Partida Rol por web

Londres, Hotel Aspir, 08:30 del miércoles 20 del junio de 1923

Donovan Clive contemplaba la figurita con ojo crítico. Era de un negro tan consistente, tan limpio y perfecto, que a primera vista parecía una falsificación mal hecha. Representaba a un hombre alto y delgado, de extremidades desproporcionadas, que sostenía un báculo con forma extraña, cuya parte superior recordaba a un tentáculo. Cualquier otro arqueólogo habría descartado la autenticidad de la figura de inmediato por las incongruencias en su diseño pero por eso habían llamado a Donovan. El Faraón Negro. La Dinastía Olvidada. El viejo arqueólogo ya había visto representaciones similares. Recordaba las cartas que había intercambiado el año anterior con el profesor Barnacus, ahora desaparecido en el Cairo. Ésta podía ser la pista perdida, la pieza que faltaba para demostrar que la Dinastía Olvidada no era una locura ideada por varios arqueólogos que apreciaban el ocultismo.

Pero ¿cómo había llegado a manos de Abbendor? ¿Por qué había cambiado de parecer el Lord tras haber cancelado la expedición de Barnacus el año pasado? ¿Remordimientos? Después de pagar su viaje y estancia desde los EEUU le había hecho llegar la figura antes por medio de uno de sus sirvientes, un silencioso indio llamado Rajhnat que ahora esperaba en el exterior de la habitación. La figura, que había llegado en una caja de madera con interior acolchado, iba acompañada de una peculiar nota:

Estimado señor Clive:

Le envío la figura con la certeza de que estará en buenas manos. Por desgracia me ha surgido un imprevisto que me mantendrá fuera durante unos días pero no quisiera retrasar su reconocimiento de la misma.

Espero que el hotel Aspir sea de su agrado. De querer cambiar de alojamiento indíqueselo a mi sirviente Rajhnat, que es de mi plena confianza. Se lo he asignado como guía y ayudante durante su estancia en la ciudad.

Le he arreglado una  reunión hoy al mediodía con sir Lucas Penford, que será director del Museo Glory Abbendor cuyas puertas pienso abrir este otoño. Se encontrará con usted para comer en el propio hotel y así ponerle al día de mis expectativas para la primera exposición, para la que espero contar con su ayuda.

En cuanto esté de regreso me pondré en contacto con usted. Mientras tanto espero que su estancia sea lo más placentera posible.

Sir Edward Abbendor

Bueno. La figura parecía verdadera. Y lo de la exposición explicaba en parte que sir Abbendor hubiera pagado un pasaje desde los EEUU pero ¿por qué no se lo dijo antes?

Era temprano, y aun asi, sin tan siquiera haber tomado el cafe, ya estaba trabajando. Si aquella reliquia, era una falsificación, era realmente buena, la miro por todos lados, busco pruebas de que no tuviera la antigüedad supuesta, se fijo  en la talla, en todo.

Donovan se prendió un cigarro y se recostó en la silla observando aquella pieza de arte. Cualquier otro compañero de profesión amante de lo desconocido, como el difunto Barnacus, ya estaría viendo una prueba irrefutable de la existencia de cultos mágicos y criaturas de pesadilla.

-Fantasmas... bah!

Exhalo el humo de su habano mientras se servía una copa y observaba la figurilla en medio de la mesa. Gruño y mascullo mientras daba vueltas a todas las posibilidades lógicas que habia. La primera, que fueran un grupo de antiguos sacerdotes amantes de alguna droga alucinógena, como solía pasar en América del sur. Sonrió y mito su reloj.

Entonces callo en la cuenta que el joven Rajhnat llevaría esperándole fuera casi una hora. Tomo la figurilla con las manos enguantandas y con sumo cuidado la introdujo dentro de la caja y esta la puso dentro del bolsillo de su abrigo y salio fuera.

- Tengo una cita en el museo a las 12:00, Rajhnat. ¿Podríais pedirme un coche, por favor?

