Partida Rol por web

Bajo el rosado cielo que precede a la noche, vuestro bote llega fianlmente a Corflu. La poblacion se encuentra en una rocosa isla en medio del ancho rio, flanqueada por una pequeña muralla de madera que a su vez se encuentra rodeada por las pequeñas cabañas de techo rojizo de los pescadores. Como es natural a esa hora, ya son muchos botes los que han llegado ya después de una larga jornada de pesca.
El bote comienza entonces a girar, dirigiendose a la parte norte de la isla y Dagis rompe su silencio y aprovecha para advertiros:
-Corflu es un pueblo prospero y tranquilo, pero esta vigilado constantemente por patrullas de lunares. Si no queréis tener problemas, fingid ser pescadores y ni se os ocurra mostrar ningun arma o actitudes provocativas. Ahora es muy tarde y deberiais descansar. Comparto una pequeña cabaña con Sarky, mi compañero, y podeis descansar alli hasta que decidais marcharos.

La casa de Dagis se encuentra justo en la parte norte de la isla. Tras dejar el bote en un destartalado embarcadero, os muestra la cabaña en la que podréis descansar, mientras su mujer y sus dos hijos os miran curiosos desde una distancia prudencial. Dagis os desea un feliz descanso y cierra la puerta al salir.

La cabaña no contiene mas que viejas redes, algunas cañas de pescar, tablones y remos. No posee ventanas, aunque la luz entra a traves de las tablas que forman las paredes y que estan dobladas por la humedad, al igual que la puerta, que esta hecha con una madera ligera y no posee pomo o forma de cerrarse efectivamente. El suelo esta cubierto por una gruesa capa de paja y, a pesar de todo, parece bastante comodo.

Incómodo por no saber qué se iba a hace al día siguiente suelta.
- No me gusta que no nos digan que vamos a hacer mañana ni a quién veremos. ¿Vamos a dar un paseo a ver esta villa?

A la vez que Dagis nos enseña la cabaña, observo mi alrededor. Lo que veo no me gusta y grito al pescador cuando cierra la puerta saliendo tras el. 

-Dagis!- mi tono es casi desesperado- No pretendera que pase la noche en esta humeda cabaña llena de paja en compañia de estos tres hombres, verdad? No podria dormir en su casa? Aqui no me siento segura...- modero mi tono intentando ser mas dulce y convincente- No dare problemas, solo quiero un lugar donde descansar algo mas decente que esto. 

Lo miro con mi mejor sonrisa y espero. 

Miro a la noble y al nómada y, sin decir nada, me siento con la espalda apoyada contra la pared con un gruñido de agotamiento. A Ludovica le ha salido la casta y a Abdala la curiosidad. Ya no estoy para estos trotes...

Takeshi observa las murallas de Corflu mientras navegan sobrepasandola. Mientras tanto, su mente está absorta en otro tipo de procupaciones. Las runas y su significado eran lo que ahora le llenaban su mente. Seguro que en Corflu podrían encontrar información. Para cuando quiso darse cuenta, los pescadores ya habían amarrado la barca. Los siguió y calló mientras los demás Abdala y Ludovica mostraron sus inquietudes.

Takeshi se sentó en una zona de la cabaña, empezando a acomodarse lo que sería su cama para el resto de la noche.

Sarkis parece sorprendido ante las exigencias de la mujer, que parece poco dispuesta a pasar la noche en un lugar que a su parecer no estaba tan mal. Mira a Dagis y éste se encoge de hombros.

-No podemos llevarla a la casa. No hay sitio ni sería la más conveniente, pero... Podemos traerle unas sábansa limpias para que se acomodde mejor. Respecto a salir... No os lo recomiendo. las patrullas lunares suelen recorrer las calles y hacen muchas preguntas a quienes se encuentran. Creedme que e smejor pasar la noche aquí que en un calabozo. En cualquier caso, nosotros no podemos renteneros.

Dicho esto ambos se dirigen a la casa. Sarkis es el único que regresa con un fardo que se asemeja a una manta fina de algodón.

Refunfuñando
Esto no me gusta... y esto de las manos menos
Busco algo que me pueda servir de arma antes de irme a algún rincón que me permita ver la puerta e intentar dormir.

Cojo la manta que me trae e improviso una especie de cama rudimentaria que me desagrada totalmente. 

-Gracias- digo, aunque la palabra que se me ocurre es otra- Espero que no haya bichos molestos que perturben mi descanso- me tumbo encima de la manta y cierro los ojos deseando que la noche pase pronto. 

