Partida Rol por web

Las huellas seguían por la densa selva, en más de una ocasión tuvisteis que parar para poder encontrar el rastro de nuevo.
No obstante, parecía que ibais tras su pista y por el momento no podíais quejaros de que estuvierais afrontando muchos peligros.

Las cosas no obstante dieron un vuelco cuando, prácticamente bloqueando el camino por el que pasaban las huellas, visteis con un enorme lagarto...
Tan enorme que tendría el tamaño de un caballo.
Su piel escamosa tenía un tono azul turquesa, menos una especie de crines de color amarillento y que parecían afiladas como púas.

El ser estaba durmiendo. O eso creíais.
Uno de sus ojos reptilianos se abrió de repente para observaros.

Decidiste hacer frente a la alimaña con la esperanza de desbloquear el camino.

Tras caminar un reto nos encontramos con un reptil grande, muy grande. Parecía que estaba descansando en medio del rastro, cosa que dificultaba la situación. -Creo que deberíamos dar un rodeo o esperar a que se mueva.- Dije en voz baja. La verdad es que esperar a que se moviese no parecía muy razonable... así que lo mejor era rodearlo.

Esperaba que nadie se pusiera a dispararle (era una buena oportunidad para ver la “tolerancia” de mis compañeros a las cosas nuevas). Pensé en hablar con él, pero al no estar solo decidí no hacerlo. Esperaba tener otra oportunidad más adelante.

Luca no se amedrentó mas de lo necesario. Se colocó en posición de guardia y, como el insecto venía hacia él, solo tuvo que lanzar una estocada. Esperaba que la noche y la velocidad de aquél bicho no superaran su habilidad. 

Sin ceremonias le propinaste una estocada frontal y precisa que empaló a la araña en el árbol.
Sus patas se zarandearon unos segundos hasta que dejó de moverse, muerta.

El filo del arma se había llenado de un líquido viscoso y verdoso, pero por suerte sólo había sido un susto.
Tus oídos captaron entonces una novedad en el ruido del agua cercano.
Tarareos.

Alguien tarareaba alguna canción, y debería estar muy cerca.
Te asomaste entre los árboles para observar, siendo precavido de no ser víctima de ningún otro animal.

Efectivamente, había un lago, y la luz de la luna revelaba la silueta desnuda de una joven.
Su tez morena y cabellos negros como la noche, te parecían indicar que podría ser una de las nativas.

Lavaba su cuerpo al ritmo de aquella melodía, que sonaba casi como una nana, ajena a las miradas indiscretas.

José tenía ciertos conocimientos de caza y animales.
Pero... ¿podían aplicarse a aquella cosa?

Ciertamente, los animales solían elegir el mismo sitio para dormir, donde se sentían a salvo.
Así que era probable que hubierais invadido su territorio.

El reptil se pusó en pie, gritando enfurecido.
Sus dientes picudos podrían fácilmente arrancar de cuajo una extremidad humana, y sus garras destrozar la carne.
Sin embargo, no se movió de su terreno. Parecía amenazaros pero no se lanzaba al ataque.

Pronto descubristeis el posible motivo; presentaba una herida en un costado. Una que parecía punzante, ya que no había rastro de cortes.

- Cuidado. Está herido. – les informé extendiendo los brazos delante para indicar que no avanzaran – Le han disparado en un costado.

- En este estado es imprevisible, pero seguramente no querrá pelear y aunque estoy a favor de ahorrarle sufrimiento nos arriesgaríamos a salir heridos nosotros mismos. – reflexionó en alto.

- Estad preparados por si necesito ayuda. Voy a intentar algo. Dicen que la música amansa a las fieras. – anunció con un encogimiento de hombros antes de empezar a cantar y avanzar lentamente con las manos en alto hacia la criatura.

Era una nana típica de Castilla que incitaba al sueño. Su voz era melodiosa, con el dulzor y amor propio de una madre que acuna a su bebe de pecho. Una voz angelical tal y como la recordaban de la fiesta de una semana atrás.

Parecía que estaba herido. Puede ser una situación problemática...

Parecía que preferían no dar un rodeo. Esperaba que no acabara esto con nadie muerto. En particular la pobre criatura (que no tenía culpa de nada).

Lola se puso a cantar y a acercarse al animal. No me gustaba la idea de usar mi don en publico, pero puede que la situación lo requiriera... -Tranquilo.*- dije intentando hablar el idioma del lagarto y procurando pasar desapercibido para el resto (ya que entre que le prestaban atención a la criatura y que Lola estaba cantando era sencillo pasar desapercibido).