El encanto sureño. Ser educado incluso con el servicio hace que ellos dejen de verse en la obligacion, y lo hagan con gusto. Lo cual se extendía a los africanos, orientales, hindúes... venia bien que estuvieran agusto, asi  podías evitar despertarte apuñalado por uno de ellos. Siempre venia bien recordar que la superioridad numérica era suya, pero la educación y las formas, nuestras.

Clive tomo su sombrero, se atuso el bigote y se coloco bien la corbata antes de volver a salir.

-Joven... ¿A que lugares suele ir el señor a almorzar cuando no esta en el museo? Me gustaria conocer la gastronomía y cultura local...

Que la estatuilla era auténtica no cabía duda alguna. Y estaba en excelente estado de conservación¹. Le asaltaban al arqueólogo varias preguntas que esperaba que el propio Abbendor pudiera responder: ¿dónde la encontraron exactamente? ¿cómo había llegado a sus manos?

Rahjnat salió raudo a cumplir las órdenes de su eventual patrón. Cuando Donovan llegó al hall del hotel el muchacho ya se había aparcado un Ford T, seguramente propiedad de Lord Abbendor, en la puerta. Al montarse el arqueólogo el chico respondió con un inglés perfecto, casi sin acento, a la pregunta de Donovan:

—Sir Abbendor todavía no ha abierto el museo pero viene a menudo a la ciudad para supervisar los avances de las obras. Cuando lo hace gusta de visitar el jardín botánico, los Kew Gardens, a estas mismas horas.— luego dudó un momento —Señor... disculpe que le comente que sir Abbendor me indicó que la cita con el señor Penford sería en el restaurante del hotel. Mi religión no me permite probarlo pero el señor siempre ha dicho que el roast beef del hotel Aspir es de los mejores que puede probar en Londres. Otra comida típica de la ciudad son las patatas fritas con pescado.

Observo los modales perfectos de Rajhnat. Educado, conocía su posición y sus modales eran exquisitos. Se notaba que lord Abbendor había puesto mucho esmero en educarle.

Clive se aseguro que llevaba todo lo necesario, tabaco, la pipa, encendedor, la cartera, y la cajita con la preciosa figurilla y salio de la habitación en dirección al Hall para depositar la llave en la recepción. Una vez fuera del hotel se subió al vehículo y al dirigio a Rajhnat.

- Quiero visitar los jardines que me ha mencionado, si no es mucha molestia... -se prendió la pipa- y luego me gustaría empaparme de la cultura local, joven... ¿Queda muy lejos el 221B de Baker Street? he de confesar que soy admirador de Sir Arthur Conan Doyle... ¿O la torre de Londres? dicen que tienen una colección exquisita. Scotland Yard seria otra opción. Hay tantas cosas que ver en esta ciduad...

—¿Baker Street? No, podría llevarle después.— a través del retrovisor pudo ver como el joven enarcaba una ceja ante la mención de la calle, como si no comprendiese el motivo de su pregunta —Si lo desea después de comer puedo llevarle allí o a la torre, lo que prefiera.

Clive se recostó en el asiento trasero encendiendo la pipa durante el viaje. ¡Había tanto que ver en Londres!

Un poco más tarde estaba paseando por el jardín botánico de regreso al coche. El tiempo le había pasado volando y la verdad es que le había parecido un sitio magnífico. En su país seguramente le habrían sacado más partido a aquellos enormes jardines y probablemente se habrían incluido algunas atracciones y casetas en las que la gente que paseaba pudiera gastar su dinero, pero aún así el ritmo relajado de Londres le estaba setiendo bien al viejo arqueólogo.

