Partida Rol por web

-tsk.-
alexander no supo si sentirse decepcionado por no haber logrado lanzar un ataque contra su enemigo o confirma sus sospecha, el encapuchado sin duda debía ser alguien con el poder de un caballero dorado. Tan solo había oído rumores de un caballero dorado con grades poderes telekineticos.
“Aquel que guarda el primer templo, el caballero dorado de aries.”
Alexander se ato el pañuelo en su muñeca derecha y metió las manos en sus bolsillos. De un simple salto se subió a la piedra, mientras observaba lo que iba ocurriendo a su alrededor, no solo se centraba en la personas que había logrado el pañuelo, quería saber quien podría ser su rival, ademas de observa lo que pasaba en la arenas, porque también tenía curiosidad sobre el poder del encapuchado.
Mientras esperaba que la piedra llegara a su indeterminado destino, se mantenía en alerta.
“que fácil sería destruir ahora mismo las piedras”.
Tras meditar unos instante, decidió sentarse en la postura del loto mientras se concentraba.

Una  vez  los  cuatro  ascendéis, contempláis  la  arena  mucho  mejor. 

Se  ve  claramente  aquellos  que  están  consiguiendo  los  pañuelos, mientras  los  que  no  consiguen  avanzar. El  porcentaje  que  lo  han  conseguido  sois  un  10%  con  respecto  al  90%  que  no  lo  están  logrando.

Me quedé mirando a los que estaban debajo y a los que lo habían logrado, aparte de la chica parecía que solo los que me crucé en la puerta también lo consiguieron, aunque de a poco el número iba ascendiendo, al mismo tiempo que los otros iban fallando en sus pruebas, algunos incluso seguro morirían, sonreí de costado ante esta idea y el poder verlo.

Evidentemente te juegas la vida en cada cosa que haces en este lugar...interesante...

En  apenas  dos  minutos, la  prueba  termina.

Quedan  solo  15  personas  en  pie, las  únicas 15  que  estáis  subidos  a  las  rocas. El  resto  se  encuentran  tirados  en  el  suelo. A  primera  vista  no  parecen  muertos, aunque  algunos  de  ellos  sí  que  están  gravemente  heridos. 

Sin  embargo, antes  de  que  pudieran  reaccionar, las  piedras  se  empiezan  a  elevar, junto  con el  encapuchado, mientras  se alejan  de  la  arena  de  combate. 

La  de  nuestros  cuatro  héroes  se  mueven  en  la  misma  dirección, hacia  una  casa  de  piedra  y  madera  cerca  del  extremo  norte  del  santuario. 

Allí, una  joven  que  contempla  la  ciudad  les  espera  sentada  en  un  banco.