Aquellos tremendos golpes no auguraban nada bueno. Yenian se giró alarmado hacia la puerta, aún no estaban preparados y el tiempo que tenían hasta que aquella amenaza, fuese lo que fuese, cruzara el gran portón era preocupantemente escaso.

Con la valentía que siempre empujaba al paladín, se aproximó a la primera línea de batalla. Las plegarias que anteriormente había realizado habían sido respondidas, y ahora Tyr brindaba a Yenian la posibilidad de mostrar su valor y castigar a aquellos seres malignos.

Tras hacer uso de algunas pociones que pudieran ayudarle a hacer justicia, Yenian desenfundó su espada y la clavó en el suelo. Su posición era firme, mantenía sus músculos en tensión, su rostro inmutable, no sentía miedo alguno, sólo impaciencia… mientras, de fondo, los cada vez más repetidos golpes comenzaban a hacer ceder la puerta. – Venid a mí, lo pagareis con vuestras miserables vidas…  

El joven mago estaba sorprendido con aquel grabado antiguo tallado en la enorme puerta, intentaba descifrar su significado cuando el sonido de las poleas y el lento y pesado movimiento de la puerta abriéndose lo tomaron por sorpresa. Plumas agitaba las alas con nerviosismo golpeando a su amo en la cara, graznaba sabedor del mal que se acercaba. 

Al-Baridel retrocedió un par de pasos hacia la improvisada barricada que habían dispuesto sus compañeros. Ya voy Plumas! ya voy!  No creerías que nos íbamos a quedar aquí ¿no? Zhaelín, mantente con vida ¿eh? - Se despidió de su compañera. Luego te contaré qué veo yo en esos grabados. 

Tomó su estuche de pergaminos. Con el primero de los pergaminos que había sacado de su estuche el tamaño del elfo y de su emplumado amigo se redujeron considerablemente, así serían objetivos más difíciles de ver y de atacar. Dejó a un lado a Grasp y Yenian para ir en busca de Aldo y Nü moviéndose a través de la barricada y buscando cobertura. Se detuvo en mitad de ella y de nuevo canalizó energía en la diminuta ave, la cual desprendía pequeñas chispas eléctricas a través de sus patas. Finalmente se ubicó a una distancia segura y esperó pacientemente a que abrieran las puertas, al adivinar la intención de Zhaelin de cargar contra lo que se asomase por allí, ordenó lo mismo a su ave, confiando en que se tamaño lo salvaría de un golpe mortal, además sus dedos ya estaban empadronados con algo de manteca, dispuesto a lanzar el sortilegio en el suelo que pisaba lo que sea que saliera de aquel lugar.

Sally se detuvo en seco cuando las mujeres comenzaron a agacharse. El sonido metálico de unas cadenas comenzó a inundar la estancia.

Mierda no, todavía no estamos preparados.- pensó mientras se daba la vuelta y sacaba su arco.

El espacio que había era reducido para maniobrar y menos con tanta gente. De su cinto sacó un vial y lo bebió. El sabor amargo se deslizó por su garganta en seguida sintió sus efectos.

Apoyó un pie sobre la pared y se deslizó por ella con la misma facilidad que si fuera por el mismo suelo. Pasó por encima de las jaula y aguardó al primer resquicio que hubiera en la puerta para encajar su primera flecha.

El monje esperó a que sus compañeros tomaran posiciones. Nadie podía ver al monje que estaba en la posición más atrasada, todos creían que apuntaba de lejos con su ballesta, pero en realidad se estaba tomando una poción de agrandar persona. Un gigante Nü avanzaba has ta ponerse en primera posición.
Me toca a mi. dijo con una sonrisa a su hermana. Con una enorme ballesta apuntaba a la puerta a lo que pudiese entrar...

ASALTO SORPRESA Y TURNO 1 

Tras secarse las lágrimas, Aywa, asintió repetidas. No reconocía a su hermano. Nunca había pensado que aquel al que siempre había tenido por un cabeza-loca pudiese estar comportándose de esa manera tan madura en un momento como ese. Es…está bien. Por favor, prométeme que no te pasará nada. – Dijo entre titubeos a su hermano. Se levantó del suelo y sacando fuerzas de flaqueza pidió a las muchachas que no se encontraban en shock que la ayudasen a levantar al resto de las mujeres y trasladarlas hacia la puerta de la que hablaba su hermano. El gesto de adiós que la chica dedicó a su hermano a punto estuvo de hacer que el bardo fuese en pos de ella pero, gracias a su sentido de lealtad hacia sus compañeros, volvió junto éstos.