Iba pensando en todo eso cuando desde su posición entre los setos vio que Rahjnat, que lo esperaba junto al coche, estaba hablando con alguien. Se trataba sin duda de un individuo de su tierra pues vestía la típica ropa blanca con turbante incluido. Era bastante más mayor que el servicial acompañante y parecía estar recriminándole algo al joven, ya que sus gestos y aspavientos denotaban enfado. Rahjnat por su parte meneaba la cabeza impaciente. Parecía en desacuerdo con lo que fuera que el otro le contase. En un momento dado el del turbante puso una mano en el hombro del muchacho y éste se apresuró a apartarla de un manotazo, algo que evidentemente enfureció más a su interlocutor. Pese a que la situación parecía muy tensa ambos hablaban sin levantar demasiado la voz, conteniéndose sin duda para que la gente que pasaba cerca de ellos no escuchase lo que decían, aunque probablemente hablarían en su idioma y sería raro que un inglés de a pie los entendiese.

Donovan observo al discursión desde la distancia con cierta curiosidad lamentando no haber aprendido hindú en todos esos años, pero a cambio, tantas décadas en excavaciones arqueológicas le habían enseñado a leer los rostros de los excavadores cuando se ponían ha discutir en su lengua madre, y así saber si era miedo, ira o temor lo que les amilanaba.

Espero un poco, asegurándose que la discursión no iba a mas, mientras se acercaba dando un rodeo con paso lento en busca de algún "bobby" antes de acercarse demasiado. No intentaba esconderse, pues era obvio que sabían que el estaba alli, solamente hacia como si no les hubiera visto. Cuando encontró al policía se dirigió a el con cortesía natural y un fuerte acento de la América colonial.

- Muy buenos días agente. Disculpe que le moleste pero al parecer alguien esta molestando a mi sirviente y no quisiera desmerecerle interviniendo directamente, pero temo que la cosa vaya a mas... -dijo sacando la cartera-¿Podría usted dejarse ver por ahí cerca para que se calmen lo ánimos, mi buen amigo? -sacó un par de billetes y se los quedo en la mano con la que gesticulaba mientras guardaba la cartera de nuevo- en cuanto se separen, me llevare a mi chico de aquí. Yo evitare tener que volver a casa andando y usted evitaría tener que transpirar demasiado en esta calurosa mañana

El policía miró desdeñoso los billetes que el americano le tendía.

—Guarde su dinero señor pues no lo veo necesario. Quizás en su país tengan que pagar a los policías para que hagan su trabajo pero no es así en los sitios civilizados.

Le dio tiempo a enarcar una ceja al bueno de Clive antes de que el ofendido bobby se acercase a los dos hindús. En el momento en que el del turbante se dio cuenta de que el policía se aproximaba lanzó una última mirada a su interlocutor y se alejó dando zancadas de indignación. El agente lanzó una mirada a Rahjnat, quien se metió en el coche, y luego al otro que se iba. En realidad poco más había sucedido así que siguió su ronda con ese gesto todavía de orgullo patrio herido.

El arqueólogo consultó su reloj de bolsillo: era casi la hora de la cita para comer, así que se acercó al coche pensando en lo que había visto. El tipo del turbante parecía estar recriminándole algo a Rahjnat, de eso no cabía duda, y lo hacía con un tono de exigencia que denotaba una autoridad moral sobre el muchacho. ¿Quizás un familiar? Porque no podía tratarse de un superior, ya que hasta donde Clive sabía el chico trabajaba de forma directa para Lord Abbendor.

Donovan llego junto a Rahjnat y le saludo como si nada. Subio al vehiculo y se prendió la pipa con tranquilidad mientras esperaba a que arrancara el vehiculo hacia el hotel para la cita para almorzar.

Cuando calculo que se habia alejado del parque lo necesario hizo la comprobación pertinente de que no les seguían antes de dirigirse a el.

- ¿Un familiar, quizas, Rahjnat? -pregunto mirando en dirección contraria- No parecia muy agradable, chico... No quiero meterme en tus problemas, pero si puedo ayudarte...

Dejo la frase muerta, el ofrecimiento quedo en el aire para que no le pasara como hace un momento. Todos tiene un precio, lo que ocurría es que el de los ingleses no se pagaba con dinero. Hoy habia aprendido algo nuevo.