A pesar de las incomodidades y la inseguridad, teneis un sueño placentero y reparador. Incluso con los rayos de Sol penetrando entre los tablones de la destartalada cabaña, os cuesta desperezaros, hasta que la puerta se abre de golpe. La luz de la mañana inunda la estancia y deslubrados, podeis ver varias siluetas recortadas en el umbral.

Dagis y Sarki entran en la cabaña seguidos por otra figura más pequeña. Mientras os arreglais y levantais veis como el recién llegado es un tritónido. Aunque no supera el metro y medio de altura y porta solamente una pequeña bolsa de piel y un cinturón con una daga, lo que no le confiere un aspecto demasiado amedrentador, se dirige a vosotros con una voz segura y firme:
-Así que han llegado extranjeros a Corflu...-Dice mirandoos de arriba a abajo.-No puedo reconocer vuestros rostros, pues nunca los he visto antes, pero sabré qienes sois si me enseñais la palma de vuestra mano izquierda.
Dagis y Sarki miran la escena algo extrañados.

Esta situación de no saber que va a pasar después me incomoda sobre manera. Intento contener mi rabia y suelto.
-Me gustaría saber quién quiere saber quién soy sólo mirándome una mano. ¿Dónde hemos dejado la costumbre de presentarnos? Mi nombre es Abdala
Espero hacer ver mi incomodidad.

Enarco una ceja ante el exabrupto del nómada.

- Tranquilo, Abdala, estoy seguro de que nuestro pequeño amigo nos informará debidamente de todo -murmuro con voz cascada- ¿No es cierto compañero?

Cuando termino muestro lentamente la palma de la mano, no sin cierta curiosidad por el resultado.

Refunfuño, otra vez y me quedo expectante.

Al contrario de lo que pensaba la noche pasa tranquila y me despierto descansada.

Cuando la puerta se abre de golpe me sobresalto. No puedo pensar mas que en arreglarme, debo tener un aspecto espantoso despues de naufragar en el rio, mi ropa esta sucia, mi pelo alborotado y lleno de barro, y el olor.. debo oler a saber que. 

Escucho las palabras del recien llegado y le pregunto directamente tuteandolo como ha hecho el. 

-Eres el sacerdote que nos va a decir que son estos dibujos?- muestro mi palma izquierda- Y bien? que significa este?

El tritónido sostiene la palma de Ludovica con su mano palmípeda y la observa sin expresar demasiada sorpresa, al contrario que Dagis y Sarki, que las miran con los ojos muy abiertos desde detrás de él.

-Yo soy el Reverendo Sa'ar, sacerdote de Zola Fel, y creo que estas runas que portais os unen a mi de algún modo.
Esta misma noche he tenido un sueño, un Sueño verdadero, como llaman a las revelaciones divinas.
En mi sueño estaba sentado frente a varios extraños en mi casa. Sus rostros estaban ocultos por las sombras. Frente a cada uno había un cuenco, pero estaba vacío. Yo me sentía avergonzado por los cuencos vacíos de mis invitados, pero realmente no sabía qué ofrecerles que no pudiera ofenderles.
Y entonces uno de los extranjeros puso la mano sobre su cuenco y dijo: "No te preocupes, Sa'ar, pues nosotros no buscamos más que aire y luz, y tu hospitalidad nos proporciona ambas cosas". Y entonces todos los extraños me mostraron sus palmas izquierdas y pude ver las runas inscritas en ellas: Agua, Movimiento y Armonía.
Y ahora os digo lo que sé sobre ellas.
Yo he visto portar esta combinación de runas a los seguidores del "Purificado". Las runas de Agua y Movimiento son las del dios del rio, Zola Fel. El subculto del Purificado adoptó la Armonía.
He escuchado las palabras de Shennin Ashal, quien camina por el camino del Purificado. Ella dijo en una ocasión: "Te enseñarán una mano, y esa mano será la de la Voz del Río (al oír eso, Dagis y Sarky dejan escapar una exclamación de sorpresa y comienzan a murmurar entre ellos en su idioma nativo). La armonía del río se romperá y entonces las Voces se alzarán para honrar a las gentes del lugar con gentileza y combatirán a los enemigos del río con fuerza purificadora."
Éstas fueron las palabras que salieron de los labios de Shennin Ashal, y por la gracia de Zola Fel, sé que eran palabras verdaderas.
Os diré todo lo que sé:
Sé que estas marcas son de origen divino, y por lo tanto se trata de Magia Verdadera.
Ahora os diré todo lo que no sé:
Esto son marcas divinas, pero no sé que pueden hacer.
He sido enviado aqui para aconsejaros, pero no sé qué camino debeis tomar.-

Entonces Sa'ar se yergue y dice:
-Os recomiendo que os cobijeis aqui con dagis y saki, pues ellos son gente de bien. No os adentreis en el pueblo excepto vestidos de pescadores y sin mostrar ningún arma. Y vigilad vuestras lenguas (ésto lo dice mirando también a los pescadores). Esto son buenas noticias, pero no nos interesa que llegue a ciertos oídos.
Ahora, debo visitar el templo, abrir mi mente al río y rezar para que podais saber lo que debeis saber. Reuníos conmigo allí poco antes de que Yelm se oculte.

