Partida Rol por web

Laern no se detiene ni acalla su rugido de furia. No parece haber escuchado a la elfa, está demasiado ocupado cargando contra el enemigo más cercano.

Al ver que el jefe no reaccionaba ante las  palabras de la elfa, decidió tomar el  camino que creía correcto. Se separó del grupo intentando pasar desapercibida para dirigirse a la parte posterior de la vivienda y así intentar salvar a los aldeanos que estaban encerrados en medio del incendio. 

Anioz se debatió entre seguir a la elfa para ayudarle a sacar a la gente en llamas o en ayudar a su mariscal en la cruenta batalla que les esperaba.

-"Laern, puedes tu solo o te ayudo?!!" le grito antes de tomar una decisión equivocada

Laern marchaba en cabeza, había empezado a cargar unos metros atrás y pronto se encontraría con los lacayos del nuevo dios.

Görg, Anioz, Zarek y Jilban corrían justo detrás del mariscal, mientras que Ireth se separó del grupo para salvar a los campesinos de la casa.

Llegas a la puerta trasera de la casa en llamas, el tejado no debe aguantar mucho más tiempo y el calor es abrasador.

Intentas abrir la puerta con vagas esperanzas, pero para tu sorpresa está abierta. Al ver el interior de la casa observas que todavía no está toda en llamas, sino que solo ha prendido por fuera y ahora está empezando a hacerlo por dentro.

Desde tu posición también ves la puerta principal, en el suelo está tirado el hombre de la casa, que intenta levantarse para ir a por su esposa, la cual ha sido raptada por los bandidos.

Laern se lanza con todo el ímpetu que puede reunir contra la primera sabandija.

-¡Raaaaaargh!

Baja la espada trazando un arco mortal hacia su enemigo. Parece fuera de sí, abandonado a la violencia como un guerrero norteño sediento de sangre. Desde luego, no parece un mariscal de campo tranquilo y cobarde que queda en retaguardia montado en un corcel veloz.

Lo que veo hace que mi sangre se caldee peligrosamente, podría convertirse en un volcán ante tamaña ofensa a la justicia. Hay crueldad innecesaria en sus actos, estos hombres no merecen seguir respirando. Pero llevo buena parte del camino repitiéndome que no me dejaré llevar por la ira o en todo caso reconduciré ese feroz sentimiento a algo más productivo que matar.

Sin perder carrera me lanzo sobre el más cercano a la puerta de los oponentes. Aprovechando mi estatura algo menor y obedeciendo las órdenes recibidas lanzaré todos mis golpes por debajo de la altura de la cadera. Atacaré piernas solamente o brazos si se interponen en mi trayectoria. Además intentaré despejar la puerta y abrirla para que salgan los que estén dentro.

Para que no haya equívoco posible entro al combate gritando ¡TALONA!

¡Bien! Parece que la suerte nos sonríe esta vez. Ireth sintió como la esperanza iba poblando su espíritu. Sabía que la situación era comprometida, pero el hecho de no haber encontrado resistencia para ayudar a los que estaban dentro ya era algo alentador. Entró rápidamente, semi agachada para no respirar directamente los vapores del fuego y pudo ver que solo el aldeano que había sido empujado a la fuerza se encontraba dentro. Se acercó hasta él para ayudarlo.

-Buen hombre, ¡soy de la guardia de Talona! Vamos, debemos salir de aquí, el techo no aguantará mucho más. No se preocupe por su esposa, ¡mis compañeros están combatiendo para rescatarla!- la elfa decía todo esto al tiempo que ayudaba al hombre a incorporarse. -Vamos, corramos hacia la puerta trasera. Cuanto antes se encuentre a salvo, antes podré ir a dar una mano a los míos- con amabilidad, lo tomó por debajo de un hombro para que la usara de sostén y salieran de allí cuanto antes. No sólo había peligro dentro, si no que la mujer estaba ansiosa por ayudar a sus amigos.

Anioz, observando la escena, se enfurece por dentro y piensa que el autor de todas aquellas atrocidades no debía de ser humano, pues sus actos no contenían ni una pizca de humanidad, y abalanzándose cual poseso en la carrera a su enemigo le impuso una tanda de golpes hasta que no pudiera alzarse de pie de nuevo por el resto de su maldita y despreciable vida.

-"Morid!!" grito a los enemigos "Y que vuestra sangre limpie vuestros males!"

El rostro del hombre era la perfecta definición de preocupación, nunca antes habías visto a alguien tan preocupado y triste.

Pero mi mujer... - te dijo mientras le agarrabas - Sálvela por favor.

Cogiste al hombre y empezaste a correr hacia la puerta trasera. EL techo parecía que iba a caer de un momento a otro.

El joven mago decide quedarse en la retaguardia y agarrar al bueno de Jilban, el cual seguía corriendo con la intención de ayudar hasta en el combate.

¡Quédese aquí, es peligroso! - le dijo Zarek a Jilban -

Zarek sujetaba con ambos brazos a Jilban, lo que le impedía lanzar cualquier ataque a distancia.

Laern baja la espada y la alza en el momento justo para sobrepasar el escudo de su oponente. Contra otros enemigos iría a matar, al torso, pero hacer sufrir a esa escoria no está de más.

Asalto 1 / Turno 1:

Resultado numérico del combate:

Anioz golpea a su rival con la espada en la cabeza, acabando con todos sus puntos. (Mercenario Muerto)

Laern carga contra su enemigo y le alcanza en su pierna derecha, dejando esta inservible, hecha añicos o incluso puede haberla cortado.

Görg acaba de un golpe con el brazo derecho de su enemigo, ya no lo podrá utilizar más.

Veo como uno de los contrincantes lanza un golpe hacia mi pero apunta mal, hacia donde no está mi cuerpo cuando cae su arma. El otro se prepara para detener mi hachazo pero solo logra interponer su brazo en vez del arma y recibe el filo sobre músculos y tendones salpicando sangre en todas direcciones. Siento como el hueso para el golpe del hacha tras cortar todo a su paso, no usará el brazo y tendrá suerte si logra salvarlo.

A mi izquierda un enemigo recibe un tremendo espadazo de Anioz que hiende su cabeza como si de un melón se tratara, a mi derecha Laern asesta tal tajo a una pierna que la deja casi totalmente cortada. Hemos tenido suerte y mejor hacer, es hora de intentar usar la palabra. Sólo una. Sólo una vez.

¡RENDÍOS!