Partida Rol por web

El principio del fin.

El Bosque

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20/10/2014, 21:52
Director

Alicia se concentró en el ruido de los lobos, que reverberaba por todo el Bosque. Al principio pensó que sería un efecto dramático del mundo, en el que la sensación agobiante de los predadores acorralando a su presa ganaba aún más tragedia. Sin embargo se acabó dando cuenta de que los aullido realmente reverberaban por todo el Bosque. Aquí y allá, venían desde la lejanía cruzando por las ramas, como ancianas cacareando en un patio de vecinos, respondiendo nerviosos o agresivos a un aullido más grave.

Ese aullido sonaba más cercano, pero por suerte (más para el animal que para ellos) estático. Ninguna bestia parecía correr hacia ellos. Quizás sabían que Alicia y su Filo estaban allí.

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20/10/2014, 22:03
Alicia Pleasance Liddell Hargreaves Taylor

La chica inclinó la cabeza, entrecerrando los ojos con fiera irritación.

- Hay un lobo especial -explicó-. Puedo oírlo. Le buscan a él. Vámonos.

Se giró hacia el principerío.

- Necesitamos fuego -echó un ojo a su mochila. Miró a los tres acompañantes que tenía: un príncipe y una muñequita, y Juan. Estaba claro que ella era el hombre del grupo, le correspondía proporcionar fuego y comida. Se remangó y metió la mano...

... ¿y si iba a ver qué era el lobo especial?

Notas de juego

Busco una antorcha en la mochila. Let's rock!

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20/10/2014, 22:24
Director

Alicia metió la mano en la mochila, revolviendo en un interior demasiado grande para un bolso tan pequeño. La abertura parecía desear tragársela, mientras la chica hundía más y más la mano desafiando la noción de espacio, la misma física. Todo el grupo sintió al instante como, rezumando como una bañera demasiado llena, salía un aire...peculiar. Era difícil de definir, pero parecía oscilar de temperatura y traía un olor dulzón, demasiado empalagoso para ser de este mundo. Como un caramelo fundido en un hospital. Como drogas que aún no se habían sintetizado en ningún laboratorio.

Pero a Alicia poco le importó. Sabía lo que era el País de las Maravillas. Lo había visto. Había estado allí. Los restos rancios y diluidos de su esencia filtrándose por la mochila no eran suficiente para asustarla. El aire que empezaba a marear y hacer bailar colores en la vista de los cuentos no era suficiente ni para empezar con ella.

Determinada y tirando con fuerza, Alicia extrajo el inicio de una retorcida vara de madera de aspecto antiguo y prácticamente calcinado. De la misma altura que el Príncipe, la chica tuvo que maniobrar para intentar sacarla por completo de la mochila, de la que se resistía a salir. Un objeto del País de las Maravillas tiene voluntad propia y esta tenía pocas ganas de cambiar de sitio. Sin embargo poco a poco las retorcidas vetas de la madera iban saliendo de su lugar y tras una pelea un tanto absurda Alicia consiguió sacar el extremo de la bolsa, del que surgió una gigantesca llamarada como el último mordisco de una víbora rebelde. 

Lo último que vieron fue una gigantesca explosión de color blanco, devorando sus sentidos y su conciencia, acabando por completo con el negro del anochecer.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Juan, tienes derecho a tu reacción. Los demás...ya os contaré. 

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23/10/2014, 14:31
Juan

Juan oteaba el horizonte del bosque, que no llegaba muy lejos, con la curiosidad de quien quiere saber que hay al otro lado antes de llegar. Y junto al olor de la acampada, y el sonido de los perretes, todo su ser se encontraba con la anticipación de llegar hasta lo que les deparara el bosque. Aunque la curiosidad matara al gato, él era más bien un cachorrito, y a esos no les tendía a pasar nada. Usualmente. O al menos eso sale en los cuentos. Por ello, mientras Alicia rebuscaba en su mochila buscando fuego, Juan no se paró. Siguió avanzando en dirección al frente, mientras la viajera sacaba una larga vara, lo que le situó en una posición algo distante cuando la vara empezó a echar fuego. ¿Y acaso aquello que tenía en la punta era una especie de ojo? Antes de que pudiera preguntarlo, el chico se vio cegado por una luz blanca centelleante, que se clavó en sus pupilas.

