Partida Rol por web

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL FUEGO, DÉCIMO QUINTO DE CALISTRIL.

ALDEA DE MURO DE SALMUERA.

MEDIA TARDE.

La zona estaba desierta, por lo que  Hattori se echó el arco a la espalda con una sensación de alivio puesto que no se sentía cómodo con él. Koya-sama se adentró en el pequeño cementerio y se hizo seguir por los demás para revisar una estatua de su deidad.

Desna era una diosa benefactora, pero la prioridad de Hattori en ese momento era Ameiko Kaijitsu-sama. Miró con cierta impotencia como el grupo se internaba en el campo santo y luego miró el castillo que se levantaba silencioso en la otra dirección.

Hattori quería ir al castillo y buscar la caja sin dilación. Las advertencias de Kelsier-sama eran demasiado vagas para preocuparse. Por lo que él decía, había pasado tiempo desde que le campo santo y los alrededores fueran visitados por última vez. Pero al ver que Severis-san se ponía en guardia, Hattori volvió a preparar su arco, se acercó al joven ronin y se dedicó a vigilar la arboleda

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ALDEA DE MURO DE SALMUERA.

MEDIA TARDE.

Kelsier se encogió de hombros y negó con la cabeza ante la pregunta de Vankor. No sabía ni cuantos habían venido ni si habían logrado encontrar lo que buscaban. Esa sensación de tener la respuesta cerca y no dar con ella resultaba levemente frustrante. Tras examinar la tumba se convenció que no había sido manipulada desde que se realizó el funeral, por tanto no tenía que ver con ella. A priori.

Dejó la búsqueda activa y dio un buen trago a su cantimplora antes de comenzar a vaciarla y acercarse a Koya para ofrecérsela.

Y en caso de mucha sed, sin duda que el agua bendita la aplacará como ninguna, pensó el joven.

- Este es un sitio tranquilo, de todos modos. Si necesitáramos descansar y hacer una pausa, posiblemente sería un sitio idóneo - opinó.

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- Claro que sí, Gigi, una bendición.- Aún estaba emocionada por aquella agradable sorpresa.- La presencia de no-muertos, después de lo que vivisteis en el pantano es algo barajable, desde luego. Pero no te preocupes, querido, para eso estoy yo aquí.- La anciana aceptó de buen grado la cantimplora que le ofrecía Kelsier y recogió el agua bendita con extremado mimo, como si se tratase de oro líquido, sin derramar ni una sola gota.

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-Apenas hemos comenzado así que la idea de descansar... -dijo dejando flotando en el aire lo vacuo de aquella proposición-. Cuanto antes prosigamos, antes acabaremos nuestra misión. ¿Hacia dónde queréis avanzar?

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MEDIA TARDE.

Kelsier intuyó que había algo en la tumba del fundador del lugar. Algo... sobrenatural. Sin embargo no sintió que fuese nada ofensivo, así que lo dejó estar.

Tras entregarle su pellejo de agua a Koya y hacerle un movimiento de barbilla para que la anciana se lo quedara, el muchacho tornó su paso hacia Hattori, el más avanzado del grupo, apostado en la entrada del cementerio y vigilando el castillo.

Desde allí el explorador pudo observar la cercana carretera que pasaba frente al camposanto y separaba el enclave de los enterramientos y el bosque. Además, dicho camino se bifurcaba ante ellos en tres vías: al oeste, una hacia el castillo; al norte, una hacia un asentamiento de cabañas aparentemente abandonadas; y al este, un camino que conducía a un lugar indeterminado.

Tras observarlo, el semielfo se giró hacia el resto, esperando que formaran grupo de nuevo antes de avanzar, y mirando en especial a la sacerdotisa de Desna, esperando alguna instrucción sobre qué camino escoger.

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Giorgino no podía creer la buena suerte que estaban teniendo, eso sin duda eran buenos augurios para lo que estaba por venir.

-¡Estupendo abuela! ¿Quieres que te lleve yo la cantimplora? Debe pesar lo suyo y no quiero que te agotes.

Acarrear con la cantimplora llena podría suponer un sobreesfuerzo a su pobre abuela y no quería que sufriera mientras él pudiera evitarlo, claro que tendría que tener muy en cuenta de no beber aquella agua, parecía necesaria para otras cosas más importantes.

-¿Descansar? ¡Sigamos adelante! ¡Hay que aprovechar la buena suerte y ahora nos acompaña! ¿Vamos al castillo?

Giorgino estaba ansioso por entrar, encontrar la caja que liberara a la señorita Ameiko y la otra parte de su herencia que supuestamente seguía allí dentro, después volverían triunfantes al campamentos.

Pan comido.

-¿Hacia donde vamos abuela?

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MEDIA TARDE.

- No te preocupes, Gigi. Lo llevaré yo, no quiero que lo derrames.

