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REGENTE DE JADE: 3- ALDEA DE MURO DE SALMUERA.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL FUEGO, DÉCIMO QUINTO DE CALISTRIL.

ALDEA DE MURO DE SALMUERA.

MEDIA TARDE.

El grupo de siete atraviesa el Bosquecillo, que parece completamente deshabitado. El bosque que rodea la aldea de Muro de Salmuera es particularmente denso en cuanto a matorrales se refiere, lo que dificulta bastante el paso, en especial de los más ancianos, que pronto se sienten físicamente agotados y casi sin oxígeno.

Kelsier se ha adelantado un poco y determina que justo al norte hay un claro en esta densa vegetación que parece ser un viejo cementerio.

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DÍA DEL FUEGO, DÉCIMO QUINTO DE CALISTRIL.

ALDEA DE MURO DE SALMUERA.

MEDIA TARDE.

Kelsier observa el lugar con atención. No se ve ni un alma (tampoco se percibe ninguna forma de vida animal, ni siquiera pájaros de ningún tipo). Tan sólo vegetación asilvestrada y asalvajada, muy densa en cuanto a zarzales y malas hierbas se refiere. Una vegetación que para alguien con imaginación incluso podría decirse que posee un aspecto maligno.

Un poco más adelante, se percibe un claro y Kelsier alcanza a ver lápidas y tumbas. Sin duda es el viejo cementerio de la aldea de Muro de Salmuera, aunque el explorador semielfo necesitaría aproximarse más para poder observar detalles.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL FUEGO, DÉCIMO QUINTO DE CALISTRIL.

ALDEA DE MURO DE SALMUERA.

MEDIA TARDE.

Las palabras que pronunció Ameiko mientras nos fuimos de la caravana me quedan dando vueltas en la cabeza. No entiendo a qué se refiere pues si fuese literal, no creo que nos encontremos con gallinas gigantes come-hombres. Si fuese en sentido figurado... bueno, no soy bueno para esas cosas.

Intento no pensar en aquello para no sumar paranoia a la emoción que ya siento en este momento. Avanzo junto con mis compañeros poniéndome al lado de Kelsier para protegerlo en caso de un ataque desde el frente o uno de sus laterales, considerando que Kromdal se ha puesto al otro lado y puede proteger su otro flanco.

Después de un trecho, Kelsier divisa lo que parece ser un cementerio. Por lo menos parece ser una buena forma de acceder al pueblo y le asiento con la cabeza al semielfo para que sepa que estoy con él y me parece bien que avancemos hacia allá. Que haya o no muertos vivientes, es solo una posibilidad más y no temo a ello.

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MEDIA TARDE.

- Punta de flecha. Bien- murmura el bárbaro asintiendo a Serveris, con las manos bien aferradas en el hacha. Los últimos cementerios que ha visitado (bueno, si es que un pantano y una caverna convertida en cripta podían nominarse así) habían resultado ser escenarios de combate y batalla y, sobre todo el último, había supuesto para el bárbaro la incomprensible certeza de estar siendo demasiado prudente.

Y desde luego por "demasiado prudente" no era como le gustaría ser recordado a Propiedad Transitiva. Demasiado prudente estaba casi a un paso de cobarde, y eso sí que no: bajo ningún concepto. Propiedad Transitiva, en cambio, aunque el forzudo shoanti no terminaba de tener claro lo que significaba, le sonaba rotundo a sus oídos. Hablaba de propiedad lo que le gustaba. Y por lo que había entendido de las explicaciones, transitiva significaba algo relacionado con el cambio. Vamos: cambio y dinero. Probablemente dos de las cinco cosas que más le gustaban en el mundo.

Deshechó tales reflexiones, y volvió a seguir avanzando, cubriendo el costado del explorador, y dispuesto a lanzarse contra cualquier enemigo que apareciera.

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ALDEA DE MURO DE SALMUERA.

MEDIA TARDE.

