Partida Rol por web

Se trasladaron casi todos al lugar de los hechos, y allí apareció una de las piezas clave, Machen. Un tipazo de hombre, además de jovial y directo. Se saludaron, y de nuevo se dispuso a hacer su trabajo, que por ahora se limitaba a husmear por allí.

Tras echar un vistazo circular a la biblioteca y sus características, Jeremy se acercó a Charles, que estaba charlando con Machen. El joven estaba haciendo exactamente el tipo de observación y preguntas que él tenía pensado hacerle, así que se dispuso a escuchar las respuestas que el director de Tesis del desaparecido iba a darles.

Sacó de nuevo su libreta y afilado lápiz, e hizo un gesto con la cabeza como apoyando lo solicitado por el ayudante del bibliotecario.

Posiblemente aquella mirada de Henry a Elizabeth, en parte la instó a creer que es conveniente en algún momento mantener una conversación a solas, quizás puede haber algo de fondo que realmente no se exprese y ante la incertidumbre que ahora la joven estudiante padece, es de vital importancia encontrar una explicación coherente a estos eventos que nada tienen en común con las acciones que conoce o cree conocer de Isaac. 

No obstante como es de esperar, sigue al grupo siempre a lo último para estar ligeramente retrasada y tomarse unos minutos para organizar todo esto. Pero ante la presencia la aparición de Machen, alza la mirada mientras se acomoda el cabello detrás de la oreja, sonriendo apenas ante el saludo que le ofrece. 

 - Señor Machen, así es. - responde atenta y cortés. - Le agradecería que nos ilumine sobre estos problemas serios en los que está metido Isaac, como verá en mi es de suma importancia y al parecer no soy la única. Es posible que ante la intempestiva desaparición, es necesario encontrar un motivo y seguramente usted, sabe más del asunto. - agrega al enfocarse en lo que Elizabeth cree importante. 

- Podría ayudar a Isaac si tuviera la posibilidad, pero temo que sus silencios y la ausencia notable reciente, me lo imposibilita. ¿Qué ha pasado con él? ¿Podría explicarlo? - pregunta y prosigue. - Sé que han tenido alguna que otra diferencia, él me lo ha contado y como menciona el Señor Smith, hay cuestiones con el asunto de los libros denegados de su parte. - termina por decir, ya esperanzada de que este hombre explique lo que ajeno a todos se está. 

James acompañó al grupo al edificio que albergaba la biblioteca, deteniéndose un segundo a recoger un papel que vio en la hierba, ya que le disgustaba la falta de civismo de alguno de los alumnos.

Tras saludar al señor Machen con una pequeña inclinación de cabeza, se mantuvo en un discreto segundo plano, mirando alrededor mientras mentalmente iba pensando las llaves que el señor Greystone podría necesitar en el edificio o los pasillos de servicio que el muchacho habría podido utilizar para una salida discreta de la

Arnold asintió.

—Efectivamente decidí limitar su acceso a ciertos volúmenes para evitarle males mayores. Me temo que el señor Bermont se estaba dejando impresionar demasiado por sus lecturas. Su tesis trataba sobre religiones antiguas y cultos paganos inicialmente. Luego empezó a enfocarlo sobre un tema sumamente interesante que llegamos a denominar como 'Cultos Alienados'. Dentro de este área caían ese cultos que se daban en ciertas áreas del mundo pero que no compartían la clásica estructura mitológica de deidades que atendiesen proyecciones humanas. Si ustedes comparan los cultos mayas con la religión cristiana, oriental o incluso el animismo africano podemos encontrar un paralelismo en que lo que se busca en dichas religiones es una explicación sobrenatural para algo que no comprendemos. Pero los dioses son proyecciones, mucho más poderosas evidentemente, de nosotros mismos. Interactúan con sus fieles esperando veneración, miedo o amor. Y las situaciones propuestas suelen ser parábolas de poder, guerra, familia... Pero los Cultos Olvidados mencionan a deidades que nada esperan de la humanidad, para las cuales nuestros deseos y necesidades no importan. El adjetivo 'alienado' lo aplicamos porque al parecer estos cultos no tienen sentido desde el punto de la humanidad. En todo caso las deidades adoradas buscan una nueva era en la que la Humanidad probablemente no tiene siquiera cabida.

