Partida Rol por web

El elfito se pone firme, pero sin perder su tono apacible. - Muy loable por tu parte eso de proteger la intimidad de la morada ajena. Se rascó el mentón: - Pero claro, es complicado con la nieve, tras días, seguir los rastros, y los pájaros no suelen dejar huellas de su paso, más que alguna pluma suelta, así que ... la bestia voladora es imposible. Había ido cambiando su tono, de firme a comprensivo, conforme se convencía a si mismo de lo que decía. Además su mirada fue desde tus ojos, hacia abajo, con un aire pensativo. De repente, sin soltar el arco de su presa, puso los brazos en jarras. Te miró profundamente y comentó: - Si vas hacia el sur, podemos acompañarte un trayecto. LLegaremos hasta la ciudad de los bosquimanos y luego nos internaremos en el bosque. ¿Vas hacia allí?

La pregunta del elfo era más delicada de lo que parecía. ¿Me dirigía hacia allí? No tenía ni idea de donde me dirigía, había acabado lo que más o menos era mi primera misión como Guardián, conseguir un compañero. Bueno, tenía dos lo que no sabía si era mejor o pero. Al menos era más responsabilidad, más familia. Pero no solo los había encontrado a ellos,  pero además había encontrado mil preguntas y ninguna respuesta. ¿Qué hacía en las montañas un Nazgul? ¿Quien era el mestizo perdido de los enanos? ¿Por que los orcos atacaban a los enanos y a Grumar? Suponía que debía encontrar a algún sabio de mi pueblo, para explicarle mis descubrimientos.

Pero, a donde iría ahora. Tampoco estaba muy seguro de a qué se refería el elfo.* Sin embargo, ir hacia allí era una buena opción como cualquier otra y un poco de compañía podía ser interesante. No quería parecer perdido y débil, así que respondí. 

Claro, claro. Pues sí, justo me dirigía hacía dicho lugar. Así que sera un honor viajar en vuestra compañía, amigo Lindal.

Sentención: - Pues compartiremos con vosotros... Se refería a ti y los mininos. ... nuestro desayuno y tras descansar dos horas, partiremos. Con ese comentario, pensaste que igual habían patrullado toda la noche, con la idea de encontrar a los orcos (sabes de sus hábitos nocturnos) pero el demorarte, no te agradaba lo más mínimo y se lo tenías que hacer saber...aunque no sabías ni cuando, ni como, ni donde.

Te habías dado cuenta de algo.

El logo de estos elfos, el broche de la capa, no era igual que el de los que encontraste la otra vez. Su indumentaria es muy similiar, su porte, exceptuando al jefe, es parecida ... pero no igual. Pero ese broche es sustancialmente distinto. Este es como una hoja ancha. La de los otros era más ... estilizada. Y el material también parece distinto.

Bueno, descansad si lo necesitais. Yo ya estaba listo para marchar, pero supongo que habreis estado toda la noche patrullando. Me quedo mirando a los elfos, este dice ser del bosque, como el otro, pero las ropas no son las mismas. Me pregunto si preguntar directamente sería de muy mala educación. 

Me siento junto a ellos para que desayunen. ¿Os dirigís de vuelta al bosque a informar a vuestro rey?

Te mira extrañado, mientras te pasa tres lembas. - Ayudamos al Reino élfico del Gran Bosque Verde, pero no nos acercaremos a sus estancias, a no ser que ellos lo requieran o sea especialmente necesario. Los demás habían extendido unos sacos de dormir y se habían metido dentro pero se te hace extraño como duermen. El tal Lindal, se ha cobijado, como su fuera un embudo, pero le sale el rostro de aquella interesante postura. - Nuestra reina nos ha dado instrucciones muy precisas.

Parece ser que mi pregunta ha servido para confirmar lo que sospechaba, que estos elfos no pertenecen al bosque. Sonrío y sigo hablando mientras acaricio a los leones. Perdón, no conozco mucho sobre vuestra gente. Pensé que erais habitantes del bosque, pues sé que hay un reino elfo allí. ¿De donde provenís, vosotros? Si no es mucho preguntar. Y ¿por qué os han envíado aquí? ¿Hay algún peligro?

No obtienes respuesta.

Tenía los ojos abiertos, o más bien entornados. No parpadeaba. No tenías claro si respiraba o no. Quieto, rígido, impasible a tu pregunta pasa el tiempo, hasta que uno de los leones, el que le gusta guarrear la comida, te choriza media lemba que tenías en la mano derecha. Con ella entre los dientes, sale corriendo y se esconde tras uno de los elfos. Tras frenar, saca un poco la cocorota y te mira desde su "escondite".

