Partida Rol por web

El Regente de Jade I: El Legado de Muro de Salmuera.

El Espiritu Kami.

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13/04/2017, 14:02
Viejo Hattori.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Hattori observa como bailan los jóvenes, su rostro inexpresivo consigue ocultar la envidia que siente por los movimientos ágiles de los bailarines. No tiene celos por el baile en si, sino por la juventud que se refleja en el fluir de los pasos y movimientos al danzar.
El tiempo ha hecho mella en el, y los achaques pasan factura a su cuerpo. Aunque es cierto que el ayudar en ciertas tareas en la posada le ayuda a no estar del todo anquilosado.
Observa a la que se podría considerar su pareja de baile habitual, no es otra que su inseparable escoba. Debe tener algo de mágica porque esta como el primer día a pesar de lo mucho que ha batallado con ella contra la suciedad y la cabeza de alguno que se acercaba a Ameiko con malas intenciones.

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13/04/2017, 15:17
Kelsier Deznad.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

A cierta distancia del edificio al que regresaba, el medioelfo fue capaz de percibir la alegre música que escapaba por las ventanas del Dragón Oxidado. Aquello lo sacó de sus pensamientos y diluyó levemente su reciente preocupación. Diversas ideas y sensaciones habían aflorado en él tras lo ocurrido y numerosas incógnitas aparecían. Aquello debía ser investigado más a fondo, aunque no sería en aquel día, hecho para la celebración.

Abrió la puerta de la posada y contempló el baile de diversas personas: la vieja Koya, Sandru, Vankor, Giorgino, Bevelek... y muchos otros. Y por supuesto la embelesadora Ameiko, que con su música hacía posible todo ello.

El explorador no se unió a ellos, pese a considerarse un ágil bailarín. Dejó su arco y su carcaj sobre una mesa y se sentó sobre él, contentándose con observar. Lo sucedido fuera le había quitado cierto ánimo, así que trató de combatir la intranquilidad con un ameno espectáculo y un poco de cerveza.

Inevitablemente su vista se posó en el maestro caravanero. Y el muchacho frunció el ceño.

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13/04/2017, 19:11
Giorgino Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

-¡Hey primo! ¡Siempre detrás de las muchachas más hermosas! Jajajaja.
-Giorgino asintió ante las palabras de su primo y se dispuso a despedirse de su abuela.- ¡Abuela! Te dejo en buenas manos.

Giorgino se alejó del grupo principal en busca de Petunia que a aquellas alturas casi había terminado la jarra de cerveza. Dio un par de pases de baile exagerando sus movimientos en un intento de hacer reír a la muchacha y entonces vio como entraba Kelsier y se sentaba, cambió su rumbo ligeramente y se acercó al semielfo.

-¡Eh Kelsier, buen trabajo con ese perro! ¿Como lo has conseguido tan rápido?
-Lo habría cazado o simplemente lo había asustado y el perro había salido corriendo, no lo sabía pero al menos ya no estaba molestando.- Bebe y baila con el resto, eso es otro motivo de celebración. -Se agachó un poco hacia Kelsier como para hacerle una confidencia y señaló a Petunia mientras guiñaba un ojo al semielfo.- Te dejo, que me están esperando.

Dejó a Kelsier y siguió con sus pases de baile exagerados acercándose a al muchacha.

-¿Me echabas de menos? ¡Veo que casi no me has dejado cerveza! ¿Crees que podremos conseguir otra jarra?

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13/04/2017, 20:18
Punta Arena: Petunia.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

- "Con que Vankor detrás de las muchachas más hermosas, ¿eh?"- Pregunta Petunia mientras se cruza de brazos y gira el rostro para no mirar directamente a Giorgino.

- "¿Y tú qué?" - Pregunta al joven Vhisky mientras le señala con un dedo acusador y empieza a dar un paso al frente.

Luego suelta una franca carcajada y agarra con rapidez a Giorgino colgándose de su cuello.

- "Venga, ¡no seas lento y sácame a bailar!" - Exclama mientras su cuerpo comienza a moverse al compás de la música.

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14/04/2017, 06:11
Giorgino Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Giorgino se quedó un poco sorprendido ante el enfado de Petunia por las palabras a su abuela.

-Yo... Yo solo te quiero a ti Petunia, además es el cumpleaños de mi abuela, debemos hacer que esté feliz y que se lo pase bien, lo necesita.

