Partida Rol por web

Freddy hizo un gesto con la cabeza para que Clive avanzara según lo acordado. Cargó su pistola y dejó que el arqueólogo iniciara la acción.

—Prepara el arma muchacho —le susurró a Stuart casi como si se tratara de un adulto más que un crio—. Y tú en silencio si en algo aprecias la vida de tu señor Clive.

Tras las palabras avanzó una par de pasos para tener mejor visibilidad y amartilló la pistola, en espera de que Donovan Clive hiciera algo.

Cuando todos habian tomado sus posiciones y Freddy le hizo la señal comenzó a caminar lentamente por el túnel. A cada paso que daba golpeaba con el extremo del bastón en el suelo asegurándose hacer suficiente ruido y que le proporcionara la estabilidad suficiente para no dar con sus viejos huesos el rio.

- ¿¡Señor Barnacus!? ¿¡Eric Mallister!? ¿Hay alguien aqui?

Estaba bastante asustado, intentar negarlo era como intentar olvidar lo que habia visto hacia apenas unas horas. Pero si su instinto no le fallaba aquellas dos figuras serian esos nombres que habia mencionado. Hablaba a suficiente volumen para que pudieran oirle mientras continuaba caminando hacia delante.

- Mi nombre es Donovan Clive, y creo que tengo algo de su interés... Creo que podríamos llegar a un acuerdo.

Si alguien le salia al paso de manera hostil amenazaria con soltar la estatuilla en el rio de mugre que corría bajo sus pies y que la corriente lo hiciera desaparecer. Si le daban el alto alegaria que necesitaba el bastón para no caerse y la otra mano para sostener la estatuilla. En ambos casos aunque dejaría ángulo de tiro al detective y el cochero, el emprendería una accion diplomática y elocuente para atraer la atencion sobre su persona.

... hasta aclarar esto no contesto :P

Clive avanzó con la figurita en la mano pero en su actitud se notaba su predisposición a deshacerse de ella si algo se torcía. El gradullón del sable, sin embargo, pareció dispuesto a obviar la oferta de paz y avanzó con una sonrisa bobalicona hacia el anciano. Freddy, en el túnel, amartillaba el arma mientras Rajhnat se tensaba dispuesto a saltar para defender a su sahib.

—¡Detente necio!

La voz de uno de los encapuchados resonó incluso por encima del barullo que llegaba del otro túnel. El grandullón se detuvo mostrando una estúpida mueca de desconcierto. El otro encapuchado parecía estar recitando algún tipo de salmo de forma continua. Los niños, atados a la tubería, ya habían dejado de sollozar pues no les quedaban lágrimas. Agotados y casi inconscientes sólo parecían esperar el final con resignación.

—No le conozco señor, pero parece que usted si conoció al antiguo Mallister.— el encapuchado se refería a si mismo como otra persona. Clive había dado en el blanco en ese caso ¿sería el otro realmente Barnacus? —Sabíamos que estaba aquí porque hemos sentido su poder hace poco. Por desgracia nuestros enviados no lograron su objetivo. ¿Por qué viene ahora a ofrecérnosla?

Mientras el otro hablaba Clive había avanzado hasta la cámara haciendo retroceder con su paso al gigantón, que todavía no sabía que hacer. El de la capucha repitió su pregunta:

—¿Por qué nos la ofrece ahora?— había un deje de desconfianza evidente en su repetición.

La capucha había caído para mostrar el rostro de Mallister. A Clive le costó reconocerlo de las fotos que había visto de él. Se había rapado por completo y en su mirada había una intensidad que distaba de ser tranquilizadora. Un aura de poder lo rodeaba de manera casi mística¹.

Stu se apretó contra la pared cuando Donovan avanzó alzando la voz haciendo que todos miraran a la salida del puto tunel pro el que iban.

A la mierda el factor sorpresa, al menos de momento lo que pretendieran había quedado paralizado, pero ¿Qué hacer? solo había una salida y todos los putos ojos estaban puestos en ella, cuando deberían estar mirando en la otra maldita dirección. Si iba a haber hecho eso podría haber pensando en decirselo para darle margen de acción en lugar de dejarle vendido.

