Partida Rol por web

Que buena suerte que todo se descontrole ahora que estoy yo mirando. Y parece que algunos de los Caribús vienen en mi dirección. Mierda. Corro hacía un lateral para apartarme de los animales que huyen, voy hacia la derecha, el lado por el que ha caído la nieve y sin acercarme demasiado a los jabalíes. Venid, corred, les digo a los leones mientras me aparto del grueso de los que huyen.

Me fijo en los animales que huyen más o menos en mi dirección, y miro a ver si hay alguno que vaya suelto, a ser posible una cria o uno pequeño que pueda intentar abatir (sin el riesgo de que me atropellen los que van con él).
 

Te cubres en un árbol que no es precisamente grueso, pero si se estrellan contra él, no será a ti a quién te duela. Los leoncitos no se separan más de un par de palmos de ti. Incluso en ciertos momentos chocan o los notas en tus pantorrillas o espinillas.

Unos momentos después empiezan los animales a pasar justo por vuestro lado a toda velocidad, como una riada.

Por qué poco! Me espero (nos esperamos) a que pase el grueso de la manada, para no ser arrollados, intentando estar muy quieto. Cuando creo que han pasado ya la mayoría (entre el recuerdo de cuantos he visto, mi percepción del ruido y el hecho de que pasen más espaciados), me decido a atacar. Me giro y miro con cuidado por un lateral del árbol. Espero a ver una presa adecuada venir en mi dirección suficientemente aislada y la ataco con mi hacha Cuando pase al lado de mi árbol.

Lanzas el golpe, y te das cuenta que va dirigido al centro del pecho de uno de las crías. Esta, ya con un mínimo tamaño, no deja de ser una cría. Intentas, por pena, desviar el golpe, pero en lugar de impactar contra el centro del pecho del animalito, cercena la pata derecha delantera. El golpe, no solo corta el miembro como una ramita, sino que también pega contra el abdomen de este y lo levanta en el aire por unos instantes. Ayudado por la velocidad que tenía, vuela unos metros, pega con la cabeza y tras quedar en un sitio, empieza a tener convulsiones mientras se desangra, cosa que dura más de dos minutos. Una eternidad.

En ese lapso de tiempo, han pasado, justo en el momento del impacto del impacto dos animales, y durante ese, pero poco después de los anteriores, el último, que parecía ser un animal algo viejo y cansado. Sigues estupefacto por haber "cazado" una cría.

La pena tiene que dar paso a otras cosas en la vida, pero ... no deja de apenarte.

Los sónicos censa. Ni lo jabalíes se escuchan. Sólo tu respiración y unos animalitos que rondan tus pies ansiosos.

Pobre cría, debí haber atacado al anciano por el equilibrio natural. Pienso que también por el mío propio, ahora que cuido de dos crías aún me parece más horrible. Pero lo hecho hecho está y lo que no puede ser es desperdiciar este acto brutal. Me acerco a la cría moribunda musitando. Perdón, amigo. Gracias por tu carne y por tu cuerpo. Que tu espíritu descanse en paz y tu sacrificio sea en beneficio de todos los seres. Con un golpe limpio (intento) corto el cuello del animal con mi hacha, para que no sufra más.

Miro a los leones y los animo a atacarle. Ahora vosotros, comed y atacad. Mientras lo digo, con mi mano en el amuleto intento visualizar imágenes de animales comiendo sus presas.

Primero tímidos, luego, ávidamente, y por último, ya más tranquilos, ambos empiezan a comer de una presa que ahora, para ellos, es una fuente de vida.

- Una muerte que da la vida a otros. Un sacrificio necesario.

Incluso empiezas a pensar que también tendrías que comer. Y te das cuenta cuando has decapitado a la presa. Ya estaba muerta, pero te resarces, con la intención de reducir el sufrimiento.

Aquí hay carne para los tres, espero. Veo a los leoncitos comer ávidamente y pienso en que necesitan tanta carne. Ojalá pronto cacen por ellos mismos. Me relaja que coman carne, tenía miedo de que no aceptasen el destete. Antes de preocuparme de mi comida, escruto a mi alrededor, para asegurar que los jabalíes no son un peligro. Si todo esta tranquilo corto un buen pedazo de carne para mí del cervatillo caído y preparo una hoguera para cocinarla y comer. Me pregunto si podré aprovechar algo de la piel o los leones la han destrozado (muerto el animal, hay que aprovechar al máximo su sacrificio)

4 Febrero 1700 T.E. 04:10. Despejado. -12ºC  y sin viento. Montañas Grises. Laderas montañosas. Claro de Manrnofar.

Están comiendo. Es cosa tuya que hace o dejas de hacer.