Lo había estado pasando mal tras la muerte de la yaya y le venía bien un poco de distracción. Suspiró aliviado cuando Petunia comenzó a reír, había sido una broma.

-Ufff. ¡Habías conseguido engañarme! ¡Eso y acabarte la jarra de cerveza! ¿Lento yo? jajaja
-Giorgino abrazó a Petunia, la alzó un poco y dio un giro sobre si mismo dejándola de nuevo en el suelo mientras la chica se movía al ritmo de la música.- Sabes que ya llevo un rato mirándote y tengo que bailar contigo hoy. Vi que tu mirada ya estaba llamándome, así que muéstrame el camino que yo voy. -Giorgino comenzó a bailar al mismo son que la muchacha mientras seguía hablando al ritmo de la música.- Tú, tú eres el imán y yo soy el metal, me voy acercando y voy armando el plan, solo con pensarlo se me acelera el pulso. -Giorgino cogió la mano de Petunia y se la puso sobre el pecho para que la muchacha comprobara los latidos de su corazón mientras le sonreía y le guiñaba un ojo.- Ya, ya me estás gustando más de lo normal, todos mis sentidos van pidiendo más, estoy hay que tomarlo sin ningún apuro... Así que ¿Lento? No. Solo voy despacito.

Junto a la muchacha y bailando al ritmo del samisen de Ameiko llegó de nuevo hasta el resto del grupo donde se mezclaron con los demás participando de los bailes varisios que alegraban siempre el corazón, como el circo. Hacía no mucho que había pasado uno por el pueblo, camino de Magnimar, y Giorgino tras contemplarlos quiso ser malabarista o equilibrista o el hombre forzudo, aunque todavía no era un hombre ni era fuerte, pero crecería. También recordó que Petunia se había quedado bastante impresionada por aquello, incluso le había confesado que se le había ocurrido una idea y que iba a enseñar a su cabra a subir por una escalera mientras tocaba la pandereta.

Está un poco loca jajajaja. ¿Quien va a querer ver a una cabra subiendo por una escalera?

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15/04/2017, 15:57
Sandru Vhiski.

A pesar de la alegría y agilidad de la que hacía gala Sandru, no pudo evitar resollar un poco al cabo de un rato, y es que los años no perdonaban y pasaban factura a todos. El mercader más habilidoso acababa pagando por ello como el que más, no había manera de mejorar ese trato.

Viendo que había servido para romper el hielo, y poner la maquinaria de baile en marcha en el Dragón Oxidado, el fornido varisio se hizo a un lado con una reverencia hacia los demás bailarines, en dirección a las jarras de cerveza.

- La verdad es que te hace falta un trago Sandru, te haces mayor. - Dedicó un instante a esos pensamientos algo derrotistas, y no pudo evitar el ponerse en la piel de Koya, y elucubrar por unos momentos con qué pensaría ella a ese respecto. La arena del reloj caía inexorable para todos, si bien unos estaban más cerca de pasar por el cuello del mismo, de un lado a otro. Nada que no curara un buen trago de cerveza.

Al menos ya no se oía el aullido de ese maldito chucho. Lo que le recordó que el chico de Shalelu había salido hacía un rato y... Ah, ya estaba de vuelta. Pensó en llevarle una jarra pero el semielfo ya se había agenciado una, así que Sandru lo saludó por un instante levantando su jarra en mudo agradecimiento desde la otra punta de la sala, volviendo luego su atención a el baile. Era un momento de alegría, así que trató de pensar en cosas positivas.

Si este último negocio antes del invierno salía bien podría dedicar el invierno a haraganear y echar una mano al algunos amigos varisios de Magnimar, que buena falta les hacía. No quiso pensar en qué traería aparejado el fracaso del mismo. Sus cuentas no estaban demasiado boyantes, y aún debía pagar el fin de temporada a los hermanos Dalmuvian. Ellos nunca le pondrían pegas, ya que otras veces les había adelantado dinero por un buen motivo, pero Sandru era más que cumplidor con sus allegados y no los dejaría tirados. No debía fallarles. No podía.

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15/04/2017, 16:51
Kelsier Deznad.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Kelsier sonrió con educación ante el ánimo que le infundió Giorgino y alzó levemente la jarra en señal de gratitud.