Vale, si todos miraban en esa dirección, Stu debería acercarse por otra dirección, pensó un instante y se metió por una de esas tuberías haciendo memoria de la ultima vez, igual podía acercarse por otro lado y tener mejor posición para acercarse a los muchachos. Si es que Donovan no les señalaba por donde se acercaba, otra vez.

Donovan continuo avanzando si temor, no en vano habia visto cosas mas horribles en su vida, y tras lo ocurrido hace un rato, estaba curado de espanto. Siguio caminando e incluso paso al gigantón de largo mientras se dirigia aqui n le había contestado. Tenia que asegurarse la atencion de toda la comitiva si queria que el resto tuviera una oportunidad. Pudo ver a los niños abatidos y eso no hizo sino redoblarle mas fuerzas para hacer lo que tenia en mente.

- No hemos tenido el honor. Pero esto -mostro la estatuilla- Le da a uno el conocimiento necesario en la situacion apropiada, señor Mallister, usted... bueno, su antiguo usted, trabajo para la misma persona que me contrato a mi, el señor Abbendor.... -continuo caminando hasta estar justo frente al señor Mallister y le tendió la mano, no sin antes prescindir del bastón y llevárselo bajo el brazo que tenia la estatuilla- - Mi nombre es Donovan Clive, y soy arqueológo y hombre de ciencia, a menos, hasta hace unas horas, que me tope con sus... ¿secuazes?- sonrio de medio lado- Entre eso y las visiones uno se plantea cosas... Llevo en Londres apenas dos dias, el mismo tiempo que lleva la estatuilla en mi poder, y ustedes, amigos mios, no son fáciles de encontrar. Ademas casi pierdo la pieza a manos de unos Barbaros...

Tras el saludo se recolocó con una mano apoyada en el bastón y la otra aferrando la estatuilla con egoísmo mientras no para de mirar en rededor, evaluando la zona, y las posibilidades, para echarse a un lado llegado el momento.

- Lo que quiero son respuestas... respuestas que la ciencia no me puede dar. Asi podre lavar el buen nombre de mi amigo Barnacus...

Freddy se mantuvo en las sombras tratando de mantener controlados todos los frentes. Por un lado Clive hablando con los sectarios, el muchacho por el otro y finalmente el cochero que estaba tensionado tras de si.

Apretó la pistola dentro de su mano y tiró lentamente del martillo para que éste apenas sonase al encajar en su posición. Estaba listo para lo que tuviera que venir.

El hombre, para sorpresa del Rahjnat y del gigantón, aceptó la mano del recién llegado. Cualquiera diría que se estaban encontrando en un pub de la superficie en vez de medio de las alcantarillas, en medio de un ritual de corte satánico.

—Me alegra saber que tiene usted amplitud de miras, señor Clive. Mi caso fue un tanto distinto. Digamos que antes de viajar al Cairo ni siquiera sabía nada de esa gran civilización más allá de que habían sido los constructores de las pirámides.

Los ruidos del túnel del oeste eran cada vez más escasos, como si la batalla campal estuviese llegando a su fin. El sumo sacerdote, pues Mallister no podía ser otra cosa, le hizo una seña al gigantón para que fuera hacia allí. El bruto dudó un momento pero la mirada acerada de su amo no admitía discusión.

Ese fue el momento que Stuart aprovechó para colarse detrás de las tuberías hasta donde estaban los niños. Al llegar allí comprobó que estaban atados con una cuerda resistente y bien anudada, así que sacó su navaja para liberarlos cuanto antes. Uno de los niños, al verlo, abrió mucho los ojos¹.

—En realidad, señor Clive, usted sabe que esa estatuilla no tiene un valor más allá del meramente arqueológico ¿verdad? Es la piedra que estaba en su interior la que en realidad nos importa. ¿Cómo han llegado tan lejos? ¿Debo suponer que siguiendo el rastro de Hobston?

¿Los había calado? Freddy apuntaba cuidadosamente a Mallister desde las sombras².

El gordo estaba llegando al pasillo por el que deberían aparecer en algún momento el padre Saúl y sus hombres, mientras que el otro encapuchado seguía entonando el extraño cántico, que iba in crescendo.

