Partida Rol por web

Recupero la compostura al encontrar el rastro fresco que se adentra en el bosque. -Son huellas de animal, pero no son normales- comento en voz baja. -Deberiamos estar preparados para enfrentarnos a lo que sea esa bestia- digo con algo menos de aplomo.

Me incorporo tras examinar el terreno y agarro mi arco, -espero que el golpe del brazo no me afecte a la hora de disparar- pienso. Miro a mis compañeros, no se que aptitudes tendrán para la caza, les observo para ver de que equipo disponen. -¿Teneis algo para defenderos?

-Aqui no se ve nada, seguro hemos hecho bien viniendo hasta aqui?, ya no podemos detenernos, hemos de seguir adelante buscando por donde sea a Markele-digo cada vez más endadado pues cada rato que pasa veo más raro el asunto.

Ví que Goio se había hecho daño y le ayudé un poco a reincorporarse de la orilla. Entonces, instantes después, vimos el cuerpo de la Gurutxe allí tendido, muerto de la más horrible manera. ¿Quién diantres habría hecho eso? Las cuencas de los ojos vacías se repetía. ¿Acaso serían esos otros? Si hombre hombre fuera el infame autor de aquellas tropelías, bien vil y cobarde era al enfrentarse sólo con mujeres. Veríaselas con tres hombres, curtidos en los suyo y bien poco cariño y misericordia iba a recibir... De hecho, levanté el cayado antes la pregunta de Goio. Claro que, cuando ví ese pentácul en el suelo, inscrito en la  hierba con sangre de gallina... ¡Menuda vileza y sacrilegio!

Un momento Atanasio -repuse, antes la insistencia de marcharse-. Voy a ver si encuentro algo por aquí -y me puse a buscar pistas de Markele por los alrededores del cuerpo de la vieja sorguiña, intentando vislumbrar algo-.

No encontrásteis nada más donde yacía Gurutxe. De modo que seguísteis a Goio que poco a poco iba avanzando siguiendo las huellas por el bosque. El rastro empezó a perderse, pero del interior de este os llegó una canción con un tono infantil:

Markele un peine de oro encontró,

de una lamiña que lo perdió.

Esta que lo buscó,

y en cachitos acabó.

El maide furioso a Markele se llevó,

y al marido celoso por culo le dió.

JA,JA,JA Rompió a reir la voz que cantaba la canción.

Me paro en seco al escuchar el canto. En anteriores ocasiones había escuchado ruidos extraños, incluso algo parecido a risas u otros sonidos que no lograba identificar. Sospechaba que habia todo tipo de criaturas mágicas en la zona, pero por lo que se comentaba permanecian alejadas de los hombres.

Estoy seguro de que sabe que estamos aquí y sin embargo debemos seguir adelante en busca de Markele.

Miro de reojo a mi padre y a Luken pero me da la impresión de que no saben tampoco como enfrentarse a esta criatura.

La risa de la criatura rompe mis pensamientos, comienzo a sentir la presencia de la presa cercana y las ansias ante la posibilidad de cazarla. Pero esta vez la cautela pasa a un segundo lugar, solo puedo pensar en mi hermana y de llevarla de vuelta conmigo a casa.

Echo a correr en la dirección de donde provienen las risas.

Y de algún modo en mi mente algo no termina de encajar, ¿quien mato a la lamiña?

Aquella canció me heló la sangre. ¿Quién podría estar cantando aquello a sabiendas que estábamos buscando a mi esposa? Sin duda que nos tenía embaucados en su juego, fuera quien fuera, y sólo podíamos avanzar hacia delante.

¡Vos mataré! -rompí a gritar, incitado por aquella desesperación-. ¡Seáis cuantos seáis! ¡Devolvedme a mi esposa! Y es que no podía soportar la idea de que Markele estuviera retenida... o algo peor.

Al igual que Goio, eché a correr en la dirección por donde yo creía que venían aquellas voces, sin importarme nada ni nadie, sólo Markele.

-Esta juventud no tiene paciencia ni respeto, y yo estoy mayor para correr.- Voy detrás de ellos, pero no voy corriendo, la edad me ha enseñado a tener paciencia. Cuando llegue al lugar no voy a mostrarme abiertamente voy a esconderme y a ver que pasa

Empiezan a correr Goio y Luken en dirección a los cantos. Lo que encuentran es una criatura de poco más de una vara, con cuernos en la cabeza, ataviado con pieles y con cascabeles en los pies que está bebiendo de una bota de vino enorme. Cuando os ve llegar sonrie-Vaya, que me aspen, si tengo comp...No termina la frase, pues ve que Luken se le echa encima como un poseso gritando que le devuelva a su esposa. La criatura corre y se intenta ocultar tras los árboles pero parece demasiado tarde pues ya le han visto, y el tintineo de sus cascabeles no ayuda para esconderse.-¡Ay que me matan, socoROOOOOOOOO! Grita desesperadamente la criatura mientras se cierra el cerco sobre ella. Atanasio que ha llegado ocultándose entre los árboles está ahora a punto de agarrar a la criatura.

