Partida Rol por web

El oficial arquea la ceja como si no comprendiera de lo que le hablaban... Pues no, no se de que forasteros me hable, aun que tengo que admitir que también somos forasteros, el asunto es que soy oficial de policía y he venido investigar algunos extraños asuntos de los cuales seguramente ya ha escuchado... William guarda silencio un instante esperando que el bibliotecario se adelante a dar le alguna pista...

Hernán pega un trago a su petaca de tequila y se lleva la mano a la frente para apartarse el pelo, aburrido de pasear por el pueblo. ¿Acaso no había ningún rincón lo suficientemente macabro como para hacer de él su tumba? ¿Un buen atardecer que dibujar?

Aún no muy seguro de lo que hacía, guardó su preciado depósito de tequila y se arrastró hacia el edificio rotulado como "Winnemuck Bee", tratando de ahuyentar al tedio por unos instantes. Aunque quizás no fuera más que una estúpida sociedad apícola.

- Buenas tardes -saludó cuando entró al lugar, con su voz pastosa debido al alcohol.

Watson vuelve de nuevo a la habitación de Collins. El resto de sus compañeros se han marchado a otros menesteres, y la verdad es que la zona del despacho del cuarto esta en tal estado que da horror empezar a recogerla. Pero Watson no era una persona que se andase con remilgos.

 En dos horas todo estaba perfectamente recogido y archivado, tanto las pertenencias de Larry como los papeles y escritos que hay en el despacho y que pueden servir como pistas.

Al entrar en el edificio Hernán se da cuenta de qúe se trata. De hecho, es un "lugar de trabajo" bastante familiar para él. La redacción de un periódico, en este caso un pequeño periódico local.  Hay un poster en el pequeño Hall de entrada.

"WINNEMUCK BEE: El diario de la comarca de Alpena desde 1873"

Parece que hay poca gente en el interior. La sensación del lugar para Hernan es de "periodicucho", y eso que él tampoco escribe sus articulos de ocultismo en diarios o revistas muy importantes precisamente, pero el tipo de gente que hay dentro no parece ni que tenga título de Periodismo. Mas bien parecen palurdos de pueblo jugando con la maquina de escribir.

En la recepción hay un hombre con un bigote blanco y poco pelo, de unos 60 años. No es el único que le esta mirando mal. Javier Hernán duda si se trata de su olor a alcohol, su acento mexicano o ambas cosas.

- Buenas tardes. ¿Que busca?

-Dígame de qué se trata, caballero. Aunque me lo imagino, seguro que viene usted preguntando por esos dichosos temblores. Aqui en Winnemuck hay poco mas de lo que hablar... si, no hay mucho más.

Permanezco callado, mirando los libros que hay por los estantes, mientras escucho la conversación. Se que la gente se relaciona mejor con los demás, así que conozco cuando he de pasar desapercibido; y este es uno de esos momentos. Mejor dejar hablar a William...

William sonríe para su fuero interno... Exacto, justamente a eso me han enviado, el caso es que hay un doctorcillo creando alboroto en la ciudad diciendo no se que tanta sarta de tonterías y me han quitado mis vacaciones para venir a averiguar de que se trata... Dice el oficial en tono de fastidio... Espero que pique...

Pues una vez finalizada la tarea pendiente me retiro a mi cuarto donde dejo las pertenencias de Collins y me preparo a descansar hasta la hora de la cena.

Javier se lleva una mano a la cabeza para peinarse un poco el pelo mientras entrecierra los párpados debido al alcohol, tratando de improvisar algo antes de que aquél hombre le echara de allí. Lo cierto es que no se planteaba la opción de que nadie le atendiera para nada, por obvia que pudiera parecer. El dichoso velo del tequila.

- N-nada en especial, la verdad... Bueno, sí. Leí un artículo suyo muy interesante sobre un tal Whittaker, un deforme que se dedicó a asesinar a las gentes de esta villa a golpe de hacha...