Sonrio mientras llevaba a cabo el apretón y asintió a las palabras de Mallister para luego soltarla mano mientras permanecia colocado estratégicamente acaparando su atención, para que el pequeño Stu pudiera colarse y el detective tuviera linea de tiro.

- He de reconocer que darse de bruces con lo que llamaba "sobrenatural" y casi sufrir un infarto te hace replantearte segun que cosas. Como dije, busco respuestas.

Volvió apoyarse con el baston en el suelo dando un golpe seco con este en el mismo al recolocar el peso de su viejo cuerpo sobre este, con la esperanza de que este llamase la atencion de los cultistas y los niños. Fue entonces cuando vio al Gigantón irse hacia el túnel por el que se supone vendria el Padre Elias. Mas les valía a todos estar en sus posiciones, porque el tiempo se les acaba y la ocasión la pintaban calva. En el momento que quedase en la sala tan solo con ambos encapuchados y los niños seria la ocasión perfecta.

No era tonto, sabia que la estatuilla cadecia de valor y lo que queria era la gema, pero con un poco de suerte no habia visto la jugada. Se vio tentado por preguntar por los niños, pero eso podría poner en peligro el plan, asi pues se controló.

- Entonces no le importara devolverme la estatuilla cuando terminen con ella, para mi si tiene cierto valor. Solo una cosa mas ¿Conoció usted a Barnacus? ¿Lo encontró usted en el Cairo?

Clive se tendiole la estatuilla a sabiendas de que estaba vacía pero cerrada al tiempo que daba un paso lateral dándole linea de tiro completa a Freddy. Este movimiento fue lento y fluido sin perder el contacto vidual con Mallister en ningun momento, preparandose para cualquier argucia que pudiera intentar llevar a cabo contra el, desde retenerle hasta atacarle. Bajo ningun concepto dejaria que le usaran de rehén o escudo humano.

Freddy tenía varios frentes que cubrir desde su posición. Por un lado el muchacho que había llegado hasta la posición de los niños. El chico había demostrado valerse por si mismo y ser listo así que Freddy solo lo miró de soslayo para controlar su posición. El gigantón iba a comprometer la entrada del padre Elías y el padre Saúl. Estuvo tentado en dispararlo pero eso comprometería la acción de Clive así que apretó los dientes y lo dejó marchar.

Detrás de él seguía el cochero que, al parecer, mantenía la posición. Freddy no podía dejar de tenerlo controlado pero en esos momentos la atención del detective estaba en Mallister y su conversación con Donovan. Pero alternaba la mirada sobre ese sacerdote que entonaba el cántico.

—¿Sabes disparar? —susurró para que solo Rahjnat lo escuchase—. Quiero que apuntes al sacerdote y que tengas todos tus sentidos en él. A mi orden, disparas¹. ¿Podrás hacerlo?

Stú devolvió la mirada al niño y se llevó un dedo a los labios. Y señaló al matón que se iba para cerrar el puño. Si hablaba ahora ese tío daría la vuelta. La mirada de confusión de esa rata callejera le dijo que no le estaba entendiendo.

Mientras tanto buscaba acercarse más, sin ser visto para poder liberar a todos los niños de golpe.

Mallister sonrió a Clive:

—Los dos sabemos que la piedra no está en la estatuilla. Su presencia mágica fue lo que hizo que mandásemos a los dos profundos en su búsqueda.

El arqueólogo iba a contestar algo pero en la mirada del sumo sacerdote se leía claramente que el farol no iba a colar¹. Fue en ese momento cuando uno de los niños lanzó un grito al ver a Stu, pese a las advertencias del muchacho².

—Creo que el muchacho llega demasiado tarde.— dijo sin dejar de sonreír mirando hacia el lugar donde estaba Stu³.