Si a alguien atendía Koya en cuestión de a dónde ir ese era Kelsier. Le importaba poco la impaciencia que mostrara Hattori respecto al cumplimiento de la misión. Ella también tenía prisa por recuperar a Ameiko pero Desna había demostrado que podían dar con cosas interesantes si pensaban con la frialdad necesaria.

- Vísteme despacio que tengo prisa.-Le dijo a Giorgino que la apremiaba por continuar.- No descansaremos aún. Podemos ir yendo al castillo pero dando un pequeño rodeo para explorar esa aldea abandonada.

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Kelsier no discutió ante la proposición de la mujer. Después de todo era una adivina y sierva de Desna. Aquello implicaba que posiblemente podía ver algo parecido al futuro, guiada por la diosa. Si su intuición le decía que deberían echar un vistazo al poblado, tal vez sería necesario hacerlo a pesar de que la lógica apuntaba a que la famosa caja, probablemente, estaría en el interior de la fortaleza.

Lanzó su mirada hacia el bárbaro shaonti, hasta ahora su compañero más cercano para cubrirle ante cualquier eventualidad, y esperó que se posicionara junto a él. Sentía que, cada vez más, se acercaban a un momento delicado, donde su percepción debía agudizarse al máximo y donde las palabras no imprescindibles resultaban un estorbo acústico. Similar a cuando acechaba a sus presas, durante la caza.

Una vez que Kromdal acudiera, el muchacho avanzaría. Todo de manera muy metódica y disciplinada, como su tía y su madre le habían enseñado. Demostrando que estaba allí, en cabeza de esa expedición, por algo.

Lo primero que haría sería acceder al camino, al norte del camposanto, e investigarlo en busca de rastros que pudieran haber sido dejados recientemente. Si algo o alguien había pasado en los últimos tiempos por allí, forzosamente debía haber pasado por el camino. Tras ello, avanzaría hacia la bifurcación de tres sendas, pudiendo observar cualquier tipo de huella dejada en las tres direcciones posibles: hacia el castillo, hacia el poblado o hacia el Este.

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Ya terminamos de recoger agua bendita que la diosa Desna parece haber puesto para nosotros. Koya la guarda para hacerle buen uso mientras yo vigilo los alrededores, sin ver nada. Asiento a lo que indica Vankor pues estoy de acuerdo:

 - "Faltan horas de incursión para que necesitemos descansar. Deberíamos ponernos en marcha de inmediato como dice Vankor."

Koya decide que vayamos al castillo dando un pequeño rodeo para revisar la aldea. Estoy de acuerdo pues así nos aseguramos de no dejar peligros grandes a nuestras espaldas.

Me pongo al lado de Kelsier, listo para proteger al explorador en primera fila, mientras que Kromdal se pone al otro lado, cubriendo por completo a nuestro compañero y listos para avanzar.

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El joven semielfo se detuvo en seco al poco de iniciar su marcha por el camino, alzó la mano, a modo de que el resto se detuviera y se agachó. Acuclillado, observó lo que había encontrado. Lo miró extrañado, incrédulo, o tal vez solo confuso, pero el caso es que no entendió qué había hallado.

- Hay dos pares de huellas. Recientes y paralelas unas a otras, como las que pudieran dejar un par de guardias haciendo una ronda - comentó en voz baja, fácil de oír para Serveris y Kromdal. Algo más complicado para el resto -. Lo... extraño es que son una huellas que nunca antes había visto: son de pájaro - terminó por soltarlo intentando dar sentido a lo que afirmaba mientras miraba los rastros una y otra vez, como si en algún momento le dieran respuesta a la incógnita de qué eran -. Mucho más grandes que ningún otro pájaro que jamás haya visto antes. Creo... creo que se trata de algún tipo de criatura... aviar - logró definirlo. En ese momento recordó algo que recientemente había oído y lo repitió.

- Cuidado con los pájaros que no pueden volar - parafraseó las palabras de Ameiko mientras miraba a sus compañeros y esperaba que asimilasen lo descubierto -. Criaturas aviares que no vuelan, custodian este lugar - sentenció, aventurando una hipótesis en base a una serie de datos obtenidos.

Acto seguido, sabiendo que el lugar era objeto de vigilancia frecuente, miró a los lados, inquieto, esperando que semejantes criaturas pudieran pasar por allí en cualquier momento. Estaban en campo abierto y lo mejor sería ponerse a cubierto cuanto antes, aunque fuese acercándose a las lúgubres cabañas ruinosas un poco más al norte.

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-Como quieras abuela, pero te prometo que no lo derramaré, protegeré la cantimplora como un tesoro, te lo aseguro abuela.

