avance, la falta de luz provoca que al menos en un par de ocasiones choques contra los restos del combate. Estimas que no merece la pena detenerse a comprobar si se trata de otos hermanos, abominaciones o simplemente paredes derruidas, ahora ya no puedes guiarte por la vista.

    Por cuanto tiempo se ha prolongado tu marcha es algo que desconoces, pero el tiempo es un recurso muy relativo para ti. De repente, una tenue luminiscencia aparece en la lejanía de la gruta permitiendo que aceleres el ritmo, al parecer aquí hay otro tipo de habitantes de las profundidades mucho más pequeños e inofensivos, pues la luz que te guía no es otra que la producida por pequeños hongos que crecen adheridos a las rocas húmedas de esta zona. Al parecer han desarrollado la capacidad de excretar alguna especie de sustancia que los hace visibles.

    Un murmullo revela la cercanía de una corriente, pero los ecos distorsionan su procedencia, la gruta parece haberse ensanchado para dividirse en tres posibles caminos, la decisión sobre cual seguir podría ser un asunto delicado, todas son demasiado similares entre si y perderse a partir aquí parece ser demasiado fácil. 

Cualquier de los tres caminos parecen iguales y al no tener un fin claro, tampoco el camino es claro. Lo que es seguro es que pueda que no vuelva más por aquí, cualquiera de los tres caminos me alejarán de mi pasado, de mi forma de ser hasta ahora. Me hago un chequeo visual y experimental, tengo la Diadema de Mando que tenía el jefe y que ahora no necesitará y no recuerdo cuando me la puse, pero no sería práctico dejarla donde estaba.

En su mano derecha un enorme Puño de Combate está acoplado a mi antebrazo. Lo muevo un poco, abriendo y cerrando los dedos comprobando que todo marcha bien.

Por último, con un sonido metálico unas Garras de Tracción salen de los pies y de las manos, desde unas cavidades secretas, puede que tenga más objetos en su interior y otros dispositivos, cosas que hace que 1001 sienta algo parecido a la curiosidad, aunque él diría que son fallos de inventario que hay que corroborar.

    Tras haber realizado los protocolos precisos para asegurar que los dispositivos integrados en tu cuerpo permanecen operativos, regresas a la realidad que te toca vivir ahora. Estas lejos del lugar que durante años ha sido el único mundo que habías llegado a conocer. Todo lo que esperaba a partir de ahora era la incertidumbre, algo que normalmente se antojaba bastante molesto para una mente guiada por la lógica y creada para un fin en el que la toma de decisiones se convertía en un abanico de muy poco alcance.

    El ambiente no te da grandes pistas, los exploradores siempre habían sido escasos entre los vuestros y tras comprobar el riesgo que suponía enviar a forjados a realizar tareas de ese tipo aportaba más riesgo que beneficios, terminó por reducirse su producción en tan solo dos generaciones. Aquella información no era para nada útil, pero era lo que acudió a tu mente, quizás una manera de recordarte a ti mismo que ese no era tu lugar.

    Sin embargo, conforme aguardabas en el lugar, un extraño zumbido comenzó a cobrar relevancia. En verdad llevabas percibiéndolo durante un buen tiempo, como una estática producida por algo que generaba interferencias que impidieran el correcto funcionamiento del dispositivo en tu frente. Cuando tu atención se centró en dicho fenómeno comenzaste a comprender que las perturbaciones eran rítmicas, es más, parecían seguir un patrón que se repetía una y otra vez como un mensaje emitido desde algún lugar en el interior de una de las grutas.

    Te concentraste en tratar de limpiar la señal y pronto parte de los fragmentos que captabas comenzaron a formar palabras en tu mente "Eval..rsitu... dodecon... hermanos... uestno recib... ciónde do... fallido... Eval..rsitu... (...)" Aquella voz resultaba familiar de algún modo, pero descubrir desde donde provenía aquello era complicado, el dispositivo estaba pensado para comunicar órdenes no para obtener ubicaciones exactas, sin embargo, al moverse, parecía que la señal sonaba con mayor fuerza por el corredor central, el cual resultaba ser también el peor iluminado de todos. Por pura casualidad, a la par que descubres este detalle, notas que desde el corredor de la derecha llega el murmullo de una corriente, posiblemente algún riachuelo subterráneo.

Tras mover la cabeza con lentitud, mirando alternativamente a los tres corredores. Que me llegue una señal del corredor central hace que tenga algo en lo que enfocarme. En el lado izquierdo corre un rio subterraneo, 1001 no tiene miedo a las corrientes de líquido, pues tiene la teoría aprendida de como moverse con distintas técnicas, pero no tiene motivos para ir, salvo que sea encontrar la salida.

La señal es más prioritaria, pues puede que contenga un mensaje que le interese, pues reconoce cierta familiaridad. "Eval..rsitu... dodecon... hermanos... uestno recib... ciónde do... fallido... Eval..rsitu... (...)". El resto de palabras no las entiende. Con la tranquilidad que guía todos sus movimientos, tras casi media hora de escuchar y pensar, arranca. Así que camina pesadamente hacia el corredor central. El animado, pese a ser de tamaño mediano y tiene una movilidad decente, supera con facilidad los 300 kilos de peso.