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27/10/2014, 13:57
Director

La luz tiró a Juan contra el suelo y perdió el conocimiento, recordando el olor a comida como si se le hubiese clavado en el cerebro. Todo el sueño inconsciente estuvo poblado de pasteles de carne, empanadas, sopa caliente y pan recién hecho, como si fuese un vagabundo hambriento. Que no lo era, claro. Porque todo el mundo sabe que, aunque vagues por el Bosque y tengas hambre, cuando uno tiene corona todo es mucho más regio.

Espera...movió las fosas nasales, con un pie en la realidad. Ese olor no era un sueño. ¡Era pastel de carne de verdad!

Se despertó en un lecho improvisado con bastante torpeza, hecho con un montón de heno algo húmedo. A su alrededor, tirados cada uno en un montón similar, estaban sus compañeros. Bueno. Eric el Príncipe, la loca peligrosa y la rarita inofensiva. Parecía que seguían dormidos (o inconscientes) y Alicia tenía parte de la cara enrojecida por las quemaduras del bastón. La sorpresa es que aún tuviese cara, por otra parte. Sus cosas estaban apiladas en la esquina de la habitación sin muchos miramientos, bolsos sobre bolsos, rematados por el palo de Alicia, que ahora parecía un lamentable bastón quemado en algún accidente.

Así que estaban en una habitación. Habitación que, lógicamente pertenecía a una casa. Fuera, junto con el olor a comida, se oía el canturrear alegre de una adolescente. ¿Sería ella la que estaba cocinando?

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30/10/2014, 20:01
Juan

Ante el olor de la comida, Juan se levantó casi de un brinco. No había mal sueño, ni situación peliaguda, ni teleportación inexplicada que le echase para atrás. Al fin y al cabo, se trataba de la hora de la comida. Uno no deja pasar la hora de la comida, ni aunque se esté muriendo de hambre. Y ese era, efectivamente, el caso.

- ¡Hola, chica! Me llamo Juan. Mira, estoy pa comerme una vaca. ¿Te importa que pruebe una tajá de ese pastel que huelo por ahí? Por cierto, ¿como te llamas? ¿Vives aquí?- El muchacho aprovechó por primera vez para mirar a su alrededor durante unos segundos.- ¿Te has hecho una casa en mitad del bosque? Has currao duro pa hacerlo, seguro, no se ve ni un árbol.

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31/10/2014, 13:02
Caperucita roja

Juan hizo de Juan perfectamente, irrumpiendo en la salita con las intenciones claras cristalinas. Ante su súbita aparición la chica pegó un brinco y se giró con el cuchillo con el que estaba cortando el pastel en la mano. Iba vestida con ropa de trabajo, pantalones incluidos, pero encima de la ropa lucía una rojísima caperuza roja, que en ese momento caía sobre su bello rostro oscureciendo sus rasgos. Por un momento a Juan le recordó a la loca de Alicia, pero al ver que era él se rió, dejando el cuchillo en la mesa. Alicia no hubiese hecho eso nunca, estaba bastante seguro.

- Que susto me has dado. Bueno, era obvio, pero parecía un inicio de conversación como cualquier otro. Pasa y siéntate. Apartó una de las dos sillas que había alrededor de una pequeña mesa.

Juan estaba ahora en la cocina, prácticamente de casa de muñecas. Había armarios y cajones por todas partes y como el lugar se usaba también de comedor, el espacio que quedaba libre era mínimo. Solo la puerta de la calle, que permanecía abierta, daba sensación de mayor espacio. Pero la noche había caído ya y, salvo la negrura espesa del claro sin árboles, poco quedaba ya por ver.

- Encantada. Yo soy Caperucita Roja, Juan. La chica dejó un trozo de pastel generoso delante de Juan, antes de sentarse en la otra silla con el resto del pastel, cuchillo y tenedor. Si, vivo aquí. Mi abuela está bastante enferma y necesita a alguien cerca. Se encogió de hombros. La verdad no parecía una actividad excesivamente entretenida... ¿Y que hacíais tu y tus amigos por aquí? El Bosque por la noche no es seguro. ¿Os atacaron los ladrones?

