Partida Rol por web

Veo como dos de mis compañeros se dirigen de vuelta a la mina y rezo una breve plegaria que mi madre me había enseñado de forma inconsciente.

- ¿Y ahora qué? - pregunto al resto de compañeros que se han quedado en el pueblo.

¿Chicos?

.-Agwins se ha ido con Q'Tar, así que nos deja a nosotros tres lo divertido.-digo señalando la casa del alcalde y la taberna, ambas opciones entrañaban cierta dificultad. En la casa del habría guardias bien armados esperandonos tal vez o esperado otra cosa. Y la taberna estaría llena de gente que no nos quiere ni ver, salvo el tabernero. 

.-Según dice el tabernero hay una resistencia, probablemente si contactamos con ella tendremos más opciones pero para poder hacerlo primero hay que hablar con el contable.-empecé a exponer los hechos como estaban, bastante crudos la verdad:-Ir de frente a casa del alcalde sería muy arriesgado. Empezaría vigilando y contar cuantos guardias hay. Tal vez esperar a la noche para poder entrar, pero lo veo poco probable con el poco tiempo que tenemos según nos ha dicho el tabernero.-sigo diciendo mientras me quedo observando, de lejos, la casa del alcalde:-Tal vez una distracción, alejaría a unos cuantos guardias y podríamos colarnos y hablar con el contable. Que opináis?-

Udo escuchó con atención a Arago mientras exponía sus ideas.

- Estoy de acuerdo en que lanzarnos de cabeza contra la casa del alcalde no sería una buena idea. Como dice Arago, creo que podemos intentar vigilar la casa e intentar averiguar cuantos guardias hay... también sería bueno esperar a que el contable salga, e intentar reunirnos con él sin "invitados" desagradables...

.-Vale pues. Tu y Justicia sois más duros que yo así que cread una distracción para que os sigan los guardias y entretenedlos un tiempo para que yo pueda entrar en la alcaldía y hablar con el contable.-propongo dado que no voy tan armadurado como ellos y eso me puede hacer más sigiloso:-Os parece bien?

- Por mí bien... - respondió Udo al comentario de Arago. - Pero intenta estar atento por si necesitamos tu ayuda... no sabemos realmente lo duros que pueden ser esos tipos o cuantos pueden aparecer...

Una vez que Arago y Udo se pusieron de acuerdo, Udo decidió llamar la atención de los guardias para facilirar la incursión de Arago. Mira a su alrededor buscando algo que pueda utilizar como distracción y cuando ve unos barriles apoyados en la pared de la taberna tiene una idea.

Se dirige hacia los barriles y, gracias a la fuerza de sus brazos, consigue quitarles a ambos las tapas

cojiendo una tapa en cada mano comienza a caminar por el pueblo tambaleándose de lado a lado como si estuviera borraco.

El vino que tiene Asunción,
no es blanco, ni es tinto, ni tiene color.
El vino que tiene Asunción,
no es blanco, ni es tinto, ni tiene color.
¡Asunción!, ¡Asunción!
echa media de vino al porrón.
¡Asunción!, ¡Asunción!
echa medio de vino al porrón.
Pobrecicos los borrachos
que están en el camposanto
Pobrecicos los borrachos
que están en el camposanto
que Dios los tenga en la gloria
por haber bebido tanto

La voz de Udo cantando a pleno pulmón era casi suficiente como para despertar a un muerto y por si quedaba alguna duda, los golpes de las tapas entrechocando servían como un apropiado acompañamiento...

Des de mi escondite esbozo una sonrisa por cómo está llamando la atención Udo:-No está mal. Mi turno.- pienso para mí mientras veo cómo unos cuantos de los guardias que se alejan de allí. Me concentro en mi respiración, debo moverme como un gato para no alertar a los guardias que puedan haber dentro del la casa del alcalde. 

Escalo por el edificio en el que estoy y subo hasta el tejado con facilidad y me muevo por los tejados hasta que llego a una casa cerca de la casa del alcalde. Observo si hay algún guardia por la zona, cojo retrocedo unos pasos por el tejado y, con un explosivo sprint, salto hasta la pared de la casa del alcalde y entro por una de las ventanas. Ahora venía la mejor parte, convertirme en una sombra para que nadie me viera y llegar hasta el despacho del contable. 

Des de la segunda planta podía ver si vendría alguien desde fuera y escuchar los sonidos de los que estuvieran abajo. El despacho del contable estaba a un par de puertas del despacho del alcalde y si lo hacía bien podría llegar sin que me detectaran. Empecé a bajar las escaleras, con lentitud para estar atento a cualquier otro sonido. 

