Partida Rol por web

El Regente de Jade I: El Legado de Muro de Salmuera.

Los Velos del Pasado.

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02/05/2017, 12:45
Koya Mvashti.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena

- Claro, claro, Vankor. Es taaan adulto que por eso viene acompañado de sus dos "niñeras". Tan adulto que no tiene carro propio y ha de coger el de su pobre y anciana abuela para demostrarle a sus dos compinches que sabe conducir un carro.- Koya podía ser muy teatrera cuando quería.- Sí, sí. Muchas gracias por abrirme los ojos, jovencito.- Claro que iría a ver su carro pero no necesitaba a dos mequetrefes como aquellos para evaluar los daños. Aún tenía buena vista a pesar de la edad avanzada. ¿Acaso creían que no iba a darse cuenta? Si el joven Giorgino había confesado era porque sabía que su fechoría iba a ser descubierta. No en vano Koya era una avezada adivina, digna sucesora de Madame Niska Mvashti.-  Vosotros dos podéis iros.- Sentenció a la vez que hacía un gesto con la mano para que les dejaran a solas.

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02/05/2017, 13:40
Vankor Dalmuvian.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena

Las fosas nasales de Vankor se abrieron ante aquel gesto de despedida.

-No somos sus niñeras ni sus compinches. Ni voy a irme -dijo Vankor seriamente-. Ni tú eres una pobre y anciana abuela. No puedo hablar por Bevelek, pero acompañaré a Giorgino ante su tío. Lo que hizo, no lo hizo solo y no voy a permitir que cargue él solo con la responsabilidad de algo que no ha sido sino un accidente. Es cosa tuya que quieras convertir un incidente menor en lo que decida si Giorgino puede o no ser parte de la caravana, su sueño -el rostro de Vankor estaba rojo. No de furia, sino de vergüenza por hablar así a la vieja Koya, pero la expresión de tozudez de su cara dejaba claro que no cejaría en su empeño de defender lo que consideraba importante.

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02/05/2017, 18:46
Giorgino Vhiski.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena

Aquello no estaba saliendo como Giorgino había imaginado en un principio, parecía que todo se torcía cada vez más, aunque una vez iniciado todo ya no se podía parar. Escuchó las palabras de sus primos mientras asentía. Las palabras de su abuela fueron muy duras para él y aunque pensó en protestar sabía que se merecía cada una de ellas y eso solo aumentaba su tristeza.

Está claro que ya no habrá más carreras de carros, ni viajes ni nada... Después de esto me tendré que quedar en la granja con mi madre.

Pero aquello era peor que cualquier castigo. No pensaba desperdiciar su vida así. Ahorraría algo de dinero, aún no sabía como, y se iría a Magnimar, allí podría trabajar y juntar lo suficiente para competir en las carreras de carros, sabía que en cuanto alguien lo viera correr le darían la oportunidad.
Pero todos aquellos pensamientos eran demasiado lejanos e irreales, castillos en las nubes. El tirón de Koya cuando lo cogió por las patillas le devolvió a la realidad.

-¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! Lo siento abuela...

Era lo único que sabía decir, ni siquiera parecía dispuesta a dejar que subsanara su error de alguna manera intentando reparar el carro y dándole una nueva capa de pintura, eso quería decir que estaba muy enfadada.
Cuando Vankor y su abuela se pusieron a discutir por su culpa todavía se sintió peor, auquello iba a acabar mucho peor de lo que podía haberse imaginado. Siempre había percibido el campamento como un oasis, un refugio donde ir cuando necesitaba compañía, un lugar alegre y divertido y ahora todo aquello se estaba estropeando por su culpa.

-Por favor... No discutáis. Hablemos con el tío Sandru y aceptaré el castigo que me imponga, también el tuyo abuela.

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14/05/2017, 11:19
Koya Mvashti.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena.

Koya apretó los puños y tensó los brazos pegados al cuerpo ante lo que le parecía un arranque de insolencia de Vancor. Tenía en estima al jovenzuelo, no en vano los consideraba parte de su familia, pero se había acostumbrado demasiado al trato de favor que solían darle todos por ser una respetada y venerable anciana. 

-¡Vaya que no!- Protestó cuando Vankor se defendía de sus acusaciones.-¡Oh, por Desna! ¿Es que queréis matarme a disgustos?- La mano de arrugada piel de la anciana se posó en su frente como si fuera a desfallecer.- Un accidente...¡JA! "Tomar prestado" y "carreras clandestinas" es lo que hace los Scarzy.- Pronunció el nombre de sus familiares más odiados con desprecio.- ¿Eso es lo que queréis que se piense de vosotros?¿De nosotros?- Puntualizó, pues eran familia y lo que hicieran unos afectaría a los otros. A suficientes prejuicios tenían que enfrentarse ya para que los actos de las nuevas generaciones de su familia fueran alimentando las habladurías. Parecía que las palabras de Vankor para que Koya dejara de exagerar habían caído en saco roto.- ¿Eh?- Inquirió de nuevo presionando ahora al hermano mayor de los Dalmuvian.- ¿A ti se te ha comido la lengua el gato?

Sin embargo, cuando intervino Giorgino, Koya sintió que se le encogía la boca del estómago. Era algo superior a sus fuerzas. En aquel joven al que sentía como su propio nieto veía claras reminiscencias de su padre y una profunda melancolía se adueñó de ella.