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06/11/2014, 10:28
Director

Las pesadillas de Alicia eran extrañas. No por su argumento o por su ritmo narrativo, sino porque no eran suyas. A veces, cuando no tenía demasiado medicamentos encima, Alicia pensaba que realmente no podían llamarse pesadillas porque siquiera existían. Desde su primera visita al País de las Maravillas sus sueños eran un velo muy fino en el que los habitantes del lugar se permitían el disfrute de colarse en su mente y hacer todos los destrozos, apaños y gamberradas que consideraban oportunos. La única diferencia entre sueño y pesadilla era el humor del que estuviesen sus okupas mentales.

Hoy parecían estar ausentes. El fogonazo blanco seguía allí, ardiendo en su mente como ardió en su cerebro, y una cacofonía de desagradables risas agudas reverberaba dentro de su cabeza insistentemente. ¿Se rompería, como un vaso ante el esfuerzo de una cantante de opera especialmente rubicunda?

No parecía. Su tortura de hoy era el aburrimiento. Ruido y blanco. Ruido y más blanco. Quizás por eso no vio la sonrisa de aquel estúpido gato hasta que aparecieron los ojos, amarillos y brillantes como un faro perdido en medio de la niebla.

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06/11/2014, 10:36
Cheshire

- Alicia, Alicia, Alicia, Alicia, Alicia... repitió con insistencia y los ojos entrecerrados, como la versión demente y peluda de una madre decepcionada. La extraña risa, que seguía flotando en el fondo, no ayudaba a mejorar el tono de la conversación. ¿No te hemos enseñado a no jugar con las cosas de no jugar?

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06/11/2014, 10:38
Director

Me gustaría tanto decir como a Eric oír que se despertaba por un cálido y tenue rayo de sol que se filtraba por la ventana de palacio, pero no sería cierto. Con un gesto de incertidumbre y sin saber realmente que le había sacado de su plácido sueño, Eric abrió los ojos pesadamente para encontrarse con un montón de oscuridad, solo rota por una fina línea de luz que se colaba por el bajo de la única puerta de la habitación. Le dolían todos los huesos de la caída, pero por suerte no parecían existir consecuencias más graves del fogonazo. Ni rastro de quemaduras y, aunque era muy pronto para decirlo en la oscuridad, juraría no tener ningún moratón. 

Y eso que su cama, si era digna de tal nombre, no era excepcionalmente cómoda. Alguien le había colocado en un lecho de paja, ligeramente húmeda. Al levantarse pudo ver sus cosas, apoyadas en una esquina de la habitación prácticamente a su lado. Allí se alzaba aún, con el aspecto de un palo calcinado, el bastón de Alicia que había causado todo es...

Un momento, ¿y Alicia? ¿Y sus compañeros?

Nervioso, se levantó y comenzó a mirar en derredor, escudriñando la oscuridad. Poco a poco se comenzaron a formar varios bultos reconocibles en una habitación completamente vacía: las dos chicas. Tumbada en un lecho como el suyo, Coppelia dormía relajadamente. Así, con los ojos cerrados, tenía esa belleza extraña y prohibida que por algún motivo arrastra a los príncipes a asaltar castillos defendidos por conjuros centenarios y gigantescos dragones. Le surgía la necesidad de besar aquellos labios y romper un hechizo, por otra parte, inexistente. 

Alicia dormía. No había mucha elegancia en el gesto cansado de la chica, pero Eric pudo comprobar como alguien había pagado las consecuencias de la vara: alrededor de sus ojos la piel se había arrugado, retorcido en cercos de un color rojizo, marrón. 

Y Juan...Juan no estaba. Había otro montón de paja, pero desde luego el chico no estaba allí.

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06/11/2014, 14:33
Alicia Pleasance Liddell Hargreaves Taylor

- No -respondió con franqueza. Chesire no es que fuera precisamente el tutor del Príncipe Alberto, y sus enseñanzas habían sido -en el caso de que existieran- erráticas. La prudencia nunca fue una de ellas.