La distracción de Uno había hecho un efecto impresionante ante los guardias. Ninguno estaba atento. Ninguno se percato que Arago se escabullía por los tejados, entrando en el Ayuntamiento sin que nadie se diera cuenta. Arago llegó muy cerca de la puerta de la sala del Alcalde, agachado, acechando, se percató que esta se abría ligeramente, muy poco, apenas una rendija donde le pareció ver a alguien. ¿Sería el contable? Pronto lo averiguaría, pues aunque su habilidad estaba algo oxidada, consiguió llegar hasta la puerta sin que nadie se enterará, pasando incluso a escasos metros de un guardia. ¿Entrará creyendo que dentro hay alguien? ¿Irá hacía el Alcalde directamente?

Mientras tanto, Udo, que ya había conseguido su objetivo, planeaba como entrar. Cómo echar una mano a su compañero desde fuera. Udo se encontraba rodeado de cuatro guardias, dos eran los de la puerta y otros dos del interior. Le miraban y se reían, se mofaban, alguno incluso osó empujar al borracho. Udo los tenía a todos totalmente distraídos de su trabajo y con la guardia baja.

Parece que he conseguido captar su atención... pensó Udo al ver como los cuatro guardias estaban a su alrededor riéndose de él pensando que era sólo un borracho más. Aunque estaban distraídos y no pensaban que fuera una amenaza, Udo sopesó la posibilidad de atacarlos pero la desestimó casi de inmediato. Con dos o incluso tres podría sin problemas si era capaz de pillarlos por sorpresa, pero contra cuatro las posibilidades estaban en su contra. Por eso decidió prolongar su papel intentando darle a Arago todo el tiempo del que fuera capaz.

- Bien hallados... hip...  mis señores - respondió Udo arrastrando las palabras intentando simular el estado de embriaguez. - Tal vez puedan... hip... ayudarme... vine buscando la... taberna y su famosa tabernera... hip.. Asunción... hermosa como la luna... dos pechos como... hip... sandías... ¡ya me entendéis! - dijo palmeando el hombro de uno de los guardias. - y me encuentro un golem barbudo!!! JA JA JA...

¿dónde están aquí... las mujeres?

La situación aún me era favorable, seguía totalmente concentrado en que mis músculos se movieran sin hacer ruido incluso pensaba que el abrigo se había vuelto de seda por que ni siquiera lo escuchaba hacer el sonido característico del cuero. Eso me ayudó a llegar al despacho del contable, estando la puerta del mismo levemente entreabierta.

Tenía una probabilidad del 50% de acertar si el que se encontraba dentro era el contable o el mismo alcalde y no me lo pensé mucho por que la ventana de actuación que tenía era muy estrecha como para perder el tiempo. Entré con sigilo, habiendo desenvainado la daga de acero de la parte trasera del cinturón para lo que pudiera pasar, y cerré la puerta tras de mí con lentitud para que pareciera que allí no había entrado nadie. 

.-Parece que aún no se ha percatado de que he entrado.-pensé para mí:-No tengo mucho tiempo explíqueme que puñetas pasa en este pueblo.-pregunté en voz baja que no me escucharan los guardias que había fuera. 

Esperamos un poco a que el otro grupo se ponga al día y seguimos eh! jeje

Udo levantó la mirada y, algo borroso, veía como los guardias volvian bastante rápido hacia el Ayuntamiento. Gritaban algo, pero en su cabeza solo había dolor. Un dolor que conocía, quizás de antiguas batallas o, más probablemente, de la gran cantidad de vino y cerveza que había bebido.

Había podido conseguir tiempo para sus compañeros, pero no pudo retener más a los guardias. Estos volvian y Udo...¿Que haría?

Maldita sea mi suerte... pienso al ver a los guardias dirigirse hacia el ayuntamiento. Intento levantarme y noto un estallido de dolor dentro de mi cráneo.

Haciendo un esfuerzo comienzo a caminar hacia el ayuntamiento. Aunque no pueda interceptar a los guardias, quizás logre llamar su atención unos instantes más.

- Ey amigos... - grito a pesar del dolor de cabeza - ¿podéis invitarme a una cerveza?

Los guardias oyen a su compañero de borracheras pidiendo otra cerveza, pero lo ignoran de una forma sorprendete. Se acababan de dar cuenta que llevaban bastante tiempo ignorando también sus obligaciones. Alguna mirada de desaprobación atravesó a Udo.

En general indiferencia respecto a su llamamiento.

Al ver que los guardias me ignoran, decido cambiar mi estrategia y comienzo a caminar a paso ligero hacia el ayuntamiento gritando con toda la fuerza de mis pulmones.

- Ay mamá, ay mamá... que viene el coco ¡y te llevará! - grito intentando llamar la atención de mis compañeros en el interior del ayuntamiento