Partida Rol por web

El Abuelo prepara el bote para vuestra partida. Daine y sus hombres os acompañan hasta el río antes de regresar a Ronegarth y la familia Gubrana también os acompaña para despedirse de su hija. No saben si volverán a verla pero la fe en vosotros, Voces del Rio les dan cierta esperanza.
Cuando el bote está listo llega la hora de la despedida. daine es parca en palabras y solo os desea suerte, mientras que los Gubrana os colman en bendiciones abrazos y besos a vosotros y a su hija, que no deja de llorar mientras se acomoda en la barca.

Me siento en un extremo de la barca limpiándome las uñas con la punta del cuchillo mientras lanzo miradas de soslayo a la chica. No las tengo todas conmigo y no pienso quitarle un ojo de encima... en cuanto dé la sensación de que va a parir una camada de broos acabaré con su sufrimiento. Todavía me pregunto si debería haber dejado a Abdala salirse con la suya...

¡Mierda de jóvenes!

Una vez en el río, espero la señal de Daine, y con su leve movimiento de cabeza me separo del grupo de milicianos golpeando amistosamente los hombros de aquellos con los que me he jugado la vida. Uno a uno abrazo a los Gubrana dándoles palabras de paz y de ánimo. Por último, le doy la mano a mi padre, Gidget.

Volveré con Tameh – Y quizás entonces empieces a valorarme.

Sin esperar su respuesta me acerco al bote sonriendo a la pequeña, mientras inconscientemente acaricio el pequeño aro que me cuelga de la oreja.

Tameh, pequeña ¿te acuerdas de mí?, eras muy pequeña cuando aún vivía en la granja y montabas en mi falda imaginando que recorrías el Zola. Esta vez lo haremos de verdad, no te preocupes, todo saldrá bien – Acabo mis palabras ya en el bote abrazando a la pequeña.

Hecho esto me levanto y serio saludo a los dos forasteros que han salvado a mi prima.

No tengo palabras para agradecer lo que habéis hecho hoy por mi familia, pero no tendría honor si dejara que otros lucharan mis guerras por mí. Os acompañaré y haré todo lo que pueda para salvar a la pequeña. Y no os preocupéis por mí, me apuesto un cobre a que mi martillo no os será ninguna molestia la próxima vez que topemos con otra partida de Broos.

Después, me vuelvo a sentar abrazando a Tameh e intentando tranquilizarla, mientras miro como poco a poco nos alejamos de todo lo que he conocido hasta ahora... Que cuando acabe la partida nadie diga que no he hecho todo lo que he podido.

- A ver si llegamos pronto al santuario, seguro que allí podremos ayudar a esta niña

Me extraña ver tanto cariño hacia la niña ahora, de forma tan espontánea y antes no dijera nada, debe de ser un soldado muy bien adiestrado que no ha mostrado sus sentimientos hasta que le ha dado permiso su comandante.

Miro de forma discreta la palma de mis manos y repito en voz baja - Pronto, pronto. Fiddler se ocupará de la niña si la ve peor, se que será capaz y no creo que yo pueda, observo fijamente ya con mi ojo de cazador el camino a recorrer, ejerciendo mi rutina de explorador.

Enarco una ceja cuando veo que se nos suma el miliciano, pero no digo nada. Espero que tenga los arrestos de hacer lo necesario cuando llegue el momento.

Me limito a asentir levemente ante su discurso y me quedo mirando hoscamente el río, sintiéndome tan arrastrado por sus aguas como las barcas por la corriente.