Kelsier, seguido de cerca por Kromdal y Serveris, se adelanta para examinar el cementerio de la aldea. Este claro consiste en una colina baja que contiene casi dos docenas de tumbas. Una cripta de piedra se adienta en lo alto de la colina hacia el Este. Todo el cementerio pare inusualmente bien atendido. Parece que alguien haya cortado el césped y las lápidas están bastante limpias.

Kelsier trata de leer las inscripciones en las tumbas o la cripta, pero las ve demasiado borrosas para descifrar lo que ponen.

En el borde norte del cementerio hay lo que parece ser una lápida situada aparte del resto de tumbas. Koya se siente atraída hacia allí sin saber por qué.

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Giorgino avanzaba junto a su abuela intentando hacerle más fácil el paso entre la abundante vegetación con la ayuda de su daga, más indicada para esos menesteres que el cuchillo de estrella que era algo más corto.

-Se nota que no ha pasado nadie por aquí desde hace tiempo.

Claro que eso no explicaba porqué se veían luces en el interior del castillo, o eso al menos habían asegurado los caravaneros con los que se habían encontrado.

Igual es que vive alguien allí y no sale.

Era una posible teoría, quizás no muy consistente, pero la alternativa le daba más miedo. Siguió caminando intentando ver algo en aquellas ruinas y sin perder de vista lo que hacían Kelsier y Kromdal, algo más adelantados que los demás.

-Aquí no hay nadie abuela. Vayamos al castillo y encontremos esa caja para poder salvar a la Señorita Ameiko y bueno, la otra por la que hicimos el viaje, espero que esté aquí.

A decir verdad tampoco había sido tan malo, Giorgino había tenido muy buenas experiencias hasta ese momento y el comercio no había resultado tan malo como había imaginado por la época del año que era, se notaba que su tío sabía lo que hacía.

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La vegetación asalvajada se le enganchaba en los bajos de la falda y a veces se le enredaba en el pelo, como su fuera una chica celosa de su belleza y quisiera arrancarle el pelo a tirones. Pero Koya hacía lo posible por seguir a Kelsier que se adentraba en la aldea.

No había otro camino...- Pensó la vieja cuando divisaron el cementerio. No había muchas tumbas pero una de ellas llamó poderosamente su atención. La razón, no la sabía. ¿Intuición femenina? Hacía allí se encaminó la anciana con los ojos bien abiertos.

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ALDEA DE MURO DE SALMUERA.

MEDIA TARDE.

Kelsier, con movimiento y alerta felina, anduvo entre las tumbas, buscando algo entre ellas que le llamara la atención. Todas ellas tenían en común que eran antiguas y por tanto que el camposanto no se empleaba desde hace décadas.

También le llamó la atención lo descuidado de buena parte del lugar, lógico tras un cuarto de siglo sin usar según sus cálculos, y lo bien cuidado de una zona, con el césped recortado y ausente de malas hierbas: una lápida separada del resto, al fondo del cementerio.

¿Un jardinero fantasmal?, se preguntó el muchacho medio en broma, medio en serio.

Se dio cuenta de que Koya, como absorta, se dirigía a aquel lugar, precisamente.

- Sra. Mvasthi - llamó su atención -. Hay algo inusual en aquella lápida - señaló la que la sacerdotisa de Desna parecía haberse fijado, y posiblemente no era coincidencia dados los poderes de la anciana -. A diferencia del resto ese enterramiento está bien acondicionado y cuidado, como si el tiempo no hubiera pasado por él o alguien le proporcionara mantenimiento continuo - avisó.

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MEDIA TARDE.

Conseguimos atravesar la vegetación, aunque no deshonro mi espada en ese menester pues la katana está hecha para acabar con enemigos, no para ser una herramienta de exploración. Conseguimos llegar a aquel viejo cementerio, que parece muy descuidado por años de que nadie lo cuide apropiadamente.

Miro hacia los lados y no soy capaz de ver nada de interés. Las lápidas parecen estar en pésimas condiciones, el tiempo no las ha tratado bien. Escucho a Giorgino y le encuentro razón, pero en parte solamente:

 - "No sabemos si lo que buscamos está realmente en la torre. No deberíamos avanzar sin revisar un poco. Además, no sería sabio dejar enemigos a nuestras espaldas que puedan encerrarnos cuando lleguemos al castillo."

