Partida Rol por web

Clive tomo las anotaciones pertinentes en una hoja con una pluma, y mientras esperaba que la tinta secase, cerro la ventana y las contraventanas, hecho las cortinas y encendió la lampara de aceite de la mesa. Seguro de que no podia ser espiado guardo la figurilla en su caja y puso la nota sobre esta. Ambas cosas fueron guardadas en la caja fuerte y esta ultima cerrada.

Tras terminar la parafernalia, abrió las cortinas y contraventanas y antes de salir del cuarto se molesto en dejar una esquina de la moqueta doblada bajo la pata de la silla de su mesa.

- Rahjnat, necesito ir a una biblioteca universitaria para consultar unas dudas sobre el antiguo Egipto, ¿sabe cual es la mas cercana? Ademas necesitaria una caja de unos 15x8x8cm. y unas herramientas de relojero a poder ser...

Un poco después el arqueólogo estaba consultando los libros sobre la dinastía de Akhenaton en una biblioteca universitaria no demasiado lejos del hotel. Rahjnat lo había dejado allí y había salido a comprar las herramientas de relojero y buscar una caja del tamaño adecuado.

En las siguientes dos horas Clive había estado revisando libros de historia sobre la dinastía de Akhenaton y el misterioso Faraón Negro. Sin embargo algo no casaba: Akhenaton había pertencido a la XVIII Dinastía mientras que las pocas pistas que había sobre el infame Faraón Negro parecían ubicarlo en algún punto entre la II y III Dinastía. Eran, en el mejor de los casos, más mil años de diferencia, quizás mil quinientos. Y aunque los faraones posteriores a Akhenaton —y sus sacerdotes— habían intentado borrar su existencia de los registros con la condena de su memoria en realidad si que había pruebas de su existencia.

Pero el Faraón Negro se movía en un terreno demasiado cercano a la leyenda. No había prueba alguna fiable de la existencia de su reinado. De hecho en las historias recopiladas, de fuentes diversas que incluían referencias en narraciones de otras civilizaciones como la persa o los griegos, hablaban de una rebelión del pueblo que había destruido el culto a 'Dioses Antiguos traídos de más allá de las estrellas por heraldos sin rostro humano'. Una rebelión que los egipcios no habían constatado de ninguna manera. Ni siquiera una condena de la memoria era tan potente. Y aunque la hubiera tendría que haber sido proclamada por los sucesores del Faraón Negro. Clive tenía motivos más que suficientes para dudar de la existencia de ese faraón. Pero entonces ¿qué significaba aquella figura que estaba en la caja fuerte?

La bibliotecaria vino a avisarle amablemente de que estaban a punto de cerrar, así que el arqueólogo tomo en préstamos varios libros y anotó unos cuantos más para comprar al día siguiente. Le incomodaba que algunos de esos títulos se alejaban de la arqueología tradicional y entraban en temas más esotéricos. Nuevamente la conexión de la Atlántida con los egipcios dejaba caer sus tentáculos en la narración. Anotó un par de nombres de algunos defensores de esta teoría, subrayando con especial interés el de un catedrático de historia en Oxford. Toda su trayectoria había sido impecable hasta mostrar su interés en el Faraón Negro. Quizás pudiera ser alguien a quien consultar: Percibal Mossley. Al parecer, según algunas anotaciones que había visto en algún libro, el hombre estaba ya retirado de la docencia.

Fuera de la biblioteca Rahjnat le esperaba en el coche. Y tan eficiente como siempre, ya que en el asiento trasero encontró una caja de madera de las medidas adecuadas así como un set de herramientas de relojero.

Donovan subió al coche y vio con grata sorpresa la efectividad de Rahjnat con una sonrisa de satisfacción asintiendole.

-Habeis hecho un trabajo impresionante, joven -le dio un apretón en el hombro-¿Podríamos conseguir un fotógrafo para que vuelva al hotel con nosotros? Sino ya mañana despues de ir a comprar unos cuantos libros...

Mientras esperaba respuesta honjeaba los volúmenes que habia podido sacar hoy de la biblioteca.

—Me temo que es ya bastante tarde como para encontrar un fotógrafo de fiar que pueda venir con nosotros sahib.  Pero mañana a primera hora iré en busca de uno.

El joven esperó a que el arqueólogo entrase en el coche para preguntar:

—¿Regresamos al hotel?