Si su abuela quería llevar el agua de Desna tampoco iba a discutírselo, ella sabía bien lo que hacía.
Giorgino desvió la mirada hacia la aldea abandonada a la que irían a continuación, todo aquello parecía desierto desde hacía tiempo y aunque el muchacho no creía que hubiera peligro alguno al menos sentía mucha curiosidad por ver si por allí había algo de valor.

-Quizás encontremos algún tesoro, buena idea abuela. -Después se quedó mirando a Kelsier tras las conclusiones del explorador. Su primer impulso fue reírse pensando que todo aquello era una broma, pero el semielfo estaba demasiado serio y por otro lado aquello daba sentido a la extraña frase que había pronunciado la Señorita Ameiko.- ¿Unos pájaros gigantes que no vuelan? ¿Alguna vez habéis visto algo así? -Cualquiera de los que estaban allí, a excepción de Serveris, habían visto mucho más mundo que ellos y quizás habían escuchado de criaturas similares o las habían visto. A Giorgino le picaba la curiosidad.- ¿Pollos guardianes? Jejejeje. No creo que sean demasiado problema, en cuanto lo sepa Bevelek se pondrá a cogerlos para la cena.

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A pesar de su edad, Hattori se sentía apremiado para dirigirse al castillo. Koya Mvashti.-sama sin embargo vio más oportuno explorar primero la aldea. Por eso Koya-sama había sido elegida líder, ella era sabia y podía tomar buenas decisiones con la cabeza fría en aquella situación en vez de precipitarse al castillo como él hubiese hecho. Así que el viejo posadero les siguió sin rechistar, en último lugar, con el arco preparado y sin perder de vista la arboleda que dejaban tras de sí por si les amenazaban por la retaguardia.

Kelsier Deznad-sama afirmaba haber visto huellas de ave de gran tamaño. El mismo Kelsier parecía dudar de sus palabras y aún así tuvo el valor de compartir su descubrimiento que, por otro lado, casaba demasiado bien con la advertencia de Ameiko Kaijitsu-sama, lo cual era inquietante. Hattori trató de aguzar la vista tratando de reconocer las huellas, ver hacia dónde se dirigían y hasta donde podía seguirlas.

Se dirigió a Serveris-san que estaba a su lado - ¿Consigues ver algo?

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- Si de verdad quieres ayudarme, Gigi, a ver si encuentras unos viales, botellas, o algo así para meter este agua bendita. Lo ideal ya sería que fuera algo que pudiera romperse al lanzarse.- Lo mejor sería que ella administrase el agua bendita pero, si pudieran encontrar otros recipientes para contenerla, podría repartirla entre sus más cercanos.

La anciana se aproximó a Kelsier y escuchó la información que sacaba de las huellas con gesto preocupado.

- Vaya. Menudo contratiempo. Está claro que las palabras de...bueno, lo que salió de boca de Ameiko se refería a eso que dices.¿Y son recientes, entonces?- No dudaba de la palabra de Kelsier sino que le preocupaba que pudieran toparse con ellos de un momento a otro.- Menos mal que todo esto estaba abandonado...- Se quejó mientras reflexionaba sobre la pregunta de Giorgino. ¿Había visto, leído u oído algo así alguna vez? Era difícil concentrarse con las gracietas de su nieto sobre Bevelek. ¡Lástima que no hubiera querido venir!

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Kelsier encuentra unas huellas y su interpretación nos deja a todos estupefactos. Lo que dice calza perfectamente con las palabras que pronunció Ameiko en delirios, lo que es muy extraño. Muy paranormal y no me gustan mucho esas cosas. Las palabras de Giorgino, aunque graciosas, no hacen que se me quite la preocupación de lo que estoy pensando:

 - "No creo que sean pollos gigantes pues ellos no caminan con propósito. Imagino que han de ser pájaros con actitud y habilidades humanas. De seguro malignos y relacionados con lo que sacó a Muro de Salmuera de las rutas comerciales clásicas."

Pero es algo que solo sabremos cuando nos los encontremos. Temo que sean hábiles, poderosos y superiores en número, pero es una posibilidad que sabíamos desde el principio que podíamos encontrar acá, ya fuesen pájaros o cualquier otra raza. Sea como sea, lo que debemos hacer es continuar y me acerco a Kelsier para cuidarlo mientras echo un ojo a la forma de salir de este cementerio.

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-Si son huellas de algo parecido a guardias haciendo la ronda, quiere decir que volverán a pasar por aquí. ¿Queremos espererarles y tenderles una trampa o seguimos avanzando? Si vamos tras ellos acabaremos por pillarles por la retaguardia. Y lo único que sabemos es lo extraño de sus pisadas que para nada sirven en cuanto a determinar su naturaleza. No adelantemos nada. No conviene fantasear y caer en el riesgo de asustarnos vanamente.

