Partida Rol por web

Tomo la habitación de enfrente a la capitana y dejo mi exiguo equipaje en la habitación. comienzo con mi rutina de ejercicios de respiración y meditación al tiempo que comienzo a centrarme en el análisis de la misión.

 4 Naves sin comunicación entre ellas, una saldrá después , abordaje y valoración del pecio y de las posibles formas de vida, debo preparar una lista del equipo necesario, y hablar con el jefe de asalto, una vez abordado el pecio yo soy la autoridad y quien debe de hacer la valoración, espero dejarle esto bastante claro pelotón de asalto en su conjunto.

 Tengo un mal presentimiento seguro que aquí hay manos e intereses ocultos , es tan extraño que no haya una total coordinación con los otros navíos. se podría llegar a dar un mal entendido entre los grupos de salto e incluso declararse fuego amigo.

Sea como sea hay ordenes que cumplir y se cumpliran. Pienso para mi. 

Rachna volvió a la enfermería. Lo cierto es que aquel tipo de naves no llevaba algo como lo que ella había conseguido en aquellos días previos. Una enfermería completamente equipada que podía hacer incluso las veces de laboratorio e incluso de quirófano. Desde luego, los tripulantes del Patrullero se podían sentir afortunados de tener unas instalaciones así... sin contar con su pericia, que no solía ser tampoco habitual.

El hecho de no haber tenido a nadie que le supervisara directamente le había dado la posibilidad de ponerlo todo a su gusto y no había descuidado nada, puesto que era bastante puntillosa. Tras volver a hacer un inventario rápido ayudada de su tablet, llegó el final de su tarea. Dado que la Capitana estaba ocupada y que ella misma le había indicado que hablara con el Comisario, Rachna se decidió a ir a hablar con él, puesto que si tenía una petición que hacer.

Asi que, sin más, salió al pasillo y se dirigió a la puerta del camarote del Comisario con la tablet en una de las manos. Al llegar a la puerta, llamó y añadió:

-Comisario Jenkins, soy la Doctora Shuresh. Quería comentarle alguna cuestión pero... tampoco quiero molestarle si está con otros quehaceres...

Las rutinas de ejercicio se seguían sin descanso y aquellos marines seguían respondiendo sin que les temblase el aliento, sin dudar. A Hank le gustaba lo que veía, aunque jamás lo diría en voz alta: los halagos los guardaba para las batallas, donde de verdad se demostraba el material del que cada cual está hecho. Les fué preguntando aquello que necesitaba saber para conocer lo que necesitaba conocer. Habilidades, hobys, gustos musicales, colores y números favoritos, puntuaciones de prácticas de tiro, cronómetros de carreras, tiempo en montar y desmontar las armas. Todo salvo sus nombres. Entre ellos formarían lazos que les ayudarían a dar lo mejor de sí, pero para él solo necesitaban ser eso, marines. Obedientes, inquebrantables, marines. Una vez acabadas las veinte rutinas llamó a cuatro de ellos y dejó retirarse al resto.
-Pasaoslo bien, tal como os ha ordenado la capitana.
Marines dijo a los dos de la izquierda Quiero que revisen el inventario en busca de lanzas térmicas y soldadores térmicos. Quiero que haya al menos dos de cada, para ustedes. Si solo hay una vuelvan aquí y les firmaré una orden para pedir más antes de marchar. Si hay más comprueben que todas funcionan bien
Luego se giró a los otros dos.
Marine, asegurese de que tengamos suficientes raciones para la misión encomendada.
Miró a los ojos al último de ellos.
Marine, encárguese de las mantas y jofainas extra para supervivientes.
Pasaron unos segundos
En marcha, marines. Vuelvan con los resultados y yo se los comunicaré a los superiores.

Adelante doctora estoy a su entera disposición.

La Doctora entró en el camarote y se cuadró un momento, esperando que el Comisario le diera la señal para relajar su postura y poder hablar más tranquilamente.

Su naturaleza curiosa, hizo que no pudiera evitar pasear su mirada por el pequeño camarote, dándose cuenta que el Comisarío apenas había empezado a desempacar sus pocas pertenencias.

Carraspeó: Tal como ordenó la capitana Molkov, aqui tiene un inventario completo de la enfermería-laboratorio que he logrado instalar en la nave. Lo cierto es que hemos tenido suerte y he podido disponer de todo lo que había solicitado. Debemos ser una de las pocas naves con un equipo tan sofisticado y útil. -su tono era seguro y había cierta nota de satisfacción y orgullo.

-La única petición que tendría que hacer sería poder disponer unas horas del marine especialista... el enfermero. Al menos que sepa donde está todo por si a mi me pasara algo. -tenía más preguntas, pero por el momento le pareció suficiente.

Estaba acabando la tarde cuando terminé los cálculos de un salto y hacer una salida de emergencia cerca del Pecio a rescatar y las simulaciones no han sido muy positivas, la mayoría de las veces acababa en desastre.

Llegó al puente, todavía con los pantalones de gala, pero la camisa como de acabante de levantar. Estaba como quien camina por su casa, desliza los dedos lentamente por las curvas de los monitores y le da la vuelta a la etiqueta del sillón de mando, que todavía tiene un plástico al vació para preservarlo, así de nuevo, o renovado, está todo. Se para delante del cristal que separará el puente con el espacio y mira hacia delante. Poco se ve desde aquí, en el astillero, pero hay movimiento. Hay un runrun en el aire, algo le molesta. Se queda quieta mirando y analizando concienzudamente todo lo que ve. Un determinado movimiento es el que capta la atención de la capitana.

Si alguien estuviera muy cerca de ella, vería como entrecierra los ojos y los pelos de los brazos se le erizan. Tiene una sensación o un pálpito del que suele hacer caso siempre. Eso le ha granjeado una fama de suicida o de demasiado expeditiva, pero ella es así, y no va a cambiar por un par de naves destruidas o de misiones fallidas del punto de vista táctico. El fin justifica los medios. Ekaterina enciende el comunicador de su muñeca y conecta con toda la nave.

-A toda la tripulación. Cambio de planes. Partimos en una hora. Todos a sus puestos echando hostias - es casi imposible para ella hablar sin tacos aunque se esfuerza. Se marcha a su habitación para vestirse para la “faena”. Como no pueda hacerse con una botella de vodka antes de salir, va a ser una misión muy larga. Arranca la etiqueta del sillón al pasar, la arruga y la tira a un lado. Vamos al lio.

Tu colaborador en la navegación estaba esperando para hacer las pruebas.

>>A toda la tripulación. Cambio de planes. Partimos en una hora. Todos a sus puestos echando hostias 

 El comunicado global se escuchó por toda la nave y pilló a Rachna algo desprevenida, arqueando una ceja.

-En fin, parece que tendremos que adaptarnos al cambio de planes Comisario. Si me disculpa, voy a ocupar mi puesto. Seguro que en el trayecto tenemos más oportunidades de hablar y de que yo le haga las preguntas que han quedado en el tintero.

Con un cabeceo y después de dar su permiso para salir del camarote, Rachna se fue del camarote del Comisario. Seguramente tendría que acudir al Puente a ayudar a la Capitana.

Rachna regresó a la enfermería tras la brevísima entrevista con el Comisario, sólo para dejar sus cosas y volverse a cerciorar por n-vez que todo estaba dispuesto de su parte.

Se dirigió al intercomunicador e informó:

>> Aqui enfermería. Todo al 100% y dispuesto para el despegue Capitana.

Era algo formal. A no ser que Molkov le diera una contraorden, permanecería en su lugar monitorizando algunos datos de la nave.