Partida Rol por web

Sintiéndome inútil y frustrado, lo mando todo al carajo y me lanzo a fondo. Esa criatura parece gravemente herida y no tiene sentido jugar una guerra de desgaste.

Continuo a cierta distancia del tiburon y lanzo de nuevo un ataque pero los nervios empiezan a afectarme.

El combate se alarga más de lo esperado y empezáis a mostrar signos de fatiga, pero parece que vuestro enemigo no está en mejor situación. Con varias heridas abiertas y múltiples magulladuras, el tiburón del fango se revuelve sobre si mismo y trata de huir en vano. La distáncia que le separa del agua es demasiado grande y no puede resistir vuestra última andanada de proyectiles*.
La bestia yace a vuestros pies y ahora que habéis luchado con ella podéis haceros una idea de lo que habría supuesto para los pescadores de Corflu que todas esas crias se hubiesen convertido en ejemplares adultos.
Respiráis aliviados hasta que notáis como un ligero resplandor emana de las runas en vuestras manos. Apenas dura unos segundos y no sabéis qué puede significar, pero cada vez tenéis más claro que esas historias sobre las Voces del Rio pueden ser ciertas.

Suspiro aliviado, el combate me ha puesto algo tenso y me ha subido la adrenalina, pero veo que aún no he perdido facultades. Miro a los demás, en especial a Abdala y me acercó a inspeccionar su herida.

-Será mejor que mire eso.- digo mientras le indico al cazador que se siente con un movimiento del brazo.

Tras esto, empiezo a entonar un cántico en un idioma diferente mientras coloco las manos interpuestas sobre la herida.

Mira que es simpático este hombre. Dejo que me cure, sentandome de forma cómoda, recuperando el aliento y aguantando el dolor.
Estoy deseando volver a las barcas y pasar lo más rápido posible el mal trago del buceo que antes sufrí.
-Vamos a ver si nos vamos pronto. ¿Habéis visto como han brillado estos signos? ¿hemos hecho bien o mal matando esta criatura?

Resoplo mientras me apoyo jadeando contra una pared. Estoy viejo para esta mierda.

Mientras mis compañeros revisan las cuevas miro a la criatura con hostilidad. Con esa bocaza igual se traga cosas interantes... más o menos enteras.

Sin pensármelo demasiado, intento abrirle las tripas para ver qué lleva dentro.

:´(

Contemplo el cadaver del tiburon que yace en la cueva junto a nosotros y me doy cuenta de que estoy temblando. Hemos tenido suerte. Imagino como quedaria una persona despues de que los dientes de esa bestia se clavaran en ella, mas que dientes lo que hay en su boca es una trituradora.
Ha sido una experiencia unica y quiero un trofeo. Decidida me dirijo hacia el animal y examino su dentadura buscando el diente mas grande, sin titubear saco un cuchillo y se lo arranco, pienso hacerme un bonito colgante con el.
Con en trofeo ya en mi poder echo un vistazo por alli por si hay algo de interes.

El túnel principal de la caverna que es en el que habéis luchado contra los tiburones se trifurca en tres pequeñas cavernas circulares a las que apenas podéis acceder manteniendoos de pie.
La primera está vacía y el suelo al estar más elevado deja a la vista la roca desnuda; es posible que los tiburones no se sintieran demasiado cómodos en ella.
La segunda tiene el suelo cubierto de barro y al fonod hay una gran masa gelatinosa, como la que producen algunos anfibios en el desove. Seguramente éste sería el nido principal de las bestias.
La tercera caverna es sin duda la que ha salido peor parada d elas tres, ya que al parecer era usada para depositar los desperdicios orgánicos de los tiburones. El suelo es resbaladizo y maloliente, como el cieno que se produce en el fonodo marino pero más fresco.
Es en esta tercera oquedad donde podéis ver algo extraño semienterrado en el barro negro. Lo sacáis con cuidado y descubrís que se trata de un orbe de piedra blanca, del tamaño aproximado de una cabeza humana y con una pequeña asa en su parte interior, como para sujetarla con una cuerda. Su superficie está grabada con relieves relacionados con el río y los seres que lo habitan.

Le doy las gracias a Takeshi y tras hurgar en la basura.
-A ver quien leches sabe lo que puede ser esto.-Refieriendome al orbe
Estoy ya cansado de estar aquí abajo e impaciente por enseñar este artilugio al sacerdote, a no ser que alguno de mis compañeros sepa lo que es.

Arrugo la nariz ante la peste que sale del estómago del bicho y que se mezcla con la de algas podridas propia de la cueva. Esta caverna está resultando de lo más frustrante... hasta que encontramos la extraña calavera.

- El brillo de nuestras manos, la calavera... demasiada casualidad -mascullo- No me gusta ser juguete de los dioses. Los mortales estamos en desventaja.

Escupo a un lado mientras consulto con la mirada a los demás sobre qué hacer a continuación.

- Aquí desde luego no hacemos nada más ¿subimos?

Si me viera mi padre aqui no lo creeria- Pienso mientras observo la bola que tiene Abdala en la mano.

-Yo no tengo ni idea de que es eso. Como dice Fidler lo mejor es salir de aqui ya mismo. Estoy segura de que el sacerdote o los pescadores sabran decirnos que es el orbe.

Lo que viene a continuacion me asusta casi tanto como el tiburon, al bajar casi muero ahogada y me hace poco gracia volver a meterme en el agua.

Observo el orbe con curiosidad.

-Bueno, saber no sé lo que es pero en todo caso, me da la impresión que deberíamos guardar este secreto a sólo unos pocos. No creo que hablar de esto con todos-digo poniendo énfasis en la última palabra- los pescadores sea muy aconsejable. Quizá debamos decírselo al sacerdote, aunque no me gusta, y sólo porque no tenemos idea de que puede ser este orbe.- miro a mis compañeros, y por último a Ludovica - Yo lo mantendría en un círculo cerrado.

Justo cuando acabais de explorar la cueva aparecen por la entrada varios tritónidos armados con tridentes a modo de refuerzos, pero cuando comprueban que las bestias ya están muertas gusrdan sus armas con no poco alivio.
Salir de la cueva no resulta tan difícil como entrar y con la ayuda d elos tritónidos no tenéis ningún problema para regresar a las barcas y regresar a Corflu. Durante el corto viaje, sin embargo, podéis comprobar cómo los lunares parecen haber encontrado algo en el fondo del rio, en una de las partes que están dragando. Con la ayuda de cuerdas y poleas parecen estar extrayendo una parte de alguna enomre estatua de granito. Ninguno de los pescadores sabe nada al respecto e incluso el Reverendo Sa'Ar parece ignorar todo ese asunto.
En llegar a la cabaña y ya lejos de ojos lunares, los pescadores se deshacen en halagos hacia vosotros, colmandoos de obsequios en forma de baratijas, pescado y otros bienes de la zona.
El reverendo s emarcha pronto pero os invita a acudir al templo si necesitási más respuestas.

Intento ser discreto.
-Me gustaría saber más sobre lo que los Lunares han descubierto.-Les comento a mis compañeros.
Me siento alagado pero la pierna me está matando. Creo que podría esperar esa exploración a mañana y descansar esta noche.