Partida Rol por web

Los elfos se acerca, y cuando están ya a tu lado dejan de trotar, dando unos pasos largos, para frenar y se aproximan hasta ti. El líder acerca una mano y toca tu colgante de piedra negra. Lo suelta de manera despectiva y pregunta con su voz melodiosa y sensual: - Humano, ¿Has perdido a tu gato? Te das cuenta que no domina especialmente el idioma de los beornidas, pero hace por hablarlo. Aún así, ese esfuerzo no se aprecia, ya que, aunque su voz sea "especial" sus palabras son insultantes.

El resto suelta unas risitas contenidas. El elfo líder mira hacia atrás, de solayo y muy brevemente. Eese gesto apaga las risas de inmediato.

Es bastante más alto que tú. El resto también. De todas maneras parecen poca cosa. Escuchimizados. Largos como un día sin pan, y con unos arcos igual de largos que ellos. Sus ropas, verdes, parecen adecuadas para ocultarse por el bosque, pero ... te llama más la atención sus otras armas. Unos cuchillos largos, con dos curvas y finos. Para tu gusto, algo frágiles, pero el líder, su metal ... es llamativo. Es de un color plateado que jamás habías visto. Los portan si vainas y te das cuenta que están repletos de filigranas, incluso algunas de esas "líneas" pueden ser runas. No como las enanas, sino letras elfas.

Buenos días. Saludo usando el Sindarin, tratando de agradecer con este gesto su esfuerzo por hablar mi idioma. Hoy viajo solo. Mi respuesta es un poco seca y no quiero tratar el tema, pero me guardo la ofensa de sus palabras, preferiero evitar un conflicto. Así que sonrío muy lígeramente antes de seguir hablando.

Voy camino al norte, más allá del bosque, siguiendo el río. No pretendo adentrarme en el bosque, en los territorios de los elfos. Les explico en Oestron, la lengua común, para evitar que mi falta de dominio del idioma elfo me lleve a decir algo inadecuado. No me apetece en absoluto dar explicaciones a los elfos, pero estoy cerca de su bosque y no quiero problemas que me impidan seguir mi camino. Me guardo este desaire para un futuro encuentro, pienso y les sonrío. Les deseo un buen camino, señores.  Les saludo con la cabeza y me dispongo a seguir mi camino, alejandome de ellos. No salgo corriendo, sino que me muevo lentamente, para darles la oportunidad de decir o hacer algo.

El elfo admira tu disciplina. Hace un gesto y sus escoltas empiezan a trotar.

Saca un paquetito, de hojas de arce, atados con un pequeño hilo. - Toma, hombre. Guarda bien y espero que el Lucero de la Noche guie tus pasos. Sonaba religioso y cerimonioso. Sabías que tenían su propia religión, y se basa en creencias muy antiguas.

Tras eso empezó a trotar hasta alcanzar a sus compañeros.

Los veo alejarse y me relajo. Los elfos del bosque son una raza complicada y antigua, aprecio su respeto por el bosque, pero no me siento a gusto con ellos. Y menos cerca de un bosque del que se creen dueños. Como si los bosques tuvieran más dueño que la vida que acogen, plantas y animales. Antes de seguir mi camino, miro el paquete que me dio el elfo, con la esperanza de que será una ayuda en mi camino. Y sigo adelante, rumbo al norte.

Lo abres y aparecen unas galletas. Unas conocidas lembas.

Los mira sorprendidos mientras se alejan. - Me han regalado un paquetito de lembas. Y ni si quieras se esperaron a que les dieras las gracias.

Me sorprende su amabilidad. Quizás me haya equivocado con mi primera impresión y eran más amables de lo que su primera chanza me inspiró. Pero, ¿quién sabe? Los elfos son elfos y no hay quien los entienda. De todas maneras, me alegro de que se hayan ido y de que, al parecer, se quedaran con una buena imagen de mi.
Miro las lembas agradecido, el invierno se encrudece y voy rumbo al norte, cada día será más difícil encontrar alimento en lo salvaje.

Gracias, elfos, por vuestro buen regalo. Le digo al camino por el que se fueron, sin creer que nadie me escuche. Guardo las lembas en mi mochila, dejándolas para cuando la naturaleza ya no me pueda proveer de alimento. Me encojo de hombros, miro al cielo y sigo mi camino hacía el norte

22 Enero 1700 T.E. La Carroca. 21:00. Tormentoso y mucho viento. 5ºC. Valles superiores orientales del Anduin. Ante la "Puerta del Boslque". Granja de Comar Grumal.