- ¡Umpf!- Su ira empezaba a desinflarse tan rápido como se había hinchado. Giorgino se disculpaba y decía que aceptaría el castigo como Koya aceptaba el destino que Desna le ponía por delante, a veces dulce y otras amargo.- Pues vamos.- A pesar de ello su tono era frío. Le iba a doler más a ella que a Giorgino pero, a pesar de haber apoyado inicialmente frente a Sandru a su joven nieto para emprender su primer viaje, aquel que sería también el primero de ella en mucho tiempo, ahora debía ser fuerte y oponerse a ello. Aquel castigo podría enseñar a Giorgino una de las lecciones más importantes de toda su vida.

Tu primer viaje...Mi primer viaje en mucho tiempo e íbamos a hacerlo juntos. Tres generaciones.- Esta vez la vieja Koya apoyó su mano en el hombro de Giorgino y el gesto estaba cargado de calidez. Iba a necesitar ser fuerte y ella también. Como si se hubiera olvidado por unos momentos de la presencia de los otros dos, de los primos, Koya se sorprendió de verlos aún ahí, como dos pasmarotes. Desde luego había que reconocerles una cualidad: la lealtad. Tuvo que reprimirse para no sonreír y que encontraran en ese gesto una debilidad por donde vencerla. La mujer se acomodó el pelo que se le había revuelto por los aspavientos y su mano, entrelazada con un mechón de pelo cano, se topó con el prendedor que Vancor le había regalado por su cumpleaños. Otro duro golpe al impenetrable muro que pretendía ser frente aquellos chiquillos.- Acompañadnos si así lo deseáis. Pero tendréis que acatar lo que diga Sandru si a esta pobre y anciana vieja no la queréis hacer caso.- Sin más se encaminó junto a Girogino a hablar con Sandru.

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14/05/2017, 18:58
Giorgino Vhiski.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena.

La discusión había sido tensa pero finalmente la abuela accedió a que todos fueran a ver a Sandru. Eso le tranquilizaba en cierto sentido aunque sabía que no se iba a librar de otra merecida reprimenda, solo esperaba que tanto su abuela como su tío fueran indulgentes y sobre todo que por su culpa sus primos no se vieran envueltos en un problema.

-Deja que te ayude abuela.

Giorgino ofreció su brazo a Koya, que últimamente caminaba cada vez más encorvada, no solo quería ayudarla a caminar, también que su gesto pudiera servir para aplacar parte de su enfado. Con todo dicho allí solo quedaba buscar al tío Sandru y hablar con él, así que fueron a buscarlo de inmediato. El campamento no era muy grande y no tardaron en hacerlo, aunque a medida que se acercaban Giorgino iba acortando sus pasos retrasando lo intevitable. Se paró delante de él y lo miró algo avergonzado sin saber como empezar aquello, era muy duro, pero al igual que habían hecho con su abuela debían decírselo, era mejor eso que se enterara por otros.

-Tío Sandru, tengo que decirte algo...
-Ya había comprobado con su abuela que no existía una manera fácil de hacerlo y que nada podría librarle de su responsabilidad, así que decidió seguir el consejo de sus primos y admitir su culpa sin tapujos para luego atenerse a las consecuencias, por muy terribles que estas fueran.- El otro día cogí prestado el carro de la abuela, solo quería entrenar para poder demostrarte que puedo conducir un carro y viajar con vosotros. Se que estuvo mal y estoy muy arrepentido, nunca debí hacerlo sin vuestro permiso y lo siento mucho. -Tomó aire, a pesar de saber que estaba haciendo lo correcto diciéndoselo a su tío eso no lo hacía más fácil, además aún le quedaba parte de la historia, se dispuso a continuar antes de que su tío pudiera interrumpirle.- El caso es que tomé una curva demasiado rápido y sin darme cuenta golpeé la valla del alquimista, el alguacil dice que está muy enfadado y quiere que le reparen su valla. ¡Pienso hacerlo tío! ¡Repararé su valla y también arreglaré y pintaré los desperfectos del carro de la abuela! Y el alguacil tampoco le dirá nada a mi madre si lo hago, pero necesito madera y herramientas y Bevelek y Vankor han dicho que me ayudarán. Así nadie se quejará, el alquimista tendrá una valla nueva, dejaremos el carro de la abuela como si fuera nuevo, el alguacil no dirá nada, mi madre no sabrá que estuve practicando en un carro y yo no volveré a coger ningún carro sin permiso ni a tirar más vallas.

A medida que iba avanzando incluso le parecía que su razonamiento final no solo era suficiente para librarse de un posible castigo, sino que era una actitud merecedora incluso de elogio, su tío y su abuela estarían orgullosos sin lugar a dudas y todo el mundo sería feliz. La adolescencia siempre parece moldear la realidad a una donde todo es posible, solo hace falta quererlo y ponerle pasión.

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16/05/2017, 19:04
Vankor Dalmuvian.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena

Finalmente Koya cedió. Si lo hizo al amor que profesaba a Giorgino, al afecto que les tenía a ellos o a una reflexión personal tras laspalabras de Vankor, era algo que este ignoraba y que no llegó siquiera a plantearse. Cuando abuela y nieto comenzaron a andar, Vankor dio un leve codazo en el costado a su hermano y con un gesto de la cabeza, sin mediar palabra, le conminó a ponerse en marcha tras ellos. Sabía que lo que estaba por venir no sería fácil y que posiblemente la mierda los salpicaría. Y aunque le preocupaba lo que pudiera ocurrir, también estaba seguro de que todo aquello podía solucionarse fácilmente ya que nada era tan grave como Koya parecía estar obstinada en creer.

