Partida Rol por web

Santiago entra en el gran salón y se sienta en uno de los grandes sofás de cuero blanco. Indica con su mano el sofá de enfrente para que Miles se siente en él. A su lado está entreabierto el maletín que siempre lleva consigo. Una vez cómodamente sentados, comenta,

Bueno, Doctor, ya estamos llegando al final , sonríe amablemente. ¿Tiene el resultado de las votaciones?

Me levanté y seguí a Santiago lentamente, mientras mentalmente iba cantando "This is the end, my only friend...".

The end.

Me senté frente a Santiago, con las manos entrelazadas sobre las rodillas y le sonreí.

-Tengo algunas personas en mente, Santiago. Pero primero, ¿cuántos de nosotros faltamos por votar? ¿Ha sucedido algo en el vestíbulo mientras no estábamos? Cuando he regresado nadie hablaba, como si no se atreviesen... ¿Qué les ha dicho?

Santiago apoya en la mesa el cuaderno forrado en fuero negro que había sacado de su bolsillo para poder responder a las preguntas de Miles.

La verdad es que desconozco el motivo del silencio reinante en el salón, doctor. Yo llegué y llamé al primer candidato a  las votaciones para que me acompañase al salón. Desde entonces he estado aquí, reuniéndome uno a uno con todos ustedes. 

Hace una pausa para contemplar la reacción de Miles y prosigue su discurso.

En cuanto a las personas que faltan por votar, pues sólo usted y tres personas más, así que estamos llegando al final.

Así que solo quedamos cuatro por votar. Bueno, Miles... aquí llega la hora de la verdad.

Cerré un momento los ojos y eché la cabeza hacia atrás.

-¡Dios, qué difícil es esto!

Una cosa era pensar con qué personas estaría más agusto yo en el refugio o, incluso, pensar en quiénes serían los más aptos para sobrevivir y repoblar el planeta... Y otra muy distinta era escoger a dedo quién viviría y quién iba a morir, así, en plan frío. Señalar a gente que no conocías de nada hace unas horas, guiarte por la intuición... Iba a ser duro.

Pensé en todas las personas que había conocido...

La enfermera y el cura no me cayeron demasiado bien. Hacía horas que los había dejado descartados.

El profesor de historia... no habíamos hablado mucho, pero tampoco era santo de mi devoción.

Sin contarme a mí, eso dejaba 6 personas: Danae, Melisse, James, Johana y el matrimonio. Los cuatro primeros los tenía claros, pero ¿y el quinto? El quinto, idealmente me hubiera gustado ser yo mismo, pero Santiago había dicho que no nos podíamos votar... Entonces, ¿qué haría? ¿Seguir el plan de Danae y votar solo a una parte de la pareja? ¿Quitar a uno de mi lista inicial para que pudiera votar a Santino? ¿Y si entraban los dos y tenían un crío? Por un lado Nara... me preocupaba su salud. Tanto la mental como la física. Si ningún profesional cuidaba de ella... ¿cómo terminaría? ¿Y Santino? Dijo que sólo entraría si su mujer también estaba dentro... ¿qué sucedería si uno de los dos quedaba fuera? Se abriría una plaza más... Uf...

Repasé mentalmente las conversaciones que había mantenido con los reunidos... hasta que reparé en un detalle. Recordé lo que me preguntó Santino antes de que explotara el "bombazo del embarazo".

-Santiago, antes el señor Santino me ha preguntado por el pinchazo en la oreja. ¿Podría saber de qué se trata? Él tenía la teoría que eran microfonos o algo así...

Santiago sonríe ante el comentario de Miles.

No deja usted de sorprenderme, doctor. Siempre tan hambriento por saber más. ¿Cree usted que en mi propia casa, necesito instalar micrófonos en sus oídos si quiero escuchar sus conversaciones?. Dice mientras suspira. Como ya comenté anteriormente, se trataba de un examen rutinario.

Sé que esto es muy difícil, pero ya queda poco para el final, o àra el principio de una nueva era... según desde que perspectiva se mire.

-Je, eso le dije yo... es mucho más fácil poner micros y cámaras en el resto de la casa que en el cuerpo de la gente... Además, Santiago... el saber no ocupa lugar, y para lo que nos queda de tiempo...

No había mucho sentido en ir alargando ese momento... Respiré hondo y bajé la cabeza.

-Vamos a ver... -cerré los ojos y me centré en pensar caras y nombres. En recordar todo lo que sabía de cada uno de mis compañeros-. Bien. Danae. Johana. Melisse... James... y...

Me quedé callado un breve lapso de tiempo. ¿Quién será, Miles? ¿Separas un matrimonio para que entre otra persona en el recuento? ¿Te arriesgas a escoger a uno de ellos para que entren ambos, al ser votados por otras personas? O, directamente, escoges a... quién... ¿la enfermera rancia? ¿El cura? ¿El de la silla de ruedas?

Apreté los ojos cerrados, como haciendo un esfuerzo.

-Nara -medio susurré-. La quinta es... Nara.

Si entrara y fuese capaz de dejar a su marido... y realmente estuviera embarazada, supongo que representa que salvaría dos vidas. Lo siento, Santino. 

Gracias Doctor, ya podemos volver al vestíbulo.

Dicho esto, se incorpora y espera a que Miles haga lo mismo, dando unos breves golpecitos en su hombro derecho en señal de comprensión.

Santiago entra en el gran salón y se sienta en uno de los grandes sofás de cuero blanco. Indica con su mano el sofá de enfrente para que Amanda se siente en él. A su lado está entreabierto el maletín que siempre lleva consigo. Una vez cómodamente sentados, comenta,

Espero que todo haya ido bien, Amanda, sonríe amablemente. ¿Tiene el resultado de las votaciones? recuerde, cinco personas sin contarse a usted misma.

- Me molesta mucho en lo que me esta metiendo señor, pero quien soy para oponerme a todo lo que usted nos ofreció con tanta amabilidad a cambio de cinco nombres...pues, la verdad que me interesa que se mantenga Cristian, por su gran conocimiento de nuestra historia, la raza humana necesita aprender de sus errores para no volver a cometerlos...también Nara y su marido...Johana, James y Melisse...¿creo que con eso basta no mi buen señor? -

Amanda, son cinco personas, tiene que eliminar a uno de la lista, comenta Santiago

- Lo siento Santiago, como sabrá, la edad siempre nos cobra una factura cuando menos lo pensamos - sonríe y con un gesto indica - pues que salga el marido de Nara -