- ¿El perro? El perro... se fue. Sin más. Vino e hizo lo que había venido a hacer. Después se marchó - respondió escueta y dubitativamente, borrando la leve sonrisa que adquiriera instantes antes y perdiendo la mirada por unos instantes, meditabundo. Mostrando por instantes cierta preocupación adulta, fruto de la disociación entre su edad real y su apariencia física. Al poco retornó cierto ánimo y volvió a sonreir a su interlocutor cuando este le exhortó a bailar -. Tal vez lo haga más tarde, Giorgino. Tal vez. Por ahora la zona de baile te pertenece - dijo con tono jovial, viendo marchar al joven Vishki hacia la hermosa Petunia.

El joven semielfo advirtió como Sandru se giraba hacia él y le saludaba con un brindis de cerveza. Al parecer en agradecimiento por lo del perro, sin duda. El muchacho asintió y levantó la jarra de nuevo, correspondiendo al saludo. Sin embargo, con prontitud se levantó, cogió su arco y flechas, su jarra de cerveza, e hizo un gesto disimulado pero inequívoco al maestro de caravanas, ladeando levemente la cabeza, invitando con esta y con una rápida mirada a una mesa algo alejada del bullicio central. Después se dirigió a dicha mesa y tomó asiento.

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16/04/2017, 18:50
Sandru Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

La seña del semielfo en silenciosa petición de reunión dejó a Sandru con un par de interrogantes en la cabeza. Le había parecido que no le faltaba ninguna flecha de su carcaj, pero no podría asegurarlo por completo. Tampoco veía al chico disparando alegremente en medio de Punta Arena, claro.

El varisio se levanta discretamente y aprovechando para en su camino saludar a los locales presentes tarda algo más de un minuto en llegar a la apartada mesa que ocupaba Kelsier. Una vez allí toma asiento de manera casual, mientras mira al semielfo y sus herramientas de caza.

- Gracias por ahuyentar a ese perro. Estaba arruinando la fiesta ya que Koya es muy sentida con los presagios, y francamente no la culpo. - El mercader se encoge de hombros mientras da un pequeño trago a su jarra. La mayoría de los varisios eran supersticiosos, pero la vida Sandru venía marcada por una mala estrella desde su nacimiento. Algo así no le iba a inquietar de más.

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16/04/2017, 20:38
Kelsier Deznad.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Kelsier observó al maestro caravanero acercarse a él. Aquel hombre siempre le había intimidado. El hecho de ser adulto, veterano de numerosos viajes peligrosos y su reputación, aparte de no haber cruzado con él hasta el actual día poco más que saludos y no conocerlo en lo personal, lograban en el joven semielfo un gran respeto hacia la figura de Sandru. Y aun así, todo ese temor hacia el hombre se había diluido al ser ocupado por otro: el perro.

El muchacho negó con la cabeza ante las palabras del varisio.

- De nada, señor Vhiski. Pero yo no hice nada excepto... - comenzó a decir. Entonces se pausó y miró a los lados, cerciorándose de que nadie estuviera cerca y pudieran oírlos. Suspiró, bajó la voz y prosiguió.

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16/04/2017, 20:47
Kelsier Deznad.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

- Excepto que atendí a sus demandas - terminó por soltar el joven -. Salí y me interesé por él. Quise saber qué pasaba, por qué armaba semejante jaleo - dijo, frenándose en ese punto. Buscando las palabras adecuadas para que el hombre pudiera entenderle y a la vez no creyera que era un embustero, el explorador prosiguió.

- Señor Vhiski, llevo cierto tiempo tratando con animales. Empatizando, comunicándome y tratando de comprenderlos. Creo poder entenderlos, en cierta medida. Pero este... este perro me transmitió una sensación sobrenatural y fatídica, ajena a cualquier otro animal que jamás haya visto. No creo que vino a arruinar la fiesta, exactamente. Creo... creo que deseaba comunicar o alertar de algo. Y nada bueno - opinó el joven con gravedad -. Tras ello escapó. Traté de seguirle, pero se me escabulló por las calles. Aun así sospecho que no ha salido del pueblo y que se oculta en él - estimó, haciendo memoria que ninguna de las posibles calles por donde había huido el can se dirigía a las salidas de la población.