- No es bueno agachar la cabeza ante todo el mundo. Sirve a tus superiores, pero a tus iguales no les dejes que te pisen.

Mientras el viaje continuaba, Donovan llevaba la mano en el bolsillo palpando la cajita que contenía aquella exquisita obra de arte.

—Oh, siento que haya presenciado la discusión.— contestó Rajhmad mirando por el retrovisor —Efectivamente se trataba de mi tío. Pensé que lo había dejado atrás cuando me vine de la India pero supongo que nunca es demasiado lejos. Es muy tradicionalista.

Se quedó un momento pensativo. Al final debió considerar que con Donovan, al ser americano, no tocaba un terreno pantanoso, así que añadió:

—Mi tío nunca ha visto con buenos ojos a los ingleses. No ve los beneficios de la civilización. Es un tradicionalista. Pero a mí me gusta Inglaterra. El señor Abbendor es amable conmigo y aquí... siento que éste es mi lugar.

Tras llegar de vuelta al hotel el joven le abrió la puerta al viejo arqueólogo.

—Gracias por su consejo señor Clive. Lo tendré en cuenta. Más que un problema es un pequeño incordio, pero como dicen en mi tierra: no hay árbol que el viento no haya sacudido. Todos tenemos nuestros pequeños problemas.

El arqueólogo asintió, recogió la pequeña caja antes de salir del coche¹, y fue hacia el comedor. En cuanto entró un servicial maître lo condujo hacia una mesa junto a la ventana. En ella ya le aguardaba Lucas Penford, el que sería director del Museo que pensaba abrir lord Abbendor. El señor Penford era un hombre de unos cincuenta años, pelo canoso y mirada penetrante tras unas enormes gafas de pasta. Se levantó al llegar su invitado para tenderle la mano.

—Bienvenido a Inglaterra señor Cilve. ¿Es su primera visita a Londres? Esperaba que en nuestra primera reunión lord Abbendor estuviera presente pero, por desgracia, ha tenido que ausentarse por motivos personales. Espero, sin embargo, que le haya enviado la estatuilla y le haya puesto al día de las peculiares circunstancias de su adquisición. Esperamos abrir el museo a finales de noviembre y está empeñado en que tengamos una sala de... rarezas. ¿Qué le ha parecido?

Mientras hablaban el servicio trajo dos platos con un rosbeef de excelente aspecto.

—Me he tomado la libertad de pedir por usted. Estoy seguro de que le encantará nuestra carne, de vacas inglesas de primera calidad.

El hombre parecía querer llevar la delantera en aquella reunión. En realidad parecía ansioso por dejar claro que se jugaba en su terreno.

Clive disfruto del viaje casi tanto como del paseo por el parque. Conforme en un principio estaba algo paranoico con el incidente y que alguien le siguiera, quedo relegado a un segundo lugar cuando pudo ver en el horizonte la magnifica torre de Londres, sin duda, era un legado arquitectónico impresionante y se imaginó a arqueólogos futuros desenterrando sus restos y elocubrando como era aquella civilización. Cuando se quiso dar cuenta estaba en el hotel de vuelta. Bajo del vehiculo y le devolvió la cordialidad al señor Penford con su mejor sonrisa.

- Nunca pensé que podia haber tanta belleza ayende de los mares del señor Abbendor se encuentra bien? -dió una calada a su pipa- La figurilla es, digamos, perturbadora cuanto menos. Si lo que muestra es cierto, esto revolucionaria la historia de la humanidad, mi Lord.

Clive se recostó en la silla haciendo memoria y revisando la nota que le habían entregado junto a la estatuilla, poniendo la caja en la mesa.

- La verdad es que no me dijo nada de esas condiciones, adelante mi lord, soy todo oidos...

