Partida Rol por web

Ibeq es un oasis en el norte de Katapesh (la región, no la ciudad). Aunque esta lejos de las grandes caravanas, el comercio por la zona es importante y todo tiene que pasar por Ibaq. Como resultado el emir es inmensamente rico y poderoso.

Normalmente los emires Halcón no viven en Katapesh (la ciudad), sino en Ibeq, donde tienen su corte. El palacio de la ciudad esta generalmente habitado por las ramas menores de la familia, primos, sobrinos, etc... Ellos pueden disfrutar de la ciudad, y no resultan una amenaza para el Emir.

El Emir actual es un caso extraño, aunque se crio en Ibeq, como todos los hijos del Halcón no estaba destinado a heredar el trono, ya que era el segundo hijo. Cuando su hermano accedió al trono se vino a vivir a Katapesh (la ciudad), donde paso al menos 5 años.

De forma misteriosa su hermano abdico y desapareció sin dejar hijos, con lo que el actual emir accedió al trono. Abandono la ciudad y se incorporo a sus deberes. A pesar de todo, no pasan más de cuatro o cinco meses sin que venga a Katapesh a pasar unos días, cosa que antes nunca había hecho ningún emir.

Cita:

Jaali miro con disgusto al tipo feo que le habia llamado perro. Iba a soltar un insulto cuando vio un destello de la armadura y las armas que portaba al cinto, prefirio callarselo. Sin embargo no pudo reprimir soltarle el rollo sobre el Sultan.

El Emir es el sexto de su lineaje, aunque el primero de su nombre. Normalmente los emires Halcón no viven en Katapesh (la ciudad), sino en Ibeq, donde tienen su corte. Este palacio esta generalmente habitado por las ramas menores de la familia, primos, sobrinos, etc... Asi, ellos pueden disfrutar de la ciudad y no resultan una amenaza para el Emir. – Mira a Morbo - Algo que sabrias si te hubieses preocupado un poco de donde vives. Aunque claro, supongo que alguien como tu prefiere pasar el tiempo con rameras y borracho. Tipico.

Jaali lanza una mirada de hastio como enfadado por la incultura del guerrero

El Emir actual, sin embargo, es el segundo hermano de cuatro y como tal no heredaba el Trono del Halcon. Por tanto, emigro de Ibeq a Katapesh. Sin embargo, su hermano abdico hace 5 años y desaparecio, con lo que ha accedido al trono despues de haberse acostumbrado a nuestra maravillosa ciudad. Por supuesto aunque vive en Ibeq, la capital donde esta el verdadero Palacio y la sede de los Halcones desde sus inicios, nuestro amado Emir no es capaz de estar demasiado tiempo alejado de Katapesh, y suele aparecer al menos un par de veces al año cosa nunca vista anteriormente. Por supuesto, del anterior Emir no pienso hablar en Palacio… - susurra – No seria muy inteligente.

Vuelve a mirar a su libro

Asi que, Morbo, intenta evitar que se fije mucho en ti, no vaya a ser que al Emir le deje de gustar la ciudad al ver el tipo de gente que aloja

Sin dejar de quitar la mueca. Vuelve a relamerse y dice

"Tss.. no te preocupes perrete. Hablas mucho pero dices poco. Con "algo de utilidad" me referia a, por ejemplo, para qué necesita tanta jauría"

Dorkas alzó levemente la ceja y por fin abrió un poco uno de los ojos mientras terminaba de roer uno de los muslos. Más vino para bajar la carne y volvió a hablar.

¡Eh, precioso, todos estamos aquí por un motivo! ¡Así que conten esa lengua para cuando estés en un burdel!

Tras dirigirse a Morbo, continuó con el otro muslo del pollo.

Perrete? Intentas intimidarme? Que me vas a decir despues, que obtuviste esa cicatriz en una batalla a muerte? Espero que ya hayas aprendido a no tocarte la nariz – Jaali mira a su alrededor con una mueca, esperando que la gente se ria, pero no parece que el “publico” le haga mucho caso.

En fin, la utilidad esta ahi aunque no la veas. No he dicho que aqui vive la familia del Sultan? Y no se, quizas haya desaparecido alguien? Un primo? Pero claro que va a saber un perrete. – Menea la cabeza y dice entre dientes– Demasiado bobo para mi nivel de inteligencia

Tse..  esta vez forzando más el sonreir "Demasiado bobo para mi nivel de inteligencia" 

pensando en lo que escuchó una vez decir a un pirata...

"Estaría acabado si la usases alguna vez!"

Jaali se sorprende ante la respuesta de Morbo pero al oir al enano gritar de nuevo, se mantiene en silencio con su libro.

Bueno, bueno, no es tan tonto como aparenta...

Algo aturdido aún por el intimidante todo de Jaali y el frio recibimiento de Ateela, casi podía verla mirarle por encima del hombro, se retira de ambos cuando le sorprende la voz del enano que parece acudir en su defensa. ¡Vaya! Nunca lo hubiera pensado de un enano.

Apenas tiene tiempo de acerle un gesto con la cabeza en señal de agradecimiento cuando se lía una bronca llena de palabras soeces y... ¡Dioses! Es que no tienen modales, estamos en el palacio del Emir.