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Las palabras de diversos compañeros no era lo que esperaba el joven muchacho, si no más bien una serie de instrucciones claras sobre a donde avanzar. La última vez que había recibido una indicación de Koya, esta decía de ir al norte, al poblado ruinoso. La nueva información sobre las pisadas no había hecho pronunciarse a la anciana en sentido contrario, así que él seguiría guiando al grupo hacia tal destino.

Las bromas de Giorgino, en otra ocasión, posiblemente las habría reído, pero en ese momento se le antojaron fuera de lugar.

- No sé si Bevelek vendrá a cazarlos para la cena. Para eso habría que avisarle y dado el tamaño de las huellas, tal vez la cena seamos nosotros - dijo cortando la gracia al joven Vishki.

- Respecto a su naturaleza... perdona que piense que sean aviares solo por ver que tienen pies de ave - replicó a Vankor. Pero en una cosa tenía razón: asustarse no valía para nada. Así que el explorador, mirando de reojo las curiosas estatuas de mujeres con alas de mariposa y observando que la puerta de hierro no fuera a caerse por pura vejez o chirriar enormemente al abrirse, decidió franquear la entrada para acceder al camino.

Encogido y agachado miró a las almenas del castillo, a ver si veía vigías, y luego a los lados de la carretera para ver si en ella se avistaba patrulla alguna y si ese no fuese el caso, el semielfo iniciaría un avance rápido hacia las construcciones del poblado, ganando cobertura.

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-Sí abuela, ahora mismo.

Si su abuela necesitaba su ayuda Giorgino acudía de inmediato, así que el muchacho se puso a buscar por todos lados algún tipo de recipiente que pudiera contener el agua de Desna y que a ser posible se rompiera al arrojarlo, si no conseguía ninguno en aquella zona quizás tuviera más suerte en las casas abandonadas.
Mientras tanto el grupo seguía intercambiando pareceres sobre los supuestos seres en forma de ave que patrullaban el castillo y sobre los que habían sido advertidos.

-Tienes razón Serveris, estos pollos deben ser algo inteligentes, pero seguro que no más que nosotros. -Giorgino tragó saliva ante las palabras de Kelsier, desde luego no quería acabar sus días siendo comida de pollos.- Bueno, iremos con prudencia, pero como decís, no hace falta alarmarse aún. Si estáis en lo correcto creo que el primo Vankor ha hecho una buena sugerencia, escondámonos en algún sitio y demos a esos pollos una buena tunda, después se los llevaremos a Bevelek y las cocineras.

Giorgino se imaginaba la cara de su primo mayor si los veía llegar con unos pollos gigantes, iba a estar contento por lo menos durante una semana. Claro que quizás esperar en un sitio a que aparecieran unos pollos que quizás no existían podía no ser la mejor opción.

-O podemos avanzar con mucho cuidado hacia el pueblo abandonado y si vemos pollos gigantes pensamos que hacer entonces.

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MEDIA TARDE.

- No debemos apresurarnos pero tampoco demorarnos demasiado.- Intervino Koya tras escuchar a todos y cada uno de los presentes. No le gustaba la idea de esperar y tratar de emboscar a esos "pájaros" no voladores. Si podían evitarlo mejor pero si se topaban con ellos de camino al castillo y tenían que defenderse así lo harían.- Dejaremos que Kelsier vaya primero tomando todas las precauciones que considere y nosotros un poco más alejados. Echaremos un vistazo en esas caballas de allí y luego directos al castillo.- Kelsier ya se ponía manos a la obra así que no había más que hablar.

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BOSQUE ADYACENTE A LA ALDEA DE MURO DE SALMUERA.

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-Es ya media tarde y la oscuridad no tardará tanto en llegar. Si quieres que revisemos esas cabañas, cuanto antes procedamos mejor. Tal vez en ellas haya algo para contener tu agua. Giorgino, ¿me acompañas?

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BOSQUE ADYACENTE A LA ALDEA DE MURO DE SALMUERA.

MEDIA TARDE.

Al principio Hattori no vio nada cuando Kelsier Deznad-sama les indicó la presencia de aquellas huellas que no podían describirse de otro modo que huellas de aves enormes. Medio asustado, medio incrédulo miró hacia donde indicaba el explorador semielfo y después de un rato por fin pudo distinguirlas. Una vez identificarlas era imposible dejar de verlas. Y entonces un pensamiento le sobrecogió, ¿acaso esas criaturas, aunque debido a su tamaño no pudiesen volar, sí podían dar grandes saltos y acaso estaban subidas a los árboles acechándoles? Era imperioso saber hasta donde llegaban aquellas huellas por lo que Hattori las siguió hasta que le quedó claro que se dirigían al castillo.- Al menos sabemos que no nos caerán por sorpresa- 

Vió que se había alejado un poco del grupo y se apresuró nuevamente a regresar junto al resto que estaban explorando la aldea, que parecía haber sido abandonada y saqueada mucho tiempo antes.