—Estimo que Lord Abbendor está bien. Desconozco los motivos exactos de su ausencia pero aunque sin duda habrán sido importantes nada indicaba que fueran graves. En cuanto a la adquisición de la estatuilla... pues la verdad es que ha llegado hasta nosotros de una manera un tanto... se podría denominar en el mejor de los casos 'irregular'.

Comía el rosbeef con verdadero entusiasmo mientras comentaba los pormenores de la adquisición.

—Creo que usted conocía al profesor Barnacus. Al menos tengo entendido que se carteaba con él¹. Era un hombre excéntrico que a veces daba pábulo a ideas poco ortodoxas de la historia conocida. Se basaba en lecturas de Platón para defender la existencia de la Atlántida y defendía que los egipcios eran descendientes de la mítica raza que habitó esa ciudad hundida en los océanos. El caso es que lord Abbendor financió una investigación en la Gran Pirámide. Según Barnacus había razones para creer que en su interior habría pistas sobre una Dinastía Olvidada. Algo más que eso: una Dinastía que había sufrido una rebelión del pueblo durante el reinado del Faraón Negro. Una entidad casi mítica que al parecer había querido cambiar el culto de tal manera que la historia de Akenatón como una mera pataleta². De hecho si atendemos a lo que Baranacus contaba la cosa tomo tal magnitud que estaríamos ante la única rebelión conocida del pueblo egipcio en conjunto, no sólo de sus sacerdotes o nobles, contra su Faraón. ¡Rebelarse contra el dios en la tierra durante su reinado! Algo terrible tendría que haber sido ese Faraón Negro si eso se pudiera demostrar.

Tomo un sorbo generoso del vino.

—Pero las pruebas no llegaron. Dejamos de tener noticias de Barnacus, aunque el dinero se seguía gastando con fruición, por lo que lord Abbendor decidió enviar a un representante al Cairo para detener la sangría. Aquí viene lo curioso de la historia: el representante, un prometedor abogado londinense, estuvo desaparecido durante meses igual que Abbendor. Al final reapareció como líder un culto egipcio. ¿Puede créerselo? Un tipo que jamás había salido la City convertido en sumo sacerdote de una religión desaparecida. ¡De locos!³. El caso es que aparte de notificarnos la reaparición de nuestro abogado pródigo las autoridades egipcias tuvieron a bien enviarnos parte de los descubrimientos de Barnacus. Aún estamos clasificando sus notas pero entre los lotes llegó la figura que usted ha tenido tiempo de examinar.

Terminó de comer su carne y levantó el tenedor satisfecho:

—No me diga que no es una historia fascinante ¿eh? Eso le dio a lord Abbendor la idea de montar una sala de rarezas, de cosas que quizás sean parte de la historia pero cuya demostración sea más... dudosa. ¿Qué le parece la idea?

Donovan era de buen comer, asique no pudo sino sentirse agradecido ante la disposición de aquello manjares. Primero cato el vino con educación, saboreandolo y disfrutando de su B
bouquet. Luego probo la carne fijándose en la cuidada concina con la que se habia elaborado mientras escuchaba las exposiciones de Penford.

- Barnacus y yo eramos intimos, señor Penford. Casi como hermanos. Pero cuando uno se pasa décadas en este negocio puede terminar tres maneras distintas: Puedes terminar siendo toda una celebridad -corto un trozo se Rostbead- Puedes acabar condenado al ostracismo y la invisibilidad... -se lo introdujo en la boca masticandolo con educacion- O puedes terminar enloqueciendo y creyéndo que las antiguas civilizaciones estaban en lo cierto y existían Dioses y seres de pesadilla que nos dominaban -bebio un sorbo de vino- Eso ultimo es lo que le comenzó a pasar a Barnacus. Y como no atendió a la razon nuestra correspondencia se comenzó a espaciar.

Tomo la selvilleta para limpiarse los labios mientras continuaba escuchando al profesor Penford. Esperaba que con ese apunte hubiese quedado claro que el no era un cazador de mitos o un soñador advenedizo que intentaba lograr la fama demostrando que existía algo que nunca existio.