Enciendes el fuego, y el calor ilumina el lugar. Te gusta, y calma tu alma, calienta tus huesos, que ahora, tras el brusco despertar y la tensión del momento, necesitaba entrar en calor. Pinchas la pata cercenada con un palo, y le das vueltas sobre el fuego.

Una vez yo he acabado de comer, me acerco a los restos para ver si los leoncitos han acabado con todo, si siguen comiendo o si se han hartado. Si han dejado algo sin comer, intentaré aprovecharlo. No sé muy bien cuando comen estos diablillos. Les digo al acercarme, ¿Como va, amigos? Comed y saciaos. 

Los bichejos, cuando los miras, están sobre tu saco, intentando dormir. Digo intentando, porque entre ellos se molestan y no parece que terminen de encontrar la postura.

Te ríes.

Han dejado todo el lomo y las patas de atrás. Hígado, corazón, la otra pata delantera, todo el abdomen ... ni existe. Puedes intentar sacar la piel del lomo y bastante de los costados. Las tripas tampoco las han tocado.

Sin contar la cabeza, entre los tres, os habréis comido ... cerca de la mitad. Comen bien los nanos estos.

Amigo Caribú, gracias. Repito como un mantra mi agradecimiento mientras me acerco a los restos y empiezo mi trabajo de aprovechamiento. Con mi daga y mi hacha, corto los trozos de carne que los animales no han tocado y los separo a parte, para poder guardarlos luego. Aprovechando que tengo una hoguera, los pongo a ahumar para que se conserven mejor, cortandolos en pedazos más adecuados, no la ahumo mucho, pues no pretendo que dure para un viaje largo (solo para más tarde o el día siguiente, cuando los leoncitos esten hambrientos otra vez). Con cuidado, corto los trozos de piel que se pueden aprovechar y les quito cualquier resto de carne que se pueda pudrir y los preparo para poder hacerme una nueva túnica, cuando tenga tiempo. 

Mientras tanto, voy comprobando que los leoncitos juegan o descansan a mi alrededor y les lanzo los pedazos de carne que no puedo aprovechar, a ver si se los comen.

Ves que lo de ahumar no te sale especialmente bien, pero te das cuenta que mientras se va haciendo eso, te da tiempo a juguetear con la piel, que terminas destrozando.

Ya no es utilizable. Has dejado la carne para poder usarla, pero el pellejo, está ... mal.

Ya no queda nada más de el pobre caribú, lo que he podido lo he aprovechado y el resto... algún animal lo aprovechará. Pienso mirando los huesos, la piel destrozada y los otros restos. Ahora hay que aprovechar el día, me levanto y recojo mis cosas (Incluyendo la carne). Apago bien el fuego (por un momento viene de nuevo a mi cabeza el incidente en la granja de mi compatriota Beijabar).

Chicos, vamos a seguir caminando. Este es vuestro hogar, pero no el mío. Volvamos a las tierras de mi gente. Y emprendo el camino de nuevo hacia el sur, para salir de estas montañas. Asegurándome de que los cachorros me siguen, por supuesto.

El punto más cercano conocido, es la casa de los Enanos Boggovir, que si te lo propones, puedes llegar en día y medio, si no pierdes el ritmo y no te entretienes demasiado. Además, tienes chicha, queso y pan para el camino, para los 3, así que no hay pega. (No te tendrás que entretener en cazar ni nada de eso) Pero, aún es pronto. No hay luz para moverse demasiado, y faltan como 3 horas para que amanezca y 2 para tener un mínimo de luz para tus ojos.

De acuerdo que estás desvelado, y el "susto" te hace pasar las horas entretenido.

Cuando te das cuenta los mininos se esperezan, estás terminando de recogerlo todo y estás listo, y hay luz como para moverse.

4 Febrero 1700 T.E. 06:21. Despejado. -13ºC  y sin viento. Montañas Grises. Laderas montañosas. Claro de Manrnofar. (Un rato antes de amanecer)

Hace frio y ya no quieres estar allí: - ¿A donde vamos?