Tres semanas de camino, pero estos últimos días has podido visitar granjas y puestos de amigos, conocidos, familiares y demás, que te han dado alimento, y alguno, incluso cobijo durante la noche. Esta es la última granja de las tierras que conoces. De aquí hacia el norte, ya es algo nuevo.

Sabes que en las montañas hay Dragones, gigantes, orgros, orcos y otros bichos. Además, un cuantos puestos enanos y una ciudad de estos. La granja a la que vas a visitar es probablemente la más atacada y visitada, ya que es un paso. Comar es un tipo que admira a los elfos, ya que le han ayudado en muchas ocasiones, si no con información en combates. Ellos, parece que lo consideran el guardián de su "Puerta".

De aquí al norte, si hay "hermanos" serán pioneros, en búsqueda de expansiones o desesperados, en búsqueda de nuevos pastos y tierras para sus animales.

No conoces a Beronida Grumal en persona, pero sabes que es arisco, solitario ... y demás. Casi como el de la carroca, pero sin el aire de misticismo y nobleza que el del lugar sagrado dispone. Además, este no abandona jamás su granja, ni en fiestas, ni en momentos de crisis. Se considera que es un puesto de "seguridad" y hay que conservarlo.

Hace rato que ha anochecido. El tiempo va a ponerse muy mal ... y quedar a la intemperie puede ser fatal. Ayer empezó a nevar, y aunque no ha cuajado, esta noche, seguro que si. Helará, y si no llueve, caerá o nieve o granizo.

Me acerco a la granja con paso decidido, seguro de que seré bien recibido. Grumal tiene fama de arisco, pero es uno de los nuestros y los Beijabar somos hospitalarios con los nuestros. Al menos los que tienen una casa, cosa que yo no tengo. Mi casa es todo y nada. Me coloco bien la mochila y la ropa, para causar una buena impresión (como si eso importara) y me dirigo a la puerta de la granja. Llevo mi cayado en la mano, para que me ayude a caminar (y de paso tener un arma improvisada si la cosa se complica), pero mis otras armas van guardadas, colgando en sus lugares habituales. 

Al llegar al umbral saludo, ¡Buenas tardes, hermano Grumal! Soy Borgvir, un hermano Beijabar viajando al norte. ¿Me acogerías esta noche bajo tu techo? Se acerca tormenta y mis huesos agradecerán el calor de tu hogar.

Al llegar a la puerta te abre el elfito que antes te cruzaste (días atrás)

El hermano Grumal está muerto. 3 Dardos de plumas negras salen de su pecho. Por dentro de la casa todo está esparramado y el cuerpo de 2 orcos y miembros, trozos y vísceras como para "montar" 4 más decoran toda la estancia. Incluso un brazo cuelga de la lámpara de aceite que se balancea del techo, que con su luz mortecina, proyecta unas sombras fantasmales.

- Pasa, pasa Vigilante Beijabar Desposeído. Pasa y toma posesión de esta morada abandonada.

Su tono seguía siendo altivo e insultante. Su voz musical no presentaba lo mismo que sus palabras. - Tono cariñoso, palabras ofensivas. No entendías a los elfos, y menos a este, que parecía más noble de lo que debía: - ¿Por qué has salido de tus salones elfo?

Pero... ¿Qué ha pasado? En un primer momento ignoro al elfo y me agacho ante el cuerpo de mi "hermano" para comprobar que es demasiado tarde para hacer nada por él. Lo és y me revuelvo nervioso. Los cuerpos de los orcos que me rodean me asquean casí más que los orcos vivos. Criaturas destructoras, corrompidas y antinaturales.

Y he aquí de nuevo el elfo. Con su tono altivo, su voz jocosa y sus palabras insultantes. Es tentador descargar contra él mi rabia, pero no creo que sea el culpable de esto. Tú de nuevo, amigo... le dejo la frase abierta, a ver si se presenta, pero no tengo tiempo para esperar. ¿Has visto lo que ha pasado? Supongo que tu no tendrás nada que ver con la muerte de Grumal ¿Fueron estos orcos o había más? Mientras digo esto cojo mi hacha, dispuesto a utilizarla contra los orcos que queden (o contra quien haga falta). Mientras espero que el elfo me responda, miro alrededor de Grumal y en toda la sala, buscando cualquier rastro para seguir o cualquier detalle oculto que me muestre lo que ha pasado.