Junto a las barricadas podía notarse en el ambiente la mezcla de miedo, tensión y nerviosismo por lo que saldría de aquellas puertas malditas. El grupo formó una primera línea muy compacta para asegurar que Aldo, Al-baridel y Sally estuviesen alejados del peligro todo lo posible. A medida que las puertas se abrían los compañeros sintieron la misma corriente de aire caliente que rato antes habían sentido sobre la puerta que daba a ese nivel. Sólo había una diferencia: el olor. Un intenso olor a reptil inundó toda según el hueco entre ambas puertas se hacía más amplio. Junto a él llegó también una ligera niebla que no era más que el humo que unas desmesuradas hogueras desprendían en el interior. La luz que emanaba de ellas iluminó hasta el más oscuro rincón de la antesala haciendo que durante unos instantes, los ojos de los compañeros, acomodados a la oscuridad parcial de la zona, fuesen obligados a entrecerrarse para compensar el cambio de intensidad de la luz.

Un par de siluetas aladas se recortaron entre la niebla rojiza. Pronto, también fueron visibles las caras alargadas y los cuerpos escamosos de unos seres que a todas luces eran una mezcla de humano y draco. Caminaban en silencio, mantenían el paso y sus movimientos eran increíblemente coordinados. Todo parecía formar parte de algún elaborado y macabro ritual que, en ese preciso momento, estaba a punto de irse al traste. Ambos seres tardaron en percatarse de que la antesala contaba con una nueva decoración y unos nuevos inquilinos. Ambos abrieron sus fauces, pobladas de largos y afilados dientes, y movieron sus colas aguijonadas colocándolas en posición de ataque. De poco les valió pues cuando Al-Baridel finalizó la recitación de su letanía ambos monstruos cayeron de espaldas al suelo envueltos en una densa sustancia aceitosa y sumamente resbaladiza. 

Al abrirse las puertas dos horribles seres aparecieron, el virote de la ballesta salió disparado como pretendía. Algo debió salir mal pues el virote salió muy lejos de su objetivo impactando contra la pared. Maldiciendo corrió hacia aquel al que Yenian estaba atacando sólo para ver que debido a su tamaño no era capaz de luchar entre su hermana y el paladín.

La tensión se palpaba en el ambiente. Quien estuviera cerca de la elfa podría escuchar el chirriar de sus dientes tan apretada tenía la mandíbula. Humo y ese olor, entre repugnante y familiar, inundaron las fosas nasales de la elfa y su furia se fue acrecentando más y más. Al-Baridel dio la señal. Su conjuro se materializó delante de los semidracónidos haciéndoles trastabillas y cae ral suelo. Zhaelín no dejó escapar la oportunidad y se lanzó a la carrera con su brillante nueva armadura, la que había quitado al aún cuerpo caliente de su amigo Jonas.

- ¡GROARRRRRRG!- El esfuerzo de poner todo su cuerpo en movimiento hizo que rugiera como un dragón. Sus ojos ambarinos tenían las pupilas rasgadas, como las de un reptil, pero su cuerpo seguía siendo el de una elfa. No tenía peligrosas garras pero en su mano manejaba la espada como si una de ellas se tratase, implacable, rasgando el torax del escamoso ser con la fuerza del impacto, aprovechando todo su peso.-¡Pagaréis lo que habéis hecho aquí malnacidos! 

La puerta por fin se abrió, y con ello la ansiada oportunidad del paladín por castigar a aquellos seres alados. Yenian, al igual que Zhaelín, salieron a la carrera para cargar contra el enemigo que gracias a un hechizo del mago ahora se encontraban tendidos en el suelo e incapaces de impedir lo que se le venía encima.

-¡¡MALDITOS!!, gritó durante la carrera mientras mantenía la espada en alto para descargar toda su furia contra aquella criatura de la oscuridad. - ¡¡QUE MI ESPADA SEA LA VOLUNTAD DE MI DIOS, ARRRRGGG!! 

El golpe de Yenian pasó cerca de la cabeza del semidraco que ya se temía lo peor.... sin embargo un último movimiento por parte de la criatura evitó que el paladín consiguiese su objetivo.