Y Giorgino habló. Y como era habitual en él, poco a poco y creyendo cada vez más en sus propias palabras, abandonaba toda prudencia y humildad necesarias, cuando lo que estaba en juego era algo más que una simple reprimenda. Suspiró quedamente, mientras aguardaba a que acabara de hablar. Y cuando lo vio erguido en toda su altura, orgulloso de las soluciones propuestas, sintió el deseo de darle una palmetada en el cogote que lo devolviera a la realidad. A cambio, y reprimiendo su primer impulso, dio un paso al frenté y habló.

-Antes que nada, pediré disculpas, jefe Sandru. El muchacho no actuó solo. De algún modo, también somos responsables. Aceptamos la carrera y aunque no sabíamos que usaba el carro de Koya sin su permiso, podríamos haberlo imaginado. Ayudaremos a arreglar los desperfectos, por supuesto pero... Habrá gasto de material. Madera, pintura, clavos, utensilios varios... Es mi opinión que Giorgino cubra esos gastos y la mejor forma de sufragarlos en con trabajo. Trabajo en la caravana -dijo de un tirón y mirando directamente a Sandru, el rostro serio. Proponía un castigo que no era sino una forma de que Giorgino accediera a la caravana aunque fuera a través del trabajo y no de alocadas carreras de carros. Sabía que le entendería, pero ya estaba en su mano el aceptar su propuesta o no, al margen de lo que dispusiera para él y su hermano, que bien podía ser abandonar la caravana.

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16/05/2017, 19:51
Koya Mvashti.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena.

Koya se mantuvo al margen, con los brazos cruzados y gesto serio. Por dentro pensaba "qué majo es Giorgino" cuando éste se explicaba todo apurado y avergonzado por lo que había hecho. Sin duda era su debilidad. Peor como buena actriz que era se mantuvo hierática dejando a Sandru, como había dicho, la resolución del castigo. 

Otro gallo cantó cuando Vankor se adelantó, interviniendo antes que Sandru. El joven de los Dalmuvian mostraba de nuevo su ímpetu aún indomable y que contrastaba tanto con el hermano mayor. Koya casi se atragantó con su propio veneno al tener que morderse la lengua.

- Ejem...- Carraspeó lanzando una severa mirada a Vankor y para hacer notar su presencia frente a su hijo, Sandru. Negó ligeramente con la cabeza y suspiró elevando la mirada al cielo en busca de los ojos estrellados de la Diosa. Demasiado temprano para aquello pues quedaba para el ocaso.

Dame paciencia...- Más vale el diablo por viejo que por diablo. Si creía Vankor que aquella jugarreta le iba a salir bien iba listo. Koya se mantuvo agazapada, con el culo inquieto, como un felino a punto de saltar sobre su presa. Si Sandru caía en la trampa ya se ocuparía ella de aguarles la fiesta a los chiquillos. Pero confiaba en que no fuera necesario pues su hijo era un hombre juicioso. Lo que preocupaba a Koya era ese viaje a Magnimar. Aunque en un principio no había puesto pega el maldito perro le había puesto los pelos de punta y justamente en el día de su cumpleaños. ¿Y si Vesna, sabia ella y experta en tejemanejes, había provocado todo aquello para que Giorgino fuese castigado y así no participase en ese viaje? Les hacía ver a aquellos privilegiados como ella, capaces de ver en la enrevesada madeja del Destino, cuál era la decisión correcta. Aún era demasiado pronto.

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17/05/2017, 00:06
Sandru Vhiski.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena.

La comitiva que se acercaba con pasos pesados en su dirección no podía traer ninguna buena noticia. Caras largas y aspecto de haber roto algo en el mejor de los casos. El que Giorgio fuera a la cabeza era un indicativo más de que algún despropósito había tenido lugar. Lo único que no casaba era la presencia de Koya, en la que Sandru tenía una confianza a toda prueba.

Tras el discurso de su sobrino, y la posterior intervención de Vankor, Sandru depositó cerca la madera que estaba tallando. Su pulso normalmente firme, evidenciaba algún temblor cuando dejó las herramientas a un lado. No estaba molesto porque el chico hubiera escamoteado el carro de Koya, ni siquiera sentía ira porque hubiera corrido de más y lo hubiera golpeado, y de paso a la valla de un vecino de Punta Arena. No, la rabia que crecía dentro de Sandru como una tormenta de verano se debía a que el chico podía haberse roto el cuello en el proceso. Y eso sí que no lo hubiera podido soportar y menos aún Martha teniendo que recibir otra vez la misma historia, aunque esta vez fuera real. Giorgino era lo único que les quedaba de Alder.

- Pues bien sobrino, ya nos has demostrado a todos lo que querías: Que NO puedes conducir un carro y viajar con nosotros. - Sandru se volvió hacia los Dalmuvian con gesto serio.

- En cuanto a vosotros, ya hablaremos... - El patrón de caravana dejó claro con su actitud y tono que ese no era el lugar ni el momento para tratar con ellos ese tema.