Durante unos momentos calló, escuchándose el jaleo y música cercanos. De nuevo tomó la palabra.

- Está maldito, señor Vhiski. Realmente maldito. El mal va con él y por eso creo que vino a avisar de algo nefasto. A hacer un mal presagio - dijo con total seriedad -. Mi madre me ha enseñado a no ser supersticioso y a creer en lo que vea. Y porque lo he visto, así lo afirmo - dijo con rotundidad, tratando de impregnar de aire adulto a su juvenil rostro.

- Porta en él una sombra sobrenatural. Creo que quien acabe con la vida de ese desdichado animal... será el siguiente portador de esa oscuridad - avisó.

Se revolvió incómodo en su taburete, no sabiendo que pensaría Sandru. Aun así sentía la necesidad de comunicar lo que creía haber descubierto. Después de todo había sido su perro.

- ¿Como... como conocisteis a vuestro antiguo perro? - preguntó el muchacho con cierto apuro, pero francamente interesado en la historia del sobrenatural chucho.

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16/04/2017, 20:51
Bevelek Dalmuvian.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

El mayor de los hermanos Dalmuvian se escabulló del baile en cuanto fue capaz. Su amplio pecho subía y bajaba con intensidad debido al esfuerzo físico producido por la danza. Había cumplido y nadie podría decir que había sido descortés con el ofrecimiento, pero no deseaba bailar más por el momento. 

Escuchó de refilón hablar a Sandru y a Kelsier hablar sobre el perro, pero no llegó a entender toda la conversación. Sin embargo quiso aportar su pequeña idea sobre el perro.

Tenemos que tomarlo en serio. Un día mi hermano y yo podemos ponernos con el asunto y encargarnos de hacerlo desaparecer. Es un animal que no me gusta, tiene una mirada perversa, deberíamos hacer que desaparezca para siempre.

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17/04/2017, 02:00
Serveris.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Mi cerveza está fría y fuerte, tal como me gusta beberla. Veo como Giorgino baila con Petunia y veo como se va animando la fiesta. Bebo más para celebrar, sin dejar de mirar como el resto se divierte en la pista o en las mesas aledañas mientras yo intento dejar de pensar en los fantasmas que me han perseguido por los últimos tiempos.

Hablan acerca de como el "Sabueso de Vhiskirville" se alejó solo y como uno de los Dalmuvian quiere eliminarlo pues le da mala espina. No puedo negar que el can no fue muy afortunado en lo que trata de su aspecto, pero eso no debería condenarlo por las supersticiones de los varisios. Me han criado con algunas de ellas pero mi madre me enseñó que muchas de ellas no son más que basura. Creo que esta es una de ellas.

Opino solo para hacer algo:

 - "Yo creo que deberíamos intentar atraparlo y adiestrarlo. Un perro siempre es un buen compañero para advertir los peligros y superarlos. Creo que podría encargarme de ello."

Los perros son el animal más fácil de entrenar, pues son más pequeños y manejables que un caballo y menos temerosos. No creo que me sea muy difícil, aunque probablemente ese perro ya crecido sea un hueso más duro de roer de lo que espero. Bueno, siempre he disfrutado de los desafíos.

Sigo bebiendo de mi jarra de cerveza, disfrutando de la música de la señorita Kaijutsu, sin ninguna preocupación más que pasarla bien por lo que resta de jornada.

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17/04/2017, 12:01
Vankor Dalmuvian.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Había girado por todo el espacio libre con la vieja Koya entre sus brazos, en medio de risas y cariñosos achuchones. Cuando acabó la música, contento y sudoroso, dejó nuevamente a la anciana en el suelo. Con una sonrisa tímida echó mano a la cintura y sacó un pequeño envoltorio, levemente arrugado. Se lo ofreció a Koya.

-No es mucho, pero quería hacerte un pequeño regalo. Es un pasador -dijo precipitadamente para retirarse rápidamente, las mejillas enrojecidas, y sin esperar una respuesta. Afortunadamente para él, vio el grupo reunido en torno al jefe Sandru y llegó a escuchar las palabras de su hermano y de Serveris-. ¿Hacerlo desaparecer? Buena idea. Es un bicho de mal agüero cuyos aullidos solo presagian mala fortuna. Y ante eso, nada se puede hacer -dijo fatalista-. ¿Amaestrarlo? Fue del jefe Sandru y mordió la mano que lo alimentaba. Se comió su pájaro de oro. ¿Es eso un buen perro acompañante? -guardó un breve silencio, asaltado por un pensamiento. No siempre las apariencias eran verdad-. Jefe Sandru, ¿podría ese chucho protegerte? ¿Estar poseído por un espíritu benefactor que te advierte? De ser así, matarlo podría desencadenar mucha mala suerte -comentó dubitativo. No era un hombre formado ni con mucha escuela, así que dijera lo que dijera, posiblemente estuviera equivocado. 