Sin esperar a ver el resto de las runas, Sa'ar se siente complacido y sale de la cabaña, saltando al agua y nadando con asombrosa velocidad. Dagis y Sarki os miran con total admiración y no dejan de arrastrarse, besar vuestra mano y lanzar plegarias al cielo en su lengua natal.

Deseoso de explorar los alrededores me dirijo a Dagis.
-¿Nos podéis facilitar vestimenta apropiada para intentar pasar desapercibido?. Tenemos que tapar estas marcas. Necesito saber dónde estamos. No puedo estar aquí encerrado.
Miro a mis compañeros por si alguien quiere acompañarme. Decidido esta vez a salir aunque sea solo.

Conozco esa mirada de Abdala, cuando se le mete algo en la cabeza... Preferiría quedarme en la cabaña hasta la reunión, porque visto un pueblo de éstos, vistos todos, pero no puedo dejar que ese cabeza hueca se meta en un lío.

Miro a Ludovica, esperando su decisión. Al fin y al cabo es la patrona. 

Y después dirijo la vista a la palma de la mano y ahogo una maldición ¿qué clase de dios piensa que un tipo como yo es especial de alguna forma?

Takeshi asiente ante las instrucciones del tritónido. Todo aquello era difícil de comprender. Es decir, eran unos bendecidos por un Dios del río, pero a la vez, no podían dejarse ver. Eso por no hablar que tendrían que salvar a un pueblo. Expira. Takeshi sólo quería salvar a una persona, y ésa era Ludovica.

Una vez hubo hablado el tritónido, asiente ante la pregunta de Abdala. Sería importante hacerse pasar por pescadores y, sin embargo, su raza delataba su procedencia. En ese lugar, sería el que tendría más problemas. Debía ocultarse bien.

Espera con impaciencia la respuesta a la pregunta de Abdala. Si no tenía un buen disfraz, no se podría adentrar en el pueblo.

El unico que propone que hacer es Abdala, asi que le respondo a el directamente. 

-Dar una vuelta por el pueblo es una buena idea, sin embargo yo prefiero hacer una visita a la mujer de Dagis, me gustaria ir sola, las cosas de mujeres son para mujeres. Si no os importa eso hare, me reunire aqui con vosotros mas tarde. 

Dicho esto salgo por la puerta en busca de la casa del pescador. 

Con una diligencia casi militar, el antes despreocupado Dagis se pone firme y sale sin rechistar a por algo de ropa. Al parecer eso de las "Voces del rio" es algo que los locales se toman bastante en serio.
Al cabo de un rato regresa con algunas sandalias viejas, pantalones y camisas, así como gorros que ocultarán parcialmente vuestros rostros.
Una vez estáis bien pertrechados salís al exterior y os dirigís a Corflu mientras Ludovica se encamina a la casa del pescador.

Dejando a Ludovica caminando hacia la cabaña del pescador, los demás salís en dirección a la zona interior de Corflu. Vestidos como pescadores no llamáis demasiado la atención, y os resulta fácil mezclaros entre la gente que entra y sale de la empalizada.

El contraste entre el Corflu exterior y el interior es considerable; mientras que los pescadores y los tritónidos* viven en pequeñas chozas de madera, la parte interior está formada por grandes edificios de piedra y las calles, anchas y también de piedra, están preparadas para soportar un elevado tráfico de carros y carretas.

Los soldados lunares abundan, especialmente en las zonas comerciales; llevan espadas, escudos y armaduras metálicas, aunque no especialmente pesadas. Basicamente se dedican a observar, sin meterse demasiado en los quehaceres de las gentes.

Nada más entrar os encontrais con la gran mansión Tolkazzi a vuestra izquierda y los barracones de los sirvientes y los esclavos del noble gobernante de Corflu; todo ello, especialmente la mansión, está vigilado por varios guardias.

Un poco más adelante, se levanta en enorme edificio del gremio de mercaderes, y llegando al final del pueblo veis el gremio de artesanos, la posada y la pequeña plaza donde se encuentra el mercado.

Más allá, en la parte sur y ya fuera de la empalizada, un gran barco está realizando sus tareas de carga y descarga; Varios hombres fornidos empujan carros cargados con cajas hacia el gremio de comerciantes y viceversa.