- Repararéis los desperfectos, y dejaréis todo como estaba. Yo pondré los materiales que hagan falta. Tú ayudarás en todo sobrino, y además hay condiciones. Si quieres que tu madre no se entere de esto, te apartarás de los carros hasta que yo te diga lo contrario. Dejarás de molestar a tus primos con tus ideas sobre carreras, que sé que no es la primera vez que esto pasa. Hasta ahora parecía que teníais cierta inteligencia en vuestros actos, pero como veo que un mono de la feria de Magnimar es más cabal que vosotros, voy a tomar cartas en el asunto. - La ira de Sandru amenazaba con desbordarse por momentos, a pesar de su tono controlado.

- Además de eso, cada vez que la caravana venga aquí, ayudarás a las labores de carga y descarga, y te ocuparás de almohazar los caballos y limpiar los carros con tus primos. - Esa tarea incluía el manejo de los carros y sus monturas. A pesar de todo el varisio era un hombre de buen corazón, y no quería apartar a Giorgino de su pasión, al menos del todo.

- Descansad hoy, porque mañana empezaréis con las reparaciones. -

Una mirada a Koya basta para ver que la mujer estaba irritada y Sandru la dirige un gesto de asentimiento. Si ella tenía algo que añadir ya que el carro era suyo, sin duda era el momento.

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17/05/2017, 16:25
Vankor Dalmuvian.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena

El carraspeo de la vieja Koya ya fue una señal de advertencia de que sus intenciones no eran tan veladas ni sutiles como creía. Las palabras de Sandru fueron frías y cortantes como un sable, segando de cuajo las ilusiones y sueños de Giorgino. Los insultos y la postergación del castigo a Bevelek y él mismo le resultaron casi imperceptibles en comparación.

¿Qué ocurría con Sandru y la vieja Koya? ¿Acaso habían olvidado los tiempos en los que la sangre corría caliente por sus venas, en los que el mañana estaba demasiado lejos y en los que la reflexión era un trabajo fácil de disipar bajo el influjo de la pasión y la inmediatez? ¿Nunca habían cometido un error sin mayor trascendencia que no fuera castigado con el látigo? Ambos parecían enrocados en una postura que no terminaba de entender, injusta desde su punto de vista. ¿Que Giorgino merecía un castigo? ¿Que ellos mismos debían ser reprendidos? Sí. Pero aquel comportamiento, aquellas actitudes y respuestas no eran proporcionales al mal causado. ¿Siquiera se habían molestado en comprobar el estado del carro de Koya o la destrucción de la valla del alquimista?

Fue entonces cuando sorprendió las miradas que tanto Koya como Sandru dirigían a Giorgino. Y comprendió. Miraban al muchacho, pero veían a su padre. Y las viejas historias relativas a cómo murió, mezcla de realidad y leyenda, acudieron a la mente de Vankor. Supo lo que pretendían hacer escudándose en una chiquillada irresponsable. Lo que no entendían es que no podrían evitar que Giorgino cumpliera con su destino. Como mucho, aplazarlo.

-Ejem -carraspeó imitando a Koya y mirándola-. Yo... -dudó-. Errr... -balbuceó. Parecía incapaz de arrancar, así que tomó aire, al tiempo que su rostro enrojecía por una timidez que parecía imposible de terminar de erradicar y habló de un tirón-. No es justo. No, no es de justicia que le neguéis su sueño. ¿Un error sin gravedad debe marcar toda una vida? -miró subrepticiamente a Bevelek. Él ni siquiera había cometido un error pero la visión de su hermano de cómo debían ser las cosas había hipotecado su vida, impidiéndole hacer lo que realmente deseaba. Abrió la boca para seguir hablando pero aunque los argumentos se apelotonaban en su cabeza no parecía capaz de darles forma en su boca. Boqueó inseguro, cada vez más rojo-. Te he oído mencionar a Desna, Koya. Y a ti, jefe Sandru, decir que tomarás cartas en el asunto. Bien, que sean las cartas de Koya las que hablen. Ellas no se equivocarán y si tenéis razón, os la confirmarán -calló y agachó la cabeza antes de volverla a levantar y mirar implorante a la anciana-. Koya, por favor -suplicó-, es su futuro, su vida.

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17/05/2017, 19:45
Giorgino Vhiski.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena.

La intervención de su primo, proponiendo que su tío le contratara para así poder sufragar los gastos del material que iban a utilizar casi le da un vuelco al corazón.

¡Vankor es genial! ¡Como le ha dado la vuelta!

Tras su discurso y ahora el apoyo de Vankor ya veía como Desna le sonreía y favorecía en las más insospechadas circunstancias. La abuela cortó la intervención con un carraspeo, seguía muy enfadada y Giorgino no dudaba que tenía motivos, aunque se afanaría por resarcirla. Su mirada quedó finalmente clavada en su tío que no tardó en tomar la palabra. Sus sentencias fueron como un jarro de agua fría, como un puñetazo de Vankor en el estómago o como perder una carrera de carros. Sus peores temores se confirmaron y aquello iba a hacer que no pudiera participar en la caravana de su tío nunca más. Sin embargo el castigo final le llenó de dudas.

Podré estar aquí con ellos y aprender cosas sobre carros y cuidar a los animales... ¡Será genial!