Se sentó en la nada blanca.

- Además, esta gente es aburrida. Tú hubieras hecho lo mismo.

Hizo una pausa. Decidió ir al grano, los rodeos con Chesire podían desviarte millas del tema de conversación.

- Ahora que estás aquí, o lo que sea, quizá podrías darme una pista de hacia dónde tengo que ir. No me fío de la Acaparavestidos Roja.

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09/11/2014, 21:35
Juan

Juan masticó el pastel, a la par que rumiaba en su cabeza el nombre de la chica. Parecía sonarle de algo, si bien no podía imaginar que. Aunque era un nombre bastante descriptivo, dada la capucha que cubría el pelo de la chica. Y como Juan no podía ser Juan sin decir lo que pasara por su cabeza, para bien o para mal, habló por los codos mientras comía.

- Tienez un nombrge rgargo. Y mnía tu que he hablgao con algún Blganco, e incluzo con un Puergta.- El joven hizo una pausa para tragar.- Pero nunca con una Caperucita Roja. ¿Te molesta que te diga Capi? Es que'l otro es mu largo.

El chico, mientras se llevaba a la boca otra porción de pastel cogida con los dedos, que se le empezaban a pringar, miró a su alrededor, tomando detalles de la cabaña. El sitio estaba bien amueblado, y dado que el lugar no era muy grande quedaba poco espacio. Pero la sensación general, más que opresiva, era hogareña, tranquilizadora. Como estar acunado en los brazos de una amante madre, que te guarece del frío.

- Nosotros solo estábamos cruzando el bosque, no vivimos aquí. A las dos chicas nos las acabamos de encontrar, pero el príncipe y yo llevamos ya unos días por aquí. Buscamos el pueblo. Que a to esto,  tu abuela y tu podríais iros al pueblo, si hay tanto ladrón. En el mío los cuelgan, que lo vi yo. Yo es que abuela no tengo, pero en casa está mi Pá, y a él no hay que cuidarle, así que yo me he ido. Estoy en una ventura de esas.

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10/11/2014, 18:30
Eric

Dolorido, Eric se incorporó poco a poco y se examinó rápidamente de arriba a abajo. "Nada roto", comprobó, aunque el cuerpo le dolía como si le hubiesen dado una paliza. Como nunca le habían dado una*, supuso que el dolor de una caída así era equivalente.

"¿Dónde estoy? ¿y dónde están todos?" se preguntó, mirando a su alrededor mientras trataba de escudriñar en la oscuridad. Por un momento, el joven se sintió muy desdichado: ¡apenas había empezado su viaje y ya había perdido a todas las personas a su cargo! Tal vez no a su cargo oficialmente, pero como príncipe del reino, era su deber ayudar a los más desvalidos. Para su tranquilidad, sus ojos se empezaron a acostumbrar a la negrura de la habitación y distinguió los dos bultos correspondientes a las dos muchachas que les acompañaban. Eric suspiró aliviado pero... "¿¡Y Juan!? ¡El rey Juan ha desaparecido!" se volvió a decir internamente alarmado y a duras penas consiguió evitar un gritito.

"Basta ya de comportarse como una doncella descarriada", se regañó, y trató de calmarse para pensar. "Bien, Juan no puede estar muy lejos, pues aquí hay un lecho vacío y con la paja removida. Eso solo significa que ha dormido aquí. O eso, o nuestro captor nos ha estado vigilando muy cerca en nuestro descanso y esta es la cama que usó para ello... pero... ¿dónde está Juan entonces? y además, ¿un captor nos pondría unas cómodas camitas? No, eso no tiene ningún sentido, nos hubiera encerrado en una fría celda, con un triste plato de gachas resecas. ¡Y con grilletes! No puede ser un captor. ¿Tal vez alguien que nos encontrara en el bosque, desmayados por el efecto de ese palo de Alicia, y nos trajese aquí para refugiarnos de las inclemencias del bosque? ¡Claro! Un salvador, no un captor. Sí, tiene todo el sentido del mundo: y Juan habrá ido a hablar con él para darle las gracias por su hospitalidad. ¡Qué atento es Juan, qué rey más admirable!"