Lola comenzó a cantar una nana para dormir a los niños pequeños que sorprendentemente pareció causar un efecto parecido en ese enorme reptil.
Se sentó de nuevo, emitiendo un gruñido que parecía menos ofensivo que los anteriores rugidos, y se quedó observando a la castellana.

Cuando Pyotr se acercó y le habló en su idioma, el reptil emitió otro gruñido que el ussuro supo interpretar.
Hombres. Invadir mi territorio. Yo defender. Ellos usar arma que escupe fuego. Pero yo morder a uno. dijo, y se quedó sentado observando al ussuro con una expresión de curiosidad... si es que un reptil gigantesco podía poner tal cara.

Miré a Lola y le dije -Sigue cantando, parece que funciona y está más tranquilo. También parece que le gusta el usuro...- Después mire al resto -Voy a acercarme mas. Pasad por detrás de mi, despacio. Así os tapare un poco y atraeréis menos su atención ¿de acuerdo?-

Me acerque despacio y cuando estuve junto al reptil (y de espaldas al resto) le dije en voz baja (pero lo suficientemente alta como para que él me escuchase) -Nosotros estamos siguiendo a esos hombres malos ¿Podemos pasar? Puedo ayudarte. Tienes una piedra en la herida. Si te la saco mejorarás. Pero te dolerá. Primero duele, luego mejora. Si no empeora.-

Me muevo como una sombra detrás de Pyotr y del lagarto gigante. 

Maldita sea. El usuro estaba haciendo los mismos ruidos que aquel cocodrilo gigante y juraría que el cocodrilo le estaba contestando como si hablaran.

- Si estás hablando con esa criatura, dile que le puedo curar la herida*, pero le dolerá, a cambio de que nos ayude contra los que le hicieron esa herida. – le susurré a Pyotr parando un momento mi nana antes de continuar.

Miré a Lola un poco extrañado por su reacción. Supongo que este es el pragmatismo castellano del que hablan. Pensé. Negué con la cabeza y le contesté -No es un perro amaestrado. No sabes como va a reaccionar en cuanto empiece el combate. Además, ya ha hecho bastante. Ha herido a uno de ellos y nos va a dejar pasar por su territorio. Así que si quieres ayudar, ayuda. Pero no le exijas más de lo que ha hecho.-

Suponía que si la castellana se ofrecía para curarle es porque podía, y puede que lo hiciera mejor que yo, así que esperé a que me dijera si iba a ayudar o no para decírselo a reptil.

Luca acechó entre las sombras durante un rato. Esa canción le sonaba demasiado como para que la preciosa nativa no hubiera tenido algun tipo de contacto con gente del viejo mundo.

No conseguía recordar la canción o donde la había escuxhado, pero si consiguió tararearla siguiendo el ritmo de la joven. 

-¿E una canccione di amore?-. Dijo Luca saliendo de las sombras. -Per favore, non asustare. Io perdito en selva. Escuchare vosa bela voz, e gipo voso belo semblante, e Io pregunto, ¿qui hacere una diosa aqui? En la selva. 

- Espero que cuando empiece el combate muerda a los que le dispararon y no a los que les ha ayudado, y que después de eso esté entretenido comiéndose a los muertos como para que no tenga ganas de atacarnos a nosotros. Además, le estoy dando la oportunidad de vengarse de los que le han disparado. Tú díselo, pero antes dile que le voy a atar el hocico para que no nos muerda cuando le duela la cura. Decida ayudarnos o solo dejarnos pasar le voy a curar la herida. – le dijo a Pyotr en voz baja parando de nuevo de cantar y poniéndose con otra nana en cuanto se lo dijo, que mejor no dejar de hacer lo que está funcionando. A lo mejor no era que Pyotr supiera magia. A lo mejor era esta tierra extraña que les daba poderes. Ella confió en que podría calmarlo con la música y funcionó (si eso no era magia que viniera Theus a verlo). Lo mismo él confió en que podía hablar con el reptil y funcionó. Tendría que preguntarle luego si era algo que podía hacer antes de venir aquí o algo que estaba descubriendo.

Mientras cabilaba estas cosas, comenzó a preparar la cuerda esperando que Pyotr se lo explicará al reptil y este accediera porque no pensaba cauterizarle la herida sin amarrarlo. Lo hacía hasta con los humanos como para no hacerlo con un bicho que podía arrancarles un brazo de un bocado.

- Si no quiere dejarse amarrar, me parece bien también. Él se queda aquí tal cual y nosotros nos vamos sin molestarle más. Que decida él. - le dijo parando un momento y volviendo a cantar. Tampoco se iba a parar a negociar con un reptil si lo quería curar o no. Por ella bien se podía morir desangrado, aunque sería un elemento interesante a tener en su lado para atacar a un número indeterminado de piratas.