Al fin decidió arriesgarse, mucho, a la última carta que le quedaba, quedando expuesta a lo que fuera lo que el destino quisiera. Se despojó con cuidado, intentando no hacer ruido, de las botas, y de cualquier detalle que la pudiera delatar y lo ocultó en aquél rincón con mucho esmero. Quedándose solo con el abrigo de pieles y sus ropas interiores. Una mano en la espalda aguardaba preparadas sus armas por lo que pudiera acontecer.
Aclaró su garganta, dio un paso enfrente y levantó la voz: -Quietos,¿quién anda ahí?.- No era la voz retumbante de Tekat con su yelmo, no era su tono severo a la que los del castillo estaban acostumbrados sino que era una voz de mujer joven. Una voz clara, libre y brillante que solo podría reconocer su rey, y que solo podía haber dejado oírse en su propia habitación. Intentó darle un cierto matiz de persona asustada, preparada a mentir en la menor oportunidad. Resguardó una respuesta.
Aunque en tu búsqueda en la penumbra no encontraste nada, al poco tiempo de susurrar con cautela aquello al guardia escuchaste a tu espalda la frágil voz de una mujer.
-Quietos,¿quién anda ahí?
Al giraros la antorcha iluminó sus facciones y ella apartó un momento el rostro cuando la luz dio de lleno con sus ojos, pero luego se reveló lo que la voz en parte ya os había dicho. Una mujer joven cubierta tan solo por sus ropas interiores y un abrigo, que permanecía de pie con una mano a la espalda y aparentemente asustada.
Los hombres que se habían alejado de tu posición varios metros se susurraron algo poco antes de que te revelaras, y cuando lo hiciste dieron media vuelta y con su antorcha apuntándote te vieron tan frágil y asustada como habías querido aparentar. El hecho era que ahora tú también podías ver sus rostros, ambos conocidos, uno de un guardia joven que se había incorporado al servicio no hacía mucho; el otro un hechicero, el mismo que esa mañana se había reunido contigo, el rey y los otros en el salón del trono: Raistlin.
Por suerte o por desgracia él seguramente no sabía quién eras tú.
Tranquilízate, no te haremos daño- trata Raistlin de calmar a la mujer que se les había aparecido repentinamente -Quién eres y qué haces aquí?- indagó al darse cuenta que estaban dentro de un mausoleo, recordando el porqué estaba allí con el guardia.
- Tranquilízate, no te haremos daño- te dijo Raistlin intentando calmar a la mujer asustada que creía que eras -Quién eres y qué haces aquí?- terminó por preguntarte.
La mujer aliviada de que no la reconocieran, prosiguió su papel de víctima desconsolada, lo cual no le entusiasmaba pero no veía que otra cosa podía hacer sin revelarse ante sus “salvadores” a quienes no creía merecedores de conocer aquella verdad reservada solo a Ianian, su rey.
-Soy una de las damas de cámara del Rey. Aquél guerrero que a veces va con el rey, Tekat Grimach, me conducía a mis aposentos, cuando de pronto una multitud de curiosos congregada en medio del corrillo, pues había un cadáver sin cabeza, según contaron. El guerrero del rey preguntó a aquellos que husmeaban en la escena del crimen sin demasiado éxito. (Como una servidora, no quería presenciar tan horrenda escena me mantuve un poco alejada).
Entonces se acercó uno de los guardias del castillo, y le anunció la aparición de un segundo cadáver decapitado. Como todo aquello me hizo entrar miedo y me hacía sentir insegura, decidí seguir al guerrero, nos condujeron hasta al cementerio que hay cerca del templo.-
-Allí el guardia se reveló como un gran mago, y nos vimos atacados, con trucos y magia.
No puedo contarles mucho más, pues alguien invisible que debía acompañarle me dejó sin conciencia, y cuando desperté ambos estábamos atados.
Pero de alguna forma Tekat Grimach nos liberó y me dio su capa de pieles como bien podéis apreciar. Me dijo que corriera y me escondiera entre la oscuridad y... como veis, aquí estoy.- La mujer humedeció un poco sus labios cansados y resecos, mostró que aún conservaba los grilletes en sus muñecas.