-si por favor... Tengo mucho trabajo que hacer...

Fue lo unico que dijo el viejo arqueólogo mientras revisaba los índices de los libros para prepararse ante una larga noche de investigacion...

Unas horas más tarde Clive estaba en el hotel. Había cenado frugalmente y ahora contemplaba como el manto de la noche caía sobre la ciudad de Londres. Miró su reloj de bolsillo: pasaban ya de las diez de la noche.

Donovan entro en su despacho cerrando puertas y ventanas a su paso comprobando todas las pequeñas imperfecciones que habia dejado en su despacho improvisado antes de llegar a la caja fuerte y comprobar su interior.

Saco la caja del faraón negro, con la nota y la abrió, tomando tanto el contenido como el acolchado y depositandolo en la otra caja y esta junto con las herramientas de nuevo en la caja fuerte con la susodicha nota encima. La cual cerro despues

Entonces dejo en el escritorio los libros y una nota antes de irse a dormir. Había sido un largo dia y mañana tocaba trabajo de investigacion y hacer un par de visitas...

Clive soñaba inquieto.

El viento del desierto hizo que la arena azotase su rostro. Volvía a tener treinta años y estaba en Egipto. Lo sabía. Apenas podía ver nada en medio de aquella tormenta pero sabía que estaba en Egipto. Hacía tiempo que no tenía ese sueño. Porque también sabía que estaba en un sueño. Esperaba la sensación habitual de despertarse al saber que estaba soñando pero ésta no se presentó, lo cual le desconcertó. Había escuchado hablar de los sueños lúcidos pero nunca había sido capaz de tener uno.

De pronto la arena tormenta amainó.

A su alrededor todo eran dunas. Pero entonces se fijó en la figura que estaba sentada encima de lo que parecían ser los restos de una columna semienterrada. Le era muy familiar. Sin saber que más podría hacer se encaminó hacia la figura que ahora levantaba su mano a forma de saludo.

El profesor Clive camino en dirección a la figura, que le era harto conocida. Ventitantos años de convivencia hacen que no olvides una cara y mucho menos si la ves a diario, a todas horas. Aquella persona le era conocida de los tiempos del profesor Barnacus, cuando aun era un joven con la cabeza llena de pájaros alimentados por los mitos, leyendas y las fantasías de su viejo colega.

Aquel joven era él mismo.

Era la parte de si mismo que se habia visto a renegar de ella y enterrarla en el olvido si queria que la comunidad científica dejara de tratarle como un mequetrefe. Todas las ilusiones, fantasías, mitos y leyendas que alimentaban su subconsciente, lo alejan de la segura realidad y le ponían en riesgo de ser desacreditado y difamado estaban representadas en aquel joven de ventitantos años.

Aunque hasta la fecha nunca habia pasado, tenia cierta logica que hiciera acto de presencia en estos momentos, en forma de un sueño. Habia oido hablar de su viejo amigo Barnacus, y había encontrado pruebas que trataban temas sobre los que la imaginación de su amigo volaba dia si y día también. Los mismos sobre los que su joven mente habia fantaseado en sus dias de recien licenciado.

- No te necesito, por muchos cabos sueltos que haya, las pruebas darán las respuestas. Plantearme preguntas y relaccionarlas con mitos no me llevara a ningun lado, solo a mas preguntas. Y yo quiero respuestas. ¿Acaso tienes respuestas? Si no es así, no te necesito.

El joven lo miraba con una sonrisa desafiante. Se levantó de la columna limpiándose la arena de sus pantalones.

—Claro que me necesitas viejo. En el fondo reconoce que me echabas de menos. Has sentido el gusanillo de la duda ¿verdad? ¿Y si Barnacus no estaba tan loco como parecía? Tú y tu preocupación de ser alguien importante y respetado. Eso es lo que nunca te ha dejado volar. Dime... ¿cuántos años tienes ya y cual es tu mayor logro? ¿Servir a un lord inglés como autentificador de misterios? Ni siquiera sabes que ha sido de Barnacus ¿verdad? ¿No te lo preguntas? ¡Éramos como hermanos! Yo jamás lo habría olvidado pero ¿tú? Tú has dejado que la Legión Innombrable se lo llevase. No tenía a nadie. Todos le habíais dado la espalda porque él todavía era capaz de mirar hacia el sol. Quizás miró demasiado lejos y se quedó ciego pero créeme: vio algo. ¿No quieres saber él qué? Quieres respuestas pero... ¿estás dispuesto a soportarlas? Todo tu mundo se tambalea y tú ansías que yo te dé algo a lo que aferrarte, pero lo único que puedo darte es un empujón. ¿Lo quieres?

