Partida Rol por web

    Los tablones comenzaron a crujir y estremecerse una vez atravesaron el umbral de la puerta, algunos de ellos estaban sueltos y otros tantos dañados. Sin embargo, los sonidos de arriba que solo Serge había detectado no cesaron hasta que este llamó a alguien. Entonces un silencio vacilante se impuso por unos instantes para dar paso, tras casi un minuto de espera, a lo que parecía ser los lentos pasos de quien quisiera que se encontrase arriba buscando el medio para descender a la planta inferior en busca de quien fuera que hubiera interrumpido la paz nocturna del lugar.

    Desde las sombras una figura retorcida y encorvada comenzó a dibujarse, era algo menor en estatura a Serge y mucho más torpe en su avance. Al amparo de la luz proveniente de la chimenea su aspecto fue definitivamente revelado, se trataba de un aciano de rostro cadavérico, repleto arrugas, prominente nariz y visión parcialmente velada, iba envuelto en una especie de túnica roída similar a la usada por algunas órdenes mendicantes que lo cubría hasta los pies, llegando a hacer que temieran hasta cierto punto por su seguridad si en algún momento esta le hiciera trastabillar y caerse de bruces. Lo realmente inesperado fue que el hombre apenas reparo en ambos, en su lugar los rodeó, dirigiéndose directamente a la puerta, la cual cerró con llave para nuevamente evitarlos, dirigirse al recibidor y tras situarse tras este alzar la mirada en su dirección y, finalmente, dirigirse a ellos.

    -Es tarde y hace frío, no es raro que recibamos inquilinos tan tarde pero tampoco es frecuente.- Terminó por decirles con un hilo de voz rasposa. -No es prudente recorrer las calles a estas horas así que les recomiendo que les daré una de las habitaciones, aunque no molesten al resto de nuestros inquilinos.- Sus huesudas manos aparecieron tras las mangas de la túnica sosteniendo una llave que usó para poder acceder al interior de un cofrecillo en el que parecía guardar las llaves del resto de habitaciones. No les pasó por alto que, pese al breve instante en el que pudieron observar el contenido de la caja de metal, el número de las mismas era considerable. -Acompáñenme arriba.-

    Continuando con su política de no dejar espacio a réplicas, el peculiar personaje se dirigió a las escaleras por las que previamente había aparecido deteniéndose únicamente a tomar una lámpara de aceite que encendió con la ayuda de un fósforo para facilitar a sus acompañantes el poder encontrar el camino para seguirlo.

    Sin más opciones a la vista, se encontraron que la nueva estancia se componía de una pequeña sala en la que únicamente habían a la vista un aparador y una mecedora que comunicaba directamente con un estrecho pasillo con un total de cuatro puertas a cada lado en cuyo final podía divisarse otras escaleras ascendentes.

    El viejo se detuvo ante la puerta que tenía el número tres y, tras un leve chasquido metálico, pasó a empujarla y echarse a un lado para dejar paso a sus acompañantes ofreciéndoles la lámpara de aceite para que pudieran orientarse en el interior.

    Serge no había pasado por alto el hecho de lo poco alterado que se percibió en todo momento su anfitrión, tal vez para 1001 aquello no supusiera nada raro ya que debía de ser la primera vez que abandonaba su mazmorra, pero no dejaba de resultar llamativo que ni si quiera se hubiera alterado lo más mínimo, amén de mencionar que en el interior del cofrecillo deberían de haber no menos de una docena de llaves y que ni siquiera se había molestado en darles precios y la cosa no pareció terminarse allí.

   Una vez ascendieron, el pícaro notó descritos en el suelo inusuales surcos lineales justo donde terminaba la escalera y si abajo había ocho habitaciones y arriba solo quedaba otra planta y de menor tamaño ¿Exactamente cuantas de esas habitaciones se encontrarían ocupadas? Tal vez estaba yendo demasiado lejos, aquel hombre solo mostraba de manera un tanto seca su hospitalidad y simplemente quería protegerlos de la gélida noche y no les había mandado a la calle como gesto de cordialidad evitando mentar nada más para no incomodarlos, además ¿Qué mal podría hacerles alguien así a él teniendo a 1001 para protegerlo? Asomándose a la habitación detectó un fuerte olor a cerrado pero también una ventana desde la que veía la calle a través de unas cortinas, el hecho de que pese a carecer de contraventanas no sintiera frío le ánimo a pensar que por lo menos el resto de la estructura de la casa se encontraba en buen estado.