- ¿Nos ayudarán? No sé que le habrá pasado al guerrero, pero estoy convencida que el poderoso mago aún debe recorrer estos pasillos, detrás de mi. De encontrarnoslo vigilad, pues el mil veces maldito puede hacerse invisible, y muchas cosas más. –Se acercó las manos temblorosas para apartarse el pelo enmarañado de su cara, para que pudieran ver bien los ojos.
-Oh, otra cosa y eso es MUY importante no le dejen hablar, por lo que tengan en más alta estima, y por lo que crean más sagrado, si le dejan hablar esta todo perdido.-
La mujer los contempla con una tristeza grabada en aquellos preciosos y suplicantes ojos grises, clamando por su ayuda, aunque Tekat, en el fondo, aborrecía enormemente verse reducida a una sarta de mentidas y humillaciones.
Mierda, olvidaba que Tekat aún lleva los grilletes. Pues cuenta que las armas las lleva ocultas y que en todo momento sus manos, estuvieron ocultas entre las pieles.
La joven chica se echó un momento en el suelo viendo que no erais enemigos. Entonces viste que no solo era una de sus manos la que permanecía a su espalda sino que eran las dos y estaban unidas por unos grilletes. Una vez en el suelo y con algo dificultad consiguió pasarlas hacia delante de su cuerpo.
-Soy una de las damas de cámara del Rey. Aquél guerrero que a veces va con el rey, Tekat Grimach, me conducía a mis aposentos, cuando de pronto una multitud de curiosos se congregó formando un corrillo pues había un cadáver sin cabeza, según me contaron. El guerrero del rey preguntó a aquellos que husmeaban en la escena del crimen sin demasiado éxito.- dijo mientras se ponía de pie y volvía a cubrirse con el abrigo- Como una servidora, no quería presenciar tan horrenda escena me mantuve un poco alejada. Entonces se acercó uno de los guardias del castillo y le anunció la aparición de un segundo cadáver decapitado. Como todo aquello me provocó miedo y me hacía sentir insegura decidí seguir al guerrero y nos condujeron hasta al cementerio que hay cerca del templo.
La joven mujer guardó silencio al recordar aquello.
-Allí el guardia se reveló como un gran mago, y nos vimos atacados, con trucos y magia. No puedo contarles mucho más, pues alguien invisible que debía acompañarle me dejó sin conciencia, y cuando desperté ambos estábamos atados. Pero de alguna forma Tekat Grimach nos liberó y me dio su capa de pieles como bien podéis apreciar. Me dijo que corriera y me escondiera entre la oscuridad y... como veis, aquí estoy.- La mujer humedeció un poco sus labios cansados y resecos, mostró que aún conservaba los grilletes en sus muñecas. - ¿Nos ayudarán? No sé que le habrá pasado al guerrero, pero estoy convencida que el poderoso mago aún debe recorrer estos pasillos, detrás de mi. De encontrarnoslo vigilad, pues el mil veces maldito puede hacerse invisible, y muchas cosas más. –Se acercó las manos temblorosas para apartarse el pelo enmarañado de su cara, para que pudieran ver bien los ojos. -Oh, otra cosa y eso es muy importante- recalcó. -No le dejen hablar, por lo que tengan en más alta estima, y por lo que crean más sagrado. Si le dejan hablar esta todo perdido.
Todo se estaba volviendo verdaderamente intenso para el hechiero, quien se estremece un poco al escuchar la descripción de ese misterioso mago, pues se notaba que era un adversario demasiado grande para los poderes que él tenía a su disposición; asimismo, no se desanimó e intentó ayudar a la mujer a sentirse más cómoda -Quédate con ella y ayúdala a salir- se dirigió hacia el guardia -Yo iré al encuentro de ese mago. Nos veremos a la salida- concluye sin demasiada esperanza de lograr el éxito, pero aun así iría tras él y tras el guerrero, si es que todavía estaba con vida.
Raistlin pareció estremecerse al escuchar la descripción que hiciste de los poderes del mago. Aun así no se desanimó e intentó ayudar a la pobre mujer por la que te hacías pasar para que se sintiera más cómoda. -Quédate con ella y ayúdala a salir- se dirigió al guardia que le acompañaba que respondió asintiendo. -Yo iré al encuentro de ese mago. Nos veremos a la salida- continuó hablando el hechicero.