    El avance se hace complicado, la superficie que conforma el suelo son rocas húmedas, seguramente debido a la naturaleza de las mismas y las cercanías a la corriente de agua. La oscuridad sigue sin llegar siendo total, cada vez que el paso se vuelve angosto, nuevas colonias de hongos fluorescentes aparecen adheridas a las paredes.

    Sin embargo, todos estos detalles son fútiles, tu mayor fuente de información sobre que hacer o hacia donde dirigirte es el mensaje que no para de repetirse una y otra vez. Quizás para otro tipo de criatura esto hubiera acabado por minar a su cordura, por suerte ese no es el caso, esa extraña voz era la única compañía que habías tenido en mucho tiempo y ahora te estaba dando un nuevo propósito.

    De pronto algo te perturba, el mensaje comienza a subir en intensidad y empieza a ser más comprensible: "Evaluación...nresult... docont... hermanos invia... protocolo... fallido... Evaluación" Si la  proximidad es la clave para descifrarlo, seguramente no estés muy lejos. Y eso no es todo, de pronto detectas unos surcos en el suelo, se trata de un rastro dejado por algo pesado que fue arrastrado por aquí, quien lo arrastrase debió de seguir el mismo camino que haces ahora. Tras dar unos pocos pasos más llegas hasta un ensanchamiento, en este lugar la luz parece provenir de unos minerales de diversos colores que surgen de las paredes rocosas, gracias a los mismos descubres un destello sospechoso, si tus sentidos no te fallan, es muy posible que se trate del punto en el que el objeto debió de ser abandonado.

    Tras recortar la escasa distancia que te separa de él tus dudas son despejadas. El objeto en cuestión son los restos del cuerpo de uno de tus hermanos, pero no de uno cualquiera, pese a encontrarse en un estado lamentable ya que la mayor parte de la protección pectoral ha sido arrancada de cuajo y algunas de sus extremidades parecen haber sido cercenadas por alguna clase de objeto filoso, las partes intactas indican que era un guerrero y con una posición elevada en el escalafón además. De hecho podría tratarse de...

    "¡¡ALARMA ALARMA ALARMA!!

¡¡FUERZAS HOSTILES DETECTADAS!!

¡¡PROTOCOLOS DE DEFENSA ACTIVADOS!!"

    Una alerta se activa en tu interior, notas como tu brazo armado activa el modo de combate en una respuesta inmediata al aviso y las garras de tu base emergen para clavarse en el suelo. Algo te advierte de que un activo hostil se dirige hacia tu posición a gran velocidad.

Las alarmas hacen que me gire hacia el lugar por donde se aproxima el enemigo. Cierro el puño con fuerza para concentrar el golpe lo mejor posible, sin dejar escapar nada de energía cinética cuando golpee.

A mis pies se extienden varias preguntas, pero que ahora mismo son desechadas, por no ser pertinentes frente al combate que tengo que tratar ahora mismo. Las heridas de mi "hermano" pueden estar directamente relacionadas con la criatura que viene a mi encuentro o no. Sin embargo la información que puede contener si influye en el acto de quedarme a defenderlo para poder extraérsela, haciendo caso omiso de posibles vías de escape o de posiciones alternativas.

Abro las piernas y bajo la cabeza para que centro de gravedad sea más firme y espero a que aparezca lo que sea, para cargar contra él y aplastarlo contra una de las paredes, sin embargo no estoy al cien por cien, y me noto reaccionando lento.

    Desde la posición en la que se encontraba, 1001 pudo sentir como varios fragmentos de rocas se desprendían de lo alto, algo pesado se aproximaba desde la entrada opuesta a la que había entrado. Allí, con los restos de su hermano muerto a sus pies, el forjado se preparó para el inminente encontronazo, fuera lo que fuese aquella criatura había logrado alterar el mensaje de aquella extraña voz del pasado para ponerle a alerta ante la potencial amenaza. Y entonces el peligro hizo su aparición frente a él.

    Primero solo se vieron un puñado de zarcillos purpúreos que parecían dispersarse en todas direcciones como si tratasen de localizar algo, estaban en el punto más elevado del techo lo que hacía imposible alcanzarlos con los medios a disposición de 1001, al menos por el momento. Pero un instante después la situación volvió a cambia pues, en cuanto detectaron la presencia del hombre de metal, todos ellos pasaron a señalarlo agitándose con excitación emitiendo un chasquido de lo más peculiar. Ahora el sonido pasó a ser el de varios golpes que llegaban amplificados por los ecos de la gruta, como una sucesión de arpones que se clavasen violentamente en la roca y que cada vez resultaran más y más próximos.