Aprendería muchas cosas y cuando estuviera preparado podría buscar una caravana a la que unirse. Cuando su tío viera que regresaba con éxito estaba seguro que se replantearía el que se les uniera al grupo, que era lo que Giorgino más deseaba en el mundo.
Iba a decir algo cuando Vankor volvió a intervenir para sorpresa de Giorgino. Sus palabras le emocionaron hasta el punto que comenzaron a saltársele las lágrimas.

¡Que vergüenza! Ahora van a pensar que todavía soy un niño y que no estoy listo para trabajar en una caravana.

Intentó restregarse los ojos como si le picaran, esperando que su estado pasara desapercibido mientras ellos hablaban. Finalmente Vankor dejó el destino de Giorgino en manos de Desna. La diosa siempre lo había favorecido, a pesar de dividir su cariño con Shelyn y como buen varisio supersticioso le parecía justo que fuera ella quien decidiera su futuro.

Por favor Desna, por favor, por favor, por favor, ayúdame a cumplir mi sueño de ser caravanero.

Se volvió hacia Vankor con la intención de agradecerle sus palabras para después hablar con su tío y su abuela.

-Gracias primos, siempre me habéis apoyado y ayudado, no se como agradecéroslo. Y... Tío Sandru, tienes razón. Os he fallado a ti y a la abuela y lo siento mucho, solo espero que algún día podáis perdonarme. Repararé los desperfectos y ayudaré en el campamento con lo que me digas, trabajaré duro. Abuela, siempre me dices que confíe en Desna y lo hago, no tengo miedo a lo que pueda decir, puedes consultar las cartas si es tu deseo...

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18/05/2017, 19:10
Giorgino Vhiski.

Día del Fuego, 5 de Abadar de 4708 RA. Campamento vistani del Tío Sandru.

Giorgino se había levantado temprano aquella mañana, a pesar de su éxito en la expedición contra los goblins y haber regresado de una pieza y con dinero, su madre se había enfadado, seguía queriendo que fuera un campesino como ella y por eso había decidido ayudarla, no porque hubiera cambiado de opinión, si no porque quería que se le pasara el enfado lo antes posible.
A mediodía, tras la comida, había salido corriendo a ver a su tío, tenía una cita aquella tarde y tampoco tenía mucho tiempo, pero había unas cosas que quería hacer y que no podían esperar, no al menos en su mente.

-¡Tio Sandru! ¡Tío Sandru! ¿Tienes entre tus mercancías unas telas? Si es así... ¿Me las puedes enseñar? ¡Quiero comprártelas! Quiero comprar tela para hacerle una capa a la abuela, como la que le regaló la Señorita Ameiko a Hattori. ¡O mucho mejor! Y también para una capa y un vestido nuevo para mi madre y también para Petunia. ¿Crees que tendrás? ¡Quiero las mejores telas tío, tengo dinero, ya lo sabes!

Y como un joven que tenía mucho dinero por primera vez en su día estaba deseando gastarlo, claro que no todo, quería dejarle algo a su madre para que pudiera contratar ayuda cuando él se marchara en la siguiente aventura o viaje con su tío, ahora que había demostrado que era competente no dudaba que contaran con él.

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18/05/2017, 20:30
Koya Mvashti.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena.

Koya no se podía estar quieta en la tensa espera del veredicto del juez que habían elegido. Ya tendría tiempo de permanecer inmóvil cuando estuviera muerta y enterrada. Mientras, se tocaba la cara nerviosa, se mordía el labio inferior, incluso las uñas, y basculaba la renqueante cadera de un lado a otro acompasada a veces con el golpeteo de la planta de su bota sobre el terreno. Finalmente Sandru habló y no la decepcionó ni lo más mínimo. Estaba muy orgullosa de su hijo aunque quizá no se lo mostrara con tanta frecuencia como debería. Era difícil competir con la sombra de su hermano. Con lo único que no estaba de acuerdo era con que aquellos tres traviesos repararan su carro. Koya quería que se ocupara un profesional pero no podía decir nada para no desacreditar a Sandru delante de los chiquillos.

Ya estaba deseando que aquella incómoda situación se acabase para poder lanzarse al cuello de su nieto y plantarle sonoros besos en sus dulces mejillas cuando Vankor volvió a intervenir.

- ¡Ay! Jajajaja.- Rió liberando toda la tensión acumulada en una carcajada de risa clara, quizá demasiado larga y algo forzada. Se encogió sobre sí misma como si la sola idea de su sobrinito fuera a hacer que se meara encima.- ¿Toda una vida? Mira ahora quién es el exagerado. Una vida es muy larga muchacho. En manos de Giorgino está que el castigo no se dilate tanto, ¿o no? Magnimar ya no es una opción pero habrá más, sin duda. Vesna proveerá.- Las súplicas de Vankor, aunque la pillaron por sorpresa, enternecieron su ya frágil corazón. Pero Koya era astuta como una zorra y enseguida vio el camino por donde volver a salir victoriosa de la trampa que la planteaban delante. ¿Quería que echara las cartas? No sabía lo que pedía. Esa inocencia de Vankor era algo que le gustaba mucho de él. Quizá aún no pudiera imaginarse que Koya, con tantos años a sus espaldas, era una perfecta manipuladora.