Por el ánimo que presentaba ante la idea que acababa de compartir con ambos no parecía tener demasiadas esperanzas de tener éxito. Que era una temeridad enfrentarse a solas con él tú misma lo sabías, pero parecia decidido a ayudar a su compañero Tekat.
Tekat se sentía acorralada, pero aún le quedaba honor suficiente para no dejar que otros perecieran en su lugar, en ningún caso había sido esa su intención:
-Mi señor.- Dijo con tono a medio camino de la suplica, y a medio camino de sentirse enojada. –Os he contado eso, para que seáis precavido, no para que me tratéis con demasiados miramientos, ¡ni como si fuera una muñeca de cristal!.
Desconocéis el poder de ese hombre, si vais solo, sin lugar a dudas os matará.
Sed un poco caballeroso y desatadme... por favor.- Añadió mostrando los grilletes en sus muñecas. -¿No querríais que la muerte me alcance de esta forma ignominiosa, no es así?-
Volvió a pasarse las manos por el rostro para apartarse los rubios y desordenados mechones de pelo que le caían en la cara. -Y si en verdad sois hombre, tendréis la amabilidad de ofrecerme una espada o cualquier arma alguna para que pueda acompañaros y defenderme. Porqué, si bien siento miedo de ese hombre, y de todo lo que puede hacer con solo una palabra, no consentiré que me dejéis atrás, pues ya os dije que soy doncella del Rey Ianian, y como sabréis el rey aborrece a los débiles.
¡No seré responsable que el Rey pierda dos buenos guerreros en un solo día, por faltarme valor en el corazón o fuerza en los brazos!- Dijo esto con convicción, y con la cabeza bien altiva como si de una reina se tratara. Miró con sus ojos grises, la luz de la tea mostró que estos tenían algo de verde en ellos, que les hacía encantadores. Cualquier hombre que sintiera la sangre caliente en sus venas no debería poder apartar esa mirada y seguir llamándose tal.
-Mi señor.- dijo en un tono a medio camino entre la suplica y el enojo. –Os he contado eso para que seáis precavido, no para que me tratéis con demasiados miramientos, ¡ni como si fuera una muñeca de cristal!
Desconocéis el poder de ese hombre, si vais solo, sin lugar a dudas os matará. Sed un poco caballeroso y desatadme... por favor.- añadió mostrandote los grilletes que apresaban sus muñecas. -No querréis que la muerte me alcance de esta forma ignominiosa, ¿no es así?
La joven mujer volvió a pasarse las manos por el rostro para apartarse los rubios y desordenados mechones de pelo que le caían sobre la cara.
-Y si en verdad sois hombre, tendréis la amabilidad de ofrecerme una espada o cualquier arma para que pueda acompañaros y defenderme. Porque, si bien siento miedo de ese hombre, y de todo lo que puede hacer con solo una palabra, no consentiré que me dejéis atrás, pues ya os dije que soy doncella del Rey Ianian, y como bien sabéis el rey aborrece a los débiles. ¡No seré la responsable de que el Rey pierda dos buenos guerreros en un solo día por faltarme valor en el corazón o fuerza en los brazos!- dijo con gran convición y con la cabeza bien alta, como si de una reina se tratara.
Miró con sus ojos grises la llama de la antocha y esta reveló vetas verdes en ellos que les hacían resultar bastante encantadores. Cualquier hombre que sintiera la sangre caliente en sus venas podría apartar esa mirada y seguir llamándose tal.
Lo prometido. Aquí está el mensaje que te debía.
Lamento avisarte que estaré ausente hasta el 16 por que estoy estudiando como condenada y debo rendir bien sí o sí. Me despego enteramente de la comunidad, por lo que te ruego un poco de paciencia....Suerte y volveré a postear ese mismo día en la tarde.
Miró con desconfianza a la mujer y le dirigió unas palabras -En todo caso, por qué no mejor sales por tu cuenta de este horrendo lugar, siendo que conoces el camino de entrada? Entonces podrás solicitar ayuda para que ningún hombre valiente y necesario para el rey perezca y nos aseguramos vencer a este hombre. Nosotros nos encargaremos de distraerle hasta que llegue la ayuda, entendido?- Sin ganas de ser contradecido, miró al guardia y le dijo -Déjale la antorcha y que ella se vaya. El herrero del palacio le sacará los grilletes. Vámonos- y, sin decir más nada, dispuso su marcha hacia la inminente oscuridad, sabiendo que encontraría un adversario que le sería digno.
