Partida Rol por web

Tras mucho debatir elegís el camino que consideráis correcto. Esperáis acertar.
Continuáis caminando, lentos, el túnel cada vez parece más angosto, aunque realmente dudáis si es el túnel o vosotros.

Mientras camináis, absortos y a la vez concentrados escucháis un leve ruido mas adelante. Parece el crujir de algo, el tropezón de alguien o simplemente el aire...

Os detenéis unos segundos, pero no parece verse nada.

Justicia ha encontrado una antorcha, desgastada e inútil...¿o no? Seguro que a nuestros héroes se les ocurre algo...

Examino atentamente la antorcha, y reviso el suelo, en busca de yesca y algo para hacer de pedernal.
- Probaré a encender la antorcha. Aunque esté desgastada, aún podrá prender.

Enciendo la antorcha con una piedra que uso a modo de yesca.
- Perfecto - alzo la antorcha y camino despacio, procurando no dejar fuera de la luz a mi compañero.
- Hay cosas siniestras en la oscuridad.

Tras rebuscar entre los escombros conseguis encontrar material suficiente para montar una antorcha casera y xe mala calidad, pero al fin y al cabo una antorcha.

Continuais caminando y os da la sensación de que hay algo al fondo, una especie de silueta, pequeña...¿Está de espaldas? ¿Qué será? Gracias a la antorcha improvisada habéis podido vislumbrar esa figura...

Notaba el cuerpo pegajoso por la humedad y el sudor pero cuando la antorcha que había improvisado Justicia iluminó la gruta, el ambiente se relajó bastamente al poder ver, en penumbra, a unos pasos de distancia - quizás no sea del todo un estorbo al fin y al cabo. - pensé mientras miraba con aprobación su creación.

Fue entonces cuando, gracias a la cálida luz, empezamos a vislumbrar una pequeña silueta que se dibujaba entre las sombras. Por un momento sujeté el hacha con fuerza, pero rápidamente comprendí que por el tamaño no podía ser más que un niño... quizás se había adentrado en busca de aventuras, quizás soñaba con convertirse en un gran guerrero y quería empezar consiguiendo el respeto y admiración de los lugareños... - Oye chico - susurre de una forma bastante audible - te has pedido? deberías tener cuidado, estas cuevas son peligrosas - aunque sabía de sobra que yo mismo a su edad habría cometido una temeridad de igual proporción.

Lo que a primera vista parecía un niño, se dió la vuelta...

-¿Perdido? ¿Yo? Aquí el único perdido eres tú...-

Nada más acabar la frase se lanzó a tú gemelo con la intención más que evidente de morderte...

- Pero que... - Sorprendido por el aspecto del engendro me quedé paralizado un momento, aunque su violenta reacción generó una respuesta múscular que acabó en una potente patada hacía ese ser salido del mismisimo abismo.

El pequeño engendro sale disparado, cayendo entre dos columnas que parecian sostener un arco.
Se levanto, visiblemente dañado y de forma muy lenta.

-¿Qué quereis? ¿Qué haceis aquí? ¡LARGAOS!-

Sacó un pequeño cuchillo, parecía más de untar mantequilla que otra cosa, pero se dirigió sin dudarlo hacía vosotros...

Saco el espadón, dispuesta a rebanarle la cabeza.
- Muere, engendro - le digo al monstruo. Le haría volver al abismo.

La sangre salió a borbotones del cuerpo del engendro. La cabeza rodó hasta golpear con la pared de la mina. El cuerpo, lentamente cayó al suelo inerte. Al menos, el engendro no había sufrido, ¿no?

Al caer el cuerpo, rodó una pequeña bolsita de tela, cerrada con mucho cuidado por un cordel. No teníais claro qué era, aunque parecía peligroso. Al menos, sí se sabía usar.

Os lo guardasteis.

Continuasteis vuestro camino, el túnel se hacia cada vez más angosto y oscuro. Las paredes parecían querer tocaros en todo momento. El techo bajaba cada vez más, y más.

Con la pequeña e improvisada antorcha conseguíais ver por dónde caminabais sin tropezar demasiado. Al fondo un candil, una puerta.

Cuando la tuvisteis delante no había duda, un candil iluminaba lo que parecía una entrada, ¿o salida?. La puerta era vieja, de madera, pero suficientemente impenetrable como para no intentar destrozarla.

En medio de la puerta, una plaquita de metal indicaba

"El ruido de la piedra con el metal, quizás os deje pasar"

Ciertamente la mujer había demostrado ingenio, carácter y técnica con esa enorme espada, aunque cualquiera le hubiese podido rebanar el pescuezo a esa cosa.

Continuamos el viaje sin ningún otro encuentro, aunque esta vez estaba más decidido a pegar primero y preguntar después si nos encontrábamos otra de esas criaturas. Sin embargo, una puerta se cruzó en nuestro camino – Porque haber una puerta aquí? Crees que vive alguien aquí dentro ? – Pregunté algo extrañado a mi compañera… - en las montañas utilizamos las cuevas a menudo, nos ayudan con el frío, las tempestades y los animales salvajes, pero nunca haber visto una puerta en alguna. - Quizás era la casa de esa criatura. Sin embargo no era una puerta normal y corriente, tras echar unas buenas miradas, no encontré nada para poder abrirla, y ante la dificultad que me suponía leer, opté por dejarle dar un paso al lado, aunque tampoco es que hubiese mucho espacio, para dejar que Justicia echase un vistazo a la placa metálica, aunque utilizar la fuerza bruta siempre era una buena opción, al fin y al cabo sólo era una puerta de madera. – Sabes leer?

¿El ruido de la piedra con el metal?
Observo detenidamente la puerta. Parecía muy gruesa y bien construida, algo que mi compañero no podría echar abajo con una patada. Le digo lo que pone.
- Piedra... Metal... - entonces recuerdo la bolsa. La saco con cuidado.
- Solo nos queda esto.

Cuando abro la bolsita, veo un polvo negruzco. Era como... ¿pólvora? Y vuelvo a pensar en el texto de la puerta.
- Esto es similar a pólvora... El sonido de la piedra con el metal... ¿Podría ser una explosión? - le pregunto al bárbaro.

- Cuidado mujer, esto es muy peligroso – dije cubriendo las manos el saquito que había sacado y mirando la llama del candil. - Quizás deberíamos probar otras cosas... explotar algo aquí no me parece muy buena idea. - aunque puede que fuese la respuesta... si esta puerta era la casa del enano, tenía sentido que llevase la forma de abrirla encima.

Con el ceño fruncido y los brazos cruzados, le iba dando vueltas a la frase que me dijo… - no tiene sentido – iba susurrando a cada momento – porque la puerta no tiene esa cosa para abrir?– atascados allí delante iba aumentando mi frustración por no ser un buen líder – Que haría mi padre, el gran Remol Hacha, en esta situación? – pero yo no era mi padre, ni esta cueva un clan rival y como ya me habían demostrado en la entrada de la cueva, la violencia, aunque pocas veces, no siempre era la solución y esta situación requería hasta el último ingenio de mis neuronas.

- El sonido de la piedra con el metal nos dejará pasar... – repetí mientras miraba el hacha, la pared, de nuevo el hacha y luego asintiendo bastante convencido le di 3 golpes con la parte trasera, para no mellar la hoja, a la pared.