Mientras se deleitaba con sus exquisitas dotes de investigador, no había podido apartar la mirada de cómo las dos mujeres dormían plácidamente. Alicia, asalvajada por naturaleza, dormía con tal placidez que su tranquilidad dejaba ver que era una chica muy hermosa... a pesar de las nuevas heridas con las que contaba desde hacía un rato. Coppelia, de normal tranquila y pacífica, al dormir aumentaba aún más su arrebatadora belleza y parecía un ángel caído del cielo. Ella había dicho que no era una princesa, pero desde luego era digna de serlo.

Muy a su pesar, Eric decidió despertarlas, al menos para que los tres pudieran (como Juan) presentar sus respetos al dueño de aquella estancia. Algo le dijo que si despertaba a Alicia primero, la sorpresa de que su sueño fuese interrumpido de repente la asustaría y trataría de asesinarle sin ningún miramiento, así que se decidió por despertar primero a Coppelia.

Acercándose a ella, y luchando por evitar despertarla de una forma más principesca, la meció con suavidad, susurrando su nombre para que abriera los ojos y, tal vez, acercando demasiado su cara a la suya.

- Coppelia... es hora de despertar...

Notas de juego

*A los príncipes no se les pega.

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10/11/2014, 21:58
Cheshire

- Yo les hubiese dado diversión. Los dientes del Gato vibraron amenazadoramente con una risilla digna del psiquiátrico, pero Alicia ya le había perdido el miedo a casi todo tipo de desviaciones mentales. No un palo en llamas. 

- Peeero...no, yo tampoco me fiaría. El Gato se revolvió en el aire, desperezándose desafiando la lógica de las tres dimensiones. El Rojo es un color importante: Las uñas retráctiles del gato salieron de su saco como dagas, rasgando el tejido blanco en el que se encontraban y haciendo manar unos hilillos rojizos, espesos.  La Sangre. El Fuego.  Eso signifíca que o es muy buen color...o muy mal color.

- Por suerte, tienes tu palo. El Gato se acerco hasta Alicia, como si fuera un animal normal y corriente, ronroneando al frotarse contra sus pantorrillas. Un Fuego muy blaaaaanco~~. 

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10/11/2014, 22:30
Caperucita roja

- No, claro. Llámame como quieras. La chica le sonrió, cortando otro trozo de pastel. ¿Acabáis de encontraros con dos chicas, en medio del Bosque? Caperucita fingió un tono de sorpresa, continuando la conversación de Juan. El tono de que era algo realmente raro, pero no la sorprendía, de interés. Quizás porque ella misma vivía allí. Ah, te refieres a tus dos amigas. Inclinó la cabeza, señalando a la habitación de la que había venido Juan y donde sus compañeros seguían descansando. Durante unos segundos pareció decepcionada, pero pronto recuperó el interés. ¿Y dices que vagaban solas por el Bosque? Vaya, deben de ser de armas tomar para caminar solas por un sitio así...

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11/11/2014, 15:34
Alicia Pleasance Liddell Hargreaves Taylor

Que Chesire declarara tan abiertamente que él tampoco se fiaría no era buena noticia, pero para nada. El gato podía ser un chalado, pero era un chalado superviviente.

Observó sin estremecerse al gato rasgando el tejido del sueño. Sí, sabía lo que se hacía, lo que se decía. Se agachó y  pasó la mano por la sangre del suelo, dejando después huellas carmesíes de su propia mano en el mismo. El mundo puede morirse y ser herido, bien lo sabía ella.

Inconscientemente acarició la cabeza del animal.

- Sí. Un fuego muy blanco -concedió-. Cuando vuelva lo tendré. Pero, ¿A dónde debo dirigirme ahora? ¿Al lobo que permanece quieto, radiando aullidos como la oruga humo, o a la casa que parece segura y huele a alimentos? -para cualquiera con un mínimo de sentido común, la opción sensata era la segunda. No así para Alicia.