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17/04/2017, 14:05
Kelsier Deznad.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Mientras, de manera confidencial, escuchaba la respuesta de Sandru a su pregunta, advirtió con sorpresa como Bevelek se había personado ante la arrinconada mesa y opinaba acabar con el perro.

El joven semielfo frunció el ceño ante su presencia y se preguntó si el hecho de irse a un rincón no era una evidente intención de desear algo de reserva. Fue a contestar al fornido Dalmuvian cuando, sin saber como, Serveris se había posicionado a un lado y daba su propia opinión: amaestrarlo. El explorador parpadeó incrédulo pero finalmente fue a replicar a ambos... si no fuera porque el hermano de Bevelek, Vankor, tomó la palabra y expresó su propio punto de vista. Y sin que el perceptivo cazador supiera como había llegado allí.

Antes de darse cuenta, el pasmado semielfo observó como buena parte de los parroquianos del Dragón Oxidado los rodeaban. Aquel día el muchacho aprendió una cosa: que mantener cierta privacidad resultaba fútil en Puntarena. Finalmente suspiró y apretó los labios con fuerza. No quería hablar en público sobre algo desagradable y tal vez incierto en un día que debía ser marcado por la alegría. Sin embargo la gente parecía pedirlo.

- No, Bevelek. Matarlo es lo último que deberías hacer. A no ser que quieras portar la oscuridad que arrastra ese pobre animal. Personalmente creo que está maldito y quien se lleve su vida también se llevará su maldición - opinó el semielfo mirando con seriedad al Dalmuvian, expresando su opinión tras haber interactuado con el can -. Amaestrarlo dudo que sea factible - afirmó ante Serveris -. El pobre perro sufre y padece. La sombra que hay en él lo domina y le llena también de ira. No es prudente ni creo que sea posible - argulló. Después miró a Vankor.

- Por un lado te digo lo mismo que a tu hermano y por otro... he llegado a una conclusión cercana a la tuya. Creo que es un perro de mal agüero y también creo que hoy vino aquí para avisar a su antiguo amo: avisarle de algo nefasto. Dada su naturaleza no puede anunciar nada bueno, pero de su aviso puede sacarse provecho - coincidió en cierto modo con Vankor.

Se dio cuenta que se había hecho un silencio entre la mayor parte de los presentes, en contraposición al jolgorio que reinaba un minuto atrás, y se sintió incómodo y culpable.

- O tal vez me equivoque y todo son imaginaciones mías - concluyó tratando de quitar hierro al asunto.

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17/04/2017, 23:38
Sandru Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

El rostro del mercader varisio va tornándose serio y pálido mientras se abstrae de la fiesta mientras que las palabras susurradas de Kelsier van calando en él.

Por un momento mira de arriba a abajo al chico. A pesar de su incipiente perilla, no deja de ser un joven pero, ¿cuán joven? Sandru no está seguro de qué edad tiene realmente, y su fisionomía élfica podría engañar. Pero si es hijo de su madre no gritaría "¡Fuego!" si no se le estuviera quemando el trasero, así que Sandru se decide por tomar en serio sus afirmaciones, al menos por el momento.

Después de todo otras muchas criaturas curiosamente sobrenaturales rondaban Punta Arena, desde el Diablo de Punta Arena, pasando por lo horribles goblins y el Monstruo del Río empapado. Que una maldición hubiera caído sobre ese perro y fuera el heraldo de malas noticias para los Vhiski, podría ser tan cierto como que el varisio era capaz de hacer mala cerveza.

Sacude la cabeza, y da un trago a la jarra para susurrar unas palabras.