La conversación , monologo mas bien, se estaba poniendo interesante, pero no tardo mucho en salir la palabra "Atlántida" y la atencion del viejo profesor paso a centrarse en el almuerzo ¿tan dificil de creer era que esas historias eran cuentos para niños escritos por civilizaciones con afán de explicar algo que escapaba a su pequeña comprensión? Bufo con clara resignación y agitó una de sus manos.

Cuando de nuevo giro sobre la egiptología,
capto la atencion del viejo arqueólogo. La Dinastía olvidada era poco mas que un mito, pero en verdad, habia pruebas de su existencia. Lo que era imposible a dia de hoy era designar a sus miembros y encuadrarla en un marco temporal exacto. Y el tema del Faraón Negro, sin duda lo habia estudiado en otros tiempos. Clive alzo su rostro de nuevo hacia el Lord.

- Es normal... aquello no pudo ocurrir jamas. Nunca se habrían alzado contra su Dios en la tierra. Pero seamos abiertos de mente. Pongamos que en verdad todo pasa como dice mi colega Barnacus. Si eso ocurrio entre las dinastías que conocemos, seguramente el siguiente Faraón habria hecho lo posible por borrar dichas pruebas de todos los registros. Negar el suceso para evitar que el pueblo ni tan siquiera se plantease hacerlo de nuevo. -corto otro trozo de jugosa carne- Pero tenemos el otro supuesto. Que esa dinastía fuera la ultima, en cuyo caso... ¿Donde estan las pruebas? Sin pruebas no hay hechos, sin hechos no hay nada.

Continuo almorzando mientras desbarataba todas las elucubraciones de Penford con la caja de la estatuilla sobre la mesa. Mientras escuchaba como si amigo habia descendido a los pozos mas hondos de la locura para no volver jamas negando con la cabeza.

- ¿Y aun sabiendo que mi colega, el profesor Barnacus, estaba desaparecido le siguiern manteniendo al minuta? Craso error amigo es como dejar a un adicto vivir en la misma manzana que una licoreria o un fumadero de opio... -nego para si- Y añadimos que manda a un abogado a por el y este vuelve creyendose sacerdote... -rió  por lo bajo educadamente- De locos, ese es el termino. Pero yo soy un arqueólogo muy cuerdo y bastante realista. Me pondre en disposición de ayudarles, pero olvídense de elucubraciones fantasiosas basadas en textos poco ortodoxos. Y habiendo dejado esto en claro, he de decirle que esto que tiene entre manos es digno de un estudio a fondo, pues desafía muchas bases que tenemos sentadas a dia de hoy. No me malirerprete, pero podríamos estar ante una falsificación, una muy buena. Tengo que comprobarlo, Lord Penfrod.
-Escucho la propuesta de su interlocutor con desgana y asintiendo lentamente- Me pare, mi Lord, que yo no entiendo de negocios, pero si creen que le reportara beneficio,seguro que mal no le hace.

La era moderna estaba llena de charlatanes, timadores, estafadores, ladrones...y por lo visto estaba llegando a las latas esferas en todas partes. El mundo se estaba hundiendo en la peor oscuridad, la que es por decision propia.

—¡Demonios señor Cilve!— dijo el hombre satisfecho mientras pedía que el camarero acercase una bandeja con puros —Ya lo decía mi mujer: los americanos sí que saben como se mueve el mundo. Los ingleses estamos tan satisfechos de nuestro pasado que raramente tenemos vista para el futuro. ¡Nos da miedo valorar las alternativas que nos saquen de nuestra zona de confort! Pero aquí está usted valorando la posibilidad de que esta estatuilla sea una perfecta falsificación aunque todas las pruebas parecen indicar su autenticidad. ¡Ese tipo de escepticismo es el que necesitamos para nuestra nueva sala de exposiciones! Si algo entra ahí que sea porque hay una verdadera ambigüedad y no simple charlatanería.

