Partida Rol por web

Llegas a una taberna donde sabes que se reunen estudiantes. En una mesa, ya bastante borrachos,cantando y brindando encuentras a un grupito de estos. No parecen reparar en ti cuando entras. El tabernero te echa una mirada discreta, pasa un paño por el mostrador y te dice-¿qué va a ser?

Llegas a la casa. La puerta está cerrada con un par de tablones para que nadie entre. Las ventanas están cerradas pero es posible que se pueda romper una para entrar. En la calle no hay un alma, ni un rumor se oye.

Tolomeo llega y hace una oración frente a la tumba, pidiendo a Dios que impida que el alma atormentada de Abel regrese a la Tierra, y que en cambio le de perdón para entrar al Cielo.  Que su acto fue debilidad, ante los tormentos de otros.  Que no fue él, sino la comunidad que no lo pudo proteger, los del pecado.  Y que por ello se arrepiente, a nombre de todos, y que el perdón lo buscarán a través de un movimiento de estudiantes contra el abuso. 

Tan clavada estaba en el rezo que no oyó nada.

¿Y ahora qué? se preguntó Juan Francisco. No se imaginaba que iba a estar así, aunque es lógico. Pensó en ir al alguacil pero al poco recapacitó, no creo que el alguacil me dejara entrar aunque quizás sí. Bueno, no se iba a arriesgar. Aunque pensándolo bien entrar a hurtadillas también tenía un riesgo. Si rompía la ventana le podían oir. Así que tras dudar un poco de tiempo decidió dirigirse a la puerta y llamar Toc, toc, toc a ver qué pasa...

No contesta nadie.

Bien, cojo una piedra y con ella rompo el cristal amortiguando el sonido con una tela. Luego me alejo, a ver si se asoma alguien a mirar lo que está pasando. Si no veo a nadie, en un rato me acerco y entro con todo el sigilo que me sea posible. Si veo a alguien espero a ver que hace desde lejos y a ser posible en un lugar que no llame yo la atención y disimulando, haciendo como que estoy pidiendo o durmiendo.

No pasa nada, nadie se asoma. Cuando entras la casa está a oscuras, quedan las manchas de sangre de los dos cadáveres y las palabras en la pared escritas en sangre que viste la primera vez que entraste. Parece que los hombres del alguacil han retirado los cuerpos. La casa sigue igual que estaba cuando os fuísteis.

Payo se una a la oración de su compañero, rogando porque el alma de Abel descanse en paz. Recitó los versos en latín de memoria, en bajo, como quien los recita para sí. Tan solo fue audible el Amén final con el que terminó su letanía.

-Bueno-dijo Payo al terminar-Creo que es obvio que Abel sigue descansando en su lecho. Creo que hemos hecho cuanto hemos podido aquí ¿No lo creéis, Tolomeo?

Enciendo algo de luz para ver que haya en la casa y hecho los postigos y las cortinas para que escape la menor luz posible. Luego me pongo a buscar el libro o algo que se me haya pasado desapercibido antes debido a las prisas por la interrupción del alguacil y atento por si viene alguien escapar lo más rápido posible o esconderme.

Rui rezó como solía, en voz muy baja y casi sin mover los labios, para que no se diera cuenta algún cotilla de que en realidad no tenía ni idea de las fórmulas de oración. Seguía el ritmo con maestría, a través de años de aparentar, pero nunca supo por entero un padre nuestro. Sí sabía de encomendarse a tal o cual virgen cuando desnudaba el acero, o cuando un lance se veía torcido al punto, pero más allá de tal, rezar por rezar, la verdad, no era lo suyo.

El lugar, eso sí, se le hacía tenebroso. No le gustaba estar allí, pero la compañía buena aliviaba la sensación de desasosiego. Un carraspeo a tiempo dio por finalizado el cántico, o lo que fuere. Hizo como que escuchaba algo, pero nada había notado. Cualquier cosa, pensó, con tal de interrumpir un momento incómodo. A un desconocido, aunque cura, no hacía ascos a mentir, pero a un amigo, y peor, a dos, tal cosa estaba fea.

Un vino -le respondí-, el que vuaced pueda darne por pocos dineros... -especifiqué-. Oiga. Hágole una pregunta: ¿sabe vuaced de un tal Goyo? -le dije como en confianza-, ¿uno como éstos parrandales? -mi dedo pulgar señalaba a través de mi espalda a los estudiantes que estaban de cháchara y celebración.

Tienes razón Payo, ninguem ha profanado su tumba, aun. -Tolomeó miró a to'o lao a su alrededor, pensando en que ese hecho de hecho sería aún más peligroso que otra cosa.  Lo bueno es que tenían al valeroso don Rui con ellos, que si no. 

Hay que pensar en qué cosa de Dios Padre podría hacer que no pase nada, que el demonio detenga sus pezuñas antes de querer hacer algo terrible aquí, a través del pobre caído de Goyo.  

Pensó en qué rezo, que dibujo, que cosa dejaría más protegido este lugar.  Lo bueno es que se acordaba bien de todo lo visto en teología.  Como si sí hubiera estudiado aquel día. 

Ángeles del Cielo, vengan a proteger esta tumba de uno de los hijos de Dios que sufrió tanto en vida.  Alejen al demonio, a Satanás, protegiendo a las familias deste lugar como lo hicieron con José, María en su camino a Belém.

No ocurre nada. El viento se olle pasar y se siente en los huesos, hace fresquito.

El tabernero te sirve el vino y coge los dineros. Después se encoge de hombros y te dice. No lo se, aquí entran muchos de estos. Señala a los estudiantes. Pero si quiere saber algo de alguno de esos, mejor pregúntele a ellos. Después sigue a lo suyo limpiando el mostrador.

Juan Francisco se puso a buscar a conciencia, despacito pero con buena letra, a ver si encontraba alguna pista que se les hubiera pasado.

Haciéndole caso al tabernero (al parecer no estaba muy por la labor), intenté acercarme con cierta indiferenica al grupo de estudiantes. Cuando oía una alabanza o un chiste fácil levantaba mi vaso, hacíendoles ver que estaba divirtíendome también con lo que decía.

Eh perdona -le dije a uno-. ¿A vosotros también os han dado este vino? ¡Está muy malo! -"picado", decían los castellanos-: picado, diría yo -les maticé-. ¿Qué vos celebráis aquí? -le pregunté-.

En la chimenea, sin la cubierta y un poco quemado pero tadavía legible encuentras un libro. Con tu rudimentario conocimiento de las letras te parece leer "El libro de San Cipriano"

¡JA,ja,ja! Es verdad, es malo de narices compadre. Luego levanta el vaso y brinda ¡Por las mujeres ! las buenas.....y las no tan buenas, ja,ja,ja. Beben todos divertidos y piden otra ronda.No celebramos nada en concreto, que Martín va a aprobar si o sí para ser bachiller este año,ja,ja,ja.Le da una palmadita en la espalda a su compadre. El tal Martín se reclina sobre la silla orgulloso y sonrie ampliamente.Y a vos ¿qué os trae por aquí? ¡No será el vino! Ja,ja,ja.

Me escondo el libro entre mis ropas. ¿Y ahora a donde voy? se preguntó Juan Francisco. Puedo ir al cementerio, a la taberna donde comenzó todo o a la casa del bachiller Ramiro Osuya. Salió de la casa presto pero con sigilo y se fue al lugar más cercano de esos tres a ver si veía a Ramiro o a sus compañeros.