El hombre carraspeó:

—Pero me estoy yendo por las ramas. Discúlpenme, créanme que es un tema apasionante. El caso es que esos cultos son más numerosos de lo que pensamos en un momento el señor Bermont y yo. Y creemos tener indicios de que podrían estar conectados con creencias paganas no tan lejanas en el tiempo, como el caso de la brujería en Salem, aunque muy influidos por el cristianismo. Y ahí es donde el señor Bermont empezó a preocuparme. Empezó a darle vueltas a la idea de la posibilidad de existencia de ciertas cosas más allá del conocimiento humano. El Necronomicon es un libro tremendo. Su formato es... cautivador. Una mente impresionable puede llegar a verse sumida en la confusión sólo con la lectura de algunos de sus párrafos. Y el señor Bermont pasaba horas enteras analizando cada pasaje, buscando correlaciones. Hasta el punto de que me insinuaba que quizás hubiera algo de cierto en las leyendas narradas en sus páginas. En ese momento me empezó a preocupar y le recomendé que se tomase un descanso. No es la primera vez que veo algo así: alumnos que llegan a tal punto de obsesión con la tesina que sucumben a la presión y acaban teniendo una crisis nerviosa. No podía ya negarle el acceso al Necronomicon, aunque lo intenté— miró hacia Charles, quien asintió —pero si protegerle de otras lecturas igual de peligrosas como podía ser el 'Unaussprechlichen Kulten' o 'El libro de Eibon'. Mi intención era buena pero él lo consideró como un intento de obstaculizar su proyecto. Hace una semana tuvimos una fuerte discusión en mi despacho al respecto. Llegó a decir ¡que yo podría ser parte de un culto! ¡que estaba intentando confundirle para que no sacara a la luz la verdad! Como comprenderán eso hizo que me diera cuenta de que efectivamente el señor Bermont estaba pasando por un momento... delicado. El robo del Necronomicon sólo ha confirmado mis temores.

Mientras Machen hablaba Greystone tomaba notas pero, sobre todo, se fijaba en su entonación. El hombre parecía realmente convencido de lo que estaba contándoles pero, sin embargo, había algo que se notaba cuando mencionaba a Bermont: una cierta inquina en el tono. Como si hablase de alguien que le resultaba incómodo. Esa reacción podía ser debida a muchos motivos pero uno de los más habituales que conocía Greystone era el de la envidia. Probablemente la envidia de alguien que sabe que esta tutelando a alguien con una capacidad muy superior a la propia.

Elizabeth escuchaba al profesor Machen y de vez en cuando asentía. Recordaba lo impresionado que parecía estar Isaac con ciertos descubrimientos de su tesina pero siempre le decía que 'había horrores que era mejor no conocer' y ella suponía que era una manera de dárselas de interesante. En realidad no le gustaba hablar de la tesina. ¿Le había hablado de Machen? Sin duda en alguna ocasión pero ella no le había prestado especial atención. Según Isaac el hombre era bueno en su campo pero él se consideraba muy superior a su maestro, aunque bien cierto era que Isaac siempre se consideraba más listo que nadie. De hecho no era la primera discusión que tenían por su actitud deferente ante lo que él no se cansaba de recordar que era llamado 'el sexo débil'. Tenía muchas otras virtudes, pero la humildad no era una de ellas.

Charles asentía asertivamente a las palabras del profesor dando muestra de que le parecía más que razonable todo lo que estaba diciendo. Había escuchado de la leyenda negra del Necronomicon y comprendía que dadas las circunstancias, se tomasen medidas. 

-Gracias por la explicación, señor-contestó-En verdad que su explicación nos será de gran ayuda para poder conocer mejor la situación y poder entender y descifrar las intenciones de Bermont. Bien, ahora si me acompañan, les guiaré hasta la zona donde se encontraba el libro en cuestión para que puedan echar un vistazo. Por cierto, me olvidé comentar que tengo también la dirección de Bermont, en la Residencia Wilson. He pensado que si la universidad habla con la gerencia, quizá nos permitan revisar su cuarto. Es posible que allí podamos encontrar alguna pista de su paradero. 

-Curioso, curioso. - Murmuraba Jeremy mientras anotaba.- Sí, gracias Charles, ése será nuestro segundo paso.- Se giró sin embargo hacia el Director de Tesis, aún no había acabado con él.