- Mmmm.- Fingió reflexionar, sopesar si la propuesta de su sobrino fuera viable.- ¿Que hablen las cartas?- Repitió.- No puede haber nada de malo en ello. Aunque molestar a la Diosa por una nimiedad como esta...no sé... - Rebuscó en su zurrón el mazo de cartas en su impecable funda.- Buscadme alguna piedra o tocón donde pueda sentarme, anda, guapos.- Y mientras los jovenzuelos buscaban Koya sonrió a su hijo y le guiñó un ojo, picaruela. Las cartas hablarían pero lo harían por su boca.- Lo hago porque Vankor me lo pide pero tened en cuenta que es algo excepcional.

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19/05/2017, 18:44
Giorgino Vhiski.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena.

La risa de Koya sirvió para relajar el ambiente, o al menos Giorgino se sintió algo mejor al escucharla reír y sin el semblante tan serio como hasta aquel momento. Además las palabras que vinieron después fueron un bálsamo para los oído del joven.

¡Si! ¡No está todo perdido! ¡Quizás en la siguiente oportunidad me dejen acompañarlos!

Haría todo lo que estuviera en su mano para que así fuera, trabajaría duro y ayudaría en el campamento todo el tiempo que estuvieran en Punta Arena e impresionaría a su abuela y a su tío para que le levantaran el castigo.

-¡Trabajaré muy duro abuela! ¡Lo prometo!

El asunto de la consulta a Desna podría ser su primera oportunidad de demostrar lo dispuesto que estaba a colaborar y a ser útil. En cuanto su abuela pidió una piedra o un tocón Giorgino se puso a mirar frenéticamente a su alrededor en busca de algo y cuando divisó algo que parecía servir salió corriendo a por ello y lo acercó haciendo acopio de sus fuerzas, probablemente a Bevelek o a Vankor no les hubiera costado lo más mínimo acercarlo, pero ellos ya tenían la oportunidad de trabajar para su tío. Lo soltó en el suelo con cierto alivio y después pasó una mano por la superficie quitando la suciedad que pudiera haber.

-¡Espera abuela! ¡Te traeré un cojín!

Si la abuela iba a consultar su futuro, sería mejor que estuviera cómoda para que todo saliera bien, no quería arriesgarse a que la diosa lo mirara con malos ojos y lo condenara a una vida en las granjas, así que se dispuso a ir a buscarle un cojín a Koya.

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19/05/2017, 21:07
Koya Mvashti.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena.

- Siempre tan considerado.- Alabó la dulzura de su nieto que le traía un cojín y, sin querer, la mirada se desvió hacia Sandru.- Siéntate en frente de tu abuela, Giorgino y coge una carta. Vosotros también acercaros, vamos que no muerdo, ya no, jeje. - Dejó que los hermanos Dalmuvian lo vieran también para que, al menos Vankor, se quedara satisfecho.- He elegido el palo de las estrellas, pues es el de la sabiduría de Desna, el de las estrellas, que velan desde el firmamento y nos guían en la oscuridad de la noche.- Koya tendió las nueve cartas del palo de la estrella a Giorgino que eligió una al azar.- Veamos.- Koya volteó la carta, "La Matrona".- Ummm, interesante. La Partera. Significa que tú, Giorgino, con respecto a la pregunta que se nos plantea aquí, si es injusto o no tu castigo, ves lo bueno incluso en la peor situación.- ¿Y no era el castigo algo perturbador para su impaciente sobrino? Koya mezcló la baraja de cartas y le dio el mazo a cortar a Giorgino. Después extendió las nueve primeras cartas como su madre le había enseñado.

Destapó la primera columna, la del pasado. Sus ojos se abrieron como platos al ver la carta que representaba una zarza enredada en su posición natural. Se le hizo un nudo en la garganta al recordar a su hijo fallecido pero Desna quería que usara ese sentimiento a su favor. Sonaba duro pero iba a usar el chantaje emocional.

- ¡Oh!- Con pulso tembloroso se tocó la mejilla mostrando su fragilidad.- Es tu padre...- Su mano se posó encima de la carta ocultando a su nieto la visión del esqueleto en la cruz. No le era difícil parecer afectada pues el recuerdo del padre de Giorgino de verdad le producía un intenso dolor.- Esta carta representa a una persona ya fallecida que aún tiene una gran influencia sobre ti. - ¿Qué quería decir Desna, a través de la boca de Koya, con esto?-  La muerte de tu padre fue un golpe terrible para todos. Tu travesura ha conseguido reavivar esos dolorosos recuerdos. Tu madre no puede saberlo, debes hacer caso a tu tío.- No quería ahondar mucho en el tema así que destapó la siguiente columna. En el presente Desna no mandaba una señal clara, así que Koya se permitió el lujo de elegir la que mejor le convenía para sus intereses.- La lechuza representa la eterna sabiduría del orden natural. Y te preguntarás cuál es ese. Pues el de la luz sobre la oscuridad, el de los ancianos sobre los más jóvenes. Escucha a tus mayores, cuya larga vida les confiere dicha sabiduría presente en el orden natural de las cosas, y llegarás lejos. Haznos caso Giorgino, eso es lo que Desna te dice.- Para concluir Koya descubrió la columna que todo el mundo quería que interpretase, la del futuro. Desna lo dejaba muy claro aquí. De nuevo había una coincidencia plena entre una de las cartas y su posición. "La mentirosa". Koya por supuesto no se daba pro aludida. Tenia claro su significado: el amor que rompe el corazón. Su mente le trajo a flote un nombre de manera inmediata, el de Petunia. De pronto la boca se le quedó seca pues, sería difícil explicarle a Giorgino lo que pensaba. Si le castigaban con no ir a Magnimar su futuro pasaba por un corazón roto. A veces Desna era una diosa caprichosa. La lección que Sandru y Koya querían enseñar a su hijo dejándole sin su primer viaje traería consecuencias. Obligarle a madurar de aquella manera le  haría perder para siempre esa cándida inocencia de la que hacía gala y que era tan adorable a ojos de la anciana. Pero ella no podía advertirle sobre su amor. Le rompería el corazón si se lo contaba y, para eso, ya estaba la propia Petunia.- Y ...ehm... lo que te depara el futuro, si acatas el castigo y sacas provecho de él, es convertirte en un hombre. Dejar atrás al niño que aún se resiste a decir adiós.