Su compañero parecía permanecer en fase de observación y análisis, bloqueado por el lugar, aunque no era algo el todo comprensible para el forjado, este se esforzó por clamarlo evaluando el lugar que habían observado. Pero a modo de evaluar lo que sus sensores podían haber percibido.

Al estar aquel lugar más cerrado, las funciones del forjado se sintieron (si se podía decir así) más altas y preparadas, era difícil ser práctico sin entender lo que le rodeaba, pero aquel habitáculo y sus paredes eran más fáciles de asegurar para el forjado acostumbrado a espacios cerrados.

- evaluando - dijo sin pensar realmente en hacerlo, simplemente no veía necesidad de evitarlo. Sin secretos se podría decir, pues no entendia que una palabra (quizás no esta vez) podía dar pistas a un futuro enemigo.

A pesar de su inquietante aspecto, aquello era una posada. Y en las posadas siempre soplían tener buena disposición hacia los clientes de pago.

 -Buenas noches, monsieur, ¿tenéis hueco para que dos cansados viajeros puedan pasar la nuit?

El posadero rápidamente les dio habitaciones. Sin quejarse, sin sorprenderse, sin pedir dinero... Y eso era raro, ¡especialmente la última parte! Por supuesto eso hizo que el ladrón arrugara la nariz como si oliera a cuerno quemado. De todos los alcantarillados de todas las ciudades del mundo, ¿por qué habrían ido a parar al de una ciudad maldita?

Una vez estuvieron en su cuarto, Serge sonrió al posadero y le despidió educadamente antes de cerrar la puerta. Luego pegó la oreja a la puerta para asegurarse de que aquel anciano se alejaba antes de hablar con 1001.

 -Mon ami, tengo un mal presentimiento acerca de todo esto. ¿Tú necesitas dormir mucho por las noches?

- Negativo - respondió - solo los consrructos poseedores de dones mágicos tenían derecho al descanso, aunque mis compañeros fueron cayendo en un sueño inanimado uno a uno según sus funciones llegaban a su límite. Puede que fuera el último activo de mí grupo.

El ladrón asintió.

 -Entonces creo que te voy a pedir un favor, que vigiles mientras yo duermo. No me fío de este sitio y temo que puedan intentar robarnos, atacarnos o algo peor mientras dormimos. ¿Crees que podrás hacerlo, mon ami?

Era una suerte tremenda que su recién adquirido compañero de viaje no fuera un ser orgánico. Claro, que esto significaba que seguramente no podría invitarle a tomar una pinta de cerveza para celebrar su supervivencia a aquella ciudad cuando salieran de allí, pero algo seguro que encontraría para recompensarle por su trabajo.

    Sorprendentemente para Serge, el sueño le sobrevino tan pronto como se atrevió a posarse en el camastro, en apenas un día había tenido que enfrentarse a la perdida de todo su grupo de compañeros devorados por un demonio mientras huía gracias al recuerdo de su ¿madre? a través de una reliquia que aún llevaba encima y que apenas comprendía que lo había llevado hasta la mazmorra en la que había tenido ocasión de conocer al singular 1001 quien junto a él habían descubierto un hilo del que tirar que parecía capaz de enlazar la historia de ambos de un modo que no era ni tan si quiera capaz de imaginar hasta aquel momento. La cabeza empezó a darle vueltas y sus piernas comenzaron a flaquear.

    Revivir aquello extinguió sus reservas de energía dejándolo sin más remedio que fiarse de su compañero. Por lo menos podía contar con descansar bajo techo y sin enfrentarse al frío del exterior. Así que cerró los ojos para sumirse en el mundo de los sueños.