    La cabeza de la criatura fue lo siguiente en aparecer, un yelmo quitinoso en el que podían observarse un par de ojos situados a los costados muy similares a los de los insectos que brillaban con malicia sin perder de vista al guerrero. Un paso, luego otro más, nuevos desprendimientos tuvieron lugar, 1001 debería de encontrar el momento exacto en el que esa cosa se desprendiera del techo para poder lanzar su ataque, pues sin duda era una de las abominaciones a las que debía combatir, su propia concepción había tenido lugar para erradicarlas, además sabía de lo que eran capaces, esas bestias habían eliminado a sus hermanos. El goteo de una especie de secreción caustica salió por las fauces del ser que comenzaron a corroer la roca en el preciso instante que alcanzaron el suelo, nuevos avisos le estaban siendo dados, pero la propia criatura tampoco parecía decidirse a hacer el primer movimiento, quizás igualmente consciente de que aquel era el último de los guerreros que tantas vidas de los suyos se habían cobrado.

    Con una reacción explosiva, la cosa se abalanzó sobre 1001 tratando de alcanzar su brazo armado, por desgracia para ella, su rival no pensaba ponérselo fácil, había tenido tiempo para prepararse y con un giro logró evitar el envite haciendo que el salto acabara en un accidentado choque contra la pared. El momento para el contraataque no podía ser mejor para el forjado, su adversario se encontraba derribado y desprotegido.

    El combate con la abominación terminó antes incluso de comenzar, 1001 cargó contra el ser aplastánodolo con el peso de su cuerpo contra las paredes rocosas sin miramientos, había sido creado para erradicar aquellas amenazas y llevaba años combatiéndolas. Un sonoro crujido pudo ser escuchado cuando su exoesqueleto se quebró y fluidos brotaron de las fisuras. Fluidos burbujeantes que parecían crepitar...

    Para cuando el forjado quiso darse cuenta ya era tarde, parte de su brazo había sido salpicado por la sangre ácida de la abominación, corroyendo rápidamente el metal con el que entró en contacto, los daños no fueron suficientes para inutilizar la extremidad, pero sin duda quedaría resentida para futuros combates.

    Tras aquello se dirigió a la salida tratando de localizar el origen de la señal. Las siguientes horas habrían sido insoportables para cualquier otra criatura, avanzando a duras penas por un sinfín de pasadizos angostos emboscado continuamente por criaturas de pesadilla a las que se veía forzado a combatir, aún con todo 1001 logró prevalecer pese a que su cuerpo sufriera las consecuencias. Para cuando logró recibir el mensaje completo, su blindaje estaba tan debilitado que regresar al puesto de vigía sería casi imposible, sobretodo conociendo que las aberraciones nunca se terminarían.

EVALUACIÓN DE SITUACIÓN

...

SIN RESULTADO

...

INICIANDO COMUNICACIÓN CON HERMANOS

...

COMUNICACIÓN INVIABLE

...

INICIAR PROTOCOLOS DE AUTOREPARACIÓN

...

FALLIDO

    De haber sido capaz de tener sentimientos, sin duda la frustración hubiera sido lo que hubiera embargado al constructo en ese momento, un mensaje desesperado repetido en bucle de un origen incierto. Exploró los alrededores, desde hacía tiempo caminaba a oscuras y allí apenas era capaz de percibir algo que no fueran formas sombrías, se esforzó en examinar con mayor detalle con cuidado de no caer en alguna fosa o entrar en la guarida de alguna criatura cuando un destello pareció alertarlo.

    Una tenue luz rojiza que amenazaba con extinguirse en cualquier momento guió sus pasos, conforme se aproximaba descubrió que sus sensores auditivos ahora también eran capaces de percibir el mensaje. El fulgor parecía salir bajo un montón de cascotes, con su mano sana, 1001 comenzó a apartar las rocas y entonces lo encontró.

    Era Karn, al menos lo que quedaba de él, su cabeza, seguramente arrancada del cuerpo que había encontrado atrás y arrojada aquí por lo que le hubiera atacado. Estaba muy dañada pero aún así parecía seguir operativa, algo extraño. Incapaz de saber que hacer exactamente a continuación, 1001 extendió su brazo para recoger los restos de su antiguo líder.

   -CENTINELA 1001 DE LA SECCIÓN NUEVE, REPORTE DE SITUACIÓN E INICIE PROTOCOLOS DE...- Una interferencia pareció interrumpir el mensaje del forjado distorsionando su voz. -1001, nuestro cuerpo ha sufrido daños que superan nuestra capacidad de autorreparación...- Resultaba extraño, aquella voz era similar a la de Karn y a la vez distinta, como si se tratase de otra identidad. -...necesitamos que nos lleves al puesto de guardia, tu también pareces dañado... creo que la solución óptima para obtener las mayores probabilidades de éxito será que a partir de ahora tu portes el anillo de preservación, extráelo e insértalo en tu cuello para completar la instalación...- Una nueva interferencia interrumpió la conversación trayendo nuevamente al Karn original. -ALERTA, TELETRANSPORTE ACTIVADO, INTRUSO DETECTADO EN SALA DE AMO, TODOS LOS CENTINELAS DIRIJÁNSE A LA UBICACIÓN SEÑALADA.-

    Los sensores de 1001 parecieron enloquecer con las alarmas, su visión pareció alterarse para señalarle la dirección de regreso a la base incluso después de aceptar la alarma, conocía perfectamente que el era el único de los centinelas que quedaba en activo, así que solo él podría encarar aquella nueva amenaza.