Normalmente no tiene problemas de comunicación, pero esta gente está tan alejada de los mercaderes y noblecillos que frecuenta. Su falta de modales tan evidente, que se siente algo intimidado. Tratando de reflexionar se encamina a la fuente esperando que la belleza de la naturaleza calme sus nervios ¿Qué querra de nosotros el Emir?

Emir:

Ibeq es un oasis en el norte de Katapesh (la región, no la ciudad). Aunque esta lejos de las grandes caravanas, el comercio por la zona es importante y todo tiene que pasar por Ibaq. Como resultado el emir es inmensamente rico y poderoso.

Normalmente los emires Halcón no viven en Katapesh (la ciudad), sino en Ibeq, donde tienen su corte. El palacio de la ciudad esta generalmente habitado por las ramas menores de la familia, primos, sobrinos, etc... Ellos pueden disfrutar de la ciudad, y no resultan una amenaza para el Emir.

Ateela:

Lleva un símbolo de Sarenrae, el Fuego que Cura, La Flor del Amanecer, Diosa del sol.

El silencio cae en el patio durante unos minutos, roto por el ruido de pisadas proveniente de una de las cámaras adyacentes. Las cortinas dejan paso a un hombre de mediana edad, vestido con ropas lujosas acompañado de 4 guardias con los torsos desnudos.

- Buenos días - dice sin ceremonias el hombre de mediana edad - Soy Mahir Nashi, consejero del emir, por favor acompañadme a ver al señor - mientras habla hace un gesto señalado al portal, cubierto por una tela de seda del que acaba de salir.

El enano se incorporó, dejando la jarra de vino y los restos del pollo en el borde de la fuente, aprovechando esos instantes para mojarse las manos y limpiarse las mismas así como el rostros y el torso.

Colocó la rodela y la cimitarra en el fajín que calzaba la cintura e hizo una inclinación de respeto al consejero cuando les indicó que tenían que moverse.

Al pasar junto a Morbo, le dio una palmada en el brazo y le dijo Vamos, precioso, veamos si sigues siendo tan gracioso delante del Emir. tras lo que continuó andando, dejando que el sol bañase su piel.

Apresurandose a seguir al consejero Bethel se pone a la altura del enano - Antes no he tenido oportunidad de agradecerte que mediaras en mi defensa, y por eso creo que es justo advertir que sería mejor no acizar al caballero - el tono es dudoso al decir esta palabra mientras señala a Morbo con la mirada - a persistir en su actitud. Al fin y al cabo queremos causar una buena impresión en el Emir.

Raffius llega tarde a una cita que ni comprende ni le preocupa en exceso, porque se quedó demasiado rato contemplando cual bobalicón las interminables colecciones de arcos de piedra que componen algunos de los claustros del palacio, adornados aquí y allá con bajorrelieves policromados.

- Me pregunto si habrán usado djinn* para esto... Seguramente sí, porque... ¿Qué hombre podría haber contruido tal obra de perfecta geometría...? transmite tal sensación de paz... y a la vez me intranquilizan esas letras, coloreadas como serpientes siseantes... BUAG, odio las serpientes... son demasiado... demasiado serpientes.

Llega al patio donde esperan el resto de mercenarios conducido, o más bien arrastrado, por uno de los guardas, que le va dando ligeros empellones cada rato, porque si no Raffius jamás avanzaría.

- Oh vaya, ¡qué cantidad de gente! ¡Y qué extraños son! Parecen venidos de todas partes del mundo... aquí se está organizando algo importante, parece... sería genial poder verlo. Oh vaya, pero que feo es ese tipejo... me recuerda aquella vez que me colé en el circo y estaba el viejo aquel que tenía un ojo de cristal mágico...

Emocionado ante tal avalancha de posibilidades, Raffius saluda alegremente a todos, mientras levanta la barbilla con cierto orgullo de lo que dice:

- ¡Hola gente extraña! Yo soy Raffius. ¿Hace un maravilloso día hoy, verdad? Perfecto para tumbarse un rato a disfrutar de la mirada del sol en tu rostro... bueno, en el tuyo no -dice, dirigiéndose a Morbo, un tanto intimidado- quizá... podría hacerte daño. ¿Por cierto, cómo te hiciste eso? ¿Fue un dragón? Oh, claro, seguro que fue un dragón... o un coyote. Los coyotes son tan peligrosos... ¿te dan miedo los coyotes?...

Sin apenas dejar tiempo para la respuesta, corretea hacia el extraño hombre encapuchado que intenta leer un libro. Es un enorme tomo carcomido -Parece que el individuo en cuestión no parece tratarlo demasiado bien- de una tonalidad verde mohosa... a Raffius le da hambre... pero se acerca al personaje que lo sostiene, se sienta a su lado y le da una moneda que saca del bolsillo de sus harapos -toma, para que arregles tu libro -comenta con una sonrisa, y  sin demora se pone a mirar las páginas con genuino interés. Hasta suelta una exclamación de vez en cuando, y llama la atención del extraño sobre ciertos detalles: ¡mira, ahí habla del legendario Simbad, ¿conoces la historia? Es una de mis historias favoritas!...

El hecho de que Raffius no sepa leer parece ser un inconveniente menor.

A continuación se acerca al enano, y se queda mirando el arma. Es el acero más grande que jamás a visto y acerca lentamente la mano con intención de tocarlo, a ver que pasa. Seguro que se podría partir a un perro de un golpe con él... pobre perro...