*********

    Sorprendentemente para Serge, el sueño le sobrevino tan pronto como se atrevió a posarse en el camastro, en apenas un día había tenido que enfrentarse a la perdida de todo su grupo de compañeros devorados por un demonio mientras huía gracias al recuerdo de su ¿madre? a través de una reliquia que aún llevaba encima y que apenas comprendía que lo había llevado hasta la mazmorra en la que había tenido ocasión de conocer al singular 1001 quien junto a él habían descubierto un hilo del que tirar que parecía capaz de enlazar la historia de ambos de un modo que no era ni tan si quiera capaz de imaginar hasta aquel momento. La cabeza empezó a darle vueltas y sus piernas comenzaron a flaquear.

    Revivir aquello extinguió sus reservas de energía dejándolo sin más remedio que fiarse de su compañero. Por lo menos podía contar con descansar bajo techo y sin enfrentarse al frío del exterior. Así que cerró los ojos para sumirse en el mundo de los sueños.

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    Serge sintió como si lo arrojasen al interior de un oscuro pozo, el descenso, el sentimiento de ingravidez, la angustia causada al saber lo que le esperaría al final de la caída y la ceguera provocada al estar envuelto de una insondable negrura. Sentía desasosiego e indefensión ante la incapacidad de controlar la situación o escapar de la misma. Fue entonces cuando comenzó a llegar a sus oídos un sonido lejano, como un murmullo desde el fondo del océano, inicialmente le resultó ininteligible pero poniendo todo su empeño en tratar de descifrarlo, fue dándose cuenta de que eran las voces lejanas de al menos dos personas que hablaban entre ellas.

    -...sin más pero en el momento perfecto, deberíais llamarlo.- Susurraba la primera de las voces con cierta inquietud.

    -Eso corresponderá a mío juzgar, puede que sirva de ventaja perro otro apareció igual y ahora amenaza para nuestro planes.- Respondió la segunda con tono apático y autoritario con un fuerte acento local. -Derjite ix, tills andra kommer, trevliga som min kommer att göra- Sentenció cediendo a usar la que sin duda era su lengua nativa, las palabras le resultaron extrañas pero estaba claro que deberían de tratarse de unas órdenes que el otro debería seguir.

    -De acuerdo, chambelán, esperaré.- Terminó por decir el segundo.

    Un escalofrío recorrió el espinazo de Leblanc, su piel se sentía húmeda y pegajosa justo en el momento del impacto que lo sobresaltó al llegar al fondo. Pero aquello no fue suficiente para despertarlo, al contrario, su sueño estaba lejos de terminar.

    -XYR'AD- El aullido lejano estremeció al joven, haciéndolo consciente de que ni si quiera los sueños podrían protegerlo de la entidad que lo llamaba.

                                -GARV'AD NÖG- El suelo sobre el que se en

    Sorprendentemente para 1001, su compañero quedó sumido en un plácido descanso tan pronto como se apoyó en el camastro, sus ojos se cerraron y su respiración se ralentizó. Pero aquellos detalles no debían de llevarse su atención, había algo más apremiante y ya tendría otro momento para recoger datos acerca del sueño de los seres de carne, si terminaba por valorar aquella información como datos de interés.

    Por suerte, o no, la labor a desempeñar era una con la que se sentía bien familiarizado, la vigilia, centrar su atención en cualquier posible variación externa que pudiera señalar una amenaza y afianzar durante las próximas horas que la habitación permaneciera segura. Él no sentía el cansancio, su cuerpo metálico se encontraba en perfecto estado y sus sensores y equipos de combate estaban prestos para asistirlo a alcanzar el éxito en su cometido.

    Silencio, quietud, inactividad, por lo que podría juzgar como horas, su entorno permaneció inalterable, lo que lo llevó a valorar que tal vez el anciano habría seguido la misma rutina que el tal LeBlanc. Y en ese momento fue cuando lo percibió, un sutil crujido, poco después otro chasquido, más tarde un tercero. Los sonidos no provenían de la habitación, aunque si del edificio, los había oído antes, sin duda eran de la planta inferior, no había duda, alguien se encontraba en el recibidor y parecía estar esforzándose en no ser detectado, de hecho casi lo había logrado de no haber sido por las excepcionales capacidades del centinela forjado. Siguiendo a aquel intento de avance furtivo pasó a escuchar como la puerta que comunicaba con el exterior se abría y finalmente un murmullo, alguna clase de intercambio de información entre dos o más personas en una lengua de la que no disponía en su memoria. Por el momento ninguno de aquellos elementos podrían considerarse una amenaza directa para ellos ahora mismo pero del mismo modo era cierto que podrían estar entrando en conflicto con lo que el anciano los dijo al recibirlos. 1001 debía de tomar una decisión del curso de acción a seguir en aquel momento.