De vuelta a mi mundo, pienso mirando a los cachorros. Nos vamos de estas montañas de hielo. Podría parar en casa de los enanos, allí fui muy bien tratado la primera vez que fui. Me preocupa un poco ir con los cachorros, ya que los enanos mostraron mucho interés en los Leones. Quizás demasiado interés para poner en sus manos unos pequeños indefensos. O no tan indefensos, pienso recordando mi túnica destrozada. De momento, es la única ruta que conozco y no me quiero arriescar a meterme en tierras ignotas, así que me dirigo en dirección al hogar de los enanos.

Tengo comida, y no necesito cazar con urgencia, pero tampoco me interesa depender totalmente de mis reservas o de lo que pueda comprar a los enanos. Además, sigo pensando que los leones deben aprender a cazar. Por lo tanto, aunque camino a buen ritmo y no me voy parando a buscar, estoy un poco atento al paisaje y a los rastros de animales y si veo algún animal o un rastro evidente (sobre todo en caso de que sea una liebre u otra pieza pequeña que los leoncitos puedan cazar solos), quizás podamos volver a intentarlo.

Comilón, Revoltoso, ya habeis dormido bastante. Con todas mis cosas colgando, me dispongo a caminar hacia el hogar de los enanos. Gracias por la comida, por el refugio y por mis amigos. Le digo a las propias montañas mientras camino.

Tras unos pasos, te sientes observado.

Por tu mente corre una sensación. Como si fuera una orden que viene de una voz conocida: - Se digno. Tras eso, la sensación desaparece y te embarga otra de soledad y vacío. Como si algo que había estado contigo todo el rato, ahora, al ya no estar ... dejase un espacio imposible de llenar. Nada más desaparecer ... los mininos se agazapan y bufan levemente. Saltan y se ocultan.

En la distancia, mucha distancia escuchas un grito, pero proviene de un lugar que no podías imaginar. Miras hacia arriba, buscando una gran águila o algo parecido, pero para tu sorpresa, entre las coníferas se puede vislumbrar una figura oscura, de alas membranosas, que no tiene nada que envidiar a la envergadura de una gran águila ... o incluso más.

Un crebáin os sobrevuela. Está muy alto, camino del norte, y como en las leyendas, alguien lo monta. Una figura oscura, que emana una sensación de pena y miedo que te atenaza el corazón.

Cuando te das cuenta que está montada aquella bestia voladora hace un giro, de casi 90 grados, hacia el oeste.

Mi cuerpo se enfrenta con mil sensaciones y mi mente está confusa. Por un lado, me dura el mareo por lo que ha pasado en mi mente. "Se digno", me ha dicho una voz. Y miro a los cachorros a mi alrededor. Es esto la benedicción de su "gente" para que vengan conmigo. Seguro que me recuerda mi palabra de cuidarlos. Haré todo lo posible por ellos, prometo en voz baja.

Y ahora está el Crebáin. ¿Qué hace una bestia así por aquí? Y ¿quién o qué monta en ella? No puede ser una buena señal, eso lo tengo claro. Ha venido por el sur, del bosque, y ha cambiado de rumbo justo ahora. ¿Por qué? Ahora va en dirección al oeste. Cojo mi amuleto y me digo a mi mismo que tengo la obligación de actuar. Vamos leoncitos, tenemos que averiguar es está pasando.

Y nos movemos intentando seguir al Crebáin, siempre y cuando la dirección sea viable por las montañas.
 

Sales corriendo tras el bicho volador, y en menos de un minuto lo has perdido.

Cuando paras, corriendo sin ascender o descender de la ladera, estás fatigado. Ha sido un carrerón. Miras y los peques no están.

Lo que has podido sacar en claro es que esa bestia y el jinete que portaba estaba descendiendo.

Esperaba perder de vista pronto a esa bestia, pienso, pero no tan pronto. Y además he perdido de vista a los leoncitos en un minuto. ¡Vaya idea! Al menos parece que estaban llegando a algún sitio, pero ahora no puedo pensar en eso. Ahora mi prioridad es volver a encontrar a mis cachorros. Amigos, venid. Comilón, Rebelde. ¿Donde os hábeis escondido? Llamo con mi mano en el amuleto mientras deshago mis pasos caminando y buscando atentamente cualquier rastro de donde se han metido los dos cachorrillos.