Las palabras de Sandru me resuenan en la cabeza, de que cuando nos detecten actuarán activando alarmas y movilizando a sus efectivos. Lo más sabio es despejar ahora mismo la vía de escape acabando con lo que sea que se quiera poner entre nosotros y la caravana.

Koya pasó delante de unos y otros con el mismo desparpajo que si se encontrara entre las familiares calles de Punta Arena. Su vista estaba fija en un único punto

No puede ser...- Pasó junto a la única cripta y leyó distraída el nombre grabado en ella: Almirante Mercatio Kiameleu, el Fundador de Muro de Salmuera. Siguió avanzando sin detenerse hasta que, cuando estuvo lo suficientemente cerca, se quedó helada.

- ¿Cómo es posible? No puede ser...- Lo que en la distancia parecía una lápida aparta del resto de tumbas, cerca del borde norte del cementerio, era en realidad un bien atendido santuario dedicado a Desna que consiste en una estatua de mármol de la deidad, que sostiene un pequeño bol de cobre. El bol parece lleno de agua de lluvia y Koya puede sentir que hay algo en especial en ese agua.- ¿Agua bendita?¿Aquí?- Ahora sí la sorpresa se tornó en verdadera preocupación.

- Kelsier ven aquí.- La anciana se sacó del escote el símbolo de Desna para que estuviera bien visible.

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El medioelfo observo el rostro de perplejidad de Koya cuando se acercó a lápida ornamentada del norte. Sus palabras daban a entender que se trataba de un lugar sagrado al afirmar que una estatua contenía agua bendita. Aunque aquello la dejaba perpleja.

Advirtió cómo la anciana extraía de su escote una cadena con el símbolo de Desna y le hacía llamar. Presto, el joven muchacho acudió a la llamada de la sacerdotisa, preguntándose qué querría.

- ¿Qué ven tus agudos ojos aquí?- Preguntó como si no creyera lo que sus propios ojos veían.- La vista de esta anciana ya están muy perjudicada y no sé si me engaña.

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MEDIA TARDE.

El joven Kelsier se acercó ante la anciana algo anonadado, no sabiendo a qué se refería exactamente. Si a la tumba o a la estatua.

- Aquí hay una tumba de un tal Mercator Kiameleu. Y esta parece una estatua de una mujer con un platillo y agua en él... ¿Por qué lo preguntas? - preguntó sorprendido el muchacho, no comprendiendo a donde quería llegar.

- Bah, eso no.- Dijo como si la tumba del ancestro de Ameiko no tuviese importancia.-¡¡Es auténtico!!- Koya no cabía en su gozo a pesar de que aún había muchas incógnitas sobre cómo aquel pequeño santuario podía estar en un lugar así en tan buen estado.

- Este es un lugar sagrado menor para la Fe de Desna. Ese agua de ahí está bendecida por la Diosa. ¡Loada sea!- Koya había escuchado hablar de santuarios así, en los que cada día se producía un pequeño milagro.- Aquí el agua recogida en el bol de metal se convierte en agua pura y bendita sin la intercesión de un sacerdote.

- ¡Giorgino!- Llamó la anciana a su querido nieto.- Vamos Kelsier, tú también Vankor. No os quedéis ahí como pasmarotes. Buscad viales, cantimploras, odres...¡Los que sea! Tenemos que recoger este agua y llevarla con nosotros.- A ojo de buen cubero calculaba que habría el equivalente a tres dosis de agua bendita.- Os aseguro que es algo que gusta bien poco a demonios y no muertos cuando se lo echas por encima, y más si va acompañado de una plegaria a un dios benigno como lo es Desna.

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Kelsier enarcó las cejas realmente sorprendido ante el descubrimiento de un santuario de Desna, al igual que ante la revelación de Koya de que aquel agua podría causar daño a seres malvados como demonios o muertos vivientes.