A medida que avanzáis rio arriba, siempre con el ritmo suave y constante que el Abuelo, vuestro barquero particular infunde a la embarcación, notais como las tierras salvajes del condado del Duque Raus van quedando atrás y cada vez los asentamientos humanos son mas numerosos y de aspecto mas civilizado. Los símbolos que representan a Yelm, el dios solar son cada vez más comunes y no tardáis en vislumbrar una embarcación que se dirige directamente a vosotros. Seis hombres con semblante serio os observan mientras os hcen señas para que detengáis la embarcación.
-Son milicianos del Condado Solar, -comienza a explicaros el Abuelo mientras todavía están cerca -los lunares les regalaron una enorme extensión de tierra al sur de Pavis a cambio de su ayuda en la limpieza de la ciudad. Ahora vigilan el trafico fluvial, pero no deberían suponer ningún problema para nosotros.
El bote de los milicianos se situa junto al vuestro y os echan una pequeña cuerda para que podáis manteneros estables. Entonces os dais cuenta de que el que parece ser el líder del grupo lleva un brazalete con la runa del fuego en su antebrazo, viste un peto dorado y lleva una lanza y un escudo que parece también bañado en oro. No os cabe duda de que se trata de alguna persona importante.
-Alto en nombre de Corriander Yarrowill, Templario de la Cúpula Solar -exclama el de la armadura dorada. -Identificaos y nobrad el motivo por el que ascendéis río arriba.

Sentado cómodamente en la barca, con un brazo en el hombro de Tameh y con el otro haciéndole cosquillas, observo los detalles de las armaduras y escudos de los soldados, por si sería capaz de reproducirlo en la forja. El viaje, mecido por mis taciturnos compañeros, está siendo agradable y cada vez que consigo que la pequeña se olvide de porqué está viajando soy feliz.

- No estoy seguro de las intenciones de Fiddler y Abdala respecto a la pequeña, ni sobre el viaje en sí, así que en vez de intervenir, observaremos un rato… Me digo mientras me acarició el pendiente antes de apartar el pelo de la cara de Tameh y seguirle haciendo cosquillas.

Confío en el viejo barquero y con tono de fatiga me dirijo al Templario, guardando los modales adecuados a su rango.
-Vamos con urgencia al santuario a buscar una cura para esta pobre joven, que hemos rescatado de unos malditos Bross y buscar un lugar de meditación y descanso tras la fuerte lucha que hemos tenido, sobre todo mi amigo Fiddler. El joven es un familiar de la joven, Gornak y yo soy Abdala. Rogariamos nos escolten al santuario para llegar lo antes posible.
No acostumbro hablar tanto pero me urge salvar a la joven y ver si podemos quitarnos estas malditas marcas.

Palpo con discreción la bolsa donde he guardado el escudo cuidadosamente envuelto e intento esbozar una sonrisa. Apenas me sale una mueca. Dejo que el chico hable mientras observo a los soldados. El templario parece un tipo duro.

Muy bien, seguiremos esto hasta el final. No creo que la chica se salve pero no perdemos nada por probar. Estaba dispuesto a matarla entonces y lo estoy ahora.

Me pregunto si llegado el momento tendré problemas con los chavales.

-Una historia interesante... Y poco común -dice el líder de la patrulla.
Después hace un gesto a sus hombres yéstos arrastran vuestro bote hacia un banco de arena de la orilla.
-Debemos registrar vuestras posesiones y también el bote. Por favor situaos en la arena y dejad vuestras cosas en el suelo.
El templario habla con sutoridad y firmeza y el Abuelo, al parecer acostumbrado a los procedimientos en esta zona, se encoge de hombros.

Sabiendo que no escondemos nada y que facilitar su trabajo puede que sirva para que nos ayuden, me levanto cogiendo a la pequeña al salir de la barca de un salto para evitar que se moje.

¡Ale hop! ¿Ves Tameh? Templarios de la Cúpula, seguro que cuando empezaste este viaje ni siquiera te imaginaste que los verías, con unos guerreros tan fuertes estaremos protegidos. – Digo alzando la voz los suficiente para que lo escuchen los milicianos.

Una vez fuera de la barca me asalta la duda – Yo no llevo nada ilegal, pero a ellos no los conozco de nada… ¿Y si ellos…? – Primero pienso en coger el martillo por si acaso, pero lo descarto rápidamente – Bueno, calma, parecen buena gente ¿no? – Y como cuando voy de farol, intento aparentar normalidad mientras, juego con Tameh, me acaricio el pendiente o me desordeno, aún más, el cabello.