El hechicero te miró con desconfianza.
-En todo caso, ¿por qué no mejor sales por tu cuenta de este horrendo lugar, siendo que conoces el camino de entrada? Entonces podrás solicitar ayuda para que ningún hombre valiente y necesario para el rey perezca y nos aseguramos vencer a este hombre. Nosotros nos encargaremos de distraerle hasta que llegue la ayuda, ¿entendido?
Parecía que no tenía interés de ser contradicho por lo que acto seguido miró al guardia.
-Déjale la antorcha y que ella se vaya. El herrero del palacio le sacará los grilletes. Vámonos.
No añadió más, simplemente se puso en marcha hacia la oscuridad.
Ante aquellas palabras, y viendo que la abandonaban a su suerte, la mujer que se había hecho pasar por doncella quedó asombrada y consternada. -¿Será posible? ¡¡Se larga y me deja con la palabra en la boca el maldito!! ¡¿Como coño voy a saber salir de aquí si le dije que nos llevaron estando inconscientes?!-
Estuvo unos instantes pensativa sin saber que acción emprender, la guerrera maldecía su suerte, no podía seguirles a distancia discretamente, porque aquellas vestimentas y su pesado andar la delatarían. Pero tampoco podía seguir tanteando hasta encontrar una salida. –¡¡Grrrrrr... condenado patán que solo sabe agitar su capa!! ¡Mal rayo lo parta!.- Soltó colérica mientras remontaba sus pasos siguiendo la estela del hombre.
¡Va a hacer que nos maten a ambos!
Dejaste a la joven muchacha detrás tuya, atónita ante la respuesta que le habías dado. El guardia, reticente, permaneció en silencio dudando si darle la antorcha como habías pedido pero viendo que te internabas solo en la oscuridad alargó el brazo para dársela y corrió contigo. Ahora ambos estabais solos de nuevo, aunque ahora la vista de poco os servía. Durante unos segundos anduvisteis en lo que creíais era una linea recta, tanteando las paredes para no desviaros del camino. Poco después a vuestra espalda ambos escuchasteis unos pasos y una luz que con ellos se acercaban. Era la joven doncella que seguramente asustada había preferido seguiros.
Dejaste a la joven muchacha detrás tuya, atónita ante la respuesta que le habías dado. El guardia, reticente, permaneció en silencio dudando si darle la antorcha como habías pedido pero viendo que te internabas solo en la oscuridad alargó el brazo para dársela y corrió contigo. Ahora ambos estabais solos de nuevo, aunque ahora la vista de poco os servía. Durante unos segundos anduvisteis en lo que creíais era una linea recta, tanteando las paredes para no desviaros del camino. Poco después a vuestra espalda ambos escuchasteis unos pasos y una luz que con ellos se acercaban. Era la joven doncella que seguramente asustada había preferido seguiros.
Bueno, este es el mensaje que le he puesto a Raistlin después del tuyo. Te lo pongo a ti también porque al fin y al cabo tu eres esa "joven muchacha" xD
Al llegar a ellos la muchacha se detuvo: -Sabed mi señor...-Empezó a decir bastante enojada y molesta. -Qué sois muy poco caballeroso. ¿Siempre vais abandonando a doncellas a su suerte?... Ya veo que vuestro título solo os sirve para ir agitando vuestra capa al paso.- El pelo caía enmarañado por su sucio rostro debido a la agitación de las circunstancias. Entre los mechones rubios sus preciosos ojos relampearon bastante coléricos por la descortesía.
Al llegar hasta vosotros la muchacha se detuvo:
-Sabed mi señor...-Empezó a decir bastante enojada y molesta. -Qué sois muy poco caballeroso. ¿Siempre vais abandonando a doncellas a su suerte? Ya veo que vuestro título solo os sirve para ir agitando vuestra capa al paso.
El pelo le caía enmarañado por su sucio rostro debido a la agitación de las circunstancias. Entre los mechones rubios sus preciosos ojos relampearon bastante coléricos por la descortesía.