-Pero antes, dígame, por favor señor Machen, ¿a qué culto específico se refería Bermont? Del que le acusó a usted que pertenecía, especulando sin base alguna, naturalmente. ¿En qué estaba centrándose el desaparecido? Perdonará mi ignorancia, sé que el Necronomicón es un libro muy importante en esos... Cultos Olvidados... -había consultado sus anotaciones para llegar al término exacto mencionado por su interlocutor.- ...pero, ¿existe en la actualidad, realmente, gente que haya formado algún tipo de asociación en base a ellos? ¿Aquí, en Arkham...?

Quizá el bueno de Machen no pertenecía a ningún Culto alienado, quizá sólo era una manera de atacarle por parte de un muchacho enfadado por sus cortapisas. Lo que no quería decir que no hubiera realmente gente que sí estuviera reuniéndose con esas intenciones, y que Arnold lo supiera.

Machen se encogió de hombros:

—Los cultos a los que se refiere el Necronomicon no suelen tener una estructura tan organizada como las religiones comunes a las que estamos acostumbrados. Una persona podría formar su propio culto e intentar invocar a una deidad primigenia si atendemos a la lógica de la narrativa contenida en esos libros.

Parecía seguro de lo que decía, pero de pronto su tono fue más dubitativo. Incluso, de forma involuntaria, bajó el volumen de su voz, como si tuviera especial cuidado en lo siguiente que iba a decir:

—Bermont se empeñaba en decir que en Nueva Inglaterra se seguían fraguando ciertas conexiones con los cultos olvidados. Y no digo que no pudiera tener razón. Encontramos en los registros de congregaciones nacionales una en concreto, la Orden Esotérica de Dagon, que tiene su única sede en un pueblo al norte de aquí, Innsmouth. Dagon es una deidad marina que se menciona en el Necronomicon. Pero que una panda de chalados decidan rendirle pleitesía a una deidad imaginaria no quiere decir que eso tenga fundamento real. ¡Y mucho menos que haya un complot mundial para mantener en las sombras la adoración a unas criaturas extra-terrenales!

Silenciosa a diferencia de sus compañeros, Elizabeth prefiere mantener su mente en ese instante enlazada a los recuerdos que le evoca el solo pensar en Isaac y lo que Machen ahora mismo menciona, hilando a la par de su respiración pausada, lo que por argumento está presente. 

- Posiblemente habrá investigado la Orden que menciona o está en ello, no es una persona que se queda precisamente quieta cuando las teorías lo sobrepasan y tiene una razón para validar. - afirma como si se tratase de un pensamiento aislado mientras sigue en su fuero interno armando su puzzle personal. 

Conocía a Bermont, tanto que su falta de humildad y esta cuestión de querer ir siempre más allá, lo ha impulsado a  meterse en la boca del lobo, al menos eso creía la rubia estudiante de Medicina. - ¿Podría ofrecernos la dirección de la Sede? - pregunta Elizabeth, visiblemente intrigada. 

—Pues la desconozco pero supongo que el señor Martin— dijo señalando con un gesto de su mentón a Charles —podrá encontrarla fácilmente. De hecho dudo que Innsmouth sea un lugar demasiado grande. ¿Piensa que pudiera haber ido allá?
 

La referencia de Machen cogió por sorpresa a Charles.

-Euuh,...seguro que sí. Tampoco es que se oculten, a decir verdad. Comprobaré si puedo conseguirla.

James se mantenía en silencio, acostumbrado a escuchar a los profesores de la universidad mantener conversaciones durante largos minutos, revolcandose sobre su propio charco de sapiencia y deleitándose en exponer una infinidad de datos.

Estaba esperando a que el señor Greystone optase por comprobar la zona donde estaba aquel libro y podría guiarle por los pasillos de servicio, por si acaso el muchacho Bermont los había utilizado para abandonar discretamente el edificio.

La joven Elizabeth parecía interesarse por la Sede de una orden esotérica y solo esperaba que todo aquello no les dirigiese hacia allí, sabedor que el tío Theo les haría acompañarles para asegurarles que no les pasaba nada.

Jeremy guardó su libreta, y sonriente respondió la pregunta que Machen había dirigido a Miss White. 

-Todo es posible, Mr. Machen. Y si sus estudios apuntaban a ello, es lógico que hubiera querido hacer averiguaciones allí, personalmente. Lo que no quiere decir que para ello fuera necesario llevarse el libro. Más bien lo contrario, supongo. Bien, creo que por mi parte no tengo más preguntas por ahora, le agradezco su colaboración. 

Le tendió la mano, cortés. Se dirigió entonces a Charles. 