En ese momento el otro encapuchado detuvo su cántico. Entonces todos se dieron cuenta de la verdadera jugada. No era Clive quien entretenía a Mallister ¡sino al contrario! El sumo sacerdote estaba esperando a que su ayudante terminase la letanía. De pronto el niño que había lanzado el grito comenzó a retorcerse mientras su piel se hinchaba como si miles de gusanos se removiesen bajo ella, a la par que se volvía negra como el cuero de un cuerpo momificado. Stu, que era el que estaba al lado, contemplaba horrorizado aquella escena⁴.

Fue entonces cuando Freddy notó un calor intenso en su bolsillo, en el lugar donde tenía la piedra.

—Ahora —dijo Freddy justo antes de que su pistola resonara en aquel lugar.

La bala de Freddy fue a impactar en el pecho de Mallister. Había sido un buen tiro pero esa gente no jugaba limpio y había que estar preparado. Freddy se movió en la oscuridad cambiando su posición de tiro con la esperanza de confundir al sacerdote.

- ¡Cabrón! - Dijo Stu con los dientes apretados cuando comprendió que lo que venía no iba a ser bonito. Pero aquella palabra quedó ahogada por la detonación de un arma de fuego.

Se precipitó sobre los otros tres niños restantes a liberarlos, no parecía que lo que le pasaba al primero era que les fuera a invitar a un trago.

El disparo de Freddy impacto de lleno a Mallister en el pecho e hizo que éste se contrajese un paso hacia atrás. Clive vio claramente como la bala se introducía en su cuerpo ¡pero no vio sangre alguna!¹ El sacerdote se reincorporó con una sonrisa, mirando al arqueólogo a los ojos.

El calor de la joya en el bolsillo de Freddy se hacía casi insoportable².

Donovan observo con asombro como la bala impactaba en el pecho de Mallister sin sangre alguna mientras sonreía. El anciano apenas tuvo tiempo de parpadear cuando vio que se reincorporaba.

Extrajo el posamanos del resto de su bastón, el cual tenia una peque hoja de unos 30cm como un estilete y lanzo un ataque sobre el cuello de sectario sin dudarlo, intentando conseguir lo que el proyectil no habia logrado. Era su ultima oportunidad, algo le decia al viejo, que si se ponia completamente en pie seria su final.

El estilete de Donovan buscó el cuello del sectario pero éste parecía inhumanamente atento a todo lo que sucedía a su alrededor y se apartó tan rápidamente que sólo acertó a cortar el aire.

—Ha sido un placer señor Clive.— dijo el hombre mientras su mano alcanzaba al anciano en el pecho.

Era como si aquella mano portase un tizón ardiente en su palma, quemando la chaqueta y camisa del arqueólogo, atravesando su piel provocando unas quemaduras que hicieron que se retorciese de dolor. Sin embargo logró aferrar la muñeca de su enemigo para evitar que aquel puño atravesase su carne como pretendía en un principio.

Puede que aquello sorprendiese a todos pero no menos que el temblor que de pronto sacudió el lugar. El encapuchado cayó de rodillas justo en el momento en que el suelo empezó a resquebrajarse y se abrió una enorme grieta de dos metros de ancho que separaba la zona donde estaban Clive, los sectarios, los niños y Stu del túnel en el que estaban Freddy y Rajhnat. Un pestilente olor llegó desde las entrañas de la tierra y un ruido lejano que se aproximaba a gran velocidad, como millones de pequeñas patas en una desesperada carrera hacia la superficie.

—¡Ya vienen!— aulló casi en un éxtasis Mallister —¡La horda oscura preparará Londres para la Gran Llegada!

Otro de los niños aulló desesperado. Stu intentaba liberarlo lo más rápidamente que podía viendo como las llagas empezaban a supurar por su piel. Entonces se escuchó un disparo cuando Rajhnat le voló la cabeza al sacerdote que realizaba la invocación. Para alivio de Stu las heridas del niño se cerraron tan rápidamente como se estaban formando. Pero aún tenía que liberar a otros dos.

—Mi trabajo aquí ya está hecho.— Mallister parecía ignorar el cadáver de su sicario —Servirán de alimento a la horda.

Y murmurando unas palabras vieron como su figura se deshacía en una miriada de pequeños de escorpiones que se dispersaron por la oscuridad de las alcantarillas, dejándolos a solas con aquello que fuera que estaba sucediendo.