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20/05/2017, 03:26
Sandru Vhiski.

Día del Fuego, 5 de Abadar de 4708 RA. Campamento Varisio del Tío Sandru.

A pesar de que la incursión había resultado exitosa, nadie había salido herido de gravedad, y habían recaudado un buen botín, Sandru estaba intranquilo. Poner a la familia en peligro no era su estilo, aunque los muchachos se habían desenvuelto de manera encomiable. Aún quedaba el trámite de hablar con Martha, y eso nunca era fácil.

Tras oír el barullo que montaba el bueno de Giorgio, Sandru se sonrió interiormente.

- Este chico despertaría a las piedras del camino, le tendré que hablar de las virtudes del silencio... - Salió del carromato con los dedos colocados en su fajín, mientras escuchaba a su sobrino mientras asentía.

- Me parece muy bien Giorgio, tu conducta me demuestra cada vez más que eres un hombre, y no un niño. Así debe ser. Pero he perdido toda mi mercancía pillastre, ¡Lo lamento! - El mercader deja que la tristeza aflore a los ojos de su sobrino, mientras cuenta mentalmente.

- ¡Pero eso no quiere decir que tu viejo tío tenga una mano delante y otra detrás! Sígueme, conozco un amigo que tiene las mejores telas y por suerte al enterarse del ataque postergó su marcha y aún se encuentra en Punta Arena. -

Sandru guía a Giorgino a el carruaje de otro mercader varisio donde le ayuda a elegir las prendas que considere apropiadas. El vestido que aconseja para su cuñada es particularmente bonito, quizás con la esperanza de que la belleza distraiga al dragón.

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20/05/2017, 03:44
Sandru Vhiski.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena.

Sandru miró duramente a Vankor tras sus palabras.

- ¿Toda una vida? Una buena temporada al menos trío de botarates, hasta que aprendáis lo que... -

Para sorpresa de Sandru, su sobrino interviene aceptando de buen grado el castigo impuesto, cosa que deja al varisio sin habla durante casi un par de segundos. Le sigue la intervención de Koya, y Sandru adopta un aire casi reverencial cuando la mujer habla de usar su arte en este momento. El mercader acalla voces y despeja el terreno para que la anciana goce de cierta intimidad y recato a la hora de usar la visión que Desna le otorga.

Mientras el ritual se sucede Sandru parece casi contener el aliento y paladear cada palabra que la anciana emite, para asentir vigorosamente tras sus últimas palabras.

- Espero que os haya quedado claro que Koya es una mujer de lo más generoso al acceder a pedir a Desna que nos dé su guía para el futuro contando lo desastrosos que sois. Y ahora no os quiero ver la cara hasta mañana, en que vendréis a verme a primera hora, ya que voy a dirigiros con las reparaciones. No queremos que Desna se enfade, ¿verdad? -

A pesar del rostro serio de Sandru, sentía un enorme amor por su familia, y se veía incapaz de estar cruzado de brazos mientras los chicos se deslomaban. Era la ley de la caravana, como ya se lo explicó a los Dalmuvian tiempo ha. Todos arrimaban el hombro. Pero prefería hacerles creer que le tendrían todo el día detrás ladrando órdenes y controlando su juventud. Que sufrieran un poco también, se lo merecían. Sandru rió interiormente mientras guiñaba un ojo en secreto a Koya.

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21/05/2017, 15:41
Giorgino Vhiski.

Día del Fuego, 5 de Abadar de 4708 RA. Campamento Varisio del Tío Sandru.

La mala noticia de su tío lo llenó de desilusión, pensaba que a pesar de todo su tío tendría algo guardado o habría podido reinvertir todo lo ganado con los goblins, claro que era demasiado pronto incluso para un gran negociante como Sandru, pero el ímpetu de Giorgino no había calculado bien todo aquello. Triste por eso y orgulloso por la palabras halagadoras de su tío que ahora sí parecía tenerlo en cuenta como alguien útil para su caravana.

-No pasa nada tío, guardaré el dinero y se los compraré más adelante...

Pero su tío parecía tener siempre soluciones para todo y no tardó en encontrar una manera de salir de aquella situación airoso, como un buen Vhiski. La alegría y la emoción volvió a los ojos de Giorgino ante las buena noticias.

-¿Sí, tito? ¡¿De verdad?! ¡Vamos, vamos!

Giorgino acompañó rebosante de alegría a Sandru hasta otro carruaje en el campamento. Allí su tío habló con el dueño que complaciente comenzó a mostrarles diferentes telas, vestidos y capas. A Giorgino, que le había parecido una tarea sencilla al principio, comenzó a comprender que elegir algo para una mujer era demasiado complicado y encima eran tres, tan diferentes las unas de las otras... Por fortuna su tío si que era un experto y se ofreció a ayudarle en una buena elección del género y las piezas.

