Partida Rol por web

-"Yo me he tomado una planta para protegerme el estamago despues de comer, por si acaso..."- dice bajito y sonrie - "Si lo desean podemos ir juntos a la biblioteca, ya que había avisado al hermano Anselmo de que me iba a pasar por allí despues del almuerzo y me encantaría echarle un vistazo a algunos volumenes sobre hierbas y plantas medicinales..."

Hicham mira a María y Abraham con los ojos abiertos y entusiasmado con la idea de compartir esa experiencia.

-"Si lo desean podemos ir ya, ¿o están esperando a alguien?"

En su intento por captar algunos retazos de conversación de los monjes del monasterio, Gonzalo escucha varias conversaciones en principio intrascendentes que hablan de hortalizas, de rezos, del tedio del sermón de ayer, de tareas encomendadas o del clima. Todo relativamente normal, hasta que de un grupo de tres novicios que salen de la iglesia, Gonzalo cree escuchar algo como:

...esta noche es la fiesta del Diablo...

Lo cual, desde luego, le deja bastante intranquilo.

Hasta parece que ha empezado a nublarse...

Joder... la fiesta del diablo, por los clavos de nuestro señor Cristo que esto no es buena cosa.

Me gustaría seguir a los novicios. Quedarme con sus caras y saber a donde van, por lo menos.

Pues me voy a ver con quién habla el guarda, con paso presto y raudo y rápido. Aunque a ser posible a sus espaldas para que el guarda no me vea mientras yo le veo a él charlar.

Después les preguntaré a los benedictinos si saben donde estará ahora el Gonzalo (haciendo alguna tarea, como todos, supongo).

Mientras Tomás se acerca a la puerta puede ver como Damián comienza a descerrajarla para dar paso a quien quiera que esté al otro lado. Tomás se queda parado, espectante, en una posición discreta que le permite ver quien entra.

Dos hombres que Tomás ya conoce entran en el monasterio acogidos amablemente por el guarda. Se trata de los dos truhanes a los que el caballero de la posada de anoche contrató para que le robasen el cáliz de la iglesia de S. Gabriel.

Pertrechados a modo de peregrinos, con sayos, sombreros de ala ancha y bastones, la pareja de malhechores se va adentrando en el monasterio, sonriendo, camino de la hospedería y acompañados por el guarda.

Gonzalo intenta quedarse con la cara de los muchachos, que al parecer salieron de la zona de la iglesia y se dirigen a otro de los edificios de piedra que están separados del núcleo principal del monasterio.

Mientras tanto, Gonzalo puede ver a Tomás acercarse a la puerta, pero quedarse a una distancia prudencial, como observando lo que allí ocurre. Al momento, un par de peregrinos, a juzgar por sus vestimentas, entran en el monasterio, acompañados de nuevo por el servicial guarda, quien parece dirigirles a la hospedería.

Un enorme gato negro asoma su hocico por la puerta del salón. Parece estudiar el terreno un instante y, finalmente, se decide a entrar.

Da un par de vueltas alrededor de las mesas sin prestar demasiada atención a los presentes y, tras su infructuosa búsqueda de algo que llevarse a la boca, se planta frente a María y maúlla en tono de súplica.

Te parece ver como uno de los bandidos le ha dado algo que parecían monedas al guarda.

¿Estarán compinchados?

Abraham mira al suplicante gato y lo señala con el dedo cuando vuelve a hablar a Hicham:

- "¿Éste es el gato que mejor no alimentamos?" - La pregunta es casi retórica apuntando a un detalle previo de la conversación, luego vuelve para explicar porque deben continuar la espera. - "Por más que nos gustaría visitar la biblioteca creo que debemos esperar a Gonzalo y Tomás, supongo que no tardarán mucho en encontrarse y venir aquí."

Abraham no puede evitarlo y acerca un pellizco de pan al gatito pordiosero.

Hicham mira a Abraham con gesto amable.

-"Si, creo que ese es Isaac, el gato obeso. Me parece bien esperaremos a que vuelvan. La señora guardesa insistió en que no le diesemos de comer. A mi personalmente los gatos no me gustan mucho, son los sirvientes del diablo...¡zape!, ¡zape!"

Despues de decir esto su expresion era seria y profunda, miraba al gato con algo de aprension. Levanta la mirada y sonrie a Abraham y a Maria.

-"¿Sabian que la posesión de un gato negro puede ser un sintoma de brujeria?"

Por primera vez en bastante tiempo, a María se le escapa una ligera carcajada, que suena argentina entre los muros de piedra. Ha dejado el plato vacío, con la cuchara dentro, y a penas quedan unas migajas del pan que ha estado mordisqueando junto a él.

-¡Vaya! ¿Sí? ¿Así que tú eres Isaac...? Se inclina hacia el animal, que rollizo le mira desde sus enormes y redondos ojos, maullando suplicante. -¡Menudo nombre para un gato!

Toma algunas de las migajas de pan, y se las acerca al minino, con gesto divertido.

-Pues si eres un animal de brujas, Isaac, ¿qué haces aquí, entre Monjes? ¿Nadie te ha dicho que esta es una Casa Sagrada... una Casa de Dios...? Levanta entonces sus pupilas hacia los dos hombres. -La mujer del Guardián me pareció poco agradable, pero no tanto como para calificarla como decís, sanador. Su sonrisa sigue siendo franca, y un poco irónica. -En fin, espero que si le saciamos, aunque engorde, por lo menos nos considere amigos y nos proteja de malas artes...

Se incorpora de nuevo, y vuelve a su rostro la expresión seria que es habitual en ella. -Yo, por lo menos, deseo esperar el regreso de Tomás o de Gonzalo. Después estaré encantada de visitar la biblioteca... y agradecida de hacerlo con alguien que me ilustre acerca de lo que veo.  Añade sin dirigirse a ninguno de los dos en concreto.

Abraham sonríe ante las supercherías y cuentos de viejas que menciona Hicham que están tan extendidos en Castilla en estos días, cualquier día esperan ver aparecer la Santa Compaña por una esquina del camino anunciando el Fin del Mundo.

- "¿No está tardando mucho Tomás? Al fin y al cabo sabía a dónde iba Gonzalo."