Donovan arrugo el ceño al ver como su yo del pasado le echaba en cara no haber llegado a nada, eso le dolió, pero era superable. Lo que le toco el alma fue cuando se escucho a si mismo echarse en cara haber abandonado a su viejo amigo a su su suerte.

Clive era un hombre de palabra, un caballero, jamas le habria abandonado. Bastaba una misiva pidiendo ayuda en cualquier rincón del mundo y el se habria presentado alli sin dudarlo. Barnacus podria estar loco o tener la cabeza llena de pájaros, pero era SU loco. Su amigo.

- La Legión Innombrable... -pensó- Has recurrido a una curiosa comparativa Donnie. Pero debo declinar ese empujón que me ofreces, mas agradecer la puerta que me has mostrado. -sonrio mirándose a si mismo treinta años atras- Recuerda a Ícaro, que por volar demasiado cerca del sol perdió sus alas... hay que mirar en la dirección de este, pues necesitas su luz para descubrir la verdad, y acercarte a este para ver lo que oculta, mas jamas acercarte demasiado o mirar directamente, pues acabarías ciego y devorado por el -le señaló con el dedo asientiendo para luego alzarlo al cielo- ... al igual que los astros giran en torno al sol, y no son devorados por este. Encontrare a quien ha visto mas alla del sol para que guien nuestros pasos. Encontrare a Barnacus.

Como si quisiera desafiar a su interlocutor el joven Donovan levantó su mirada hacia el sol.

—Eric Mallister. Fue el enviado de Lord Abbendor al Cairo para finalizar las investigaciones de Barnacus. Se encontraron brevemente pero luego Mallister tuvo otro tipo de encuentros. De esos que te cambian la vida. Un Rito de Paso. ¿Sigues siendo curioso? ¿O te has acomodado en tus verdades certificadas? No te empujaré, no temas. Dejaré que te asomes tú mismo cuando creas que estés preparado. Pero no tardes demasiado, porque los astros están casi en la posición correcta para que despierte.

Mientras decía esto la tormenta se incrementaba nuevamente. La arena golpeaba tan fuerte que Donovan tuvo que cubrirse el rostro con las manos para que no le quemara la piel.

Londres, Hotel Aspir, 07:30 del jueves 21 del junio de 1923

Se despertó nervioso y cansado, como si no hubiera dormido nada. Sentía las manos enrojecidas y un picor por todo el cuerpo como si realmente hubiera pasado por una tormenta de arena.

Recordar el sueño no ayudaba a tranquilizarlo. ¿Había escuchado el nombre de Mallister a alguien para que su subconsciente se lo dijese? Ayer, al hablar con Penford había salido el tema de Barnacus y el marchante que cerraría su expedición pero en ningún momento se mencionó su nombre. ¿Y que era lo demás que había soñado?

Hacía mucho tiempo que una investigación no lo alteraba de aquella manera. Quizás debiera tomarse las cosas con más calma.

Donovan se dirigio a darse una ducha para a continuacion volver a vestirse y comprobar que todo seguía en su sitio^₁, tanto dentro de la caja fuerte como por la habitación.

Tras esto aviso a Rahjnat para que le subieran el desayuno e insistió en que estuviera el tambien presente y le acompañase. En el tiempo que este tardo en llegar, reviso los libros que habia traido de la biblioteca², mas tranquilamente. En ellos buscaba cualquier referencia ya no al Faraón, sino tambien a los "seres sin rostro humano". Que hubiera pasado quince dinastias en el olvido , solo significa que en estas había pistas que no había encontrado, o que el propio Akhenaton estuvo en algún lugar que no pisaron sus predecesores...

Clive no notó ninguna variación en la habitación, así que fue tranquilo a la ducha.