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11/11/2014, 19:50
Cheshire

- No me gustan los perros. El animal abandonó las caricias de Alicia con el desdén típico de los felinos, displicente y molesto por la mención del Lobo, y aún así bien lejos del enfado. En el tejido blanco, ondulante, se dibujaban sus huellas rojas mezclándose con las de Alicia. Pero tienen buen olfato. ¿A qué te hemos mandado, Alicia? Preguntó, girando sus brillantes ojos hacía ella. Cualquiera asumiría que era una pregunta retórica. Alicia sabía que no. Lo mismo ahí está tu respuesta.

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11/11/2014, 20:56
Alicia Pleasance Liddell Hargreaves Taylor

Alicia asintió. No iba a buscar explicaciones lógicas, no sabiendo que su concepto de lógica, el del resto del mundo y el de las criaturas de Wonderland no se tocaban ni tangencialmente. Ya tenía una pista y con eso se daba con un canto en los dientes.

- Preguntar al lobo. Cuidado con Acaparavestidos -repitió los comandos. Ya sabía lo que tenía que hacer, y con eso le bastaba. No le preocupaba el enfrentarse a una criatura violenta, su preocuopación real es que el lobo resultase ser un críptico reservorio de preguntas sin respuesta.

- El pequeño cocodrilo para aprender sus cantares, usa las aguas del Nilo con sus notas musicales -musitó para sí, recordando la canción de la Oruga. Ya sabía qué hacer, pero ahora tenía que despertar. Y no despertaría hasta que Chesire estuviera satisfecho. Se arrodilló y trató de separar, como si fuera la piel del mundo, el tejido blanco e irreal que el gato había rajado en dos. Quizá tras ese tejido estuviera la realidad- Con hipócrita modestia, sus garras pone a indicar -hundió la mano en la "carne" del sueño- a los tiernos pececillos por dónde deben entrar.

 

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13/11/2014, 19:15
Coppelia

Había siempre un breve instante al despertar, justo en el momento en que la chispa de la consciencia se encendía en el cuerpo de la antigua muñeca, en el que Coppelia sentía miedo. El miedo irracional de sentirse de nuevo encerrada dentro de un cuerpo inane que no pudiese mover. Miedo a que sus párpados no se abriesen cuando lo intentase, o a que su mano no respondiese. Era fugaz y desaparecía en cuanto el primer pensamiento cruzaba su mente, pero como siempre esta vez también estuvo ahí, reflejándose en su forma de apretar los labios o fruncir levemente el ceño al escuchar la voz del príncipe Eric Alteza, justo antes de abrir los ojos.

Estos reflejaron su alivio y su sorpresa al encontrar el rostro del joven tan cerca del suyo. No sintió pudor alguno, pues era la primera vez que alguien la despertaba desde que se había vuelto humana, y de forma inconsciente dio por hecho que esa debía ser la forma habitual de hacerlo. Sus labios se estiraron en una sonrisa dulce mientras en su mente trataba de rememorar lo sucedido. No recordaba cuándo se había dormido pero... ¡Cuán hermosa había sido la imagen al despertar y encontrarse los ojos azules del príncipe tan cerca de sí! Movió el brazo hacia él y los pinchazos de dolor que recorrieron todo su cuerpo le provocaron una mueca. 

- ¿Q-qué ha pasado? - Preguntó, apartando la mirada del joven para mirar a su alrededor, estudiando el lugar donde se encontraban. - ¿Dónde estamos?

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13/11/2014, 22:06
Director

Alicia abrió los ojos a la vez que Coppelia, pero las visiones de la escena fueron muy distintas. La chica se había sumido en un instante de puro rojo solo para ver como, en un jergón casi contiguo al suyo, Eric estaba muy muy cerca de la cara de Coppelia, mirando con gesto ensimismado a la muchacha.

A su alrededor, nada. Estaban en una habitación vacía, en la que los únicos objetos eran unos lechos fabricados torpemente con paja amontonada y sus pertenencias, custodiadas por el bastón calcinado de Alicia, de aspecto totalmente inofensivo. Pura mentira, como demostraba el dolor que sentía Alicia al parpadear, como si sus párpados estuviesen tirantes, cuero nuevo demasiado tenso.

Notas de juego

Estoy muy cansada, ya siento la calidad de mierda. Es porque podáis continuar.