Cualquier persona se daría cuenta de lo poco delicadas y acertadas que resultaban estas palabras, pero para alguien tan obsesionado con la muerte y que siente una excitación tan morbosa al hablar sobre ella como Hernán, no lo eran en absoluto, y menos aún cuando todo ello estaba condimentado con una buena cantidad de alcohol.

Bueno, estaba interesado en arrojar un poco de luz sobre ese caso y, si ustedes lo permiten, que su periódico y la prestigiosa revista Strange Tales, de Chicago, en la cual trabajo, hagamos una colaboración. Apuesto a que tienen ganas de echarle el guante a ese deforme *hic*, sólo hay que tener un poco de valor e investigar...

Usted pregunte y veamos si puedo ayudarle... pero ¿A que doctorcillo se refiere?

El bibliotecario mira de reojo a Roderick O´Nolan, que se encuentra algo apartado de la escena, mirando de reojo los estantes.

Les recuerdo que no pueden tocar ningún libro sin mi permiso a menos que tengan tarjeta de usuario de la biblioteca, caballeros.

El hombre arquea una ceja, sorprendido y con algo de malestar al escuchar el nombre de Whittaker y el acento de Hernán, y no parece que tenga cara de muchos amigos.

- Déjeme algo de documentación que acredite que es usted periodista, señor.

Demonios! Larry Collins desde luego, como le decía, algunas personas se empeñan en asegurar que estos temblores son algo mas que el acomodamiento de placas teutonicas y ya sabe, quisiera escuchar lo que alguien tan docto como Usted tiene que decir al respecto, sobre todo por que conoce la zona. El policía hace caso omiso de la advertencia a propósito para que su compañero pase desapercibido, o al menos todo lo desapercibido que se pueda.

Ante las palabras del bibliotecario, vuelvo junto a Simpson, con cara de disimulo, como si no hubiese hecho nada.

Javier Hernán se lleva las manos a los bolsillos mientras trata saliva y trata de serenarse. Qué idiota, después de tantos años aprendiendo a disimular su acento mexicano y a aparentar un estado de embriaguez mucho menor ante jefes y señoritas, se le había olvidado por completo hacerlo en esta ocasión.

- Documentación... -masculla, con una voz mucho más clara y serena, mientras saca su cartera del bolsillo izquierdo y muestra una tarjeta de la sede de Strange Tales, cuyo uso era más bien el de indicar la dirección de ésta que una auténtica acreditación- Tenga, esto es lo que llevo encima, el pase de prensa me le dejé olvidado en el hotel. Siento lo de aquel espeluznante caso, perdón por mis modales. Mi nombre es Javier Hernán, encantado.

El periodista tiende su mano al anciano, esbozando una sonrisa. No era la primera ni la última vez en la que cambiaba de rostro ante el público para resultarle más grato, había depurado mucho su técnica en todas aquellas entrevistas de trabajo en las que le rechazaron hasta que dió con Strange Tales.

El hombre estrecha la mano pero con poca fuerza, simplemente por educación.

- ¿Qué es lo que quiere entonces? Aquí el tipo de periodismo que usted hace no nos interesa, y para poder entrar a la hemeroteca tendrá que explicarme que tipo de reportaje va a hacer usted sobre este pueblo exactamente. No nos gustan los curiosos ni los morbosos y por el nombre de su publicación no me da muy buena espina...

¿Placas tectónicas? JA!! - Dice elevando escandalosamente el tono de voz, hasta el punto de que hace eco en el viejo edificio. - Hijo, se nota que es usted de fuera. Aqui nadie le hablará de placas tectónicas. Sé que para alguien de ciudad como usted esto puede sonar a chiste, pero le garantizo que aqui nadie le hablará de placas tectónicas, sino de esos malditos Whitaker - El apellido lo dice con desprecio, como si fuese una palabra malsonante.

Os mira durante unos segundos y vuelve a sus tareas.

- No estoy seguro de que esa sea el tipo de historia que ustedes desean escuchar, no...  No hay placas tectónicas en ella. Mejor sigo con mis quehaceres.

Henry Watson recoge cuidadosamente sus cosas y baja al piso inferior preparandose para la cena. Apenas han comido en todo el dia y empieza a apretar el hambre.