El forjado se acercó a la ventana, procurando analizar el tono de los susurros, evaluar si estos eran amenazantes o malintencionados. También susurró a su interior un "ustedes entienden lo que dicen", de no ser necesario preferiría cumplir la petición del anciano y de Leblanc, no molestar a nadie y dejarle descansar. No sabía lo importante que pudiera ser el descanso para los entes vivos, pero incluso su amo alguna vez pedía silencio en las cercanías a su salón, por lo que si el creador de todos requería descansos 1001 sabía que debía ser útil y práctico para ellos.

Dio solo un par de pasos pues sabía que él no era demasiado sigiloso, y no quería provocar molestias. Evaluar bien el instante era importante, y era consciente que a menudo no era el mejor en eso, otros forjados entendían mejor a las aberraciones que les atacaban a menudo, su principal cometido era detectar y no evaluar.

Pero ahora estaba solo, o mejor dicho era uno... Esperaba que alguna de las otras entidades de su aro pudiera averiguar lo que sucedía.

    1001 evaluó la situación lo mejor que pudo en base a la información que había recolectado hasta aquel momento, los humanos no parecían tener un lenguaje corporal que los señalara como una amenaza inminente aunque no pasó por alto que de las tres figuras que acababan de aparecer, todas ellas eran de mayor tamaño y robustez que la del anciano o Leblanc, alguno de ellos incluso lo equiparaba en estatura. Su análisis también le hizo pensar que sus espaldas arqueadas y vestimentas oscuras eran para pasar desapercibidos pero debía de haber algo más, así que antes de que los recién llegados terminasen de hablar con el anciano, 1001 trató de pedir una segunda opinión.

    Bienvenido de nuevo, 1001. Una vez más aquella extraña voz resonó en su interior, aquella anomalía de que los mensajes le llegasen por una vía distinta a la de sus receptores auditivos era algo complicado a lo que acostumbrarse. Ya veo, decidisteis ir en busca de Javert... Varghul, la ciudad del liche... disculpa, se que no es por esto por lo que me llamaste. Esos nativos están hablando el diálogo local, desafortunadamente el Amo no consideró necesario inculcarme este dialecto, aunque guarda ciertas semejanzas con otros si disponibles en mis registros...

    1001' se mantuvo en silencio por unos momentos, ambas conciencias atendieron tratando de comprender mejor el intercambio de información que estaba teniendo lugar abajo, repentinamente, 1001 mismo cayó en la cuenta de que ahora, de algún modo era capaz de entender fragmentos de la conversación que estaba teniendo lugar en la calle por lo que se concentró en ella para poder alcanzar una mejor comprensión de lo que estaba teniendo lugar.

    -Ya sabes por qué estamos aquí, el chambelán nos envío.-

    -Si, lo se, yo mismo lo informé.-

    -Entonces dinos donde se encuentran y nosotros haremos el resto.-

    -Están arriba, les di la habitación x, necesitaréis la llave para entrar, les atranqué sin que se dieran cuenta.-

    -Perfecto, en ese caso guíanos ¿Algo más que debamos saber?-

    -Si, uno de ellos puede que de problemas, iba con armadura y tenía aspecto de guerrero, si no le cogéis con sorpresa puede que haya que reducirlo por la fuerza.-

    -Entendido, en ese caso Hans y yo nos encargaremos de él en primer lugar mientras Uzber va a por el otro.-

    -Dux vetien johovem vi er, chambelán nos enviar.- Lograron comprender que decía el primero de ellos.

    -Höiriktiguber informé lac haovem yo antes.- Le contestó la voz que sin duda pertenecía al tabernero que anteriormente les había dado la habitación.