Así que se había dormido y yo hablándole como un tonto. Bah. Lo dejo a lo suyo y le hablo a los leoncitos. Bueno, si nuestros amigos tienen que descansar, nosotros podemos estirar un poco las piernas. Vamos a ver que encontramos por aquí. Les hago un gesto para que se acerquen a mí y me dispongo a explorar un poco alrededor del campamento, sin alejarme mucho ni perderlo de vista, buscando algún rastro animal para prácticar la caza con los leoncitos.

El leoncito chorizo, cuando te incorporas, se esconde y luego hace como un amago de atacarte. Todo ello con el trozo de "galleta" entre los dientes.

Tú, ladronzuelo, ¡portáte bien!. Le digo al leoncito con una sonrisa. La verdad, es que no tengo ganas de enfadarme con él y doy por perdida la media lemba. Tenemos que seguir con el camino y la espera para que los elfos descansen es poco oportuna. Pero ahora poco más puedo hacer, mientras ellos duermen, o lo que sea hagan los elfos.

Ignoro al leoncito (aunque lo observo de reojo para ver que hace) mientras exploro alrededor del campamento, buscando algún rastro de alguna pequeña criatura para que los leones cacen (a ver si se entretienen con su propia comida y no robando la mía). No me alejo demasiado, pues quiero tener en todo momento a la vista a los leones y a los elfos "durmientes".

En cuanto haces que no le ves, sale corriendo y ataca con un empujón que te menea entero.

El minino te está provocando para que juegues.

Tras el "empujón", sale corriendo, con la galleta aún entre los dientes, y se "oculta" otra vez. No te deja observar a ver si hay algo que cazar. Está jugando.

Parece ser que no va a poder haber caza, musita Borgvir mirando al león. Vamos allá, pues. Dame mi lemba. Se acerca al Leon cuidadosamente para intentat coger la lemba. Jugar con el león es peligroso, pues puede no controlar su fuerza, así que Borgvir vigila que el animal no saque demasiada zarpa, para evitar hacerse daño. Observa atentamente donde se ha escondido el león.

El leoncito está usando a los elfos como parapetos y escondites. Tú te has ido acercando poco a poco. Y este parecía ignorarte, hasta que, a su entender, estabas demasiado cerca. Velozmente, ha salido disparado, y tras frenar a espaldas de otro elfo, se parapeta junto a él. Te saca una sonrisa. El muy puñetero se ha encalomado por el costado del hombro del "dormido" arquero. Te mira, asomando sus orejitas, y levemente los ojos, por encima del hombro de aquel tipo. - Será puñetero.

Maldito leoncillo. Le dejo que se esconda y que juege solo un poco, no lo sigo persiguiendo. ¿Qué le pasa? No entiendo porque ahora está tan juguetón pero no quiero que se ponga a jugar entre los elfos, a ver si va a hacer daño a alguno por accidente. Me levanto y me coloco en un lugar un poco más alejado de los elfos y llamó al leóncito. Ven aquí, valiente.

Espero que el descanso de los elfos no se alargue demasiado, quiero seguir el camino y los ánimales también empiezan a estar cansados.

Ambas crías se asoman dejando lo que están haciendo. Dejan todo, y con las orejas en punta, te miran. Han escuchado tu llamada. De repente, como si hubiera un señal acordada, ambos, a la vez, salen corriendo hacia ti. Es una carga salvaje, y ahora entiendes, cuando cualquier felino carga contra su presa, el miedo que sienten estas. Es algo impresionante. Sus ojos destilan fiereza, fuerza y determinación. Cualquier presa desprevenida, estaría paralizada, y acabas de descubrir porque son tan recelosas sus presas. Tan miedosas. El miedo es lo que les impulsa a salir disparadas. Tú, quedas paralizado.

Por suerte, tus cachorros sólo quieren jugar, y cuando llegan, tras su carga, chocan contra ti, y entre ambos, te derriban de culo. Muerde, arañan, ... y en su juego, algo de daño hacen. Daño controlado, pero duele. Te controlas, pero en más de una ocasión, tu piel, deja paso a la sangre, y un aspirar salvaje, para aguantar ante el envite del juego, se te escapa.

Los elfos aún "duermen".

"vale, vale, calmaos" digo mientras intento quitarme de forma tranquila a los juguetones felinos, me levanto, todavía siguen intentando cazar mis botas, "calma, anda vamos con los elfos, no nos alejemos muchos", observo el horizonte, veo salir el sol, "deben de estar a punto de levantarse los elfos", hago en mi mente un mapa mental de la ruta que seguir hacia la ruta que conecta Rhovanion con Angmar.

Los elfos se despiertan de improviso. Es como si un gran estruendo los hubiera asustado a todos y de inmediato se activan, pondiéndose en marcha y aprestándose para el camino, casi de inmediato.

- Hombre. Contesta el líder de estos. - Acompáñanos. Parecía un comentario, pero, realmente era una orden. No eran especialmente una autoridad para ti, pero que un elfo reclamase la compañía humana, era un tanto extraño para ti.