Realizó una leve inclinación con la cabeza en señal de respeto a la estatua de la deidad y tras observar el recipiente contenedor de agua y escuchar el consejo de la adivina sobre tomar todo el líquido bendecido, el muchacho echó mano de su cantimplora, mostrándola.

- Es un pellejo de tres litros - informó -. Puedo vaciarlo y contener la mayor parte de ese agua - ofreció.

A pesar de estar atendiendo a lo que Koya decía, su atención también se centraba en el entorno al santuario y la tumba. Esta zona había sido empleada y frecuentada hace ya algún tiempo, pero no veinticinco años. Su uso había sido mucho más reciente.

- Aquí ha pasado gente. No recientemente, pero mucho después de que el lugar fuera abandonado. Y creo que no mucho tiempo antes que nosotros - dijo el joven explorador, hincando una rodilla en tierra y examinando de nuevo el suelo -. Son rastros antiguos, aunque no tanto en el tiempo - especificó -. Creo... creo que vinieron aquí registrando algo. Sí, pisaron por la zona...- se levantó mirando la zona norte del camposanto que también abarcaba la tumba y la estatua de Desna -...y la recorrieron como... como si buscaran algo en ella - sus palabras las emitía concentrado, buscando algo que había pasado por alto.

Tras ello se acercó a la tumba de Mercatio y la examinó con detenimiento.

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Vankor se acercó tal y como Koya había pedido. Parecía realmente emocionada por la presencia de aquel cuidado templete. No obstante era muy extraño dar con algo tan delicado y cuidado en medio de aquel lugar abandonado y en el que la naturaleza había tomado posesión.

-No tengo nada en lo que pueda contener esa agua. Tan solo unos frascos de aceite para la linterna y puede que nos hagan falta ahí dentro, así que preferiría no desperdiciar ese aceite -comentó.

Dicho aquello, y atento a lo que decía Kelsier, paseó con cuidado por la zona, prestando atención a todo aquello que pudiera resultar poco ordinario.

-¿Y crees que dieron con lo que buscaban, Kelsier?

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MEDIA TARDE.

Extrañamente para todos los que estamos ahí, se notan que hay pequeños sectores que han sido cuidados en los últimos tiempos. Como si hubiese alguna clase de guardián que lo cuida y lo mantiene, con un propósito o motivación completamente desconocida.

Aparte de eso, la presencia de un pequeño "santuario" de la diosa Desna, que nos brinda agua bendita para poder llevar, es algo inesperado pero sumamente bueno para todos pues con eso podremos protegernos más de demonios y no-muertos. No sé si eso será lo que encontremos acá, pero estar bien preparado es siempre lo mejor.

Entonces Kromdal parece haber visto una sombra furtiva entre unos árboles. Pienso que lo más seguro es que nos estén vigilando a esta altura, por lo que me mantengo atento y en guardia, listo para defenderme en caso de que algo salte sobre nosotros, mientras el resto se preocupa de la estatua de Desna y su regalo.

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MEDIA TARDE.

Giorgino se levantó cuando escuchó que su abuela lo llamaba y acudió corriendo.

-¿Que pasa abuela? -Se quedó mirando donde su abuela señalaba y atendiendo a sus explicaciones.- ¡Vaya! ¡Esto si que es buena suerte! ¡Es una señal de la diosa! ¿Verdad abuela?

Aquello suponía un buen augurio y como buen varisio supersticioso intuía que era una buena señal para su misión. Con las bendiciones de la diosa terminarían todo aquello rápidamente y sin ninguna baja, así podrían salvar a la señorita Ameiko, encontrar lo que habían ido a buscar y regresar triunfantes, haciendo una parada a visitar a Margarita, por supuesto.

-No tengo nada donde meterlo. ¡Menos mal que Kelsier tiene una buena cantimplora, ahí cabrá todo ese agua! Abuela ¿Crees que habrá demonios y no muertos ahí dentro? Espero que no...

Aunque si los había llevar agua bendita sería un gran alivio sin lugar a dudas.