-Criatura infesta, que cantos son estos, donde esta mi Markele?!, me lo vas a decir aunque te tenga que sacar la lengua a trozos!!-le grito mientras me lanzo a por la criatura en un intento desesperado de saber la verdad.

La criaturilla se escabulle del intento de presa de Atanasio y le propina un puntapié, que aunque no le duel, jode. Encima se pone otra vez a canturrear.

Si a mi lengua tocas un trozo,

a tí te tiro por un pozo.

Y después muero de gozo.

Ja,ja,ja. Rie la criatura de su ocurrencia dando la espalda a Luken y Goio.

Al momento de ver a la criatura instintivamente tenso el arco, apenas unos instantes de duda pensando que no deberiamos matarlo y que no parece ser la bestia que dejó las huellas cerca de la cabaña.

Por otro lado, seria un buen trofeo y algo que enseñar a los otros cazadores. Contengo la respiración durante un segundo como me habian enseñado, apunto y disparo al pecho.

Pese a la visión de la criatura es más poderosa para mi la intención de recuperar a mi hija. Recupero la compostura, parece que no es agresivo tal enjendro.
-Escuchadme pues, bestia. Buscamos a una niña preciosa y rubia, decidme pues que sabeis de ella, y no os escabullais os lo ruego y contestad a mi súplica.- le digo con lagrimas brotando de los ojos.

¡¡HIDEPUTA MALNACIDO!! -le grité mientras eché a correr tras de él-. Y que por un instante, y muchos tantos otros justo después, pensé que aquello no era sino un hombre dentro de una pelliza de cabra, y que habíase puesto cuernos en los cabellos y habíase tiznado manos, rostro y pies. Pero que luego lo ví más de cerca mientras corría y pensé en los malditos Otros, aquellos seres más-allá-del-río de los que Markele se cuidaba tanto.

Y que en estando ya tras de sí, habiendo soltado el cayado a un lado fruto de la rabia, que ni hice sino querer atraparlo, como adivinaba que también Atanasio proponía. ¿¡DÓNDE ESTÁ MI ESPOSA!? -decía mientras forcejeaba con él después de haberle dado alcance-.

La flecha pasa rozando la cabeza de la criatura, pero esta logra escabullirse de nuevo.

Ay la flecha,

que si me da en la testa

me la da la vuelta.

Atanasio le pregunta y la criatura responde.

Yo a la tuya suplica respondiere

si tu algo me dieres.

Entónces entre improperios se lanza Luken que logra atrapar a la criatura, esta intenta escabullirse pero no hay manera. Luken ha cerrado una buena presa sobre ella.

Si a tu esposa quieres,

dejarme en paz debieres.

Te mataría con gusto ahora mismo -le dije, mientras tomaba una posición de opresión como cuando hacía con mis ovejas antes de esquilarlas o paralizarlas para curarles una pata rota-, pero necesito que hables por esa boca, ¿¡Qué dices de mi esposa!? ¡Dime dónde está!

-¡Maldición!- mascullo tras fallar el tiro. Veo que Luken ha atrapado a la criatura y me acerco mientras preparo otra flecha.

El bichejo no parece querer entrar en razón, para el es todo un juego. Decido intentar un truco, a ver si suelta la lengua. -¿Dónde está ese animal que llevaba a la muchacha?

-Dime pues, que te puedo dar, soy pobre y no tengo mas que lo que ves, pero por mi hija te entregaria mi vida si me la pidieres, habla maldito!

Luken retuerce el brazo de la criatura hasta que esta grita de dolor, pero esta seigue con su particular juego y sus canturreos:

Ay,ay,ay

¡Que dolor, caray

Goio por su parte intenta confundir a la criatura, pero es demasiado directo o quizás la criatura no sabe nada.

Pasaron por aquí

pero tenía que dormir

la mona que cogí

y tengo que admitir

que por donde fueron no lo ví

Entónces pregunta Atanasio, la criatura se relame, le mira fijamente y sin rimar dice:

¡¡Vino!!

Después, un poco ansioso dice, otra vez rimando:

Dadme vino y os llevaré

con quien lo ha de saber

si quieres lo juraré

y la podrás tener.

La criatura se queda expectante mirando a Atanasio y esperando su respuesta.