Después comenzó su estudio de la bibliografía. Indagó fue sobre el Faraón Negro y la posibilidad de que la estatuilla representase algo que estuviera documentado. Tal como esperaba la búsqueda era complicada y las referencias siempre aparecían en libros secundarios que no eran de eminencias reconocidas, sino de investigadores que ampliaban su horquilla de información hasta que por ella entrasen leyendas orales y suposiciones.

En un libro titulado 'Cultos perdidos de la antigüedad' encontró una referencia interesante sobre el Faraón Negro. No era un libro especializado en Egipto y su autor, Oswald Ferris, tampoco era especialista en egiptología, sino un historiador que al parecer daba clases en Oxford tal como se detallaba en el prólogo. Pero había una referencia clara a lo que buscaba Clive.

Según los estudios cruzados de civilizaciones encontramos referencias en tablillas sumerias sobre un 'reino de oscuridad' en Egipto. Aunque desgraciadamente la interpretación de las tablillas sumerias puede llevarnos a confusión la traducción más literal podría ser que tras el reinado de Jasejumuy, de la II Dinastía. Mientras que la corriente egiptológica actual atribuye el paso de la II a la III Dinastía a través del matrimonio de Nebka con Initkaes, la hija de Jasejumuy, las tablillas sumerias hablan de 'los llegados del mar' que tomaron el país por la fuerza trayendo 'dioses sin rostro' de la profundidad de los mares.

De hecho en una de las tablillas más crípticas dejados por los sumerios se habla de la lucha contra los que vienen de las estrellas y la rebelión egipcia para recuperar a sus dioses atados. Todo hace suponer que existe por tanto un evento de magnitudes enormes —pues los sumerios parecen mencionar en esa tablilla la posibilidad de que uniesen sus ejércitos a los de los egipcios rebeldes— sobre el que la historia ha pasado de puntillas.

Por desgracia los historiadores posteriores no han aportado dato alguno sobre este tema y debemos esperar a que nuevos descubrimientos de la época nos desvelen esa historia oculta. Pero la pregunta que aquí debemos hacernos es: ¿cuál es el motivo por el que un conflicto que sin duda tuvo la misma magnitud que nuestra reciente Gran Guerra fuera ignorado u ocultado por las generaciones venideras?

Actualmente, por supuesto, podemos poner en tela de juicio estos acontecimientos y pensar que son leyendas tales como la de Gilgamesh pero ¿acaso no existen pruebas de que toda leyenda tiene una base histórica que sirve de semilla? Las descripciones de la tablilla son tan concretas, citando incluso movimiento de tropas y grano, que parecen referirse a hechos reales. Las licencias poéticas como las tormentas invocadas por sacerdotes o la existencia de criaturas demoníacas pueden extrapolarse fácilmente a hechos más mundanos. Es fácil, por tanto, arriesgarse a plantear una duda razonable sobre la realidad de estos hechos.

Sólo Platon, en alguno de sus escritos, vuelve a referirse a este pueblo venido de bajo el mar como los Atlantes y relaciona a los egipcios como sus descendientes. Cierto es que a partir de la III Dinastía, justo después de la caída de los extranjeros y su Faraón Oscuro, la civilización egipcia alcanza cotas inexplicables de avances tecnológicos con respecto a sus vecinos.

Quizás un estudio más detallado de las tablillas que engloban la colección conocida como Lote XIV de Nipur, guardada en el Museo Británico, nos pueda aportar más información. Tampoco se puede descartar las referencias que se hacen a libros muy posteriores como el Necronomicon, escrito en el siglo VIII, donde al parecer hay un capítulo dedicado en exclusiva al Faraon Negro. Sin embargo dicho libro, que entra más dentro de la teología siniestra o directamente la magia negra, quizás no sea tan fiable como un documento histórico de la época original.

Clive revisaba una y otra vez estos párrafos. No era información fiable, desde luego, pero trataba el tema que le atañía desde un punto de vista académico y hasta cierto punto escéptico, aunque sin descartar nada. A veces podía comprender la fijación de Barnacus por estos asuntos. ¡Era tan apetecible pensar en un descubrimiento histórico de esta magnitud que aún no estuviera documentado!

Miró su reloj de bolsillo. Llevaba unas horas buceando entre toda esta documentación y eran casi las 12:00 del mediodía.