- La historia es como se cuenta, no hay gato encerrado. Encontré al can en Magnimar comiendo basura. Lo llamé y le di de comer pensando que podría echar una mano en la caravana como perro guardián. Todo iba bien, pero en un viaje el maldito se zampó un canario de oro de gran valor y cuando intenté que lo escupiera, se volvió contra mí, casi me arranca un par de dedos. Luego lo ahuyenté y me sigue de tanto en tanto, aullando como un espíritu de mal agüero. No hay... -

Sandru se interrumpe tras constatar que el semielfo y él mismo se encontraban rodeados de los hermanos Dalmuvian y de Serveris, el medio Tien.

- Definitivamente Sandru, la cerveza adormece los sentidos... - Ni siquiera había prestado atención a su alrededores tan abrumado estaba por las palabras del semielfo. Tener un ojo en la nuca era la máxima de un buen mercader. Y de un aventurero vivo. Sandru era las dos cosas, así que se prometió que no le volvería a pasar.

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18/04/2017, 21:19
Sandru Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Así era la juventud de Punta Arena, todo corazón y deseosa de ayudar. Si esta comunidad prosperaba era gracias a gente como los jóvenes que vivían en la comunidad.

Sandru sonrió y asintió con la cabeza en general.

- La verdad chicos es que todos tenéis un poco de razón, y algo que reprocharos. Pero creo que antes de tomar una decisión, conviene contar con algo más de información al respecto. Hablaré con mi madre y le pediré que use sus habilidades de adivinación sobre el asunto del malcarado can. Todos aquí somos hombres sencillos, y como habéis apuntado algunos de vosotros, algo que no es natural parece que no quiere dar la cara en todo este asunto. -

El varisio se palmea las rodillas resuelto mientras toma de nuevo su jarra, dándole apenas un sorbo, y arrugando el gesto como quien pasa algo de mal sabor.

- No sé el porque ese can hace lo que hace, pero hay un motivo, de tenebrosa advertencia en lo que hace. Y matarlo sólo podría desencadenar algo peor, si acaso una maldición sobre la mano ejecutora. - Sandru mira gravemente a Kelsier.

- Todo esto no son más que conjeturas, y hasta que no hable con Koya, no podré saber algo más. Y os reprocho a todos mozalbetes, el hablar de temas tan serios en una fiesta, ¡A divertirse! - El propio Sandru no toma ejemplo de sus palabras, y se queda sentado en la silla, dirigiendo miradas de vez en cuando a la ventana, a su sobrino Giorgino y la joven Petunia.

- ¿A qué Vhiski vendría a advertir el perro, y sobre qué tema? - Esa pregunta rondó por su cabeza un rato.

Finalmente parece que la gracia de Ameiko y su samisén consiguen distraerlo lo suficiente para que vuelva a sonreír mientras tamborilea en el suelo con un pie al ritmo de la música.

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19/04/2017, 14:49
Ameiko Kaijitsu.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Arrugo ligeramente la nariz ante la disposición de los machotes. No, no es que haya que ser imprudente y no tomar en serio las maldiciones. Pero hacer esto precisamente el día en que Giorgi y Petu se atreven a hacer público su romance y estamos celebrando el cumpleaños de Koya...

Me vuelvo a subir a la barra y hago un sonido profundamente desagradable y chirriante con el samisen, logrando así captar la atención del personal presente.

—¿Y quién será el afortunado? Ah, pues no nos comamos en exceso la cabeza, ya que el destino nos mostrará si hubo buen y juicioso tino. Ya que el tiempo el dijo al tiempo que le diera un desengaño. Y el tiempo, encogiendose de hombros, le contestase: "Con el tiempo no hay engaños".

He aquí a la preciosa y jovial Koya. Nuestra más preciada joya, pues en su larga trayectoria, nuestras vidas se asientan en su memoria. 

Hago un ligero punteo que acompaño de un breve taconeo.

—Ladra el perro, maúlla el gato. Ladran, luego cabalgamos. No ignoremos a la dama, rubia, de recio cuerpo. Que calienta el alma y enciende el genio. Acude a nosotros en presto auxilio, a proveernos de su gracia, a envolvernos y consolarnos. Nos regocijamos cuando a ella tendemos nuestras manos, cual párvulos extasiados. Ansiosos y expectantes, entreabrimos nuestros labios para dar la bienvenida a nuestra mejor amante.

¡Amigos!, alcemos nuestras jarras... Osemos decir su nombre, que no nos lo arrebaten ni nos lo borren.