    -Sår komiaj og rortell encuentran ellos y mer gjør du.- Respondió el primero, con tono autoritario, sus dos acompañantes parecían mantenerse expectantes y en silencio, denotando que tal vez el humano de mayor tamaños, el único que pronunciaba palabra, fuera el líder del grupo.

    -Arriba estar, gir megar garderoben din, jeg er, og jobben, encerré hans hvis llave entrar.- El tabernero tendió la mano, algo de pequeño tamaño brillaba en ella justo antes de que uno de los hombres tomase lo que fuera que les había ofrecido.

    -Ovei, ber nom hjelp i denne situasjonen. Ønskum importante que decirnos?- Parecían listos para entrar, aunque antes de hacerlo el grandullón pareció formular una pregunta.

    -Eniar ann soldado, du armadura vurderear ol pisitolen er preocupar por el otro.- Contestó el viejo haciendo que los otros se girasen por unos momentos a considerar la situación.

    -Comprendido, Hans y og encargar de él Ozar nåru nulen del otro.- Dando por finalizada la conversación, los recién llegados asintieron llevando al unísono sus manos hacia la cintura justo antes de adentrarse en el edificio y desaparecer del campo visual de 1001.

No se había dado cuenta de lo agotado que estaba hasta que se tumbó en una de las camas de la habitación. El sueño le invadió casi de inmediato, dejándole poco tiempo para pensar en todo lo que había sucedido en las últimas horas. De hecho... ¡Era por eso por lo que estaba tan extenuado! Dormir y descansar en condiciones le iba a sentar de maravilla. Ya pensaría en todo lo que le había sucedido mañana.

Sin embargo, el sueño no fue tan reparador como le habría gustado. Se sentía intranquilo, sumergido en mitad de una densa y agobiante oscuridad. Intentaba moverse para escapar de aquella negrura, pero le resultaba imposible. Aquella oscuridad estaba en todas partes, rodeándole, atrapándole y metiéndose dentro de él con cada respiración.

Siguió moviéndose, en un desesperado intento por escapar aquel agobiante abrazo. Y entonces llegaron a sus oídos unas voces. Intentó localizar de dónde venian, moviéndose hacia el origen de las mismas. Sonrió al ver que sus esfuerzos daban fruto, pudiendo escuchar parte de una conversación. No reconoció las voces, pero sí que identificó que una de ellas tenía un acento muy marcado. Ahora, ¿a qué idioma correspondería? Porque no le sonaba en absoluto.

No le gustaba nada lo que estaba oyendo. No quería permanecer más tiempo en aquel lugar. Quería despertarse ya. Empezó a moverse, intentando alejarse de las voces, buscando una salida de aquel sueño. Quería despertar... Despertar. ¡Despertar!

El forjado entendió lo justo para saber que lo mejor era huir, pocas palabras entendibles, pero no necesitaba más "enviados/informador/lugar/arriba cerrados ¿(Con?) Llave/importante que decir (posiblemente sobre ellos)/soldado de armadura y preocupación por el otro (siendo que eran dos coincidía con ellos)/nombres raros para cada uno...". Por lo que al constructo se refería, el hombre les había delatado a no sabía quién, pero decir que se ocuparán de ellos, le dejaba clara una cosa, exterminación, igual que en sus grutas.

Tenía entendido que el ciclo de sueño era importante para los seres de carne. Y desconocía las consecuencias de interrumpirlo, por lo que sabiendo que la puerta estaba bloqueada con el mueble, comprobó el muro que les separaba del exterior, y enrollando con precaución a Serge con las mantas y se dispuso a arrollar

Enrollando a Serge en las mantas, para permitirle proseguir su descanso, el constructo le cargó con cuidado, para llevarlo consigo, ya bien colocado entre sus brazos, se dispuso a embestir la pared, contra la que golpearía en última instancia con su espalda para cubrir al humano, pero sin perder el equilibrio necesario para saltar con intención de evitar daños. No sabiendo las consecuencias de despertar de su sueño a un humano, si podía le llevaría al segundo lugar preferente, por tal de asegurar su descanso.