Mientras desayunaba tranquilamente como en sus tiempos jóvenes, rodeado de libros y apuntes de los mismos, le encargo a Rahjnat que le trajera un mapa de Londres y varios indicadores. Tras colgar el mapa en una de las paredes uso el indicador mas llamativo para marcar la localizacion del hotel y a continuación marco la ubicación de la universidad de Oxfrord, el Museo Británico y la de Phinneas Hobston. Tras esto se dirigió al joven ayudante.

- Joven ¿cuanto cree que tardaríamos en coche a estas ubicaciones? -se llevo la mano al monoculo- ¡Ah si! casi lo olvido... -marco la ubicación del futuro museo de Abbendor en el mapa- ¿conoceis alguien con muy buen pulso, un relojero quizás?

Continuo desayunando mientras apuntaba mas informacion en su libreta y obtenía respuestas para trazar lo que seria el curso de accion para terminar el dia. Entonces alzo su mirada hacia el techo mientras remataba el cafe.

- Eric... Malister.... ¿Os suena de algo ese nombre, Rahjnat?

La pregunta claramente era un arma de doble filo. Evaluaría tanto su respuesta oral, como el lenguaje corporal del joven durante la misma.

El joven examinó los puntos del mapa.

—Pues Oxford está a unas cuatro horas¹ de aquí sahib. En cambio al Museo Británico y las obras del museo Abendor podemos llegar en menos de media hora, no están demasiado lejos, igual que Lime Street².

Cuando preguntó sobre alguien con buen pulso enarcó una ceja.

—No conozco a ningún relojero sahib pero puedo preguntar. Y al señor Malister sí que lo conozco. Se encarga de la gestión de algunos negocios de lord Abendor. Le ayudé con la preparación de su viaje a Egipto.— sonrió como si recordara algo gracioso — Hay gente que no está preparada para salir de su casa y ese es el señor Mallister. Lo más lejos que había viajado fue hasta Liverpool y no le hacía gracia el encargo de tener que ir hasta Egipto para cerrar unos negocios. De hecho creo que tras eso se debió despedir porque no volví a verlo en la mansión de lord Abendor.

El chico parecía sincero en sus afirmaciones: su sonrisa inicial y un cierto pesar sin preocupación por saber que alguien había dejado de trabajar para su jefe por un motivo tan absurdo como hacer un viaje.

Asintió a las explicaciones de Rajhnat y empezo a tomar notas en la mesa y a revisar algunas tarjetas de su cartera. Una vez hecho esto se dirigio al joven.

- Sin duda algun esta claro porque el señor Abbendor le tiene en tan alta estima... -dijo caargando la pipa de tabaco- si no es mucha molestia, consígame una cita con el fotógrafo del que hablamos ayer para esta tarde, y si puede conseguirme a un maestro relojero tambien. -la prendio- Yo voy a bajar a recepción a hacer una llamada para concertar la cita de Oxford para mañana a medio dia. Luego saldremos para Lime street, y si hay tiempo me gustaria pasarme por la residencia de Malister a presentar mis respetos... quiza hayan tenido noticias de el.

Tras esto el anciano se incorporo, tomo su bastón y se encamino hacia la puerta, tras dejar todos los libros guardados en la caja fuerte y tomar la figura. A continuación procedió a bajar al teléfono del recibidor. Donde llamo a la universidad de Oxford.

Mientras el muchacho iba a resolver los recados Donovan fue a recepción para pedir que le pusieran en línea con Oxford. No le fue complicado que lo hicieran y, una vez en línea con la universidad, tampoco le costó tener al aparato a Oswald Ferris, el autor de 'Cultos perdidos de la antigüedad'.

Clive espero al descuelgue del telefono al otro lado de la linea y pregunto por el rector. Tancsolo queria solicitar una cita con el señor Ferris para no hacer un viaje tan largo en vano, ma cual fue su sorpresa cuando le pasaron con el autor directamente.

- Es un verdadero placer señor Ferris. Soy el Doctor Clive, y la verdad es que me gustaria concertar una cita con usted para a
hablar sobre su publicación, 'Cultos perdidos de la antigüedad', aprovechando que ahora mismo estoy en Londres. -hizo una pausa tras la presentación antes de continuar- Asi pues usted dira si puede recibirme, digamos... ¿mañana?

Clive espero pacientemente las respuestas de su interlocutor, lo ultimo que queria era que le tomara por otro periodista sensacionalista o en su defecto por uno serio que buscará reirse de el.