Agarro una jarra y la alzo bruscamente, dejando que apenas si se extienda la espuma como una miríada de puntos brillantes.

—¡¡POR LA CERVEZA!!

Dicho lo cual procedo a beber el contenido de un trago ante el jaleo de la concurrencia.

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21/04/2017, 09:58
Koya Mvashti.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Koya sonrió con dulzura a Giorgino cuando vio que iba a ser él que que tomara su brazo tendido en el aire. Sin embargo, cual fue su sorpresa cuando el joven hermano de los Dalmuvian, tomó su lugar y, ni corto ni perezoso, aupó a Koya en volandas para bajarla de la silla.

-¡Pero qué...- El primer impulso de la anciana fue agarrarse la falda para que su vuelo no dejara a todos ver sus enaguas, mientras que con el brazo libre se sujetaba como un gato asustado al cuello de menor de los Dalmuvian. Desde luego Vankor era tan descerebrado o más que su nieto pero la posó con suavidad en el suelo de la posada. Cuando se quiso dar cuenta había acomodado su mejilla sobre el imponente pecho del joven que, a pesar de ser duro como una roca, era cálido y confortable. Algo turbada se apartó quizá con demasiada brusquedad.

- Ehm...sí, ¡bailemos, pues!- Contestó a Vankor y dejó que éste la llevara, no sin miedo, temiendo tanto vaivenes como cuando éste, alguna vez, había guiado su carro. Sumergida en el baile ya poco pudo apreciar. Ni a Giorgino sustituyéndola por Petunia, algo comprensible, ni al grupo que se iba formando para tratar el problema del maldito perro. De algo empezaba a coscarse cuando Vankor volvió a sorprenderla ofreciéndole un regalo. No pudo reprimir una risa clara y sincera, tan jovial que hasta parecía rejuvenecerla.

- ¡Pero chiquillo, no me desveles la sorpresa antes de que lo vea con mis propios y viejos ojos!- Con el pulso algo temblante Koya desenvolvió el pequeño paquete para observar su contenido.- ¡Me encanta!- Le hubiera gustado plantarle un par de sonoros besos en las mejillas a Vankor pero éste ya se retiraba algo avergonzado.- ¡Ay, si mi Giornino fuera tan considerado como su primo!- Se lamentaba de guasa la vieja Koya que, aunque contenta con su fiesta "sorpresa", aún no había recibido ningún regalo de sus más queridos familiares. Con enorme gracia se colocó el pasador en el pelo, algo que era realmente necesario después del ajetreado baile, y se dispuso a tomarse un respiro junto a Ameiko cerca de la barra. Justo entonces, de nuevo para desviar su atención del asunto del "Sabueso de Vhiskirville", Ameiko comenzó a entonar un brindis. Koya se hizo entonces con una jarra de cerveza y acompañó a los demás levantando la jarra.

- ¡Por eso mismo!- Bebió un largo sorbo de la cerveza y se limpió después la espuma con la manga.

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23/04/2017, 09:45
Giorgino Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Cuando se dio cuenta Giorgino se había quedado solo bailando con Petunia, todos los demás se habían reunido a hablar en un pequeño grupo y su abuela se había quedado sola.