No tienen los elfos a la muerte en igual estima que los humanos, y más, cuando no son seres ... "ellos" casi no les importa. Y este no era una excepción. Los elfos no eran una raza con unos sentimientos similares. Eran más distantes y altivos. Ni si quiera ven de la misma manera el fallecimiento de los seres queridos. Por supuesto no desean morir, pero ... para ellos la muerte es una liberación.

- Este hombre era un protector de las puertas de nuestro reino. Nos interesa que alguien viva aquí. Parecía que se defendía de acusaciones de que él, o los suyos lo hubieran matado, pero sabías que no. Esos dardos, esos orcos ... no habían venido a tomar tun te. - Mis pupilos están rastreando la zona.

Mientras inspeccionabas el desorden, y dándo alguna que otra patada a las cosas, por una ira u frustración contenida, que si se desata, tiraría la casa abajo a base de hachazos, entra uno de ellos. Habla en su lengua, y de la manera que lo hace, no entiendes nada, pero señala hacia el sureste. El líder te mira como esperando una respuesta.

El elfo habla demasiado rápido para mis conocimientos de su idioma, pero leo sus gestos y no veo otro significado en este justo momento. Ha encontrado un rastro. O algo, exclamo enérgico. La idea de tener algo que seguir calma un poco mi desasosiego. Bien! Vayamos a por ellos!
Me quedo mirando a los elfos y no sé cuál será su intención. ¿Me ayudarán o les da igual? ¡Este crimen no puede quedar así! ¿Me ayudaréis a encontrar a los culpables? Debemos averiguar lo que ha pasado y por qué. Grumal merece justicia. Con mi hacha en mano, me dispongo a salir a por los orcos, espero q acompañado de los elfos.

TE mira apesadumbrado. Con cara de pena: - Si, han encontrado un rastro, y hará 3 días o así que se marcharon. Te mira de manera acusadora. - Nos ralentizarás. Quédate aquí. Ordenó como si fureas uno de sus "pupilos".

Y marchó.

¡Yo puedo ayudaros! Era uno de los míos y debo hacer algo. Les grito mientras intento seguirlos. Siento que la muerte de un Beijabar no puede quedar en manos de los elfos, o al menos solo de ellos. Sin embargo, me pregunto si los elfos tienen razón, pues son criaturas rápidas y lígeras. Pero tampoco me fío del todo de ellos, creo que compartimos enemigo en los orcos pero... ¿que está pasando aquí? ¿Por qué los orcos atacaron a mi hermano en su propia granja? Y ¿que hacían aquí los elfos?

Salgo corriendo detrás de los elfos, a ver si puedo seguirlos. Sin embargo, no les voy a seguir como un loco. Si se me escapan rápidamente y no veo que no puedo alcanzarlos rápido. Me esperaré un poco más en la granja y intentaré echar un último vistazo a ver si encuentro alguna pista de porqué atacaron los orcos o de que hacían aquí los elfos. Total, si voy a seguir el rastro solo.
 

Ellos, sin esperar, empiezan a trotar. En pocos minutos, sin luz, y sin ser capaz de seguir el paso de estos, los pierdes de vista. Te detienes y lanzas unos improperios al viento. Te has fatigado en extremo, intentando perseguirles, pero los tropezones y el no poder ver, no da para poder seguirles la marcha. - El maldito elfo, mal educado, prepotente, idiota ... tenía razón.

CHILLAS DE FRUSTRACIÓN, y cuando te recompones empieza a granizar. Llueve y graniza, así que reemprendes la marcha hacia la casa, que ahora es un desorden total, un vertedero de cuerpos y también, tu único refugio ceca. Al menos que sepas.

¡Maldito elfo! Se cree tan superior. Y no le he podido alcanzar, dándole la razón. Me refugio en la granja, ha llegado la tormenta y no tiene sentido salir ahora en busca de los orcos, la lluvia esconderá el rastro y calará mis huesos. Tendré que confiar en que los elfos los alcancen.

La casa está llena de cuerpos, algunos asquerosos restos de orcos y el cuerpo de mi hermano. Comar Grumal, descansa en paz y que tu carne vuelva a la tierra, al ciclo de la vida. Tendré que enterrar su cuerpo con los ritos adecuados, era un hombre solitario y no creo que vengan sus familiares a despedirlo. No soy un experto en ritos, pero su cuerpo merece un mínimo por respeto. 