Nunca me ha gustado que me registren y no entiendo como el abuelo cree que es normal, cuando nos lleva a un santuario a ver las mascas. Este anciano está muy alineado. Cuando nos vean con las armas no les va a gustar nada, pero poco podemos hacer.
Me fuerzo mucho para hablar en tono amable, pero la vida de la chica me prioriza - Por favor, señores, atendamos primero a la pobre joven, que su vida pende de un hilo y luego realicemos este tipo de procedimientos, en el santuario. Si esperamos mucho la chica pude sufrir grandes dolores, saben ustedes que lo que los Bross pueden hacer. Mirando a Gornak -Creíamos que este joven miliciano y su compañía nos facilitaría llegar al santuario para salvar a la pobre muchacha
He hecho lo que he podido y espero que no noten mi tensión y valoren mi sinceridad.

Reprimo un suspiro y deposito todas mis pertenencias en el suelo. No tiene mucho sentido resistirse y si preguntan lo único que podemos es decir la verdad y rezar porque no suene tan loco como parece.

Con un poco de suerte averiguaremos de una puñetera vez para qué sirve ese escudo, aunque nos quedemos sin él. Miro con el rabillo del ojo al Abuelo, esperando que él sirva para reforzar nuestra historia.

El templario no parece demasiado impresionado ni por vuestras gestas ni por el estado de la muchacha. Se limita a comprobar que depositáis todos vuestros objetos en la arena y posteriormente ordena a sus hombres que examinen el bote. Lo hacen a conciencia ya que incluso le dan la vuelta y comprueban que no haya nada adosado a su parte sumergida.
Por supuesto examinan vuestras armas, pero el hecho de que las llevéis no parece preocuparles. Hasta que llegan hasta el escudo de Fiddler. El soldado que da con él lo mira algo azorado y s elo muestra a su superior. Coriander, al tenerlo en las manos, abre los ojos mientras exclama "El escudo de Alaia Eskolos" antes de dirigirse a vosotros.
-¿De donde habéis sacado esta pieza? Este escudo pertenece a Alaia Eskolos, guardaespaldas y mano derecha de Lady Vega Alientodeoro, Guardiana del Condado Solar.
No tenéis ni idea de quién os habla, pero parece ser que poseeis un objeto de alguien sumamente importante.

Me encojo de hombros, intentando no darle demasiada importancia.

- Lo encontramos en una cueva del río -respondo, buscando con la mirada a mis compañeros- Una madriguera de tritónidos que había sido ocupada por un gorp. Nos encargamos de él y nos lo regalaron en compensación.

No tiene demasiado sentido intentar engañar a estos tipos. Y tampoco le tengo tanto cariño a ese pedazo de metal.

- Tal vez podamos devolvérselo a su dueña en persona ¿qué os parece?- nadie va a poder negar que el bueno de Fiddler es un tipo amable y servicial, no señor.

Admirando desde lejos la belleza del escudo, me doy cuenta que no se nada sobre Fiddler y Abdala – Quizás he dado demasiado por supuesto… - Escuchando las explicaciones del veterano, parte del recuerdo de aquella noche me asalta. – ¡un gorp! ¿Y si era eso lo que estaban buscando al dar la vuelta a la barca?

- ¿Aquí también han llegado los gorp mi señor? – ¿Es por eso que encontraron el escudo de Aiala en una madriguera? Puede que el problema y el misterio, sean más grandes de lo que parecen… 

Acerco a Tameh a mi pecho mientras me pregunto si los dioses pueden llegar a ser tan crueles como para maldecir a una niña a cambio de poner a sus peones en el camino adecuado...

Me sobresalto un poco al escuchar al miliciano. Niego con la cabeza.

-No, aquí no -contesto- Río abajo, a varias jornadas de navegación. No deberías sorprenderte, al fin y al cabo tenías a los broos en el patio trasero ¿no, muchacho? El Caos siempre está presente.

Me giro hacia Coriander. Vuelvo a sonreír. Unos tipos duros, éstos, sobre todo conservando posiciones.

- ¿No es cierto, templario?