-Abuela, bailar de lejos no es bailar, es como estar bailando sola, tu bailando en Magnimar, y a dos metros de ti Hattori con su escoba. -Señaló al viejecito que seguía en su rincón apartado y sin participar y sonrió, alguna vez había bromeado al respecto de que su abuela podía hacer una buena pareja con él, las collejas recibidas le habían hecho no insistir más en aquello. Por si acaso dio un giro y colocó a Petunia entre él y su abuela como escudo protector, aprovechó para acercarse a la muchacha y susurrarle algo. -Yo te miro y se me corta la respiración y cuando tu me miras se me sube el corazón, y en silencio tu mirada dice mil palabras, esta noche le suplico a Shelyn que no salga el sol. Te dejo la libertad de hacer conmigo lo que quieras a quererme a tu manera y yo soy la hoja que lleva el viento que va volando a tu alrededor y tú el aire que me levanta que me da fuerza para este amor. - Sonrió a Petunia esperando que le gustaran sus palabras y al ver que seguía moviéndose al son de la música de Ameiko la animó a que siguiera mientras aplaudía y se movía al son.- Baila morena, baila que tú lo bailas como ninguna moviendo las caderas, moviendo la cintura. -Volvió a acercarse a Petunia para bailar más cerca.- Bailar contigo es la certeza de cumplir con mi destino, mi boleto para entrar al paraíso. -Giorgino levantó la cabeza para mirar detrás de la muchacha hacia su abuela, no le gustaba que estuviera bailando sola y esperaba que no quisiera darle una colleja, se acercó esperando que unas palabras oportunas aplacaran cualquier enfado que hubiera podido causarle.- De entre mis dulces amores, uno vale mucho más, que me quiere sin rencores, de mi baraja es el As. Una viejita muy linda, que no creo yo merecer, con su corazón me brinda,el más divino querer. -Cogió la mano de su abuela y bailó unos compases con ella. Se sintió un poco mal porque él no tenía ningún regalo que darle a su abuela, al menos no allí. Pero si que había hecho algo, así que sonrió a Koya para informarle.- Tu carro, te lo pintamos, de noche cuando dormías, me dicen que le quitaron, los clavos que relucían, creyendo que eran de oro de limpios que los tenía. ¿No has visto ya tu carro? ¿No has visto ya tu carro?

Esperaba que a su abuela le gustara la sorpresa, por supuesto era mejor no decir nada de que había tenido que darle resina y pintar el carro para tapar el desperfecto que le había hecho en la última carrera con Vankor, ese sería su pequeño secreto.

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24/04/2017, 01:05
Sandru Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Sandru coreó el melódico brindis de la dueña de la Posada, mientras alzaba su jarra.

- Por esa rubia de buen cuerpo que todos deseamos, y pocos conseguimos, ¡La cerveza! -

Un buen trago apuró gran parte del contenido de la jarra. Sandru empezaba a notar cierto calorcillo que sólo podía inflamar sus ganas de juerga varisias. Decidió que era el momento de entregar a Koya su regalo. Se acercó a la anciana mujer mientras rebuscaba en uno de sus saquillos del cinto. Al llegar a su altura, la tomó de los brazos de Giorgino con una reverencia, y dio con ella unos pasos más antes de detenerse con afectada teatralidad.

- Aquí tienes un presente que nace del corazón y de tu deseo. Cuando éste se haga fuerte sólo tienes que mostrármelo, y decirme - "Hijo, estoy preparada" -. Entonces comenzaremos a pensar en el Viaje de los Viajes. Es el signo de tu deseo, y espero poder complacerlo cuando llegue. -

Sandru entrega a Koya una pañuelo de seda cerrado con varias cintas de tela de vivos colores. Cuando la mujer lo abre con manos temblorosas, dentro puede ver una especie de caja de madera. Pero es más que eso. Es una funda que contendría perfectamente las valiosas cartas que Koya usa para comprender los azares del Destino. Está tallada en madera de raíz, lo cual la hace sin duda impermeable a la más severa humedad. Consta de dos partes, una capaz de contener las cartas, y otra que la cierra herméticamente, estando la unión de ambas tratada con cera de abeja endurecida, que impediría la la entrada de incluso el polvo. El contenedor está tallado con símbolos varisios, como puedan ser los elaborados fulares familiares que pasan de generación en generación, algunas runas en forma de mariposa (símbolo de Desna) que indican la buenaventura, y un símbolo que destaca por encima de los demás en una de sus caras. Una rueda de carro preciosamente elaborada que es asombrosamente parecida a la que Sandru lleva tatuada en su hombro, como Koya bien sabe.

Sandru cubre a Koya de sonoros besos, para después darse la vuelta y comenzar a bailar de nuevo con desenfreno, dispuesto a aprovechar la calidez del momento. Su danza le lleva hasta Giorgino y Petunia con los que lanza algunos pasos, primero en común, y después individualmente con cada uno de ellos.

Cuando lo hace con su sobrino le susura algunas palabras al oído.

- Con una flor así en el jardín, ¿pensando en viajar, sobrino? Me temo que la elección está clara para este caso, Desna o Shelyn... ¿Qué será? - El maduro varisio da un par de vueltas más a Giorgino mareándole un tanto, para después dirigirse de manera implacable hacia Ameiko. Parecía que otra iba a bailar en un muy breve lapso de tiempo.