-Tienes razón Tío Sandru, este vestido es espectacular. Creo que se lo compraré, ¿Tendrá una capa a juego?

Con eso solo quedarían su abuela Koya y Petunia. Y como si con su pensamiento la hubiera invocado vio a Koya pasar cerca, hacia algún lugar del campamento, no pudo evitar llamar su atención.

-¡Abuela! ¡Abuela! ¡Estamos aquí! -Giorgino agitó la mano con efusividad para que su abuela pudiera localizarlo con facilidad.- ¡Ven! ¡Acércate abuela!

Esperó a que la anciana se acercara y le dio un gran abrazo acompañado de dos sonoros besos al más puro estilo varisio.

-Abuela, he decidido comprarte un vestido y una capa. Quiero que elijas los que más te gusten, o si no hay ninguno una tela de tu agrado para que te los hagan. También le voy a comprar una capa y un vestido a mi madre y un vestido para Petunia. ¿Que te parece este para mi madre? Al tío y a mi nos gusta, estamos buscando una capa a juego.

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22/05/2017, 19:04
Bevelek Dalmuvian.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena.

La prudencia era la madre de todas las ciencias, eso le había dicho su madre de pequeño. No había entendido demasiado bien aquella frase en su momento, pero con el paso de los años aquellas palabras iban cobrando un significado diferente y más claro. Debía ser prudente y transmitir esa prudencia a su hermano Vankor y al joven Giorgino. Aquellos pensamientos le dieron dolor de cabeza y pasó su mano por la frente para tratar de despejarse, muchas responsabilidades sobre sus hombros y si pensaba mucho en ello se agobiaba. Trató de fijar su atención en la anciana Koya y sus cartas, respetaba a la anciana y sus habilidades, más por desconocimiento que por un temor real.

Concentrado como estaba casi no escuchó las palabras de Sandru, casi. Cerró los ojos y agachó la cabeza de forma instantánea esperando un coscorrón por el carro, por no haber vigilado a su primo y a su hermano o por zoquete. Pero no llegó el golpe, así que suspiró algo más relajado y escuchó las palabras de su jefe.

Mañana a primera hora estaremos sin falta y trabajaremos duro para arreglar los desperfectos.

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22/05/2017, 20:39
Vankor Dalmuvian.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena

Bajó la cabeza y calló. Habían hablado todos, incluidas las cartas y ya no había nada que decir o añadir. Pero secretamente, agradecía que Koya hubiera accedido a consultar a Desna acerca de cómo proceder y aquel gesto, para el prácticamente huérfano y siempre sometido Vankor a las voluntades ajenas, tenía un gran valor.

-Gracias, Koya -dijo sin alzar la mirada del suelo y casi en un susurro ahogado-. Sí, jefe Sandru -añadió ante las órdenes dadas por Sandru. Sabía de su propia tozudez, algo no muy aceptado ni entendido por muchos, y sabía de su posición en el escalafón familiar, poco más que un peón por el que se sentía cierto afecto, similar al que se tenía por un cachorro o una mascota. Suspiró quedamente, vagamente consciente de que nunca crecería del todo en el seno de aquella caravana, de aquella familia, con Bevelek dirigiendo su vida en base a sus propias pautas, inamovibles, y siendo considerado como un chiquillo por el resto, para los cuales era un acogido. Gioirgino era el heredero natural de todo. Bevelek se sentía contento y satisfecho con su vida. Koya y Sandru habían elegido cómo debía ser su vida y actuaban consecuentemente y él se sentía como una hoja sujeta a los deseos ajenos, bailando sin rumbo hasta que el viento dejara de soplar por una razón u otra y se encontrara posado en el suelo, con sus sueños ya agostados y sin un destino.

Un nudo estranguló la boca de su estómago y sintió ganas de llorar. Con paso precipitado abandonó el lugar de la reunión. Estaba sofocado y necesitaba estar solo, alejado de todo y de todos. Echaba de menos a su madre.

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23/05/2017, 10:19
Giorgino Vhiski.

Vigésimo quinto día del mes de Kuthona del 4707. Afueras de Punta Arena.

Giorgino siguió con mucha atención todo el proceso de adivinación que su abuela estaba haciendo, no solo porque le fascinaba aquello sino porque además estaba mirando su futuro. Sonrió orgulloso mirando a su tío y a sus primos mientras Koya decía que Desna velaba por él y que sabía ver el lado positivo de las cosas, para luego estremecerse un poco cuando salió la carta de su padre.

-¡Vaya...! ¡Es papá..!
-Aquello era alucinante. Se sintió un poco mal por haber traído de vuelta a su padre, probablemente avergonzado de lo que su hijo había hecho.- Os haré caso a ti y al tío Sandru abuela, lo juro.

Después atendió a la última reprimenda de su tío y asintió ante las órdenes que impartía.

-¡Sí tío! La abueja es la mejor. Ya me marcho. ¡Nos vemos mañana! ¡Adios a todos!

Y dicho esto y tras dar unos sonoros besos primero a su abuela, después a su tío y seguidamente a sus primos se marchó del campamento cumpliendo las órdenes de Sandru. Al día siguiente volvería para cumplir con su deber.