Sally había tomado una posición privilegiada desde lo alto.

En cuanto las puertas comenzaron a abrirse y tuvo a tiro al primer enemigo dejó que la flecha volara contra él. Sonrió cuando sus compañeros atacaban con tanta furia y precisión, era increíble como habían evolucionado desde que iniciaron esta aventura.

El plan del mago había funcionado, aquellos seres mitad reptil habían caído de bruces gracias a su conjuro y ahora Plumas arremetía a la par con Zhaelin contra uno de esos engendros, el golpe sordo de la espada de la elfa clavándose en el pecho de su oponente coincidió con el chillido del ave que clavaba sus garras electrificadas gracias a la magia de su amo, la descrga eléctrica provocó que el semidraco convulsionara con brusquedad para después quedarse inmóvil en el suelo, entre Elfa y ave se habían cobrado su primera víctima.

Un leve silbido fue suficiente para que Plumas regresara hasta el cobijo de su amo elfo, quien ya se preparaba potenciando su magia gracias a su anillo. -Bien hecho amigo!... Repitamos la dosis!- Felicitó al ave quien revoloteaba sobre su cabeza, entonces se escuchó el susurro de la letanía arcana en el momento justo que Plumas reposaba en el hombro de Al-Baridel, nuevamente su negro plumaje desprendió pequeñas chispas de energía. Nuevamente estaba recargado y listo para esperar las órdenes de su amo.

Zhaelín tuvo que contener su ira para no meterse de lleno en el charco de resbaladiza grasa que había hecho resbalar a sus enemigos. No alcanzaba con su espada al que seguía intacto pro mucho que alargara el brazo y confiaba demasiado en Al-Baridel como para aventurarse en el rango de su conjuro. Se acercó al cadáver chorreante de sangre y lo examinó.

- Si no quieres acabar como tu amigo, más vale que te rindas.

La muchacha elfa se inclinó sobre el cuerpo del Segundo Nacido para recoger el pesado mangual que había dejado caer a un lado de su cuerpo. Poco más portaba la criatura aparte de un colgante fabricado con un grueso fragmento de cascarón. A falta de un examen más detallado y viendo que el otro semidraco que pataleaba en el suelo también tenía uno parecido, supuso que sería alguna forma de identificación para aquellos seres, prácticamente idénticos a la vista de un humano o de un elfo. 

Los Segundos Nacidos eran poco más inteligentes que los dracos, aquellos de los que descendían, por lo que si aquel que se revolvía en el suelo intentando levantarse había entendido lo que Zhaelín había dicho, sencillamente lo ignoró. Tan sólo un siseo y un gruñido escaparon de sus fauces mientras trataba de esquivar los ataques de Nü y Yenian.

Pasaron unos segundos en los que Aldo titubeó, no sabía que hacer. Su hermana corría peligro y esos dos bichos de aspecto draconianono daban buena espina.
Pensó seriamente en ir con su hermana y salir corriendo de ahí, pero se abstuvo.

Cuando volvió la mirada, uno de los Draconianos había caído. Sus amigos estaban en un mar de golpes contra el que quedaba y que aldo fuera a atacar con su lanza podría resultar contraproducente, así que desde la corta distancia que los separaba empezó a alentarlos con vehemencia.

-Ha caído uno, cayó mientras volteé la mirada, apuesto que el otro caerá igual de fácil. Ánimo amigos, ya casi obtenemos la venganza que anhelamos, estas criaturas pagarán por todo el mal que han hecho, eso nos lo prometimos, cumplámoslo ahora!

Ciertamente no le gustaba quedarse atrás pero había que reconocer que sus compañeros lo habían hecho muy bien. El pillar por sorpresa a aquellos seres les había dado una ventaja enorme que no debían dejar escapar. Permaneced aquí. - Indicó a Sally, Aldo y Al-Baridel. Si la cosa se pone mal, escoltad a las mujeres hasta la salida y corred, no miréis atrás. - El clérigo sujetó su atárraga con fuerza y dio un par de pasos al frente para colocarse detrás de Nü. 

Estoy detrás de ti. - Le dijo al monje cuando este lanzaba una patada contra el semidraco que intentaba levantarse. Puedo utilizar mis hechizos para curarte si es necesario pero con tu tamaño no llego a tu hermana ni a Yenian...