-Podemos ir ahora a ver la zona reservada de la biblioteca donde se guardaba el tomo, si le parece. Y luego -comentó girándose hacia James- veamos qué más podemos averiguar de Bermont comprobando un poco sus lugares habituales, y su habitación en la Residencia de Estudiantes. ¿Les parece bien?

Ante la respuesta de Machen, un ligero resquicio de desconfianza surgió de repente, pero lejos de manifestarlo a través de una expresión o mueca, simplemente se mantuvo neutral. Era muy raro que no estuviese al tanto de la dirección cuando Bermont le contaba sus locuras al Decano, no obstante al creerse tan superior en todos los sentidos su novio, no sería para nada raro que la decisión tomada haya sido ejecutada a solas y con un objetivo claro. 

- Coincido en lo que refiere el Señor Greystone, aunque también dentro de los posibles lugares a visitar, deberíamos contar con la posibilidad de hallar a su tío. Según Isaac, un tío-abuelo suyo lo ayudó en su tesina y para mi sorpresa, lejos de ser un Profesor u algo similar, se trataba de un Marino Mercante... Eso sí, tendría que hacer memoria con respecto a su nombre. - respondió la mujer, aceptando el dirigirse hacia el sector en donde ocurrió el robo del libro. 

-¡Oh! Caramba. Buen dato. Marino Mercante... una deidad marina... Curioso...

Murmuró mientras volvía a sacar la libreta de su bolsillo y apuntaba lo que le acababa de contar Elizabeth.

-Marino merecante, una deidad marina, un "culto esotérico" que venera a esa deidad..., desde luego, nada parece casual-dijo Charles-Bien...síganme por favor...y guarden silencio, dentro de lo posible. No olvidemos que estamos en una biblioteca-.

Charles comenzó a andar por la biblioteca hacia las sección de libros de acceso restringido, guiando al resto del grupo. 

Siguieron a Charles hasta la puerta de la Sección Prohibida.

Curiosamente no fue Charles quien la abrió sino James, ya que él siempre contaba con todas las llaves de la universidad, incluida esa tan importante. Lo cual recalcaba la confianza que de un modo u otro tenía el director en el joven bedel¹.

La sala, una vez traspasado su umbral, no era tan impresionante como su nombre popular. Consistía en un espacio de madera sin ventanas con cuatro mesas de estudio dobles cuyas paredes estaban cubiertas por estantes en los que se repartían manuscritos de aspecto antiguo, la mayoría incunables de gran tamaño. Olía a moho, papel viejo y polvo, pese a no haber traza de descuido o suciedad en la estancia. Destacaban dos pedestales en el fondo. Uno sostenía un tomo de gran tamaño, con cubierta de piel negra: el infame 'Unaussprechlichen Kulten' en su versión original que se decía que estaba encuadernado con piel humana. El otro estaba vacío y todos se dieron cuenta de que sería el lugar ocupado por el Necronomicon.

Cuando hubieron entrado James cerró la puerta para mantener la estancia alejada de las miradas de cualquier estudiante curioso que estuviera en la zona de librería de la biblioteca 'normal'.

James miró de reojo una de las estanterías de la izquierda, que contenía una cantidad escasa de libros, como las otras. Era una estantería que se movía con facilidad y lo sabía porque ahí había una puerta de mantenimiento que había sido sellada hace tiempo, aunque se dejaba de esa manera por si en un futuro tenía que utilizarse nuevamente. Según los planos de la biblioteca aquella puerta conducía hacia la sala de calderas de la Universidad.

James se mantuvo junto a la puerta dejando que todos entraran en la biblioteca, haciendo una inclinación formal con la cabeza cuando la señorita White pasó.

- Hay varios pasillos de mantenimiento por toda el complejo universitario. - informó al señor Greystone ahora que estaban alejados de cualquier estudiante cotilla. -Varios de ellos de ellos fueron clausurados, dicen que fue a raiz de que un estudiante terminara varios días perdido en ellos.

Se encogió de hombros, sin dejar demasiado claro por su tono si realmente se creía aquellas leyendas urbanas o no.

- En su día, esta habitación se comunicaba con la sala de calderas. - señaló hacia una de las estanterías de la izquierda. - Pero supongo que decidieron que lo más sensato era clausurar dicho acceso por la seguridad de lo aquí almacenado.

James comenzó a andar con paso lento, comprobando el estado de la habitación como hacía en cada estancia en la que entraba y lo que le solía servir para ahorrarse tiempo en reparaciones. Más vale prevenir que curar, que solía decirle su madre.