Partida Rol por web

De la costa arenosa de Katapesh surgen más de una docena de grande muelles, en cada uno de los cuales atracan numerosos barcos. Detras, mirando hacia el Mar Interior se elevan el barrio portuario de la ciudad, compuesto de almacenes, tabernas, tiendas... y una gran estatua de un gigante cornudo, que mira amenazador al mar, como queriendo amedrentar a los enemigos de la ciudad.

En primer lugar el grupo del templo, y después el del palacio llegan a la taberna. Otra vez esta casi vacía, solo se ven el camarero medio dormido y un par de marineros borrachos. Os sentáis en la misma mesa alejados, y tras una pequeña espera volvéis a reuniros todos.

Jaali, mientras sorbe su te de pesh, cuenta al grupo a grandes rasgos lo que le ha contado Faki sobre Omar, su tio y el templo en medio del desierto. Por supuesto, evita hacer referencia al geas.

[...] Y eso es todo. En cuanto Dorwas accedio amablemente a esperar fuera, las cosas fueron sobre ruedas.

- Nosotros tratamos de sacar alguna información más de I'timad, pero aunque se mostró cooperativa no sacamos nada más. Y ya estaban limpiando la habitación del sirviente del principe, ¿quizás necesiten de sitio en palacio? Pero, no estoy convencido de que todo el mundo quiera que esta investigación avance rápido. - Su boca se calla al ver acercarse una camarera.

- Cerveza, - dice arrojando una moneda de plata que la muchacha atrapa al vuelo con la agilidad que da la práctica - asegurate de que está fresca guapa

 Jonova estaba tomando un poco de vino blanco, mientras escuchaba los resultados del otro grupo.

 - Celebro que haya sido tan provechosa esa última visita, por cierto, ¿no os dijeron hacia que lugar podríamos encontrar el emplazamieno de este templo?

Jaali extiende el mapa

Si, esta justo en esta zona. A pocas millas de la ciudad

Al menos sirve para algo más que para ensartar hojas afiladas... murmuró Dorwas mientras se tomaba la cerveza y escuchaba a Jaali explicarse... aunque una cosa no quita la otra.

Cuando ya esta todo dicho (*), os dipersais, cada uno a su casa o su lugar de dormir.

A la mañana siguiente, un día seco y soleado como casi todos, os vais reuniendo en la entrada Sur de la ciudad. Allí os espera Mahir, con siete camellos repletos de suministros: tiendas, comida, agua, palas, mapas, útiles para encender fuego, gruesas túnicas del desierto... Un grupo de criados se encarga de limpiar y preparar a los animales, vigilados por dos guardias atentos vestidos con los símbolos de Ibeq.

- He preparado todo lo que creo que podéis necesitar para tres o cuatro semanas, si necesitáis algo más solo tenéis que pedirlo. - comenta el consejero en cuanto os ve - Supongo que no lo necesitáis, pero tengo un guía disponible por si fuera necesario. - añade solicito - Por cierto, ¿sabéis ya donde buscar?.

Ateela hace una reverencia: 

- Buenos días, mi señor. Lamentablemente no hemos tenido mucho tiempo para tener una idea clara de hacia dónde se encaminó Omar, pero partiremos siguiendo el sol. Es una ruta habitual de muchos mercaderes, y tal vez alguno pueda darnos alguna pista. La búsqueda no será fácil,  sabéis si podremos abastecernos en algún punto del camino ---tal vez en alguna guarnición del Emir--- o, en su defecto, si podríamos llevar algo de dinero para provisiones de emergencia? 

Hace una pausa casi imperceptible, y añade con una nueva reverencia:

- Gracias por tomar cuidado de la Daga Maldita de En-Nebi. En el templo de Nethys estará a salvo de causar ningún daño a la familia de nuestro amado Emir.

Parece que la sacerdotisa hace especial hincapié en algunas palabras, pero su actitud parece perfectamente cordial. Nada en su actitud o su tono de voz parece indicar que se siente engañada o estafada por el consejero del Emir, o que está esperando el día en que la cimitarra de Sarenrae se lleve por delante a sus mentiras. 

 Jono se presentó junto con su compañero animal, Jarael, se acerca susurrando palabras tranquilizadoras para hacia los camellos para que esos no se alteren demasiado ante la presencia del despredador. Ha sido de las primeras en presentarse de losa ventureros pues quería tomarse su tiempo para que los camellos se familiarizaran con el olor y la presencia del gran felino.

Las palabras de Ateela hacen que durante unos el gesto del visir cambie, al viejo político se le escapa una mirada de tristeza, que rápidamente logra controlar.

- Si no os dirigís hacia Ibeq no vais a encontrar guarniciones nuestras - contesta - Sobre el dinero, os he asignado 100 monedas de oro para gastos, deberían ser suficientes. - Mahir un trago de saliva antes de haceros un gesto para que os acerquéis.

Depúes os hace gesto para que los sigáis al medio de los camellos, un lugar nada agradable para los de olfato fino (*), pero alejado de la gente de la calle.

- ¿Que sabéis de la daga?, ¿que relación tiene con Omar?. - pregunta en voz muy baja alarmado.

- No sabemos nada nuevo sobre la daga, mi señor, aparte de lo que dijo Jaali ---aquí presente--- en vuestra presencia. Muchas gracias por vuestra generosa ayuda. Si es la voluntad de los dioses, pronto localizaremos a Omar y le traeremos de vuelta.

- Bien, bien - añade con una sonrisa - Me gusta que no tenga relación alguna con Omar. Me encargare personalmente de que ese objeto no caiga en malas manos, ni sea relacionada con nuestra casa nunca más...

Ateela hace una reverencia, coge su camello, y parte de los muelles.

Al servicio del Emir. saludó marcialmente Dorwas mientras buscaba una montura sobre la que partir.