Pero primero, sigo intrigado sobre lo que ha pasado. ¿Qué han venido a buscar los orcos dentro de este hogar?. Antes de empezar los ritos funerarios. Me vuelvo a fijar en más calma en los cuerpos y rebusco por la sala, buscando alguna pista. Ahora tengo más tiempo y puedo mirar en más detalle.  La verdad es que no sé muy bien lo que busco: Quizás algun documento de Grumal que me de una pista sobre sus tratos con elfos y orcos. Quizás pruebas de que los orcos habían cogido algo en concreto. Quizás pistas en los cuerpos de los orcos que me den una pista de a quien sirven. Quizás señales de cuantos orcos huyeron o de la presencia de algún otro, elfo o humano. Quizás algun escondrijo de Grumal.

Repasas y rebuscas. Pero antes enciendes el fuego, que se había quedado en brasas. Caldeas la sala y tras eso te pones a buscar. Te dan tanto asco los orcos que los sacas y los dejas a la intemperie. Incluso los miembros "sueltos", pero los charcos de sangre negra siguen allí.

Recoges el cuerpo del compañero caído. Lo tumbas en su jergón y lo tapas con cariño.

Te pones a buscar. Encuentras un escondite con unas cuantas monedas elfas, muy antiguas. Parece que hace años que las guardó. Allí también hay una daga con una vaina élfica. El arma también lo es. Encuentras su despensa, e incluso un sitio por donde ratones entraban a hacer de las suyas impunemente. Tiene tres hachas, una de ellas, de combate, como la tuya. Las otras de leñador, están usadas, pero la de combate está sobre el hogar. Bueno, allí está su soporte. No la encontraste. Los orcos se han llevado esta, y las armas de los orcos caidos también. Les han dejado los petos y poco más. Incluso las botas se las han quitado.

También encuentras el "botiquín". Tiene unos frascos de cristal, tapados con unas telas y cuero, atados en su boca, y allí hay hojas, semillas y frutos. Algunos los conoces.

Encuentras las herramientas que usa en su labranza, y te das cuenta que normalmente los beornidas suelen tener animales. Unos de compañía, otros, les ayudan en sus quehaceres. No hay ninguno. No se escucha ninguno. El repiqueteo del granizo termina, pero la lluvia no cesa.

Estás cansado, mojado y enfadado.

Miro a mi alrededor enfadado, no se si me alegra no encontrar nada sospechoso o me pone a un más nervioso. Necesito meditar un poco sobre todo esto. Fuera la tormenta suena rabiosa y me pregunto si podré hacer una pira para el cuerpo. De momento me esperaré a ver si amaina. Me acerco al fuego para calentarme y secarme y me doy cuenta de repente de que llevo todo el día caminando y estoy muy cansado. ¿Que debo hacer? Una parte de mí quiere salir en busca de los orcos, tras los elfos, pero estoy demasiado cansado, es oscuro y la tormenta no amaina. Quizás deba esperar a mañana.

Vuelvo a mirar las posesiones del hermano caído. Me acerco a su despensa y me preparo algo de comida (Tu ya no lo necesitas, musito). Me quedo las monedas y la daga con la funda élfica, parecen valiosas y aquí quedarán al alcance de los saqueadores. Dudo que haya un verdadero heredero y no quiero que los elfos o los orcos se hagan con ello. Si aparece un verdadero heredero, ya se lo devolveré, me digo para calmar mi conciencia. Me quedo las hierbas curativas y las guardo en mi mochila de curandero. Las que no reconozco las cojo también, ya tendré tiempo de encontrar algun anciano que me enseñe sobre su funcionamiento. Pero entre las posesiones de Grumal falta algo... Bien no son posesiones, pero faltan animales, no me puedo creer que esta granja esté tan vacia. Los orcos no creo que se hayan llevado a los animales, ¿donde se habrán escondido? Ellos quizás puedan ayudarme, sin salir de la granja busco los rastros de los animales, a ver si puedo averiguar qué animales había, en que dirección se fueron y cuando.

Ni rastro de las bestias del compañero.

Duermes tranquilo, a pesar de la "compañía".

23 Enero 1700 T.E. 09:00. Despejado. -3ºC y sin viento. Valles superiores orientales del Anduin. Ante la "Puerta del Bosque". Granja de Comar Grumal. Nubes lejanas vienen desde el Paso Alto y amenazan con traer más "buen tiempo".

Te despiertas hambriento, y ni si quiera los ratones han venido a buscar desayuno.

El olor a sangre te apesta. Es la de los orcos. Piensas en purificar aquello, haciendo una pira con todo. Meter los orcos dentro otra vez, esparramar aceite y prenderle fuego.

Cuando sales el dia ha escampado bastante, pero hay 4 centímetros de nieve.