Cortó uno de los puros mientras el camarero ofrecía la bandeja a Donovan:

—Debe comprobarlo. No me cabe ninguna duda. Esa es la labor que el lord Abbendor me ha dicho que le ofreciera. Necesitamos alguien de su calibre: escéptico pero con la mente abierta, con conocimiento del trabajo de campo pero también de los libros que sostienen nuestra historia universal. Alguien capaz de mirar una figurilla como ésta— señaló con su puro la caja sobre la mesa —y ser capaz de ir hasta el fondo para asegurarse de que es posible.

Dejó el puro en un cenicero mientras rebuscaba en un bolsillo de su chaleco. Sacó de él una tarjeta de visita.
 

—El podrá ponerle en contacto con quienes nos la enviaron la figura. Debo decir que ni el abogado, que no llego a regresar, ni el desaparecido Barnacus están ya en nómina del futuro museo. Pero aún tenemos algunos agentes que solucionan nuestros problemas en Egipto y se encargan de proveernos de nuevas adquisiciones. El señor Hobston es nuestro enlace con El Cairo, sin duda podrá ponerle al corriente de todo lo que necesite.

Donovan tomo uno de los cigarros que le ofrecían con gusto, lo corto magistralmente, lo olfateó y tras ser encendido lo paladeó.
Los ingleses podían ser todo lo estirados y pomposos que quisieran, pero ¡que demonios! El buen gusto que tenian era algo irrefutable.

- Celebro que entienda mi postura, ayende de los mares, a veces el "especialista" solo es contratado para ratificar descubrimientos de dudoso origen por unos cuantos dolares... no hacerlo me ha puesto en contra de muchos colegas de profesión que si lo practicaban. -dio un par de toques al puro y luego una larga calada- Ellos defienden la postura de que "sin pruebas en contra, es real", mientras yo defiendo que "sin pruebas a favor, es una falacia"

Tendió la mano para tomar la tarjeta y echarle un rapido vistazo antes de guardarla en el bolsillo interior de la chaqueta.

- Contactare con ellos lo antes posible, mas solo necesito saber donde podré llevar a cabo mis coroboraciones, ¿dispongo de algun despacho en el museo, o prefieren que trabaje desde el hotel? Entiendo el valor latente que podria tener la pieza para el Señor Abbendor por los gastos que le ha supuesto...

Espero respuesta con el cigarro puro en la mano saboreando el magnifico tabaco mientras su otra mano es depositada sobre la caja de la figurilla.

—De momento espero que la suite que tiene en el hotel cubra sus necesidades iniciales. Cuando lord Abbendor supongo que pondrá a su disposición algún inmueble más permanente desde el cual pueda ejercer sus labores. El caso es que el museo todavía está en obras, ni siquiera yo mismo tengo despacho alguno en el que ubicarme.

El hombre terminaba ya la comida.

—La suite del hotel dispone de caja fuerte— dijo señalando la figura —y un pequeño despacho en el que podrá trabajar. Para cualquier cosa tiene a su disposición al buen Rahjnat, a quien ya conoce. Es un muchacho muy avispado y sorprendentemente culto pese a su origen.— Penford, como muchos ingleses, consideraba inferiores a los nativos hindúes —Ha sido asistente personal del mismísimo Abbendor cuando éste pasó una temporada en la India y aquí en Londres se mueve como pez en el agua.

Se levantó para despedirse:

—Me alegra haberle conocido señor Clive. Ahora comprendo las buenas referencias que lord Abbendor me dio sobre usted. ¡Estoy seguro de que cuando el museo abra sus puertas nuestra colección cosechará excelentes críticas!

Donovan termino de comer y se incorporo para despedirse del señor Penford e insistió en pagar el. El caballero habia demostrado sus buenas intenciones y Clive queria devolverle el cumplido pagando el almuerzo.

- El placer y el honor ha sido mio Lord Penford -dijo estrechando su mano- Contactaré con usted en cuanto tenga alguna novedad.