Allí sólo esta la mujer que regenta el sitio, y un hombre de unos cuarenta y pico años cenando y charlando con la mujer. En cuanto entras en el pequeño salon se callan.

El hombre, mirandolo bien, parece un reverendo. Te mira con respeto mientras la mujer te sirve un plato de sopa caliente con trozos de pollo, no parece muy apetitoso.

- Usted debe de ser uno de los nuevos "visitantes" de Winnemuck, ¿verdad? Todo el mundo habla de ustedes. - Dice sonriendo, de repente. - Disculpeme, soy el reverendo Wilson. - El hombre te ofrece la mano para que se la estreches, invitando a presentarte y a entablar conversacion. El tipo de pronto parece extremadamente simpatico, en contraste con el silencio que se ha producido en cuanto has entrado en el comedor.

No por favor... Dice el viejo lobo que ha escuchado algo que puede ser interesante. Que hay con ellos, digame?

Henry sonríe a las dos personas que están en el comedor. Mira su reloj y hace un comentario sobre la poca puntualidad de sus compañeros. Cuando se presenta el reverendo Wilson hace lo mismo presentándose como doctor.

Soy el doctor Watson y vengo desde Nueva York. No esperaba quedarme aquí más que unos días pues acudí en petición de mi colega el señor Collins.
¿Y dígame que habla toda esa gente sobre mi? La hospitalidad en este lugar no se parece apenas a la del lugar del que yo vengo...

El hombre cierra el libro que acababa de abrir.

- Es la segunda vez en un dia que tengo que hablar de esos malditos Whittaker, y llevaba años sin pronunciar esa palabra... Pues bien, le diré que esos temblores no son naturales, son producto del odio que tiene ese Bill Whittaker a todos los habitantes de este pueblo. Los provoca él. ¿Le parece absurdo? Pues es la verdad. Los Whittaker era una familia de Winnemuck de las mas antiguas. El pueblo era prácticamente suyo, si.  De hecho, tan suyo que consideraban que el bosque era de su propiedad. Recuerdo cuando era pequeño que estaba totalmente prohibido ir allí, y también era así en los tiempos de mi abuelo. La gente de aqui no nos acercábamos de ninguna manera, no.

 El anciano hace  una montaña de libros como si hubiese terminado la narración, pero prosigue.

- Hace exactamente 10 años, el 12 de Agosto de 1926 empezaron a ocurrir cosas horribles en el pueblo. Digamos que los Whittaker nunca han sido una familia precisamente agraciada, pero había uno en concreto, el pequeño Tommy Whittaker, que, no se como decirlo sin parecer falto de tacto, pero no parecía humano. Era un ser totalmente deformado, de hecho los médicos consideraron un milagro que consiguiese nacer vivo y tampoco le dieron nunca una gran esperanza de vida. El problema vino cuando varios jovenes del pueblo le perdieron el "respeto" que se les tenía por el mero hecho de ser un Whittaker, y lo agredieron brutalmente. Y aquí es donde entra en juego el verdadero monstruo, su hermano Bill Whittaker, que fué a defender a Tommy y se organizó una buena en el pueblo.

- Esto provocó que mucha gente del pueblo empezase a rechazar abiertamente a los Whittaker, a no temerlos. Diablos, casi parecía que los fuesen a linchar publicamente. Al dia siguiente, Bill y su hermano Tommy desaparecieron. E inmediatamente, y hasta el día 20 de Agosto, día en el cual se tiene la ultima pista de Bill Whitaker, desaparecieron numerosas personas del pueblo mutiladas y descuartizadas en los alrededores del bosque. Lo ultimo que se supo oficialmente de los Whitaker fué una carta que mandó Bill al diario Winnemuck Bee. Pero aqui, en ese pueblo, todos sabemos de culpa de quién son los temblores, por supuesto. Los hace Bill Whitaker... no os quepa la menor duda. ¿Era esto lo que querian oir o es demasiada superchería para alguien de ciudad como ustedes?