Espero unos minutos tras la partida del Lord mientras miraba la tarjeta y se acababa la copa y el puro. Al terminar, tomo la caja bajo el brazo, pago la cuenta, y se dirigio a buscar a Rahjnat para dirigirse de vuelta al hotel.

Había algo en todo aquello que no le acababa de encajar, pero por primera ve en años, le iban a pagar por hacer bien su trabajo, independientemente de lo que descubriera. Seguro que habia gato encerrado. Demostraría que es una falsificación.

- Rahjnat, al hotel de vuelta por favor ..

El joven lo llevó de vuelta al hotel y allí Donovan se dirigió a su habitación para poner a buen recaudo la estatuilla en la caja fuerte de la misma¹. Ahora quedaba el tema de probar su autenticidad... o su falta de autenticidad. Ninguna suposición podía descartarse.

Rahjnat esperaba fuera, en el pasillo, por si debía cumplir algún encargo del viejo arqueólogo.

Donovan entro en la habitación y de ahí a su despacho. Cerro la puerta tras de si y procedió a sacar la figurilla de la caja.
Recurriendo a sus útiles de Arqueólogo y con la ayuda de una Lupa y unas pinzas examino la caja de la misma en busca de cualquier residuo¹ que se pudiera haber desprendido de la misma.
La idea era sencilla, si podía analizar una muestra de la estatuilla y averiguar el material del que estaba hecha, podría ubicarla geográficamente, lo primero.

Lo siguiente era fijarse en el proceso de tallado². En la historia de la humanidad, según evolucionaba esta se usaban unas herramientas u otras, y cada herramienta, dejaba su marca característica en la talla, o incluso, restos de la misma herramienta adheridos a la pieza.

Por último reviso con la lupa la estatuilla de arriba a abajo buscando algún grabado³ en la misma fijándose especialemente en la base de la misma, tanto la parte visible como el fondo de la pieza que quedaría contra la mesa de ponerla en pie.

Tras realizar las comprobaciones, tomar las debidas notas, y guardar las muestras en caso de encontrarlas, el siguiente paso era el que mas disfrutaba Clive, encontrar pruebas históricas que demostraban el embuste. Consultar toda la información disponible sobre el Faraón Negro y la dinastía de Akhenaton⁴, para desmentir aquel timo de manual....

Clive se aplicó a fondo con la estatuilla.

La primera prueba daba como resultado un tipo de arcilla común en Egipto. Pero no era concluyente ya que igual que en Egipto ese tipo de arcilla podía obtenerse en otras zonas. Así que revisó el proceso de tallado. Se había realizado con una metodología y herramientas que apuntaban a un estilo de la III Dinastía.

El arqueólogo dejó un momento la estatuilla sobre la mesa y la contempló con cierta fascinación. Si era una falsificación era una magnífica falsificación. El que la había hecho no había usado instrumental moderno. Claro que eso era posible pero no habitual. Si alguien quería falsificar algo así lo más rentable sería realizar una talla de aspecto realista, que concordase con una figura de la III Dinastía y con aquellas dos pruebas podría haber engañado a cualquiera. Incluso a Clive si tuviera que dar un veredicto rápido. Pero con la historia del Faraón Negro... eso implicaba análisis más rigurosos. Era la estafa más extraña que se había encontrado en su carrera. Y no se había encontrado pocas.

El atardecer comenzaba a dibujarse en la ventana pero el viejo arqueólogo no se rendía. Inscripciones. Revisó la superficie de su base buscando algún grabado. La parte inferior. Y entonces se dio cuenta de algo: al ponerla de pie el peso de la estatuilla parecía bascular. ¡No era del todo sólida! Le dio la vuelta y entonces vio las imperceptibles muescas que había en el borde de la base circular.

Se podría abrir. Contenía algo. Pero el riesgo de que se estropease o rompiese si no disponía de las herramientas adecuadas era muy alto.